3
El Gran Carlos Espósito
Camino
de vuelta por el campo hasta mi camioneta, y en el camino veo al Entrenador
Miller hablando con Federico. El Entrenador está frunciendo el ceño y
rascándose la barbilla, alternando su mirada entre Federico y el suelo. Paran
de hablar y, como yo, Federico se dirige al estacionamiento.
—Oye
—llama, trotando hacia mí. Mis manos vuelan a mi cabello mojado y trato de alisarlo
y desenredarlo un poco, pero estoy segura de que parece lana enredada. Dios,
soy tan mala como las porristas.
—Hola
—contesto. De pronto estamos caminando uno al lado del otro.
—Eres
increíble—dice.
— ¿Perdón?
Se
aclara la garganta. —Quiero decir, eres un increíble mariscal de campo. No he
visto a ningún chico de nuestra edad tan bueno como tú.
Asiento
mientras me acerco a mi camioneta, mi Dodge Ram, un regalo de mi papá por mi
cumpleaños número dieciséis. Tiro mi bolso a la plataforma de la camioneta.
—Buen
vehículo —dice Federico, sonriendo y dando palmada a un lado de mi camioneta.
—Gracias.
—Me aparto de él. Su sonrisa es un virus. Un virus barriendo a través de mi
cuerpo, dejándolo inútil—. ¿Qué manejas? —pregunto.
—Nada.
Sin auto —dice. Pero no luce avergonzado. Cruzando sus brazos se inclina contra
mi camioneta—. Así que, ¿cuál es tu nombre?
—Pregunta—. Espero que no sea Espósito.
—Lali.
Asiente.
— ¿Estás relacionada con Carlos Espósito?
—Sí —murmuro—.
Es mi papá.
—Comienzo a despegar
la etiqueta de mi
botella de Gatorade.
—Eso
explica tu estilo y mecánica.
Maldición,
debe haber estado observándome muy de cerca.
— ¿Eres
un fan de Tennessee? —pregunto. Tal vez estaba interesado en los Petroleros
antes de que se mudaran de Houston a Nashville.
Se
ríe. —Por supuesto que no. Vaqueros todo el tiempo, hombre. Recuerdo ver a tu
padre jugar para mi equipo cuando era un niño.
Mi
papá es la última cosa de la que quiero hablar ahora mismo. Cuando la gente me
conoce, eso es todo en lo que piensan, el gran Carlos Espósito, el dos veces
Jugador más Valioso de la NFL. Dos veces ganador del Heisman Trophy. El gran
Carlos Espósito, sin duda en la primera ronda en el Salón de la Fama.
El
gran Carlos Espósito que no cree en mí o en mis sueños de jugar con el balón en
el nivel universitario.
—Será
mejor que me vaya, Federico. Buen trabajo hoy. Me alegra que hayas entrado al
equipo. —Lo estoy manteniendo suave y profesional—. Si no tienes un auto, ¿cómo
vas a llegar a casa?
Se
encoge de hombros. —Caminando supongo.
Jadeo.
Nadie en Tennessee camina, las aceras casi ni existen aquí. No caminas.
Es
un compañero de equipo ahora, y los compañeros de equipo se cuidan entre sí.
Escaneo
el estacionamiento. Peter es el único chico que ya está afuera de los
vestidores, está hablando con Paula y Mery. ¿Qué diablos hacen los chicos ahí
de todas formas? ¿Cómo es posible que me tome menos tiempo prepararme que a
ellos? —Peter —lo llamo fuerte.
Peter
abandona a las porristas y trota hasta aquí, luego roba mi botella de Gatorade
de mi mano, toma un trago y me la devuelve mientras mira hacia Federico.
—Asegúrate
que Federico llegue bien a casa —digo.
— ¿Qué
hay sobre nuestros planes? —pregunta Peter. Hace sonar la parte de atrás de su
cuello con una mano y sonríe a Federico.
—No
me siento bien —contesto, tocándome el estómago. Solo necesito estar sola ahora,
así puedo pensar
en lo que pasó
hoy, en cómo
éste chico se abalanzó para robar
mi posición y mi calma.
—Está
bien —dice Peter, pero se ve herido—. De todos modos Paula y Mery me acaban de
invitar para estudiar.
— ¿Puedes
llevar a casa a Federico primero?
— ¿Por
qué no puedes llevarlo tú a casa?
Uhm,
¿porque me está volviendo loca? —Llévalo a tu cita de estudio. Será bueno para
él conocer a algunos de las tontas locales.
Federico
sonríe.
