jueves, 30 de octubre de 2014

Capítulo 53 y 54

La convivencia  en la casa de Peter se tornó perfecta.  Gasti,  desde  el primer  momento  cayó rendido a los pies del geo, y este no paraba de reír por la forma de hablar de aquel y sus alocadas ocurrencias. Senda, la perra, al principio no dejaba a Gasti moverse por la casa. Le perseguía y observaba.  Pero  tras  comprobar  que  no  era  ninguna  amenaza,  al  revés,  que  era  un  continuo suministro de comida, simplemente, le adoró.

Capítulo 52

En la habitación del parador de Sigüenza, la joven estrella de cine miró por última vez por la ventana. Deseaba que aquel paisaje invernal y su paz la acompañasen el resto de su vida. Cerró los ojos y pensó en Peter, en su sonrisa, en su voz, en su mirada cuando le hacia el amor.

Capítulo 51

Las horas en la base de los geo pasaban lentamente y el humor del inspector Peter Lanzani iba de mal en peor. Tras dar por la mañana la clase teórica a un grupo de los geos, salió a correr varios kilómetros con unos compañeros, pero le fue imposible concentrarse. Solo podía pensar en ella.

lunes, 20 de octubre de 2014

Capítulo 49 y 50

Cuando el calor comenzó a humedecer sus frentes y parecía que ambos iban a explotar, Lali arqueándose  entre sus brazos gritó satisfecha al sentir un maravilloso  y devastador  orgasmo que endureció aún más a Peter. Sentir la humedad alrededor de su pene, ver su gesto sensual y notar como los músculos  internos de ella se aferraban a su miembro, le hizo perder el control y tras varias estocadas más, el atlético cuerpo del policía finalmente se tensó y tras soltar un varonil gruñido de satisfacción se liberó.

