martes, 24 de diciembre de 2013

Capítulo 26

El bañador de una pieza que ella llevaba era rojo, y le copaba los pechos firmemente. Ella lo había considerado perfectamente apropiado, hasta que la mirada caliente de Peter se había posado en ella, desnudándola con los ojos. Su corazón comenzó a palpitar más fuerte y tuvo que darse la vuelta. Quizá un baño no sería tan mala idea.
—El último en meterse bla, bla, bla —dijo él.
Ella no se aventuró muy adentro, mientras que Peter salió corriendo hacia lo profundo, saltando las olas con seguridad.
Al principio ella apretó los puños, preocupada como estaba, con la necesidad de llamarlo de vuelta, pero finalmente se convenció a sí misma de que a él se le daba bien vencer las olas. Estaría bien. Era un día calmado y sabía lo que hacía. No corría ningún peligro.
—Ven conmigo, Lali. Cuidaré de ti —dijo Peter, que se había colocado a su lado.
Al oír su voz, Lali dio un respingo y sacudió la cabeza.
—Estoy bien aquí.
—¿Bien o asustada? —dijo él apartándose el pelo de la frente para luego agarrarle la mano—. Te sujetaré todo el tiempo, pero tienes que enfrentarte a esto. No puedes vivir en una ciudad portuaria y tenerle miedo al agua. Es una locura.
Parecía tan seguro de sí mismo que casi lo creyó. Casi, pero no.
—No me da miedo —comenzó a decir ella, pero se calló cuando él la acercó a su cuerpo, tanto que los dos se unieron de cintura para arriba. Sus piernas se entrelazaron en un baile sensual y él la llevó más adentro.
Antes de que pudiera darse cuenta, ya estaban donde no hacían pie. Lali no podía creerse que estuviera dejando que eso ocurriera.
—La corriente no es fuerte aquí —dijo él con suavidad, sin dejar de mirarla—. Siéntela. Lo único que tienes que hacer es moverte con ella, móntala —añadió, le agarró los brazos y los colocó alrededor de su cuello—. Al igual que yo deseo que me montes a mí.
Ella había colocado instintivamente las piernas alrededor de su cintura, en una reacción de pánico que de pronto resultaba totalmente erótica.
Se acercó más a él, enfrentándose al peligro del océano y al de Peter.
Una ola los levantó y los dos se juntaron más mientras la boca de Peter cubría la suya. Le colocó las manos en la espalda hasta que sus pechos estuvieron pegados, sus pezones erectos presionando contra el traje de baño.
Lali se olvidó del mar. Se olvidó de tratar de mantener la distancia con Peter. Se olvidó de sus problemas, de sus preocupaciones, de todo excepto de sentirlo a él, de sentir su lengua caliente en su boca.
Estaban moviéndose hacia aguas menos profundas. Ella casi no lo notó hasta que se dio cuenta de que él había parado y estaba de pie sobre la arena del mar. El agua los golpeaba a la altura del pecho mientras él continuaba excitándola con su boca, sus manos y su cuerpo.
Peter gimió y ella se apretó a su cuerpo, necesitándolo por completo. Poco después él le bajó las tiras del bañador hasta dejar sus pechos expuestos a su mirada y a sus manos.
—Mírate. Tan guapa, tan exquisita. Deja que te toque, Lali.

—Sí —dijo ella con un gemido. Le apretó la espalda con las uñas mientras él levantaba las manos para tocarla. El roce de sus dedos la sumió en una espiral de sensaciones que fue directa a su corazón.

No hay comentarios:

Publicar un comentario