Lali quería asegurarse
de hablar a tiempo con Euge. Si había problemas, quería animar a su hermana a
hacer lo posible por solucionarlos.
—Oh, bien. Es agradable
que Euge haya vuelto al país.
Trató de parecer
satisfecha, cuando en realidad el regreso de su hermana era lo último que
deseaba en ese momento. Y al ver la expresión de satisfacción de Peter, lo
supo.
—Se lo has dicho —exclamó
ella.
—Cuando se enteró de que
no estabas aquí, no quiso esperar. No quería perder la oportunidad.
«Bien. Esto no tiene por
qué ser un desastre», pensó ella. «Decirle a Euge que vamos a casarnos no tiene
por qué alterar nada. Tenemos un plan. La boda no está prevista hasta dentro de
tres meses y medio. Le diré que va a ser un acontecimiento discreto y poco
llamativo, que no espere nada por todo lo alto. Ya me ocuparé del resto más
tarde».
Sin embargo Peter se
había sobrepasado en sus funciones. Si se hubiera quedado callado, ella habría
podido pensar en algo para no decirle a su hermana nada.
—Quería ser yo la que le
diera la noticia a Euge. Tú no la conoces, Peter. No tienes ni idea de cómo…
—¿Reaccionaría ante la
noticia? —preguntó él en tono desafiante—. ¿Cómo de unida estás a tu hermana, Lali?
Las dos veces que ha llamado a la oficina he notado que hay cierta frialdad
entre vosotras.
«Sí, porque estoy
pagando a su chantajista. Y encima me pregunto si a Euge podría importarle
menos, por no hablar de la poca atención que presta a los sacrificios
económicos que estoy haciendo», pensó ella.
Euge era su único
pariente, pero eso no la hacía perfecta. A veces los sentimientos ambivalentes
de Lali hacia ella le causaban más pena que la propia actitud de su hermana.
—Es mi hermana —dijo
cruzándose de brazos, pero luego se obligó a descruzarlos. No quería ponerse a
la defensiva—. Te equivocas en esto, Peter. Era cosa mía decírselo a Euge, y me
fastidia que me hayas quitado la oportunidad.
—¿Incluso aunque eso
signifique asegurarnos que la mujer del senador se comporte correctamente con
respecto al tema? —preguntó él, y al ver la expresión de Lali, añadió—. Oh, sí.
Parece que el señor senador pensaba que sería una genial idea difundir nuestros
planes de boda en los medios de comunicación. Con ella como la voz cantante,
claro.
Lali tuvo que contener
un gemido. ¿Por qué las cosas tenían que ser tan complicadas? Se sentía como si
estuviera cayendo en una trampa. Si no hacía algo drástico, y rápido, la situación
iba a acabar en desastre. Podía sentirlo.
Peter se acercó a su
escritorio y se sentó en una esquina.
—Creo que Euge y yo
acabamos entendiéndonos al final. Ya sabe la noticia y sabe también que es cosa
nuestra difundirla ante el gran público. Se hará público. Lanzani's es
demasiado conocida como para que no se sepa. Pero al menos podremos controlar
cómo y cuándo.
El pánico amenazaba con
sobrepasar a Lali. Las cosas iban demasiado deprisa. De hecho se suponía que no
tenían que moverse en absoluto. Se suponía que no debía haber ningún cambio ni
alteraciones en su plan. Se sentía como si el poco control que tenía le
estuviera siendo arrebatado.
—Sí, bueno, pero me
hubiera gustado a mí hablar con ella —se dejó caer en la silla y luego se puso
en pie de nuevo al darse cuenta de que así estaba demasiado cerca de él. En ese
punto, empezar otra vez con el deseo físico habría sido una catástrofe—. Hay un
par de asuntos que quería discutir con ella.
—Tendrás mucho tiempo
para verla —dijo Peter balanceando una pierna de un lado a otro, dejando ver su
calcetines con formas de pequeños diamantes rojos estampadas en ellos.
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