domingo, 29 de diciembre de 2013

Capítulo 33

—Enhorabuena por tu futura boda —Euge estaba tumbada en la cama cuando Lali entró a la suite del hotel Rorriton. Entonces se incorporó—. Me quedé muy sorprendida cuando Peter me lo dijo.
Parecía pálida y agotada, pero tomó una bolsa que había en una esquina y se la entregó a Lali.
—Es para ti, de Francia. Una marca muy exclusiva, y me ha costado una fortuna. Pero cuando lo vi supe que era para ti.
—Oh, Euge —Lali sacó el bolso de seda de su envoltorio y sacudió la cabeza. Era un detalle por parte de su hermana, pero ese tipo de cosas tan extravagantes que hacía eran el motivo de que estuvieran metidas en ese lío.
—¿Te gusta?—preguntó Euge.
Lali miró a su hermana pequeña y trató de ponerse firme. Dejó el bolso en la cama y dijo algo que no recordaba haberle dicho jamás a Euge.
—Tengo problemas.
Euge comenzó a reírse, pero luego se detuvo.
—¿Lo dices en serio?
—Sí —dijo Lali, y comenzó dar vueltas por la habitación—. Hace dos semanas, sin previo aviso, mi jefe me hizo una propuesta. Un matrimonio sin sentimientos o volvía a mi antiguo trabajo. Cuando me di cuenta de que hablaba en serio, tuve que decir que me casaría con él, para ganar tiempo para ahorrar el dinero y hacer el último pago del chantaje. Fue por ti, Euge. Tuve que hacerlo por ti. Le dije que tendríamos que mantenerlo en secreto y esperar cuatro meses para casarnos, hasta que tú regresaras de tu viaje. Planeaba hacer el pago y luego echarme atrás con la boda.
—No tenía ni idea —dijo Euge con la boca abierta—. Pensé que os habríais enamorado.
—¿Amor? —dijo Lali riéndose—. No. No es amor… pero Peter está decidido a casarse cuanto antes ahora que ya has regresado y te ha dado la noticia. Está convencido de que la boda será este sábado.
—Oh, dios, Lali —dijo Euge—. ¿Qué vas a hacer?
—Yo no, Euge. Tú —dijo Lali. Ella ya había hecho muchas cosas para ayudar a su hermana. Ahora era su turno—. Tienes que conseguir el resto del dinero del chantaje. Ya. Así Haynes quedará satisfecho y yo podré anular la boda.
Imaginar cuál sería la reacción de Peter le hacía sentir nauseas. Y la idea de no verlo nunca más la ponía enferma.
—Entregaré mi dimisión. Buscaré otro trabajo, comenzaré de cero —añadió—. Al menos habrá acabado.
—Oh, Lali —dijo Euge haciéndose un ovillo sobre la cama—. Yo te he hecho esto. Yo fui la que se metió en problemas y luego fue corriendo a pedirte ayuda. Todo es por mi culpa. Lo siento.
Lali observó la cara de su hermana y se dio cuenta de que estaba realmente arrepentida. Cuando Euge se incorporó con los brazos extendidos, Lali se acercó y la abrazó. Era el primer abrazo que compartían en mucho tiempo, y pudo sentir a su hermana temblando antes de separarse.
Le dijo a Euge cuánto dinero necesitaba aún.
—Te daré cada centavo de mi pensión —dijo su hermana—, pero sólo tengo ochocientos dólares.
¿Ochocientos dólares? ¿Eso era todo? Lali negó con la cabeza.
—Tendrás que decirle a Nicolas la verdad. Y hacer que te dé el resto. Sé que no querías que se enterara, pero ya no hay vuelta atrás. Siempre pensé que debías habérselo dicho desde el principio.
En ese punto Euge se desmoronó completamente, sollozando como si se le fuese a romper el corazón.
—No puedo —susurró—. Oh, Lali. Lo he liado todo.
—¿Qué quieres decir?
—Nicolas y yo… —Euge tomó un pañuelo de la caja que había junto a la cama y se secó los ojos—. Nuestro matrimonio no anda muy bien últimamente. Hemos intentando tener un bebé durante meses. Y ahora, finalmente estoy embarazada. Pero cuando nos fuimos de viaje me sentí tan desgraciada con ello que supongo que me consolé más de la cuenta en las tiendas. Nicolas se puso furioso por la enorme cantidad de dinero que estaba gastando.
—Oh, Euge, no —dijo Lali. Ni siquiera quería oír el resto.
—Sí. Eso es lo que ocurrió. Ha dicho que desde ahora va a vigilar cada centavo hasta que se asegure de que puedo ser responsable. Eso llevó a otras cosas y acabamos discutiendo de tal manera que decidió poner fin al viaje. Sólo hemos parado aquí, en Buenos Aires, porque él tenía que hacer unos negocios, y yo apenas lo he visto desde que llegamos. No me había dado cuenta de lo mucho que lo quiero. Lo mucho que deseo tener este hijo con él y ser felices juntos.
—Lo comprendo, Euge, pero…
—Si le cuento lo del chantaje ahora, o le pido más dinero, me dejará. Lo sé —dijo, y tomó otro pañuelo para empezar a rasgarlo nerviosamente con las uñas—. Sé que al final tendré que decirle la verdad. Ahora me doy cuenta de que estuvo mal engañarlo. Pero primero necesito una oportunidad para ponerme a prueba ante él.
—Pero tú eras mi única oportunidad —dijo Lali sintiendo que su mundo se le echaba encima. Sabía que se había quedado sin opciones.
—Podría intentar vender algunas de mis joyas y mis vestidos —dijo Euge—. O conseguir un trabajo y darte parte del dinero.
—Nicolas se daría cuenta si empezaran a desaparecer cosas. Y si tú consiguieras un trabajo, querría saber a dónde iba todo el dinero. Pero gracias por la oferta.
Su hermana al menos se estaba redimiendo. Lali estaba segura de eso. Pero necesitaría toda su fuerza para poder seguir adelante con la boda.

Parecía como si una tormenta se cerniera sobre ella y no tuviera adonde ir. Además, y aunque sus circunstancias eran diferentes, ella tampoco podía contarle a Peter la verdad.

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