Capítulo 48

Menchu que les preparara la cuenta porque al día siguiente  se marchaban,  la joven se decepcionó. Pero la ilusión volvió a su rostro cuando Lali la invitó a cenar con ellos aquella noche. Aconsejados por la recepcionista fueron a cenar a un asador llamado La Secuntina. Un lugar donde disfrutaron de la buena cocina, aunque a la joven actriz se le veía en la cara la pena.
—Esa carita de perrilla apaleada me deja sin habla. Queen, alegra el gesto.
—Lo sé Gasti... pero es que me da tanta pena irme que yo...
—Es fácil. Quédate —se mofó Menchu ajena a lo ocurrido.
—Mira, honey, el amor es como una paloma, viene, se caga y después se va. ¿Acaso todavía no te has dado cuenta? Lali asintió. Desde hacía años su corazón estaba cerrado con una puerta acorazada, pero sin saber por qué Peter había conseguido traspasarla.
—Qué bueno Gasti —rio Menchu—, Nunca había escuchado hablar así sobre el amor.
—Uis pues como se lance, puedes escuchar burradas mil —se mofó Lali. Sin prestarles atención el joven rebañó su plato con pan y dijo:
—Menchu eres lo más... pero te odiaré cuando me pese tomorrow y vea que he engordado five kilos. Por el amor de my life ¡qué rico está todo!
—Me alegra saber que os gusta el sitio donde os he traído.
—La salsita del cordero está... ¡increíble! —asintió  !a joven actriz mojando  pan en aquella exquisita salsa.
—Yo me quedo con el asado de cordero y la sopa castellana ¡qué maravilla! Rio —Gasti. Menchu encantada  por lo mucho que la comida de su tierra les había gustado bajó la voz y levantándose murmuro; —Voy al baño. Por cierto si os ha gustado la comida, esperad a probar las yemas de Doncel o los bizcochos borrachos ¡son la bomba!
—La bomba de calorías querrás decir —se mofó Gasti al ver al carnero acercarse con el carrito de los postres.
En el mismo restaurante, pero en otro comedor, Nicolás Eugenia, Paula y Peter, también cenaban. Todos reían ante las ocurrencias de Eugenia pero Peter no tenía la cabeza al cien por cien con ellos. Inexplicablemente no podía dejar de pensar en la joven estrella de Hollywood a pesar de que Paula ya había desplegado sobre él todas sus armas de mujer. Intentó centrase en ella, pero le era imposible. Cada vez que Paula le besaba, aquellos labios se le antojaban vacíos y sin gracia a pesar de que él los aceptaba. Los devoraba deseoso de disfrutarlos como siempre lo había hecho, pero su cuerpo no reaccionaba. No se excitaba y eso le molestó.
De pronto, Peter vio pasar a la recepcionista del parador por el pasillo. ¿Menchu en aquel lugar? Verla allí le alertó y se levantó disculpándose. Con disimulo se asomó a varios de los comedores que el asador tenía hasta que la vio. Ella, la mujer que tenía presente en la mente a cada instante, estaba allí. Un regocijo extraño inundó su cuerpo y su entrepierna reaccionó. Verla sonreír fue suficiente para que se excitara. Feliz por aquel descubrimiento se encaminó a los baños. Esperaría a que Menchu saliera y se haría el encontradizo.
—Hola Menchu.
La joven se sorprendió de que recordara su nombre y le saludé con una radiante sonrisa:
—Hola.
—¿Cómo tú por aquí?
—Ya ves, cenando con unos amigos.
Sin tiempo que perder él preguntó aun sabiendo la respuesta.
—¿Esta Lali aquí?
—Si, estamos haciendo una cena de despedida. Mañana se va.
Al escuchar  aquello  a Peter se le contrajeron las tripas, ¿cómo que se iba? Pero sin querer manifestar su malestar respondió con una sonrisa.
—Lo sé, me lo dijo y me gustaría despedirme de ella. ¿Iréis a tomar una copa después?
—Sí. Hemos hablado de ir al Croll. Le gustó la otra vez que fuimos y hemos hablado de pasar por allí.
Contento por saber dónde localizar a la joven antes de su marcha, Peter se acercó a Menchu y tras darle un beso en la mejilla, que la hizo ponerse colorada como un tomate, le susurró:
—No le digas que me has visto. Quiero darle una sorpresa.
Dicho  esto  se  alejó  y Menchu  acalorada  por  el  acercamiento  mantenido  con aquel  hombre regresó a la mesa donde sus nuevos amigos atacaban con primor los postres.
Gasti, que no había estado en el Croll, se sorprendió al encontrar un bar repleto de gente guapa y con ganas de pasarlo bien. Durante más de una hora los tres amigos bailaron y disfrutaron de la música. Lali no quería pensar en Peter, pero igual que le pasaba a él, le era imposible. Cada vez que veía a un hombre alto y moreno su corazón latía a mil por hora. Aunque cuando comprobaba que no era quien en el fondo anhelaba ver, la decepción la superaba. Todo en ella era contradicción. Deseaba  verle,  pero  no  quería  verle.  Quería  besarle  pero  no  deseaba  besarle.  ¿Qué  la  estaba pasando?
