Peter despertó la
siguiente mañana
con
el trasero
frio, pero el pecho tibio. Se acercó
hacia la fuente de calor. Su cara rozó la cabeza con
suave pelo. Abrió los parpados y encontró a Lali curvada en una bola
contra su pecho. Él sonrió.
Todas las cobijas fueron empujadas hacia el
pie de la cama
y,
salvo unas pocas brasas, el fuego
estaba
apagado. Resistió la urgencia de acercarse a esa pequeña bola de calor.
En lugar de eso, se movió tan
suavemente cómo fue posible de la cama para hacer el fuego. La
cama
rechinó
audiblemente, pero
Lali
no
movió
un
musculo. Más
sueño pesado que el de uno.
El suelo se sentía frio como una cámara frigorífica y su aliento se
volvía humo blanco en el aire frio. Una mirada a la ventana reveló que
la fuerza de
la tormenta continuaba azotando. Quitó la reja de
protección y puso más leña en la fogata. Salieron chispas mientras la
madera ardía.
Se arrastró de regreso a la chirriante cama y jalo las cobijas. Las
extendió sobre Lali primero, doblándolas cerca de su cara, la cual no podía
ver porque su pelo la cubría como si fuera
el Tío Cosa. Se extendió en su lado de la cama y se cubrió. El cuarto estaba congelado. Miro a Lali, un lio caliente, profundamente dormida.
Cedió a su deseo de calidez y se movió cerca de ella. Como si fuera una
señal, ella se acurruco
más cerca como si fuera un pequeño gatito.
Peter sonrió aunque sabía que no debería hacerlo. Abrigó con sus brazos
su pequeño cuerpo tibio y
volvió a dormirse.
Un par de horas después, se despertó con un cuarto más cálido,
un enredo de sabanas y Lali extendida a lo largo de
la cama. Su cuerpo
estirado con uno de sus brazos sobre la
cabeza y su codo en la cara de
él. Ella había arrojado su otro brazo y colgaba de la cama. Con una pierna
descansando encima de él.
Ella empezó hacer pequeños ruidos, como si estuviera comiendo.
Peter contuvo
la risa. Paso su mano sobre su cara, apartándole el pelo.
¿Así que esta es la forma en la que despierta
la hermosa Lali por la
mañana,
como un descuidado y
ruidoso holgazán? ¿Echaría un gas?, pero comenzó a canturrear. Esta
vez
sí soltó la carcajada.
Lali
se quedó quieta pero él sabía que estaba despierta. Giró la cabeza, solo para encontrar su cara a unas cuantas pulgadas.
Sus
ojos abiertos. Se apartó y regresó
a su lado de la cama —Alguien es
una acaparadora de camas —bromeó.
—¿Qué? No, no lo soy. —Gruñó
en voz baja y gutural.
—¡Si lo eres!, incluso no tenía espacio para darme la vuelta.
Ella trató de salir de
la cama, pero sus piernas estaban enredadas entre las sabanas.
—¿Necesitas ayuda? —Ofreció.
Ella lo ignoró y
pateó
las sabanas a
un
lado.
—Vaya, parece que alguien se levantó del lado equivocado de
la cama. Literalmente.
Lo miró
con
ojos de puñales y pateó las cobijas lejos. Con los ojos
medio abiertos,
caminaba a tropiezos hacia el baño. Escuchó que ella
murmuró,
mierda. Reapareció un segundo
después y jaló dos cobijas de la pila en el suelo. Las enrolló
sobre sus hombros y fue hacia la puerta. Se puso
las botas y sacó dos pañuelos desechables de la caja mientras salía por la
puerta principal.
La
dulce y educada Lali, no era una persona de la mañana. Peter
se giró de espaldas y se rió.
Mientras ella estaba afuera, puso el último tronco
en el fuego
y puso una jarra con agua para calentar. Con suerte habría un poco de café en algunas de las alacenas.
Cuando regreso, estaba buscando en las alacenas.
—Mira
lo que encontré.
—Mostró
un
tarro casi
vacío
de café
instantáneo.
Lali
se estremeció.
—Caray, esta
helado afuera. —Empezó a sacarse las botas.
—Siempre y cuando estés lista para salir, ¿te importaría traer otra
jarra de nieve?
Ella le disparó con los ojos.
—Tú eres quien trae las botas puestas, tiene más sentido.
—Le otorgó una radiante sonrisa y puso una jarra vacía en sus manos—. Gracias,
eres la mejor.
Jaló las cobijas más cerca, gruñendo y salió al congelador,
regresando en unos segundos con una jarra llena de nieve.
Se quitó las
botas y llevó la
nieve directo a la chimenea y la puso cerca para que se
derritiera. Se acurrucó en las cobijas y se sentó cerca del fuego.
—Cuidado, no te acerques tanto. Odiaría verte arder en llamas.
—¿Siempre estás tan alegre por las mañanas?
—preguntó ella en
tono irritado.
—No. Solo cuando estoy aprisionado por la nieve en una cabaña con
una chica
desconocida que ronca.
Su
cabeza giró rápidamente hacia
él.
—¿Qué? ¡Yo no ronco!
Él se encogió y
negó
con la cabeza.
—Solo lo digo.
—Amó su mirada de horror.
Lali
miró hacia el fuego, su pelo era una maraña y su maquillaje debajo de los ojos estaba corrido.
Murmuró tan bajo, que casi no
la escuchó.
—Yo
no ronco.
Le dio la espalda y se echó a reír,
luego cogió un par de tazas de
café y una jarra de metal estilo campamento.
—Te apuesto a que te sentirás más humana
con
un poco de cafeína en tu sistema.
me encanta!
ResponderEliminarJajaja me mato pobrecita!
ResponderEliminarjjajaja lali malhumorada
ResponderEliminarmasss
Lali se levantó con tremendo humor y peter es un amor
ResponderEliminarJajajjajaja,k mal despertar tiene Lali ,y Peter divertido con eso.
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