lunes, 8 de junio de 2015

Capítulo 16

Diez minutos más tarde, sostenían humeantes tazas de mediocre café mientras el viento silbaba a través de las pequeñas grietas en los marcos de las ventanas.

—No es un Starbucks, pero seguro que el truco funciona —dijo Peter.

Lali sorbió el brebaje y observó a Peter. Un rastro de barba ensombrecía su rostro y le hacía verse incluso mejor, si eso era posible. Su pelo se estiraba al azar en un tipo de forma sexy. Sus expresivos ojos marrones estaban llenos de humor, especialmente cuando bromeaba con ella. Sonrió mucho y estaba metiéndose bajo su piel. ¿Sabía él el efecto que tenía en las chicas? ¿En ella?

La  nieve  se  recolectaba  en  las  esquinas  de  todas  las  ventanas, como en los espectáculos de Navidad que soa ver como una niña.

—No creo que la tormenta vaya a parar pronto. Parece que va a nevar sobre toda la cabina. Ojala pudiese enviar un mensaje a mi madre. No quiero preocuparla cuando estamos completamente bien.

—Por ahora, mis padres estarán definitivamente preocupados. Odio hacerles esto. Me pregunto si el arado ha estado en la carretera. Si es así, tal vez el conductor vio mi camioneta y lo reportará.

Eso espero. Observó la nieve acumularse en las esquinas de la ventana.

En el lado brillante, pienso en como de felices estarán cuando salgamos de aquí dijo él.

Lali  imaginó  a  su  madre  abrazándola  y  diciéndole  cuantla quería. Entonces su madre se disculparía por hacer ir a Lali al norte para Navidad cuando deberían haberse quedado en casa como era habitual. Lali imaginó un fresco comienzo con su madre.

Peter vació la taza de café y puso la jarra en el fregadero.

Creo que sald y cogeré más la. Cogió las botas de donde ella las lan. Se las puso, junto con el abrigo y el gorro—. Regreso en un rato.

Él destelló esa mirada sexy hacia ella cuando sal por la puerta. El corazón de Lali se sal un latido, y después se reprochó a misma.

Para de qué te guste el hombre de otra chica. No está bien.

Se revisó los vaqueros para encontrar que los tenía un poco arrugados, pero totalmente secos. Rápidamente, antes de que Peter regresara, se deslizó fuera de los transpirados de doble tamaño y dentro de sus pantalones. La abrazaron con fuerza y se sint mucho mejor. Normal. Recuperó el bolso y rebuscó alrededor por la mochila de maquillaje. Primero localizando el teléfono, ju un largo trago y buscó una señal. Mierda. No solo no había señal, sino que la batería estaba muerta.

Eso era estúpido. Debería haberlo apagado. Lo empujó de nuevo a la mochila y sacó el maquillaje. Miró en el espejo compacto para descubrir las manchas de mascara bajo ambos ojos.

¡Oh dios mío! —Se lamió un dedo y lo frotó debajo de cada ojo. Mejor,  pero  necesitaba  un  pañoFue  a  buscar  uno  en  el  pequeño cuarto de baño, y captó un destello de sí misma en el oscuro espejo y gimió. Su pelo se estiraba por todos lados. Había pensado que el pelo de Peter parecía gracioso. No se preguntó porque Peter seguía riéndose de ella. Aquí estaba ella pensando en cómo de caliente se veía él, y él debió haber estado mirándola pensando que ruina de tren.

Se lavó la cara y se ahondó el pelo. Un par de minutos más tarde, después  de  que  se  hubiera  lavadlos  dientes  y  escupido  el  agua, apli algo de máscara y un rápido movimiento de colorete. Peter llegó con una carga de la. Repitieron el patrón de ayer donde ella amontonaba mientras que él entraba y salía. Cada vez que la puerta se abría, ella juraba que la temperatura de la cabaña caía otrodiez grados. Añad más trozos al fuego.

El desayuno consistió en una aguada sopa de tomate. Ella quiso hacer algo mejor, pero estaba guardando lo último del pan para esa tarde, en caso de que no fueran rescatados. Ante la cantidad de nieve cayendo, Peter podía tener ran y estarían aquí otro día.

—¿Sin tortitas? preguntó Peter, sorbiendo la sopa. Lali arru la nariz.

—Solo déjame  decirte  que  los  ratones  dejaron  algo  pequeñito  y especial en la caja.

—Ya veo. Chica, esta sopa es increíble dijo él.

Ella podría no haberle creído si no fuera por el parpadeo en sus preciosos ojos oscuros. En su lugar se cent en su sopa.

Estaba pensando que deberíamos revisar el resto de la cabaña para ver si hay algo más que podamos utilizar dijo Peter.

—¿mo una pala de nieve escondida?

Es Navidad. ¿No se supone que los deseos se hacen realidad? — Sitel bol vacío en la mesa de café.

—No lo sé, ¿fuiste un chico bueno o malo? —preguntó ella.

—Permíteme asegurarte que soy un chico muy bueno. Contoneó las cejas hacia ella en un tipo de forma traviesa.

Lali supo que se había dirigido justo a esa.

—Apuesto a que lo eres —respond ella, fingiendo que no le afectaba.
Tras lavar los platos en algo de agua caliente, revisaron los dos armarios del recibidor. El primero contenía toallas, sabanas extra y mantas, y unos pocos juegos. Peter escarbó en el otro armario.

