sábado, 14 de diciembre de 2013

Capítulo 14

Peter podía sentir la tensión que se acumulaba en sus hombros y se sentía molesto por ello. Lo único que Forrester había hecho era flirtear un poco con Lali, y él había deseado entonces descuartizarlo con sus propias manos.
Tendría que aprender a controlar su tendencia a reaccionar exageradamente con respecto a Lali. Era totalmente lo contrario a como quería llevar su relación. Fría y sin sentimientos. Ése era el plan.
—Forrester es el tipo de hombre que disfruta viendo a sus socios hacer piruetas en un esfuerzo por convencerlo. No será fácil.
—No me guste que juegue contigo —dijo Lali. Parecía indignada y Peter sonrió. Para lo inteligente y entusiasta que era con respecto a su trabajo, se daba bastante poca cuenta de lo despiadado que podía ser el mundo empresarial.
—Yo también estoy jugando con él —dijo Peter encogiéndose de hombros—. Así funciona. Antes de volver a la oficina, quiero pasar por mi casa a recoger unas cosas.
—Ah, de acuerdo.
Lali no tenía mucho más que decir, pero a él no le importó el silencio. Le permitió reflexionar sobre el éxito de sus planes hasta el momento. Cuatro meses a partir de ese momento, cuatro meses y dos días exactamente, y estarían casados. Cada vez le gustaba más la idea de casarse con Lali.
Cuando llegaron a la casa, Lali miró a su alrededor con aparente interés.
—¿Desde hace cuánto tiempo tienes una casa aquí? Te había imaginado en un apartamento, a decir verdad.
—Compré este lugar hace seis años —dijo él mientras conducía el coche por el camino hacia una enorme casa de dos pisos. Unas columnas romanas sustentaban el porche, que se extendía por todo lo largo del piso de abajo. En el segundo piso, un balcón rodeaba la casa y giraba hacia la parte de atrás.
Aunque la casa no tenía un diseño moderno, era original y él se sentía a gusto con ella. Estuvo tentado de intentar convencer a Lali de que le encantaría vivir allí, pero se contuvo. No tenía que impresionarla.
—Pensé que deberías ver dónde vas a vivir.
—Es muy agradable —dijo ella, y parecía sincera, pero reacia a decir más, y pronto centró su atención en las flores.
—Son preciosas —dijo ella señalando hacia las plantas y los arbustos—. Yo soy jardinera frustrada, dado el apartamento en el que vivo. Pero me encantaría tener un gran jardín si tuviera la oportunidad.
¿Era eso a lo que se refería cuando decía que deberían conocerse mejor? ¿Compartir pequeños e íntimos detalles de sus vidas?
Decidió que podría vivir con esas revelaciones y quizá podría sacar algunas propias a relucir. No le pasaría nada por probar, sobre todo si todo aquello de lo que hablarían serían cosas tan inocuas como la jardinería.
—Podrás ocuparte del jardín cuando estemos casados, si quieres. Vamos a ver el interior.
Peter recorrió el camino hacia la puerta principal, desconectó la alarma y se echó a un lado para dejarla pasar.
—Comenzaremos arriba y luego bajaremos.
Le enseñó las habitaciones, intercambiando conversaciones despreocupadas con ella mientras hacían la visita. Tras los primeros minutos, Lali se relajó y Peter se dio cuenta de que él también. A Lali le gustaba la casa, y no había nada de malo en que él sintiera algo de orgullo al respecto.

Su sensación de tranquilidad lo abandonó en cuanto entraron en el dormitorio principal. Los ojos de Lali se volvieron más oscuros y un ligero rubor apareció en sus mejillas antes de apartar la vista para no mirarlo.

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