—Enhorabuena por tu
futura boda —Euge estaba tumbada en la cama cuando Lali entró a la suite del
hotel Rorriton. Entonces se incorporó—. Me quedé muy sorprendida cuando Peter
me lo dijo.
Parecía pálida y
agotada, pero tomó una bolsa que había en una esquina y se la entregó a Lali.
—Es para ti, de Francia.
Una marca muy exclusiva, y me ha costado una fortuna. Pero cuando lo vi supe
que era para ti.
—Oh, Euge —Lali sacó el
bolso de seda de su envoltorio y sacudió la cabeza. Era un detalle por parte de
su hermana, pero ese tipo de cosas tan extravagantes que hacía eran el motivo
de que estuvieran metidas en ese lío.
—¿Te gusta?—preguntó Euge.
Lali miró a su hermana
pequeña y trató de ponerse firme. Dejó el bolso en la cama y dijo algo que no
recordaba haberle dicho jamás a Euge.
—Tengo problemas.
Euge comenzó a reírse,
pero luego se detuvo.
—¿Lo dices en serio?
—Sí —dijo Lali, y
comenzó dar vueltas por la habitación—. Hace dos semanas, sin previo aviso, mi
jefe me hizo una propuesta. Un matrimonio sin sentimientos o volvía a mi
antiguo trabajo. Cuando me di cuenta de que hablaba en serio, tuve que decir
que me casaría con él, para ganar tiempo para ahorrar el dinero y hacer el
último pago del chantaje. Fue por ti, Euge. Tuve que hacerlo por ti. Le dije
que tendríamos que mantenerlo en secreto y esperar cuatro meses para casarnos,
hasta que tú regresaras de tu viaje. Planeaba hacer el pago y luego echarme
atrás con la boda.
—No tenía ni idea —dijo Euge
con la boca abierta—. Pensé que os habríais enamorado.
—¿Amor? —dijo Lali
riéndose—. No. No es amor… pero Peter está decidido a casarse cuanto antes
ahora que ya has regresado y te ha dado la noticia. Está convencido de que la
boda será este sábado.
—Oh, dios, Lali —dijo Euge—.
¿Qué vas a hacer?
—Yo no, Euge. Tú —dijo Lali.
Ella ya había hecho muchas cosas para ayudar a su hermana. Ahora era su turno—.
Tienes que conseguir el resto del dinero del chantaje. Ya. Así Haynes quedará
satisfecho y yo podré anular la boda.
Imaginar cuál sería la
reacción de Peter le hacía sentir nauseas. Y la idea de no verlo nunca más la
ponía enferma.
—Entregaré mi dimisión.
Buscaré otro trabajo, comenzaré de cero —añadió—. Al menos habrá acabado.
—Oh, Lali —dijo Euge
haciéndose un ovillo sobre la cama—. Yo te he hecho esto. Yo fui la que se
metió en problemas y luego fue corriendo a pedirte ayuda. Todo es por mi culpa.
Lo siento.
Lali observó la cara de
su hermana y se dio cuenta de que estaba realmente arrepentida. Cuando Euge se
incorporó con los brazos extendidos, Lali se acercó y la abrazó. Era el primer
abrazo que compartían en mucho tiempo, y pudo sentir a su hermana temblando
antes de separarse.
Le dijo a Euge cuánto
dinero necesitaba aún.
—Te daré cada centavo de
mi pensión —dijo su hermana—, pero sólo tengo ochocientos dólares.
¿Ochocientos dólares?
¿Eso era todo? Lali negó con la cabeza.
—Tendrás que decirle a Nicolas
la verdad. Y hacer que te dé el resto. Sé que no querías que se enterara, pero
ya no hay vuelta atrás. Siempre pensé que debías habérselo dicho desde el
principio.
En ese punto Euge se
desmoronó completamente, sollozando como si se le fuese a romper el corazón.
—No puedo —susurró—. Oh,
Lali. Lo he liado todo.
—¿Qué quieres decir?
—Nicolas y yo… —Euge tomó
un pañuelo de la caja que había junto a la cama y se secó los ojos—. Nuestro matrimonio
no anda muy bien últimamente. Hemos intentando tener un bebé durante meses. Y
ahora, finalmente estoy embarazada. Pero cuando nos fuimos de viaje me sentí
tan desgraciada con ello que supongo que me consolé más de la cuenta en las
tiendas. Nicolas se puso furioso por la enorme cantidad de dinero que estaba
gastando.
—Oh, Euge, no —dijo Lali.
Ni siquiera quería oír el resto.
—Sí. Eso es lo que
ocurrió. Ha dicho que desde ahora va a vigilar cada centavo hasta que se
asegure de que puedo ser responsable. Eso llevó a otras cosas y acabamos
discutiendo de tal manera que decidió poner fin al viaje. Sólo hemos parado
aquí, en Buenos Aires, porque él tenía que hacer unos negocios, y yo apenas lo
he visto desde que llegamos. No me había dado cuenta de lo mucho que lo quiero.
Lo mucho que deseo tener este hijo con él y ser felices juntos.
—Lo comprendo, Euge,
pero…
—Si le cuento lo del
chantaje ahora, o le pido más dinero, me dejará. Lo sé —dijo, y tomó otro
pañuelo para empezar a rasgarlo nerviosamente con las uñas—. Sé que al final
tendré que decirle la verdad. Ahora me doy cuenta de que estuvo mal engañarlo.
Pero primero necesito una oportunidad para ponerme a prueba ante él.
—Pero tú eras mi única
oportunidad —dijo Lali sintiendo que su mundo se le echaba encima. Sabía que se
había quedado sin opciones.
—Podría intentar vender
algunas de mis joyas y mis vestidos —dijo Euge—. O conseguir un trabajo y darte
parte del dinero.
—Nicolas se daría cuenta
si empezaran a desaparecer cosas. Y si tú consiguieras un trabajo, querría
saber a dónde iba todo el dinero. Pero gracias por la oferta.
Su hermana al menos se
estaba redimiendo. Lali estaba segura de eso. Pero necesitaría toda su fuerza
para poder seguir adelante con la boda.
Parecía como si una
tormenta se cerniera sobre ella y no tuviera adonde ir. Además, y aunque sus
circunstancias eran diferentes, ella tampoco podía contarle a Peter la verdad.
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