¡Este podría ser nuestro día de suerte! —Gritó por encima del hombro.

—¿Qué? —Lali intentó dar un vistazo más allá de él, pero no podía ver nada más allá de los mangos de escobas y las bolsas de basura.

Mira. —Él extendió un traje de nieve negro con cinta reflectora estratégicamente situada.

Ella lo miró con escepticismo.

—¿Y cómo, exactamente, esto hace de éste nuestro día de suerte?

Espera Alargó el brazo en la parte trasera del armario, agachándose para coger algo del suelo. No pudo evitar más que notar como los vaqueros le abrazaban el trasero. Peter se veía tan bien que ella estaba realmente celosa de negarlo. Él se giró y mostró un casco grande.

Ella miró al casco y después a Peter.

—Lo siento, me perdiste.

Es un traje de motos de nieve y un casco. Así que, debe de haber una moto de nieve en la caseta de fuera. Podemos salir de aquí y puedo llevarte hasta tu madre y el No Novio para la Cena de Nochebuena.

—¿Tú crees?, ¡Eso sería genial! En cierto modo. Aunque en verdad Lali quería ver a su madre, le gustaba pasar el rato con Peter y odiaba ver el fin.

—¿Quieres ver si hay una moto de nieve ahí? —preguntó él. La entusiasmada mirada en su cara era contagiosa. Sonrió.

Claro.

En el exterior, lucharon contra el sentido. El viento todavía batía, pero no se parecía a la nueva nieve, más como la nieve de la noche anterior soplando por los alrededores. La puerta del cobertizo estaba cerrada por la nevada. Trabajaron juntos apartando la nieve con las manos, y entonces Peter u la bota para limpiar la nieve más cercana al suelo. Lali deseaba haber llevado el mohoso antiguo traje de moto de nieve. Sus vaqueros ya estaban cubiertos de nieve. La bufanda se le seguía escapando, enviándole un frío extra.

Peter tiró del mango de la puerta de metal, abriendo la puerta de madera solo un par de centímetros. Lali cayó de rodillas, Peter abrió la puerta lo suficiente para que se metieran dentro.


Llevó un momentajustar la tenue  luz. Una pequeña ventana a cada lado del cobertizo permitía la limitada luz.

Se giraron el uno hacia el otro en el mismo momento.

—Ahí está. ¡Lo sabía! dijo él.

—O dios mío, ¿vamos a salir de aquí? —gritó ella ante la visión de la moto de nieve.

Peter extendlos brazos y, sin pensar, Lali se met en ellos, recibiendo el emocionado abrazo de oso. Los fuertes brazos de él la envolvieron, sosteniéndola con fuerza, en el musculoso pecho.

A pesar de que ambos estaban llevando abrigos de inviernos finos, el abrazo  parecía  demasiado  personal,  como  si  debiese  tener  una relación mucho más cercana con él que el del transporte compartido. Pero a Lali no le importaba. Él la apretujo, y el lado de la cabeza de ella le golpeó la barbilla. La liberó y ella dio un paso atrás, fingiendo que su contacto no la había afectado.

Él  miró más  de  cerca la  gran  máquinaEl  entusiasmo  en  su  voz decayó. Su frente se arru.

Tenemos un problema. No veo ninguna llave.

Deben estar por aquí en algún lado. Miró las paredes del cobertizo buscando un  clavo en el  que podrían estar colgadas. Sin suerte.

Peter mov algunas tumbonas.

—A veces los dueños de las cabañas esconden las llaves en las cosas en las que no se querría robar. Si el ladrón no puede encontrar las llaves, es mucho más difícil robar algo.

Levantaro junto lo rastrillos,  pala  cubo buscando  las escurridizas llaves.

—Su plan está funcionando. No podía creer que se hubiesen acercado tanto para salir de aquí solo al tener que solucionar el misterio de las llaves escondidas.

Peter apartó una pequeña tumbona del camino. Nada. Lali intentó mover una maceta grande llena de tierra y una ajada y reseca planta.

—¿Necesitas una mano? —Se sentó de cuclillas a su lado.

Creo que lo tengo. Le dio un tirón y se cayó de culo. Tal vez no. —Se rió.

Déjame  echarle  un  vistazo.  —Peter  agarró  el  otro  lado  de  la maceta de arcilla y torció con fuerza hasta moverla. Se cayó, golpeándola en la espalda. Sostuvo un pedazo de la maceta en la mano—. Oops.

Rodó al lado de ella sobre el congelado suelo.

—Lo siento. ¿Estás bien?

Se levantó sobre los codos.

—Oh, vamos. Un chico fuerte como tú debería ser capaz de levantarse.


—¿Así  que es eso? —Se apoyó sobre un codo, su cara a meras pulgadas de distancia. Lali no se molestó en moverse. Temía respirar. Peter la miró a los ojos, una sonrisa juguetona en su rostro. Y de repente, su mirada no era juguetona. Se desplazó hacia algo más. Miró su boca y antes de que ella pudiera procesar lo que estaba ocurriendo, él bala boca hasta la suya.

2 comentarios:

  1. Vaya con las situaciones k tienen k vivir...más divertidas imposible,bueno las d ahora ,k antes pasaron todo lo malo.

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