—Uis my love  —cuchicheó  Gasti—. Esta noche aquí hay un meneo de antología, pero siento reconocer que ninguno es como my Peterman.
—Vaya Peterman ¿te ha cagado en el corazón? — se mofó Lali al recordar lo que él dijo sobre las palomas.
—¡Perra! —rio aquel al escucharla.
—Eh... hola —saludó de pronto una muchacha acercándose a ellos.
Era Eva, la hermana de Peter, quien tras recibir la llamada de Menchu e informarle que estaría allí, se había animado a acudir al local. Lali sonrió al verla. Eva era una muchacha muy simpática y lo comprobó  el  día que  la conoció.  Con ella  era fácil  hablar.  No como  con el  borde  de su hermano.
Cogiéndola del brazo con familiaridad Lali se acercó a su primo y dijo:
—Gasti, te presento a Eva. Ella es hermana de Peter —y mirando a la muchacha dijo—: Él es mi primo.
—Encantada  —y  observándole  indicó—.  Me  encanta  la  camisa  de  Gucci  que  llevas  ¡es preciosa!
Contento porque alguien se fijara en aquello, contestó el presumido de su primo
—Uis... qué lady más mona. Pues la camiseta que llevas de Custo es una divinidad.
—¿A que es una monada? —contestó tocándose la camiseta con una sonrisa de oreja a oreja.
—¡Ideal! —asintió aquel.
Si  algo  le volvía  loco  a Gasti  era la moda,  algo  que  a Eva  le apasionaba.  Mientras  ellos hablaban de diseñadores, pasarelas y demás, Lali paseó su mirada por el local, cuando el corazón se le paró de repente. Al fondo de la barra estaba Peter con unos amigos y, muy a su pesar, descubrió que estaba de nuevo con la pechugona del parador, que no paraba de besuquearle por el cuello.
Maldita sea. ¿Por qué hoy ha tenido que venir justamente aquí?
Irritada retiró la mirada. Pero inexplicablemente sus malditas pupilas volvían a buscarle ¡y le encontraban!
No... no... no quiero mirarle pensó enfadada.
Desde su posición Peter se percató de que ella le había visto. Lo supo cuando la vio retirar la mirada con brusquedad con el entrecejo fruncido. Estar con una mujer tan ardiente como Paula, le hacía sentir que controlaba la situación, pero al mismo tiempo se asqueaba porque quien quería que le estuviera tocando o besando estaba al otro lado de la barra. Ofuscado, cogió su cerveza y le dio un buen trago. Lo necesitaba.
—Vale capullo. Ahora entiendo  por qué querías  venir de nuevo al Croll —murmuró  Nicolás apoyándose junto a él.
—No me jodas tú ahora ¿vale? Su amigo sonrió y dijo:
—¿Pero no me habías dicho que lo tuyo con ella estaba finiquitado?
—Y lo está...—resopló al ver como ella se retiraba un mechón salvaje que había caído sobre su mejilla. Con una sensualidad que lo dejó para el arrastre observó cómo se colocaba aquel mechón tras la oreja dejándole el camino libre para poder admirar la bonita y sensual curvatura de su cuello.
La boca se le resecó y tuvo que beber otro trago de su cerveza. Nicolás sonrió, y con cuidado de que no le escuchara ni su mujer ni Paula cuchicheó:
—¿A qué estás jugando?
—A nada.
—¿Seguro?
—Seguro — afirmó aquel.
Pero su ceño fruncido y su mandíbula tensa no decían lo mismo.
—¿Tengo que ir comprándome la pamela para la boda? —preguntó Nicolás mofándose. Al escuchar aquello, Peter con gesto tosco siseó:
—Deja de decir tonterías ¿quieres?
—Joder Peter que ella es...
Sin dejarle terminar la frase el espetó:
—Sé quiénes, por lo tanto, cierra el pico ¿entendido?
—Vale, pero déjame decirte que es impresionantemente guapa y...
Incómodo por la situación fue a responder, pero Paula acercándose de nuevo a él se puso de puntillas y le besó.
Sofocada por la escena, Lali maldijo. ¿Por qué? ¿Por qué tenía que sentirse como una quinceañera a la que le habían quitado el noviete cuando ella, solo por ser quien era, podía tener al hombre que quisiera? Acabada su bebida se pidió otra. Necesitaba refrescar su garganta seca.
Eva que observaba con curiosidad a Lali, se percató de lo  que ocurría cuando al mirar al fondo de la barra vio a su hermano. Eso la hizo sonreír y acercándose a ella cuchicheó:
—Si pasas de él, te aseguro que se interesará más por ti.
—¿Cómo dices?
—Es mi hermano y le conozco. Pero también es un hombre y chica, todos funcionan igual. Y también te diré que la mujer que está con él no es su tipo.
—¿Y cómo puedes tú saber eso?
