viernes, 13 de diciembre de 2013

Capítulo 11

Tras la proposición de su jefe, Lali habría querido tiempo para pensar, pero no lo tuvo. La suya era una oficina ajetreada, y pareció que pasaron sólo unos minutos antes de que se pusieran en camino para ver a los clientes de Peter. En ese momento estaban hablando de los Forrester.
—Jack nos está poniendo la zanahoria delante del hocico, eso es todo —dijo Peter mientras manejaba su Porsche sin esfuerzo entre el tráfico—. Si nos los ganamos, Lanzani's conseguirá la oportunidad de instalar y mantener sistemas de seguridad en más de una docena de puertos deportivos por las costas de Nueva Gales del sur y Queensland. Además tiene muchas más propiedades. Hoteles, moteles, restaurantes. Lo que quieras. Por no hablar de que tiene un gran dominio sobre la comunidad de los negocios. Una recomendación suya sería muy importante. Si conseguimos instalar sistemas de seguridad en todas sus propiedades, estaríamos hablando de mucho dinero.
—Firmará con nosotros —dijo Lali mientras veía pasar a los otros vehículos. Estaba tratando por todos los medios de mantener sus pensamientos bajo control, tratando de no entrar en el terreno sentimental.
No era fácil controlarlo, pero no podía dejar que él viera lo desconcertada que estaba. Más tarde, cuando estuviera sola, podría permitirse pensar en él.
—Tenemos los mejores sistemas de seguridad de Australia —dijo ella—. Posiblemente los mejores de todo el hemisferio sur. Una vez que los haya probado, se dará cuenta y nos entregará todas sus propiedades.
Puede que para Peter aquélla fuese una conversación de negocios más, sin embargo, cada vez que la miraba, ella podía ver en sus ojos un destello de calor sensual que la dejaba con la boca abierta. Cuando había aceptado casarse con él, no había considerado lo mucho que él podría desearla físicamente, no lo abiertamente que iba a mostrarlo, ni cómo eso iba a afectarla.
Sus sentidos respondían. Eso era malo.
Sus emociones respondían. Eso era peor. La esperanza seguía tratando de hacerse un hueco en su corazón, y ella seguía tratando de ignorarla.
Él no había implicado sus emociones. Tenía que recordar eso.
—Si el señor Forrester es lo suficientemente inteligente como para construir un imperio de los negocios, seguro que también sería inteligente como para apreciar el tipo de tecnología que Lanzani's puede ofrecer.
—Aprecio tu confianza en nuestras habilidades. Ah —dijo él mientras metía el coche en un parking—. Ya casi hemos llegado.
—¿Es que todo está en el lugar apropiado para ti? —preguntó con una sonrisa frívola, tratando de ocultar cómo lo envidiaba por tener esa aparente facilidad en la vida, mientras que la suya había sido un desastre casi desde antes de nacer. Ahora era peor y, como el jueves negro del crack de la bolsa, iba a ir a peor desde ese momento.
No es que fuera pesimista. Pero por primera vez estaba siendo como Peter quería que fuese. Estaba examinando la situación con la mente racional. La cual le decía que estaba metida hasta el cuello y hundiéndose cada vez más.
—¿Sabes?, creo que disfrutaré siendo un hombre casado —dijo mientras le colocaba la mano a la altura de su codo para unirse a la multitud en la acera—. Será agradable tener resuelta esa parte de mi vida. Ahora que he dado el paso, me pregunto por qué no haría algo semejante hace años.
Entonces la parte racional de Lali dejó de funcionar. ¿Hace años? Eso era antes de conocerla a ella.
«Para él todo carece de sentimientos. Dadas las circunstancias, deberías sentirte afortunada por cómo se siente él al respecto», pensaba ella.
Pero no se sentía afortunada. Se sentía ofendida. Dolida al pensar que podría haber elegido a cualquier otra mujer y habría sido igual de feliz.
«Realmente no vas a casarte con él, ¿recuerdas? Todo es un truco».
Y por eso exactamente iba a terminar en un psicólogo.

Sus dedos apretaron con fuerza su antebrazo. Los músculos de Peter se tensaron en respuesta y eso volvió a reiniciar todas sus reacciones internas.

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