—De
acuerdo, pero yo consigo a Mery. Sólo dame un segundo, Federico. —Peter pone su
brazo a mí alrededor y me lleva lejos de Federico—. ¿Qué quieres decir con que
no te estás sintiendo bien? ¿Fue el golpe que tuviste? —susurró.
—Sí,
creo que sí.
— ¿Supongo
que no voy a ir a cenar entonces?
—Sólo
pasa un buen rato con Mery, ¿está bien? Quiero que salgas con alguien que te
haga feliz otra vez. —Peter asiente y se frota la barbilla, mirándome, clavando
su vista en mis ojos. Desde que Eugenia lo dejó se ha visto tan triste.
—Gracias
Espósito. Tal vez me pondré al día contigo pronto —dice, apretando mi hombro
antes de alejarse—. ¿Listo para irte, Federico? Creo que te gustará Paula.
Ugh.
Paula tiene el mismo coeficiente intelectual que el tronco de un árbol. Tengo
que irme de aquí antes de golpearla o algo. Me subo a mi camioneta, inclino la
cabeza fuera de la ventana y sonrío. —Los veo mañana, chicos. —A través de mi
espejo retrovisor veo a Federico mirarme mientras me alejo. ¿Por qué no
simplemente le ofrecí llevarlo?
Sé
por qué.
Tengo
que concentrarme. No puedo arriesgar mi temporada. No puedo echarlo a perder de
nuevo este año. Necesito obtener una beca de fútbol.
Y
para hacerlo, tengo que ganar el campeonato estatal.
Al
entrar por la puerta trasera de mi casa dejo caer mi bolso en el suelo. Tengo
una cita con mi cama: esconderme debajo de mi almohada y escuchar algo de Guns
N’ Roses. Eso me hará sentir mejor.
Paso
por la cocina, agarrando un plátano y un Gatorade en el camino a mi habitación,
y me encuentro con mi hermano, Victorio, y su amigo Jake, que es un asombroso
receptor. Como mi hermano, Jake también juega para la Universidad de Tennessee
en Knoxville. Jake
es originalmente de California, así
que ha pasado la mayoría de su verano viviendo aquí para poder estar más
cerca de la escuela para las prácticas de fútbol.
—Hola,
hermana —dice Victorio, dándome un abrazo de costado—. Mamá dijo que recibiste
una mala patinada en la práctica. ¿Estás bien?
—Estoy
bien.
— ¿Cómo te
va, Lali? —dice
Jake, mirándome de
arriba hacia abajo.
¿Recuerdas
cómo dije que los chicos están interesados en mí? Si, él es uno de ellos. Sin
embargo creo que Victorio lo mataría si intentara algo, y tampoco querría que
Jake vaya detrás de mí de todos modos. Él es atractivo, pero parece uno de esos
chicos que ha estado con un centenar de chicas.
—Bien
—digo.
Jake desliza
un brazo por mi cintura.
— ¿Victorio dice que
estás teniendo problemas con el
álgebra? ¿Quieres algo de ayuda?
— ¿Qué
diablos sabes tú sobre matemáticas, Reynolds?
—No
sólo te puedo enseñar matemáticas, te puedo enseñar matemáticas en la cama,
Lali. Ya sabes, yo sumaría la cama, tú restas la ropa, divides las piernas, y yo
multiplico.
Éste
es el comportamiento normal de Jake Reynolds, así que mi hermano pone ojos en
blanco como es habitual y dice:
—Encantador.
Y
empuja a Jake contra el lavavajillas.
Luego
corro escaleras arriba hasta mi habitación y me tiro sobre mi cama, que está
cubierta con un nuevo y esponjoso edredón blanco. Solía tener esta colcha
azul a
cuadros que parecía
papel cuadriculado. Un día del
verano pasado cuando Peter estaba
aquí, dijo que el papel cuadriculado en las camas les quitan las ganas a los
chicos y que si alguna vez quiero tener sexo, no puedo traer a un chico a casa
a una habitación que les recuerde al álgebra y las chicas nerd del equipo de
matemáticas. No es que me importara lo que los chicos piensen de mi ropa de
cama, pero el equipo de matemáticas es la última cosa con la que quiero ser
asociada, así que me deshice del viejo edredón por algo más neutral.
Al
agarrar el control remoto de mi estéreo, pongo la estación de los clásicos de
los ochenta y miro a través de mi ventana hacia nuestro patio trasero, que
termina a las orillas de un lago. Mi lago, en realidad, el Lago Lali. Tener un
padre que juega profesionalmente significa que no carecemos de comodidades.