Eva sonrió y contemplando como su hermano se  dejaba mimar por  aquella murmuró con desgana:
—Paula  es una  mujer  demasiado  liberal  para  él. Y ojo, yo no soy ninguna  mojigata.  Pero, curiosamente, tengo unos amigos de Madrid que la conocen, y me han comentado y enseñado algunas cosas de ella que yo no creo que Peter sepa. Si él fuera consciente de la clase de vida que suele llevar esa pechugona en Madrid ¡otro gallo cantaría!
—¿Quizá lo sabe y no le importa? —insistió Lali quien retiró la mirada de la parejita al ver como aquel sonreía ante algo que aquella le decía,
—No. Te aseguro que mi hermano no lo sabe, pero creo que al final va a acabar enterándose. Ambas sonrieron por aquel comentario y Lali, al recordar lo que llevaba en el bolso, dijo para cambiar de tema:
—Recuérdame que luego te de unos CD de música para que se los des a Peter. Mañana regreso a Los Angeles y los compré para él.
—¿Por qué no se los das tú?
Volvió  la  cabeza  y estuvo  a punto  de  gritar  al  comprobar  que  Peter bailaba  abrazado  a la pechugona. Enfadada, retiró la mirada y respondió con gesto agrio:
—Está demasiado ocupado y no quiero molestar.
Eva, apoyándose  en la barra durante unos segundos,  observó a su hermano y vio como este miraba con disimulo hacia donde estaban ellas. Tras sonreír miró a la joven morena que con gesto de enfado bebía de su copa y preguntó:
—¿De verdad eres de Asturias?
—Digamos que tengo sangre asturiana.
—Has dicho que mañana regresas a Los Angeles ¿pero no vivías en Londres?
Lali se percató de cómo estudiaba su rostro y todas sus respuestas, e intentando satisfacer su curiosidad respondió:
—Vivo en Los Angeles. Aunque por motivos de trabajo viajo mucho a Londres y París.
Eso le cuadró más a Eva. El acento que ella y su primo tenían no era londinense. Pero queriendo saber más volvió al ataque y preguntó:
—¿En qué trabajas?
Respondió rápidamente y con convicción.
—Gasti y yo trabajamos en el mundo de la moda.
—¿Ah, sí? ¿Y qué hacéis exactamente? insistió como buena periodista.
Con un aplomo digno de una buena actriz, Lali bebió un trago de su cerveza y dijo convencida de su mentira:
—Somos personal shoppers. Tenemos nuestra propia empresa. Se llama Fashion Victim. Aquello atrajo totalmente la atención de Eva.
—¡Qué pasóte! Oye, ¿y qué hacéis aquí en Sigüenza? —al ver su gesto puntualizó—, Vaaaale... lo  asumo.  Soy como  dicen mis  hermanos una  metomentodo, pero  creo  que  mis  estudios  de periodismo, me han creado una deformación profesional.
Ambas rieron y Lali acercándose a ella le cuchicheó en plan cotilleo:
—Hasta ayer estuvo alojado en el parador Peter Fenson, un famoso pianista inglés.
—¿No me digas? Joder, y yo sin saberlo. Podría haber cubierto la noticia —blasfemó Eva. Con una angelical mirada Lali se encogió de hombros:
—Lo  siento.  Pero  nuestro  contrato  no  nos  permite  hablar  de  los  famosetes  a  los  que aconsejamos.
—Vale... lo entiendo —y al recordar en lo que trabajaban sonrió y silbó—. Uooo... me atrae muchísimo vuestro trabajo. Soy una adicta a las compras.
Divertida por ver que había conseguido desviar el interrogatorio fue a decir algo cuando alguien se acercó a Eva y la saludo. Instantes después le presentó a varios de sus amigos y diez minutos más tarde reía y bailaba con ellos. La semioscuridad del lugar y su perfecto camuflaje le hacía pasar inadvertida. Era magnífico poder mezclarse con la gente sin que nadir la reconociera, ni le pidiera una foto o un autógrafo. Era fantástico ser una más.
Una hora después, acalorada por lo mucho que estaba bailando con los amigos de Eva fue al servicio. Había perdido de vista a Peter y dedujo que se había marchado con la besucona.
Mejor Así no tengo que ver lo que no quiero pensó mirándose al espejo.
Suspiro de rabia, se echó agua en la nuca y salió del aseo. Pero se quedó petrificada al verlo apostado en la purria.
—Vaya... —susurró.
—Sí... Vaya ¡qué coincidencia! Con todos los pubs que hay en Sigüenza y siempre tenemos que coincidir en el mismo —dijo él en tono amenazador.
Llevaba toda la noche muriéndose de celos por cómo esta reía y bailaba con los amigos de su hermana y, cuando vio que se alejaba de ellos, no lo dudó y fue tras ella.
Con la boca seca por la impresión Lali fue a responder pero él se le adelantó.
—He oído que mañana te marchas.
—Sí.
—¿Ya has acabado lo que viniste a hacer aquí?
Nerviosa e incapaz de hilar más de dos sílabas volvió a contestar:
—Sí.
