—¿No necesitamos alguien
que oficie el matrimonio o un juez de paz para algo así?
—Claro —dijo él, y
apretó el botón del interfono—. ¿Le importa mandar aquí al reverendo, por
favor?
—¿Ya lo tienes aquí?
¿Cuánto tiempo…? —se aclaró la garganta y ojeó los papeles—. ¿Cuánto tiempo es
necesario para dar el aviso de que planeas casarte?
—Un mes y un día —dijo
él. Había pensado en la idea del matrimonio desde todos los ángulos antes de
proponérsela. Podría decirle cualquier cosa que quisiera saber—. Si quisiera,
podría reducirlo a una semana, o incluso un día.
—Ah.
Peter vio un movimiento
al otro lado de la puerta y se levantó para hacer pasar al reverendo de mediana
edad.
—Gracias por esperar,
reverendo. Ya estamos preparados para seguir adelante —le presentó al hombre y
luego señaló el formulario que había frente a Lali—. ¿Te importa rellenar tus
datos, Lali? Nos ocuparemos del resto dentro de un momento.
—Sí, por supuesto.
Una vez que se hubieron
acordado los detalles y hubieron decidido la hora de la ceremonia, el reverendo
se puso en pie para marcharse. Peter no estaba interesado en intercambiar
cordialidades una vez que el pacto estaba sellado, y el hombre pareció notar
eso.
—Si tenéis alguna pregunta,
o queréis hablar de algo más adelante —dijo el reverendo—, estoy dispuesto a
ayudaros. De otro modo, por favor, contactad conmigo cuando estéis listos para
hablar del tipo de ceremonia que queréis y todo eso.
Cuando el reverendo se
hubo marchado, Lali se giró hacia Peter. Su sonrisa parecía forzada.
—¿De qué iglesia es?
Habría pensado que todos los lugares estarían reservados para más de un año.
Él le dijo la
denominación y se encogió de hombros.
—Proporciono ayuda
económica para la caridad de esa organización en particular. No le he pedido el
calendario de reservas, pero obviamente nuestra petición no le ha supuesto
ningún problema. De todas formas, si no quieres casarte allí, podemos hacerlo
en el juzgado.
La idea de casarse con
ella en ese entorno tan frío, lo molestaba, pero trató de no pensar en eso. No
cambiaría nada.
—Oh, no. La iglesia está
bien. No tengo ninguna objeción a las bodas tradicionales —dijo ella, y miró
hacia su escritorio—. ¿Algo más antes de que vuelva al trabajo?
—La comida con los
Forrester a la una. Y llama a John Greaves y dile que quiero el informe sobre
Campbell cuanto antes —dijo él, sintiéndose aliviado—. Elige un lugar agradable
para la comida con los Forrester. Luego llama a la mujer para organizarlo.
Estarán de camino en algún lugar de la costa en este momento, en su yate, pero
tienes su número de móvil en el archivo. Si van a llegar tarde, cenaremos esta
noche.
—Me pondré con ello —dijo
ella, y se dio la vuelta para marcharse, dándole una gloriosa vista de la parte
trasera de su falda, donde se ajustaba a la perfección a sus nalgas mientras se
movía.
—Oh, Lali.
—¿Sí?
—Quiero que vengas
conmigo. Así que encuentra a alguien de abajo para que te sustituya durante tu
ausencia —dijo él, y sonrió complacido. Estaba complacido con sus planes.
Complacido de que, de ahora en adelante, Lali pasaría gran parte de su tiempo
con él. Sería… divertido.
—De hecho ten a alguien
preparado permanentemente para cuando queramos a lo largo de esta semana. Puede
que decida llevarte conmigo también en otras ocasiones.
—Como quieras —dijo
ella.
Él se acercó a ella y,
por un momento, pudo ver la anticipación en su cara. Esperaba que la besara y
su mirada se suavizó, despertando algo en el interior de Peter.
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