lunes, 29 de junio de 2015

Capítulo 9

¿Mamá está en lo correcto? ¿Van a volver a estar juntos? Eugenia dice algo, y ambos se giran y me miran. Ella me observa por un segundo, luego se gira de vuelta a Peter y dice algo.

¿Qué significa eso? Desearía poder leer labios. Luego él arrastra una mano por sus rizos y se centra en las tejas del techo. Eugenia se limpia una lágrima de la cara, se gira y camina hacia la puerta. Sus ojos están todos hinchados y rojos.  

Peter la sigue hacia el pasillo, frunciendo el ceño.

A pesar de que dijo que le alegraba, tal vez Eugenia realmente está molesta porque Mery salió con Peter ayer, rompiendo así la regla primordial de las porristas. Pablo una vez me contó, que si un chico sale con una porrista, el resto de las porristas nunca, jamás saldrían con él porque es lealtad de equipo. Si, Pablo no lo entendía tampoco. No es como si alguien se fuera a casar. Pero en cuanto a Peter, la regla no se aplica: las chicas la ignoran y tontean de todas formas.

Demasiado drama para mí.

Hablando de tontear. Federico está sentado tan cerca de mí que puedo olerlo. La esencia a jabón y detergente sube hasta mi nariz.

Federico se inclina y susurra en mi oído:

—No sé si agradecerte u odiarte por mandarme a casa con Peter ayer.

—Oh diablos —digo—. ¿Qué hizo?

Él llena su boca con papas fritas, pero sigue hablando. —Primero nos lleva a esa cafetería. Esas amigas de él, Paula y Mery, estaban encima de nosotros. Lo que no es necesariamente algo malo, pero Paula pareciera no tener algo entre sus orejas.

Suelto una risotada y la leche chocolatada sale por mi nariz. Sí, lo sé, soy la criatura más “sensual” en el planeta. Federico me sonríe abiertamente.

—Continúa —digo, limpiando mis mocos de chocolate.

—Así que nos quedamos en la cafetería por un par de horas, hablando sobre absolutamente  nada.  Y  me  refiero  a nada. Oh  sí,  no  había  ningún  estudio tampoco. Peter y Mery se besuquearon por, como, una hora.

Comienzo a hacer sonar mis nudillos mientras Federico continúa. —Luego nos vamos a su camioneta, y pienso, genial, finalmente me puedo ir a casa. Mi abuelo probablemente está enfermándose de la preocupación por mí. Pero no, Peter no  me lleva  a casa.  Nos lleva  muy lejos fuera  del  pueblo a  su  campo.  Es básicamente un charco de barro gigante.

Sonrío abiertamente. — ¿Peter te llevó a hacer carreras en barro?

—Síp. Así que estamos en el campo y Peter maneja su camioneta alrededor en círculos como a 130 kilómetros por hora. Pienso que voy a morir. Todos están gritando. Baja la ventana y el lodo vuela por todas partes, por todo el interior de la camioneta. Estoy cubierto en barro. Finalmente detiene la camioneta y todos caemos dentro del charco de barro gigante. —Baja la mirada a su hamburguesa, la recoge, y le da un mordisco. Con comida en su boca, él dice—: Muy pronto soy la única persona que todavía tiene la ropa puesta. Y entonces Paula… —Federico de pronto toma papas fritas y se las come, su cara poniéndose rosada.

Estoy demasiado celosa, pero aun así estoy riendo histéricamente. Sólo Peter le haría eso al chico nuevo en su primer día en un nuevo colegio.

—Piensas que es gracioso, ¿no? —dice Federico, sonriendo—. No llegué a casa hasta después  de  la  medianoche.  Aparecí  cubierto  en  lodo  y  ahora  estoy  en problemas.

—Demonios, sí, es gracioso.

—Y esa chica Paula ha estado todo el día acechándome.

Echo un vistazo a la mesa de las porristas, donde Rocío continúa mirando a Pablo y la  esclava  pelirroja  de  las  papas  fritas.  Encuentro  a  Paula,  quien  está observándonos. Saluda a Federico y le sopla un beso. Estoy tentada a atrapar el beso y estrujarlo con mi mano, tirarlo al suelo y pisotearlo.

En su lugar, sorbo de mi leche chocolatada y digo:

—Apesta ser tú, amigo.

Me golpea con su codo. —Yo creo que tú lo planeaste todo.

—No lo hice.

—Si lo hiciste.

—No lo hice. — ¿Qué es esto? ¿Tercer grado?

—Compénsamelo. —Me mira fijamente a los ojos.

Respira, Lali, respira. —No hice nada malo, así que no te voy a compensar nada.

— ¿Qué harás luego de la escuela hoy?

Pablo y yo vamos a salir a comer después de la escuela. Podría invitar a Federico a comer con nosotros. Quiero, pero yo sólo, no puedo; si él viene, no podré relajarme y necesito, malditamente, relajarme antes del juego de mañana en la noche.

Pablo y Nicolás finalmente vienen a sentarse en nuestra mesa. En el minuto en que la espalda de Pablo se gira y me está enfrentando, veo a Rocío ponerse de pie y avanzar hacia la pelirroja de primer año. No necesito leer labios para saber lo que Rocío está diciendo. Estoy casi segura de que sólo llamó a la chica puta. La pelirroja  de  primer  año  se  levanta  y  lleva  su  bandeja  a  la  ventanilla  de lavaplatos, luego sale rápidamente de la cafetería mientras las lágrimas llenan sus ojos.

Federico se inclina hacia mí. — ¿Viste eso?

—Sip.

— ¿Supongo que es una perra?

—Síp. Iré a asegurarme de que esa chica de primer año esté bien una vez que termine  de  comer.  —Tengo  que  mantener  mi  energía  alta  para  el  juego mañana.

Él mete más papas fritas en su boca. —Sabes, no hay criatura más peligrosa en la Tierra que la “chica adolescente”.

— ¡Oye! Yo soy una chica. —Lo golpeo en el brazo.

—Ay… —dice, frotando su bíceps, pero luego sonríe—. ¿Y sobre esta tarde?

—Lo siento, tengo planes.

—Oh, bien…

— ¿Y quién es la pelirroja? —le pregunto a Pablo.

—Ni idea —dice, encogiéndose de hombros—. Bonita, sin embargo, ¿no crees? No sé qué me posee cuando tomo algunas de las papas fritas de Federico y digo:

—Oye, Federico, ¿adivina quién soy? —Y me inclino a través de la mesa hacia Nicolás y comienzo a intentar alimentarlo.

Pablo y Federico ríen.

—Asqueroso —dice Nicolás, empujando mi mano—. Sabes que odio la comida de la escuela, Espósito.

— ¿De qué estás hablando? —Pregunto, sentándome de vuelta en mi silla—. Estas son las mejores frituras en el pueblo.

—De acuerdo —dice Federico. Sonriendo, abre su boca, como queriendo que le dé una papa frita. Así que meto una en su boca.

Oh Dios mío.


¿Acabo de darle a Federico una papa frita? Probablemente debería tomarme la temperatura.

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