Al escuchar sus escuetas respuestas, Peter apoyó sus manos en la pared a ambos lados de la cabeza de ella, y clavándole sus oscuros y enfadados ojos preguntó en tono desafiante:
—¿Y?
Sus defensas contra el huracán Peter comenzaban a flaquear.
—¿Y qué? —balbuceó.
Más próximo a ella de lo que él deseaba estar, le susurró cerca de su tentadora boca:
—¿Lo pasas bien con los amigos de mi hermana?
—Sí. ¿Y tú con la besucona?
Aquel desdén en sus palabras le hicieron sonreír y acercándose aún más a ella murmuró:
—No. ¿Y sabes por qué? —Cuando ella negó con la cabeza, él siseó—: Porque no me gusta mirar cuando deseo algo, yo prefiero participar.
Aquella mirada. Aquellos  labios. Aquella  mujer le volvía loco. Cogiéndola  de la mano con posesión la hizo entrar de nuevo en el aseo de señoras y tras cerrar la puerta y quedar los dos a solas dijo con aplomo:
—¿Sabes canija? Yo aún no he terminado lo que vine a hacer aquí.
Y sin más la besó. La poseyó con la boca de una manera que hizo que ella se estremeciera. La música del local pareció desaparecer, ambos olvidaron donde estaban mientras sentían que un atroz deseo se apoderaba de ellos.
—Estás preciosa esta noche.
—Tú más...
Seguir  enfadado,  con ella entre  sus brazos,  era imposible.  Sonrió  y aquel  gesto  tan varonil calentó todavía más la sangre de la joven, que con voz sensual murmuró;
—Gracias... nunca me habían dicho que estaba preciosa.
Ella también sonrió. Peter, con su seguridad, derribaba todas sus defensas de un plumazo. Una mirada  suya  podía  con ella.  Pegándose  a él  y deseosa  de  su contacto,  sintió  que  la  sangre  le quemaba y anheló que la poseyera allí mismo. Un gemido de ansia y deseo escapó de sus labios cuando sintió la mano de él subiendo lentamente  por su espalda. Aquella gran mano recorrió su cuerpo con movimientos circulares hasta que llegó a su pecho, y cuando lo tocó a través de la tela del vestido, sus pezones respondieron a la llamada del sexo haciéndola respirar con agitación.
—Me vuelves loco, canija —susurró con voz áspera—. Es verte y olvido todas las señales que me alertan para que no me acerque a ti. Es tocarte y querer poner en práctica contigo todas las fantasías húmedas que me provocas.
Con la respiración entrecortada, Lali le escuchaba excitada. Después se lamió los mojados labios, aún calientes por sus besos y susurró:
—Atrévete.
Con una sonrisa peligrosa Peter posó las manos en el trasero de ella con posesión y la alzó en volandas. La apoyó contra la puerta del aseo y ella le rodeó la cintura con las piernas. Excitado por aquel atrévete, metió sus manos bajo el vestido y mirándola a los ojos con morbo se lo subió. Ella se estremeció y gimió.
Peter comprobó con deleite que las medias que ella llevaba solo llegaban hasta los muslos y eso le volvió loco. Sin contemplaciones tiró del tanga y lo rompió, hasta que por fin sus grandes manos tocaron el terciopelo húmedo que tanto deseaba.
—¿Quieres que continúe? —susurró él mordisqueándole el lóbulo de la oreja.
Ella no pudo decir nada, tan solo asintió. Sabía que aquel lugar, un baño público, no era el más apropiado. Si la prensa se enteraba de aquello sería un tremendo escándalo, pero no le importó. Le pudo más el deseo y dispuesta a todo murmuró:
—Sigue...
Su tono ronco y excitado estremeció a Peter y sin dejar de mirarla los ojos y deseoso de arrancarle mil jadeos más de placer, le introdujo entre los húmedos pliegues de su sexo uno de sus dedos mientras le susurraba:
—Mírame...
Hechizada por aquel momento le obedeció. Fijó su mirada en él y cuando sintió que Peter metía dos dedos y jugaba con su sexo, se chupó los labios y exigió:
—Bésame... bésame.
Peter tomó posesión de aquellos tentadores labios y, entre gemidos, sintió su sexo duro dispuesto para entrar en acción. Entre jadeos, y sin perder un segundo, Lali le desabrochó el cinturón de cuero y después  la cremallera  del vaquero.  Cuando  este resbaló  entre sus piernas  ella suspiró. Metió su mano bajo el bóxer negro y tocó con mimo su pene. Incapaz de continuar aquel juego de toqueteos, Peter le retiró la mano y cogiendo su duro y terso pene lo colocó entre las piernas de ella y de una certera estocada la penetró mientras la tenía en volandas contra la puerta. Ambos jadearon por la intensidad  del momento  y la situación y Peter, enloquecido,  la besó robándole  el aliento mientras animado por como ella lo recibía entraba y salía de su interior una y otra vez.

