miércoles, 25 de junio de 2014

Capítulo 35

—¿Qué coño hacías levantándole la tía a Lucas? Sin querer contestar, continuó andando hacia el coche junto a una ardiente Paula. Pero una vez llegó a él miró a su amigo, que se quedó a cuadros cuando dijo:
—Nicolas, ¿puedes acompañar a Paula a su casa?
—¡¿Cómo?! —gritó la mujer en cuestión.
 Eugenia y su marido se miraron y rápidamente este se puso al lado de su amigo y preguntó:
 —¿Qué estás diciendo? ¿Cómo voy a llevar a Paula a su casa si está deseando que la lleves tú? Joder macho, que vive en ese portal —dijo señalando hacia su derecha. 
Peter, clavando los ojos en su amigo, dijo muy serio:
—Créeme. A mí también me apetece ir con ella y poner en práctica lo que me lleva susurrando toda la noche, pero no puedo irme sin solucionar algo.
—¿El qué? Resoplando, Peter le miró. ¿Cómo decirle que la morenita del culo estupendo era Mariana Espósito?
—Churri —llamó Eugenia— Venga vámonos.
—Un segundo, preciosa. 
Los dos amigos se miraron y Peter con un gesto que Nicolas entendió murmuro haciéndole sonreír:
—Confía en mí churri, y por favor, acompaña a Paula hasta mi portal y mañana te explico.
Si algo había entre ellos era confianza y aquellas palabras le hicieron suponer a Nicolas que algo que se le había escapado a él había ocurrido. Lo que no sabía era el qué.
—Mañana sin falta —insistió su amigo y Peter asintió. 
Nicolas accionó el botón de su coche y lo cerró. Peter era un tío muy lógico y si hacía algo tenía un por qué, del que más larde se enteraría..
Paula paralizada por aquel desplante miró a Peter, aquel ardoroso y caliente hombre, y suspiró. Ambos sabían lo que había, pero aquello le molestó. Y tras darle un beso en los labios de despedidla murmuró resignada:
—Llámame otro día. Peter asintió. Una vez vio a Nicolas y su mujer alejarse con Paula, regresó al local. 
Sin pararse a pensar, llegó hasta donde estaban sus compañeros con Lali y tras echarse a la joven al hombro, que gritó al sentirse como un saco de patatas, dijo con seguridad:
—Lucas, no te lio tomes a mal, pero ya te dije que Lali y yo somos viejos amigos y tenemos algo de lo que hablar. Luego mirando i Menchu dijo en tono seco:
—Vamos, te llevaré a tu casa. Damián y Lucas sorprendidos y malhumorados porque su compañero se llevara su diversión asegurada fueron a protestar, pero la mirada de aquel les calló. 
Minutos después Peter dejó a Menchu en su casa, y continuó hacia la suya mientras Lali roncaba en la parte trasera del coche.
Un sonido molesto y continuo la despertó. El móvil. Sin abrir los ojos Lali buscó el dichoso aparatito a su alrededor pero no lo encontró. Se sentó en la cama y continuó buscando la fuente del sonido atronador, y cuando vio que estaba sobre una mesilla blanca lo cogió y contestó.
—¿Si? —Oh my Godl Me vas a matar a disgustos —gritó un desencajado Gasti— ¿Dónde estás? ¿Dónde te metes? Maldita sea, cuchi, lo tuyo no tiene nombre.
 Anoche saliste a tomar unas copas con la girl del parador y son ¡las doce de la mañana! Te podría haber raptado a saber Dios y yo aquí tan pancho y sin enterarme. Pero ¿dónde estás? Intentando ordenar sus ideas y, sobre todo, responder a un alocado Gasti, miró a su alrededor.
—Por favor ¿puedes dejar de gritar? Yo m...
—Tienes voz de resaca. You have a hangover! —chilló al escucharla.
—Si vuelves a gritar te juro que te cuelgo —siseó alejándose el móvil de la oreja.
—Ok. ¿Dónde estás? Miró a su alrededor. Lo último que recordaba era estar en un bar atestado de gente divirtiéndose con Menchu y dos hombres. Levantando las sábanas comprobó que no llevaba su ropa, aunque sí llevaba una camiseta enorme y negra. Horrorizada por lo que hubiera podido ocurrir se llevó la mano a la cabeza ¡la peluca! ¿Dónde la había dejado? Tras verla sobre un sillón se llevó las manos a los ojos. ¡Las lentillas! No podía dormir con lentillas y ella había dormido. Asustada por el mal que hubiera podido ocasionar a su vista murmuró:
—Gasti...
—Mira lo que le digo Lali, como se entere la prensa esto va a ser un scandal... y si your father o tu agente se enteran de lo que estás haciendo —tras resoplar gritó teatralmente—. Oh my Godl Me pones histérica cuando haces estas cosas y...
—Que no grites —refunfuñó mientras se metía un dedo en el ojo. «Ay Dios... que no encuentro lo lentilla» pensó cerrando el ojo molesta.
—Okey... —suspiró Gasti y en tono combativo preguntó—. ¿Su majestad, la princess, cuando me hará el honor de regresar al castillo?
—No lo sé... —respondió preocupada por sus ojos. ¿Dónde estaban las lentillas? Gasti, al sentirla tan despistada, perdió la paciencia y gritó:
—¿Cómo que no lo sabes? Pero, where the hell are you?
—En casa de Menchu. Sin ganas de bromear Gasti se retiró con glamour su flequillo de la cara y siseó.
—Pues ya puedes ir levantando tu pretty culito de colibrí de allí y venirte para acá. ¿Me has entendido?
—Ok. Al escuchar aquella contestación el muchacho cambió su tono de voz y dijo emocionado. —Ay, queen ¡es que tengo que contarte algo! Algo divino... maravilloso... Con un dolor de cabeza increíble Lali, que no quería escucharle ni un segundo más, dijo:

—Luego me lo cuentas. Adiós. Y, sin más, le colgó. Pero cuando fue a levantarse estaba tan torpe que se le enredó un pie en la sabana y, sin poder evitarlo, cayó contra el suelo provocando un gran estruendo. 

martes, 24 de junio de 2014

Capítulo 34

—¿De qué te ríes churri? —preguntó Eugenia. Sin necesidad de decir nada señaló hacia la pista y Eugenia al ver a Peter en ella bailando con una morena murmuró sorprendida:
—No me lo puedo creer. ¿Y Paula? —e instantáneamente miró a su amiga quien con gesto no muy divertido observaba la escena.

sábado, 7 de junio de 2014

Capítulo 33

Lali, cada segundo qué pasaba, se excitaba más. Solo imaginar que era a ella a quien acariciaba le hacia suspirar de placer. A punto estuvo de gritar cuando vio como aquel, tras apretar sus caderas contra la de ella, le agarró del pelo y, con una pasión que la dejó fuera de sí, la atrajo hacia él y la besó. Por faaavor... ¡soy patética!, pensó acalorada. Seis cervezas después, Lali llegó a dos conclusiones.