jueves, 19 de diciembre de 2013

Capítulo 19

El viaje supondría otro paso adelante en su esfuerzo por ganarse a Forrester. Lali se sentía feliz por Peter, pero el viaje a una de las pequeñas islas de la costa de Queensland no tenía nada que ver con ella.
En otras circunstancias habría sido un fin de semana maravilloso lleno de recuerdos románticos. Pero dado que a Peter no le iba el romance, Lali deseaba que dejase de meterle esas ideas tan tentadoras en la cabeza.
—Exacto —dijo él, y volvió a besarla con ferocidad—. Tú también vienes. Asegúrate de meter en la maleta ropa de ocio y no sólo de trabajo. Estoy seguro de que habrá tiempo para ambas cosas, y planeo sacar el máximo partido a ese tiempo.
De ningún modo debía aceptar un fin de semana con Peter. No si no quería acabar en sus brazos y en su cama. Y no si quería detener esa marea de sentimientos que parecía despertar en el fondo de su corazón.
Ella no había pedido nada de eso, y ahora que estaba ocurriendo, sus sentimientos se habían convertido en su enemigo.
—No me necesitas allí para algo así. Estoy segura de que los Forrester y los demás no querrán una intrusa.
—No eres una intrusa. Creen que eres mi novia y vas a venir conmigo. A no ser que tengas algún problema en que pasemos el tiempo conociéndonos mejor. Dijiste que necesitabas eso.
—Sí. Tiempo es exactamente lo que necesito.
Lo que realmente necesitaba era salir de aquello sin profundizar más a ningún nivel. Y no podría escapar hasta que no hubiese terminado de pagar al chantajista. Tres meses más y encima tendría que cancelar la boda.
—No me importa la idea de irme. Supongo que simplemente es que yo…
—Bien. Entonces ya está arreglado. Terminaremos de trabajar un poco antes mañana por la tarde, pasaremos por aquí a recoger tus cosas y saldremos hacia el aeropuerto —concluyó, y se alejó.
«…no pienso acostarme contigo bajo ninguna circunstancia», finalizó la frase en silencio.
—Cierra con llave, Lali —dijo él a lo lejos.
—¿Perdón? Ah, iba a hacerlo.
Lali cerró la puerta con más fuerza de la necesaria y echó el pestillo. No estaba segura de con quién estaba furiosa. Pero, fuera cual fuera la causa, esa reacción tenía que ser mejor que la desesperación.

—No me iré con él, y eso es todo —dijo mientras se lanzaba sobre el sofá, disfrutando del tiempo a solas para pensar—. Diré que he pillado la gripe o algo así y me pasaré el fin de semana en la cama poniéndome al día con la lectura. Eso le enseñará.

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