Capítulo 47

El sábado, Lali se fue de compras con Almudena a Guadalajara. Al principio no estaba de humor por lo ocurrido la noche anterior. Las duras palabras de Peter aún resonaban en su mente. Pero estar con Almudena y sentir su positividad le aliviaba. Lali, gracias al tiempo que pasaron juntas en unos grandes almacenes, descubrió que a la joven le gustaba la fotografía.

Es mi pasión ¿Has visto que pedazo de mara réflex?

Sí... enorme murmuró mirándola.

¡Es la caña! Cuando nazca el búho y comience  a trabajar, lo primero que voy a hacer es comprarme un bicharraco de estos. La mara que yo tengo ya está obsoleta, pero la mimo hasta que tenga una nueva rio Almudena con aquello entre las manos.

Lali  quiso  decirle  que  odiaba  aquellas  maras  dgrandes  objetivos.  Demasiadas  como aquella la seguían allá donde fuera y en cierto modo le ponían nerviosa. Pero calló.

Unas horas después, tras comprar varias cosas para el bebé, entraron en un par de tiendas de discos y Lali se alegró al encontrar varios de los CD que buscaba. En especial la banda sonora de la pecula Cadillac Records. Allí estaba la canción At last cantada por Beyon. Una canción que le encantaba y que le hubiera gustado escuchar con Peter, aunque tras lo ocurrido era de lo más improbable. Pero aun así lo compró, y por la tarde tras un buen día de compras con Almudena, regresó más contenta al parador.

El domingo llegó y ninguno se llamó por teléfono. Peter libro aquel fin de semana pero ofuscado por lo ocurrido y en cierto modo molesto por cómo le había hablado a Lali, decidió salir con sus amigos de cañas y olvidarse de ella. Pero no lo consiguió. Era ver una muchacha morena andamio por Sienza y los ojos se le iban detrás. Nicolás, que sabía lo que había pasado porque Irene se lo había contado a su mujer, intentó hablar con él, pero Peter se cerró en banda. No quería hablar de lo ocurrido.

Al anochecer, Eugenia apareció con la explosiva de Paula y decidieron ir a tomar algo los cuatro por el casco viejo de Sienza.

Lali, a cada segundo que pasaba, más se arrepentía de lo ocurrido. ¿Cómo era posible que hubieran acabado discutiendo de esa manera? Miró su móvil cientos de veces. Pensó en llamarle, en enviarle un mensaje, pero al final se achantó. Ella nunca había ido tras un hombre y, por supuesto, esta no iba a ser la primera vez, y más aún cuando el muy idiota la había humillado con lo de Mike y su listón.

Entristecida porque no la llamaba, el domingo por la tarde miraba por la ventana cuando Gasti llamó a la puerta.

¿Sigues igual darling?

Peor gró molesta.

En su cabeza retumbaban las cosas que Peter le había dicho y cada vez se enfadaba más.

A ver, ¿por qué tienes ahora esa cara de pequinés? Ella no respondió y él prosiguió: Que yo sepa, por lo que tú me has contado, fuiste tú la que decidiste regresar al castillo. Él no te echó de su house. Por lo tanto, you and only you tienes la culpa de todo lo ocurrido.

¿Por qué te pones de su parte? refunfo enfadada.

Ponte en su lugar, queen. Tú fuiste la que huyó de su casa.

Y él me dijo cosas terribles.


Sí... de eso no hay duda cuchita, pero te aconsejo que le llames por teléfono. No dejes para tomorrow lo que puedas hacer today... recuérdalo. Ese tipo de macho man, no se fabrica en los United States, y no puedes marcharte sin darte un homenaje al body, si el susodicho te lo pide.

Saber que tenía razón era lo que más le jorobaba, pero las duras palabras de él aún resonaban en suoídos.  No...  no le llamaría.  Sentándose  en unsilla  alado  de la ventana,  se encendió  un cigarrillo.