Nuestra casa es enorme, con pisos de madera por todas partes y ventanas
gigantes con vistas al bosque y a los senderos. ¿La mejor cosa de nuestra casa?
La habitación de mis padres está en el otro lado, así que es como si Victorio y
yo tuviéramos nuestra propia ala privada. Papá nunca viene aquí.
A
veces me da vergüenza cuán generosamente vivimos porque muchas familias de por
aquí no tienen mucho. Tennessee es un lugar extraño, es como si fueras muy
rico, como yo, o muy pobre, como Peter. No hay mucho en el medio. Si papá hubiera
querido, podría estar
ganando quince o
veinte millones de dólares al año. Pero con las reglas del
tope salarial de la NFL siendo como son, eligió aceptar una reducción de su
salario para que los Titanes pudieran pagarles a otros jugadores más dinero.
Preferiría tener una línea ofensiva asesina para protegerlo que un poco más de
efectivo.
Acostada
en mi cama trato de sumergirme en el rock antiguo, y trato de olvidar que me
sacaron hoy. Trato de olvidar el cuerpo de Federico.
Entierro
mi cara en una almohada y el golpeo con el puño. Me doy la vuelta, salto de la
cama y me paseo ida y vuelta a través de los pisos de madera mordiéndome los
nudillos. Después me
doy vuelta de
nuevo, agarro mi Gatorade de la mesa de noche y empiezo a
golpear la botella contra mi palma.
Aprieto
la botella para ver si soy lo suficientemente fuerte para reventarla. Entierro
mis dedos en ella pero no se hunde, así que lanzo la maldita cosa a través de
mi habitación y contra mi cómoda, tirando un montón de lociones y perfumes y
otras porquerías que mamá me compra al piso.
Voy
a recoger las cosas femeninas y las pongo de nuevo sobre mi cómoda, y el regalo
de cumpleaños de parte de mamá se asoma por detrás de mi trofeo de Jugador más
Valioso del segundo año, burlándose de mí. Por mis diecisiete me compró este
patético diario.
—Lali
—dijo—, escribir me permite blah, blah, blah, pensar profundo acerca del karma,
blah, blah, blah, y me ayuda a resolver mis problemas.
Mamá
debería obtener un trabajo creando patéticos mantras para los fondos de las
tapas de las botellas de jugo. ¿Pero tenía razón?
Levanto
el Moleskine y paso el pulgar a través de las páginas blancas y tiesas.
Al
sentarme de nuevo en mi cama, abro el diario. No es como si el papel me fuera a
juzgar, o cuestionar mi cordura, o dudar de mi habilidad para liderar el equipo
de fútbol. Nadie podía saberlo, los chicos se burlarían de mí por eones si se
enteraran.
Por
lo menos, al escribir las cosas, estarían fuera de mi cabeza, fuera de mi
cuerpo.
Me
estiro sobre mi mesa de noche y empujo un montón de revistas Sports Illustrated
a un lado para encontrar un bolígrafo, luego escribo:
Nunca he visto a nadie tan malditamente hermoso. Nadie
nunca me ha distraído así... Pero estoy muy por detrás que alguien más, nunca
he visto a un chico desnudo... Bueno, supongo que he visto a Peter en bóxer
muchas veces, y su cuerpo es caliente, caliente como alitas de pollo hirviendo,
así que Federico debe ser hermoso. Y quiero tocar… Dios, ¿qué diablos estoy escribiendo? Garabateo
encima de las jodidas palabras.
Mientras
que muerdo el bolígrafo pensando qué escribir sobre Federico, algo que no sea
completamente una porquería, escucho un golpe en la puerta. — ¿Quién es? —digo,
metiendo el diario debajo de mi almohada.
—Victorio.
—Entra.
Porque no lo llevó lali a su casa q mala y lo que escribió en su diario se nota q le está atrayendo
ResponderEliminarSe atraen mutuamente!!
ResponderEliminarMassss
Si k la sacó Peter d su eje!!!!
ResponderEliminarmás más más
ResponderEliminarno se supone que es peter quien aparece con el que pelea su puesto en el equipo a caso no es el el protagonista junto con ella ? la verdad no entiendo que lo tenga de amigo cuando es el el que aparece en la sinopsis junto con ella el que llegara a disputarle el lugar que ella no quiere perder por lo de la beca universitaria ? en lugar de eso esta federico osea pára mi deberia ser el el amigo y no pitt ?......!¡...¿?....es decir el la sinopsis aparece como protagonista con ella y a penas ley no es asi ? la verdad no entiendo ?.....
ResponderEliminar