Lali se daba cuenta de
que no habían sido dos semanas fáciles. La única cosa que Peter había hecho era
presionarla para que comenzara con los preparativos de la boda. Ella odiaba
tener que hacerle pensar que estaba preparándola cuando en realidad no lo
estaba, pero al menos el tiempo iba pasando. Si Peter continuaba con sus
tácticas de alejamiento, quizá pudieran salir airosos de aquello después de
todo.
—Tengo el asunto de la
boda bajo control, Peter. En serio —dijo ella. Más mentiras. Odiaba eso. Él la
había elegido porque apreciaba su honestidad—. Si no te importa, preferiría no tomarme
más tiempo libre del trabajo por esta razón.
No podría estar
escondiéndose en cafeterías para siempre mientras evitaba hacer los
preparativos. Incluso con los cheques de restaurante que Peter le había dado,
no podía seguir comiendo tarta de queso. Al final acabaría cansándose de ella,
o poniéndose como una vaca. Una de dos.
—Es muy amable por tu
parte, pero no es necesario.
—Bien. Admito que te he
presionado sin dejarte mucha elección —dijo él—. En mi defensa, he de decir que
no sabía que sería tan duro delegar completamente en otra persona, incluso
aunque esa persona seas tú. Estoy acostumbrado a tener el control, supongo. No
me parece apropiado no saber lo que está pasando.
—Esto no es algo de lo
que te pueda dar el control —dijo ella—. Por esa razón, tampoco me controlarás
a mí. El matrimonio es una unión, no una absorción. En cualquier caso, ése no
es el tema. Sé que sólo tratas de ayudar, y lo aprecio. Pero a lo mejor no
aprecio tanto el modo de hacerlo.
—¿Entonces estoy fuera
de juego? —preguntó él bromeando. Por alguna razón estaba más relajado que de
costumbre, y eso hizo que Lali se pusiera nerviosa.
Suspiró. Parecía que
cada vez que respiraba, algo ocurría. Como el hecho de que Peter tratara de
ocultar sus deseos de intervenir en los preparativos. A veces incluso parecía
vulnerable al respecto. Y ella seguía deseando saltar sobre él y besarlo cada
vez que lo miraba.
Por no hablar de formar
un hogar con él, una familia y, en general, tener un futuro feliz con él. Eso
tampoco ayudaba.
—Bien —dijo Peter frotándose
las manos—. De hecho tengo buenas noticias para ti.
—¿Qué noticias? ¿Se ha
cerrado el trabajo de Campbell? La última vez que hablé con John Greaves no
tenía mucho que decir al respecto.
De hecho, Greaves se
había mostrado evasivo y abrupto. Pero, por la experiencia de Lali, aquello era
típico. Desde que lo había pillado sellando un trato con un corredor de
apuestas, John Greaves se había mostrado desagradable con ella.
El hombre no debía estar
tratando sus negocios personales en horas de trabajo, ¿pero quién era Lali para
acusar a nadie? Por lo que ella sabía, había sido la única vez que había
ocurrido, y todo el mundo hacía cosas así alguna vez.
—Algo personal —dijo Peter—.
Tiene que ver con nuestra boda. Algo que estabas esperando. Si me hubiera dado
cuenta de que ibas a venir tan pronto, habrías podido dar la noticia tú misma.
Oh, no. Sólo había una
noticia que había insistido ella en dar en persona. No podía ser sobre su
hermana. Se suponía que Euge no debía regresar hasta dentro de un tiempo. Su hermana
debía de seguir fuera del país. ¿Por qué no iba a estarlo?
—Tu hermana ha llamado —dijo
Peter, confirmando lo peor—. Parece que ella y el senador han cambiado sus
planes y han regresado pronto.
—Yo diría que muy
pronto. ¿Pero por qué?
—Euge ha dicho que las
vacaciones no han resultado ser muy relajantes después de todo, y que Nicolas
ha decidido hacer su propaganda desde casa. Quizá hayan tenido una pelea o
algo. No me ha dado detalles.
A Lali no le
sorprendería algo así. Euge podía ser muy molesta y, aunque Nicolas era
normalmente muy paciente con ella, quizás se le estuviera acabando la paciencia
ahora que ya llevaban casados un tiempo.
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