No sé qué me pasó, Gasti. Yo quería quedarme con él y tener una estupenda noche de sexo, pero... pero un extraño miedo me atenazó y... y...

Y cuando él no te trató como a la divina de Mariana Espósito tú...

No venían a cuento sus comentarios protestó ella.

Mi ra queen suspiró  su primo.  Te conozco.  Sé que sus palabras  no te gustaron,  pero también sé que lo que más te molestó fue eso de que había bajado su listón para estar contigo¿verdad?

Recordar aquello le hizo sentir insegura. Realmente ella no se podía comparar con Paula. La encargada del parador era exuberante, alta y de grandes pechos. Lali sabía que su cuerpo era proporcionado y sensual, se lo había currado con gimnasia y dietas, pero no poseía ni su altura ni sus atributos. Siempre se había negado a pasar por el quirófano a pesar de que su padre se lo había sugerido en múltiples ocasiones. Y ahora, por primera vez en su vida, se estaba arrepintiendo.

Gasti, al ver su gesto contrariado sonrió y acerndose a ella murmuró:

You are jealous de la chica del parador?

¡¿Celosa yo de esa?!

Al ver cómo esta le miraba el joven respondió con gracia:

Yes, hija, yes, celos. Eso tan latino y que en las rancheras mexicanas está tan de moda, como por ejemplo «You eres mía, y only mía» Lali sonrió y su primo prosiguió: Por cierto, ¿venía a cuento que fueras tan descriptiva en lo maravilloso amante que es Mike?

Vuelves  a  tener  razósusurró  al  recordar  el  gesto  de  Peter,  cuando  le  dijo  que  las relaciones con aquel eran muy satisfactorias.

A ver cuchi, look at me.

Lali levantando la mirada clavó sus claros ojos en él.

Tu y yo siempre hemos hablado claro de cosas como sexo, lujuria, hombres y desenfrenoright?

Si, verdad sonrió al recordar ciertos episodios.

¿Y desde cuando Mike es satisfactory? Mira... mira que tú me habías dicho que al principio era divertido pero que las últimas veces te resultó un tostón. ¿Desde cuándo es salisfactory?

Al escucharle sonrió, y entendió que lo dijo para molestar a Peter. ¿Realmente tanto le gustaba él? Sí... la respuesta era sí. Fue a decir algo pero su primo se le adelantó.

Ahora contéstame a unas questions.

Vale.

La primera ¿te gusta ese G.I.Joe español tanto... tanto... tanto?


Más.

— ¿Hay chispa y atracciónentre vosotros? Ella sonrió y tras resoplar murmuró:

Sí... hay fuegos artificiales.

Eso es fenómeno, cuchi... porque mira, my girl, si no existiera morbo, chispa o attraction, entonces ¡apaga y vámonos! Pero si me dices que existe ¿me puedes explicar por qué te has negado una noche de sexo, y encima del bueno?

Me gusta Peter, Gasti. Me gusta mucho.

El joven retirándose el flequillo de la cara con glamour respondió divertido:

Ah... qué cachonda. A mí por gustarme, I like Gerard Butler, Matthew Fox o Jason Sthatam pero ni me miran cuando coincidimos con ellos en alguna party en Hollywood. Pero ¡Ay Dios!, si al mirarme cualquiera de ellos surgieran chispas, morbete o atracción ¡otro gallo cantaría! Con esto quiero decir, que you and only you decides con quien quieres tener un affaire o no. Si estamos aquí, en Spain, en este lugar, y en este pueblo, es por el G.I.Joe, y lo que no entiendo es ¿qué haces aquí con cara de almeja pudiendo disfrutar de la lujuria y el desenfreno con él?

¿Me has escuchadbien Gasti? repitió ella. Te he dicho que me gusta; que me gusta mucho y cada segundo que pasa más; que lo veo y siento las maripositas que la abuela nos contó que sintió al conocer al abuelo en el estómago; que cuando estoy con él me siento diferente, no una diva de Hollywood; que no puedo parar de pensar en él; que la otra noche en el cumpleaños del abuelo Goyo, me sentí como llevaba años sin sentirme, y quise pertenecer a esa familia, y yo quise eso porque... yo... yo...

Por el amor de Dior ¡Huyamos rápidamente de aquí! gritó Gasti levantándose con rapide. Ay my baby, tú no puedes decir en serio lo que estás diciendo. Apenas le conoces y tú te mereces algo mejor que...

