—¿De qué te ríes churri? —preguntó Eugenia. Sin
necesidad de decir nada señaló hacia la pista y Eugenia al ver a Peter en ella
bailando con una morena murmuró sorprendida:
—No me lo puedo creer. ¿Y Paula? —e
instantáneamente miró a su amiga quien con gesto no muy divertido observaba la
escena.
En la pista, Peter necesitó unos segundos para
aclarar sus ideas. Todavía no había encajado que Mariana “Lali” Riera Espósito,
la actriz de Hollywood y para más señas su exmujer, estuviera allí, cuando
tenía que encajar que ahora estaba entré sus brazos y como una cuba.
Finalmente, bajó su mirada hacia ella y preguntó en tono seco:
—¿Se puede saber qué haces aquí?
—Divertirme. ¡Oh Dios! los españoles sí que
sabéis divertiros. Mucho más que los americanos y en especial los californianos
—respondió saludando con la mano a Lucas que les observaba. Incrédulo porque
ella estuviera aún en Sigüenza acercó la boca a su oído.
—Te dije que te quería ver lejos de mí y de mi
entorno.
—Por faaavor —se mofó ella.
—No quiero problemas con la prensa ni con nadie,
¿es que no me entendiste? Intentando controlar sus torpes movimientos levantó
la cabeza para mirar a aquel gigante y respondió:
—Perdona pero yo no me he acercado a ti, si no
tú a mí. Por cierto, que alto eres. ¿Siempre fuiste así de alto? —Al ver que el
no respondía continuó—. Y ahora si no te importa, quiero seguir divirtiéndome
con Lucas. ¡Es todo un bombón!
—¿Estás
loca? Lucas y Damián no son lo que puede llamarse gente divertida. Clavando sus
oscuros y vidriosos ojos en él, ella respondió:
—Desde luego más que tú sí que me lo parecen.
—Pero ¿has perdido el juicio?
—Sí, cariño —asintió con un gesto aniñado—. Pero
eso ocurrió hace muchoooooooooooo, muchoooooooooo tiempo.
—Joder. Estás borracha.
—¡¿Yo
borracha?! —gritó y mirándole exigió—, ¿Serías tan amable de soltarme para que
yo pueda regresar con quien me dé la gana, y pasármelo bien?
—No.
—¿Seguro? —dijo hundiéndole uno de sus tacones
en el pie.
—¡Joder! —gruñó él al sentir el dolor. Y
levantándola del suelo con facilidad para que dejara de apretar su pie contra
el de el murmuró—. Si vuelves con Lucas te aseguro que mañana cuando te des cuenta de lo que has hecho, te
arrepentirás.
—¿Tan malo es en la cama? Incomodo por aquella
indiscreta pregunta fue a responderle cuando una mano se poso en su hombro. Era
Paula.
—Cielo ¿nos vamos ya? Enfocando su mirada, Lali
sonrió. Aquella era la mujer que había hablado de malos modos a Menchu en el
parador, y que llevaba toda la noche refregándose con Peter. Deshaciéndose de
él le miró y dijo.
—Venga... venga iros a casa a terminar lo que
lleváis toda la noche haciendo delante de todos. Que todo sea dicho, es lo
mismito que voy a hacer yo en cuanto llegue al hotel con aquel rubiales.
Tras soltar una risita tonta que calentó la
sangre de su ex, la joven se alejó.
En medio de la pista, Peter observó como Lali
se unía de nuevo al grupo y Lucas, el rubiales, la asía por la cintura.
—... estoy deseando llegar a mi casa para
desnudarte y comerte enterito —le susurró en tono sensual Paula al oído, tras
seguir con la mirada a aquella morena y ver que estaba con la boba de Menchu.
Oír aquello volvió a atraer la atención de Peter, aunque una risotada de Lali
le hizo volver de nuevo la mirada. Paula, consciente de que no atraía su
atención al cien por cien, se apretó contra él y tras devorarle los labios
murmuró sobreexcitada:
—Vámonos cielo. Nicolas y Eugenia nos esperan
fuera.
Peter tras comprobar que Lali seguía divirtiéndose con aquellos decidió
dar por zanjado el tema, y cogiendo a Paula con fuerza de la mano, salió del
local dispuesto a tener su estupenda noche de sexo. Mientras caminaban hacia el
coche Nicolas se acercó a su amigo.
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