domingo, 7 de junio de 2015

Capítulo 15

Peter despertó la siguiente mañana con el trasero frio, pero el pecho tibio. Se acercó hacia la fuente de calor. Su cara rozó la cabeza con suave pelo. Abr los parpados y encontró a Lali curvada en una bola contra su pecho. Él sonrió.


Todas las cobijas fueron empujadas hacia el pie de la cama y, salvo unas pocas brasas, el fuego estaba apagado. Resistla urgencia de acercarse a esa pequeña bola de calor. En lugar de eso, se mov tan suavemente cómo fue posible de la cama para hacer el fuego. La cama  rechinó  audiblemente,  pero  Lali  no  mov un  musculo. Más sueño pesado que el de uno.

El suelo se sentía frio como una cámara frigorífica y su aliento se volvía humo blanco en el aire frio. Una mirada a la ventana reveló que la fuerza de la tormenta continuaba azotando. Quitó la reja de protección y puso más leña en la fogata. Salieron chispas mientras la madera ardía.

Se arrast de regreso a la chirriante cama y jalo las cobijas. Las extend sobre Lali primero, doblándolas cerca de su cara, la cual no podía  ver  porque  su  pella  cubría  como  si  fuera  el  Tío  Cosa.  Se extendió  en  su  ladde  la  cama  y  se  cubrióEl  cuarto  estaba congelado. Miro a Lali, un lio caliente, profundamente dormida.

Ced a su deseo de calidez y se mov cerca de ella. Como si fuera una señal, ella se acurruco más cerca como si fuera un pequeño gatito. Peter sonrió aunque sabía que no debería hacerlo. Abrigó con sus brazos su pequeño cuerpo tibio y volv a dormirse.

Un par de horas después, se despertó con un cuarto más cálido, un enredo de sabanas y Lali extendida a lo largo de la cama. Su cuerpo estirado con uno de sus brazos sobre la cabeza y su codo en la cara de él. Ella había arrojado su otro brazo y colgaba de la cama. Con una pierna descansando encima de él.

Ella empezó hacer pequeños ruidos, como si estuviera comiendo. Peter contuvo la risa. Paso su mano sobre su cara, apartándole el pelo.

¿Así que esta es la forma en la que despierta la hermosa Lali por la mañana, como un descuidado y ruidoso holgazán? ¿Echaría un gas?, pero comenzó a canturrear. Esta vez sí soltó la carcajada.

Lali se quedó quieta pero él sabía que estaba despierta. Giró la cabeza, solo para encontrar su cara a unas cuantas pulgadas. Sus ojos abiertos. Se apartó y regresó a su lado de la cama Alguien es una acaparadora de camas —bromeó.

—¿Qué? No, no lo soy. —Gruñó en voz baja y gutural.

¡Si lo eres!, incluso no tenía espacio para darme la vuelta.

Ella trató de salir de la cama, pero sus piernas estaban enredadas entre las sabanas.

—¿Necesitas ayuda? —Ofreció.

Ella lo igno y patlas sabanas a un lado.

—Vaya, parece que alguien se levantó del lado equivocado de la cama. Literalmente.

Lo miró con ojos de puñales y pateó las cobijas lejos. Con los ojos medio abiertos,  caminaba a tropiezos hacia el baño. Escuc que ella murmuró, mierda. Reapareció un segundo después y jaló dos cobijas de la pila en el suelo. Las enrolló sobre sus hombros y fue hacia la puerta. Se puso las botas y sa dos pañuelos desechables de la caja mientras saa por la puerta principal.

La dulce y educada Lali, no era una persona de la mañana. Peter se giró de espaldas y se rió.

Mientras ella estaba afuera, puso el último tronco en el fuego y puso una jarra con agua para calentar. Con suerte habría un poco de café en algunas de las alacenas.

Cuando regreso, estaba buscando en las alacenas.

Mira  lo  que  encontré. —Most un  tarro  casi  vacío  de  café instantáneo.

Lali se estremeció.

Caray, esta helado afuera. Empezó a sacarse las botas.

—Siempre y cuando estés lista para salir, ¿te importaría traer otra jarra de nieve?

Ella le dispa con los ojos.

Tú eres quien trae las botas puestas, tiene más sentido. —Le otorgó una radiante sonrisa y puso una jarra vacía en sus manos—. Gracias, eres la mejor.

Jaló las cobijas más cerca, gruñendo y sal al congelador, regresando en unos segundos con una jarra llena de nieve. Se quitó las botas y llevó la nieve directo a la chimenea y la puso cerca para que se derritiera. Se acurrucó en las cobijas y se sentó cerca del fuego.

Cuidado, no te acerques tanto. Odiaría  verte arder en llamas.

—¿Siempre estás tan alegre por las mañanas? —preguntó ella en tono irritado.

—No. Solo cuando estoy aprisionado por la nieve en una cabaña con una chica desconocida que ronca.

Su cabeza giró pidamente hacia él.

—¿Qué? ¡Yo no ronco!

Él se encog y ne con la cabeza.

—Solo lo digo. Amó su mirada de horror.

Lali miró hacia el fuego, su pelo era una maraña y su maquillaje debajo de los ojos estaba corrido. Murmuró tan bajo, que casi no la escuchó.

—Yo no ronco.

Le dio la espalda y se ec a reír, luego cogió un par de tazas de café y una jarra de metal estilo campamento.

Te apuesto a que te sentirás más humana con un poco de cafeína en tu sistema.

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