No le gustó aquel último comentario, tan parecido a los de su padre.

¿Qué es eso de que me merezco algo mejor? Peter es maravilloso, trabajador, bueno con su gente. Pero si hasta le hace trencitas en el cabello a su sobrina cuando desayuna leche con galletagimió desesperada.

Uisss ¡qué amorosoooooooo!

La palabra es acurrucoso suspiró ella al recordar lo que el abuelo le dijo Ay, Gasti, mi gran problema, es que creo que me estoy enamorado como una tonta y...

Lo dicho... ¡huyamos! Salgamos de Spain ¡pero ya!


Pero..

No hay peros, que te conozco te pones muy pesaditaSin prestar atención a su primo susurró:

Él es tan auténtico, tan cariñoso, tan familiar, no me hace la pelota y... y...

El problema, darling cortó aquel, es que tú eres Mariana Espósito, una gran estrella de Hollywood, una diva entre las divas y...

Pero también soy una mujer, Gasti. Soy una mujer de carne y hueso, que llora, ríe, ama, senfada y desea que la quieran por como es, no por quien es ¿lo entiendes?

Su primo al mirar sus ojos y sentir su desesperación, sentándose junto a ella, la abrazó.

Claro que te entiendo bobita. Pero esta life es very perra a veces, y las cosas que queremos no podemos tenerlas, por ello, has de ser práctica y conformarte con otras options.

¿Mike Crisman?

Es una linda y sexy option asintió Gasti ante la cara de mosqueo de su prima.

Oh, my God, Gasti, cómo se ve que no has conocido a Peter. Si le conocieras te aseguro que te enamorarías de él.

Uis entonces no me lo presentes, que a mí los spanish me gustan mucho y no vaya a ser que con mi morbazo de queen del glamour te lo vaya a levantar. Al ver a su prima sonreír concluyó
. Mira mona, porque tengo la varita mágica en el taller, porque si no... ese G.IJoe latino me lo agenciaba para mí.

Aquel comentario volvió a hacerla reír. Gasti era fuerza en estado puro. Una positividad bien heredada de su abuela y que ella necesitaba y siempre encontraba en él.

Recuerdas ese dicho español que la abuela siempre decía cuando nos veía sufrir por amo«La mancha de mora, con otra mora verde se quita». Piénsalo. Quizá lo que necesitas es eso, otra mora para que quite la mancha y definitivamente marcharte de aquí.

Aquella opción era la mejor.

Sí... creo que lo mejor será que regresemos a Hollywood. Aquí no pintamos nada y necesito regresar a mi realidad.

Muy bien dicho, honey.

Al escuchar su tono de voz Lali recordó algo y preguntó:

Oye, ¿y tu Peterman?

Se marchó ayer para Barcelona. Tiene que dar allí dos conciertos.

¿Y?

Y nada... fue beautiful mientras duró. Hemos intercambiado teléfonos, pero ya sabes lo que quiere decir eso de... ya te llamaré. Nunca se llama. Sin perder un ápice de su humor la miró y dijo: Qué te parece si tú y yo tonight, como despedida del lugar, de Spain y del machoman latino, nos  vamos  a  cenar  al  mejor  restaurant a  comer  algo  terriblemente prohibitivo para  nuestros regímenes y luego de copas.

¡Perfecto! Una buena idea ¡Que vivan las calorías!

¡Que vivan! Voy a vestirme.

Cuando su primo se levantó y caminó hacia la puerta Lali le llamó.

Gasti.

Ponte algo discreto ¿de acuerdo?

Yes.

No quiero que la gente repare en nosotros insistió ella.

Ok, me pondré discreto, pero divine.


A ver Gasti... la palabra divine, no es algo que un machote suela utilizar.

Peor  para  ellos  rio  este.  Tranquila.  Dejaré  mis  pantalones pink  chicle  parcuando estemos en casita. Pero tú ponte guapa a rabiar. En un par de horas paso a buscarte.

Una vez sola, Lali se echó sobre la cama y dejó escapar un suspiro. ¿Realmente  deseaba volver a ver a Peter Lanzani? Lo que sintió al pensar en él se lo confirmó. Y sentándose en la cama se preguntó: Realmente, ¿me estaré enamorando de él?