miércoles, 11 de diciembre de 2013

Capítulo 9

—¿No necesitamos alguien que oficie el matrimonio o un juez de paz para algo así?
—Claro —dijo él, y apretó el botón del interfono—. ¿Le importa mandar aquí al reverendo, por favor?
—¿Ya lo tienes aquí? ¿Cuánto tiempo…? —se aclaró la garganta y ojeó los papeles—. ¿Cuánto tiempo es necesario para dar el aviso de que planeas casarte?
—Un mes y un día —dijo él. Había pensado en la idea del matrimonio desde todos los ángulos antes de proponérsela. Podría decirle cualquier cosa que quisiera saber—. Si quisiera, podría reducirlo a una semana, o incluso un día.
—Ah.
Peter vio un movimiento al otro lado de la puerta y se levantó para hacer pasar al reverendo de mediana edad.
—Gracias por esperar, reverendo. Ya estamos preparados para seguir adelante —le presentó al hombre y luego señaló el formulario que había frente a Lali—. ¿Te importa rellenar tus datos, Lali? Nos ocuparemos del resto dentro de un momento.
—Sí, por supuesto.
Una vez que se hubieron acordado los detalles y hubieron decidido la hora de la ceremonia, el reverendo se puso en pie para marcharse. Peter no estaba interesado en intercambiar cordialidades una vez que el pacto estaba sellado, y el hombre pareció notar eso.
—Si tenéis alguna pregunta, o queréis hablar de algo más adelante —dijo el reverendo—, estoy dispuesto a ayudaros. De otro modo, por favor, contactad conmigo cuando estéis listos para hablar del tipo de ceremonia que queréis y todo eso.
Cuando el reverendo se hubo marchado, Lali se giró hacia Peter. Su sonrisa parecía forzada.
—¿De qué iglesia es? Habría pensado que todos los lugares estarían reservados para más de un año.
Él le dijo la denominación y se encogió de hombros.
—Proporciono ayuda económica para la caridad de esa organización en particular. No le he pedido el calendario de reservas, pero obviamente nuestra petición no le ha supuesto ningún problema. De todas formas, si no quieres casarte allí, podemos hacerlo en el juzgado.
La idea de casarse con ella en ese entorno tan frío, lo molestaba, pero trató de no pensar en eso. No cambiaría nada.
—Oh, no. La iglesia está bien. No tengo ninguna objeción a las bodas tradicionales —dijo ella, y miró hacia su escritorio—. ¿Algo más antes de que vuelva al trabajo?
—La comida con los Forrester a la una. Y llama a John Greaves y dile que quiero el informe sobre Campbell cuanto antes —dijo él, sintiéndose aliviado—. Elige un lugar agradable para la comida con los Forrester. Luego llama a la mujer para organizarlo. Estarán de camino en algún lugar de la costa en este momento, en su yate, pero tienes su número de móvil en el archivo. Si van a llegar tarde, cenaremos esta noche.
—Me pondré con ello —dijo ella, y se dio la vuelta para marcharse, dándole una gloriosa vista de la parte trasera de su falda, donde se ajustaba a la perfección a sus nalgas mientras se movía.
—Oh, Lali.
—¿Sí?
—Quiero que vengas conmigo. Así que encuentra a alguien de abajo para que te sustituya durante tu ausencia —dijo él, y sonrió complacido. Estaba complacido con sus planes. Complacido de que, de ahora en adelante, Lali pasaría gran parte de su tiempo con él. Sería… divertido.
—De hecho ten a alguien preparado permanentemente para cuando queramos a lo largo de esta semana. Puede que decida llevarte conmigo también en otras ocasiones.
—Como quieras —dijo ella.

Él se acercó a ella y, por un momento, pudo ver la anticipación en su cara. Esperaba que la besara y su mirada se suavizó, despertando algo en el interior de Peter.

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