viernes, 13 de diciembre de 2013

Capítulo 12

—Me alegra que estés contento con tus planes —murmuró ella, y señaló un escaparate que tenían enfrente para distraerse—. ¿Has estado alguna vez en Danny's Bakehouse? Sirven una tarta de queso jamaicana que es para morirse.
—No he estado nunca —dijo Peter girando la cabeza para ver la tienda, y en ese momento alguien chocó contra Lali, empujándola contra su jefe.
Ella levanto la cabeza para mirar justo a la única persona del mundo a la que no quería mirar.
—Vaya. Hay que tener cuidado hoy en día —dijo el hombre. Era medio calvo y llevaba el pelo echado hacia atrás con algo grasiento. Llevaba un negocio de reparación de fotocopiadoras y era el chantajista de Euge.
Gordon Haynes era un hombre bastante normal. No parecía muy amenazador. Pero cuando Lali lo miró a los ojos, vio en ellos algo oscuro y, quizá, desequilibrado que hizo que se le helara la piel.
Ella levantó la barbilla y lo miró, decidida a no dejarse intimidar. Tras ese instante, después de que sus miradas se cruzaran, él desapareció entre la multitud y Lali volvió a respirar de nuevo.
—¿Estás bien? —preguntó Peter—. ¿Te han empujado?
—Estoy bien —contestó ella—. No ha sido nada.
Llegaron al restaurante sin ningún otro incidente, y rápidamente localizaron a la otra pareja y se acercaron.
—Debería haber pedido información sobre ellos —dijo Lali—. Temas que tratar con la esposa, para empezar.
La propuesta de Peter la había dejado tan desconcertada que ni siquiera había considerado cómo podría contribuir ella a la comida. Lo hacía en ese momento, y se daba a sí misma otra oportunidad para desarrollar una úlcera.
—Vive para los puertos deportivos. Le encanta ir de compras y navegar —dijo Peter con calma—. No te preocupes por eso. Estoy seguro de que encontrarás algo de lo que hablar.
—La verdad es que estoy un poco nerviosa en este momento.
Aquella afirmación, que se quedaba corta, la hizo sentir un tanto histérica. Trató de mantener la compostura mientras él la guiaba con la mano en la espalda a través de las mesas. No fue fácil.
Siempre habían mantenido una relación estrictamente impersonal. Ahora lo único que ella parecía desear era que la tocara. Su cercanía, su corazón, su alma, y todos los secretos familiares. Él le daba toda la parte del tacto y la cercanía, y en el proceso estaba acabando con su equilibrio mental.
¿Qué ocurriría si quería tener contacto íntimo antes de la boda? Sintiendo lo que sentía por él, ¿cómo iba a echarse atrás? Cuanto más pensaba en eso, más complicado le parecía.
—Naomi, Jack, dejad que os presente a mi ayudante.
Como respuesta a las presentaciones, Lali asintió con la cabeza y saludó a la pareja que ya estaba sentada a la mesa.
—Señora Forrester, señor Forrester.
Peter le ofreció una silla y su mano rozó su nuca al apartarse para sentarse él. Fue un roce casi imperceptible, pero ella se estremeció, sintiendo frío y calor al mismo tiempo.
—Espero que hayáis disfrutado con la navegación —dijo Peter.
—Un viaje muy agradable —dijo Jack Forrester, y miró a Lali de manera jovial, aunque ella sintió la agudeza de una mente inteligente tras la fachada amable—. Nos gusta aprovechar la oportunidad de navegar siempre que se presenta.
Lali no saldría a mar abierto por nada del mundo. Incluso evitaba pasar el ferry del puerto siempre que le era posible. Pero se limitó a sonreír, decidida a no decir nada que pudiera espantar a ese hombre.
La comida se desarrolló bien, pero Lali no perdió ni un instante la atención sobre Peter, ni sobre los numerosos toques que le otorgó.
¿Qué haría si quisiera hacer el amor en la oficina?

Lo más probable sería que cayese en sus brazos. Quizá un affaire no estuviera mal del todo.

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