martes, 23 de junio de 2015

Capítulo 2

Sacudo la cabeza hacia el grupo de porristas que se cierne a diez metros de distancia cerca de un poste de gol, haciendo ojitos a los chicos.

Pero somos un paquete completo dice con una sonrisa.


Esa es la razón por la que siempre piensas en tu paquete —responde Pablo.

— ¿Y tú no? —le disparo y Pablo golpea mi hombro, haciéndome tropezar hacia atrás.

Rompemos a reír de nuevo.

Y luego vienen dos porristas y empiezan a adular a Pablo y Peter. ¿Qué les tomó tanto tiempo?

Pablo y Rocío empiezan a besarse como si ganar el campeonato del estado dependiese de ello, y Belén entrelaza sus dedos con los de Peter y le sonríe. A continuación, Paula y Mery vienen, porque las porristas viajan en paquete.

Buen entrenamiento el de hoy, Lali dice Mery, dándome una sonrisa—. Ese fugitivo mariscal de campo tuyo es genial.

— ¿Te dijo Peter que dijeras eso? —le pregunto, mirándola fijamente.

—No —murmura, mirando sus pompones mientras los agita.

Pablo y Rocío se separan, como si estuviesen separando velcro, mientras Paula dice:

—No dejes que Lali empiece, Mery. Estaremos aq toda la noche escuchando las estadísticas e indicadores de los lanzamientos de fútbol...

—Se llaman pases, Paula le respondo—. No pienses demasiado. He oído que hace que el cabello se frise.

Ja, ja responde Paula, pero inconscientemente alisa su cabello castaño con una mano.

Toma todo lo que tengo no echarme a reír cuando veo a Belén y Rocío acariciando su cabello también. Echo un vistazo a Peter, Pablo, y Nicolás, y ellos comienzan a reírse de nuevo. Lo mismo pasa con Mery.

Llamen si cambian de opinión sobre ir a comer —nos dice Peter a mí y a Nicolás, y golpeamos los puños antes de que Peter y Pablo se alejen con su club de fans hacia los vestuarios.

Aprieto mi cuaderno de jugadas junto mi pecho y por un momento, siento una punzada de soledad y deseo haber pedido a Peter que viniera. Él ha estado triste desde que su novia le dejó hace un par de meses, por lo que probablemente agradecería la compañía. Sobre todo desde que ha estado pasando tiempo con chicas que piensan que un Ave María es una oración dedicada a la madre de Jesús.

Pero sólo me distrae y necesito concentrarme en hacerlo bien para Alabama.

—Nicolás, vámonos a casa. Escucho a su padre llamarle desde la primera fila de las gradas de metal—. Tu mamá está manteniendo la cena caliente hasta que hayamos terminado el entrenamiento.

Ten un divertido video dice Nicolás—. Voy a estar deseando ser tú mientras hago abdominales con mi padre esta noche.

Nicolás se mueve hacia su padre, quien de inmediato empieza a hablar y a gesticular con las manos, probablemente, dando una ctica del jugada-por- jugada sobre el entrenamiento.

Ojapapá quisiese hablar conmigo de esa manera.

De vuelta a casa, tomo un asiento en la mesa de la cocina y abro mi cuaderno de jugadas. Pelo un plátano estudiando la formación del Conejo Rojo, esta locamente genial jugada de engaño que el entrenador quiere tratar de hacer con nosotros mañana. Va a ser duro, pero Peter y yo podemos llevarla a cabo.

Mamá entra, pone sus tijeras de podar y guantes de jardinería en el mostrador, y luego vierte agua en un vaso.

— ¿Por q no sales con tus amigos esta noche?

—No estoy lista para el juego de apertura contesto, mis ojos en la formación de Xs y Os garabateadas en el papel.

Por lo que he visto en el entrenamiento, estás definitivamente lista. No quiero que te agotes.

—Nunca.

Tal vez necesitas un masaje. Un día de spa... para estar fresca y relajada para el viernes. Podamos ir el jueves, después de que termine el voluntariado en el hospital.

Levanté lentamente la cabeza para mirar a mamá. Sí, estoy segura de que los chicos me tomaan en serio si me presento con as de color rosa la noche del viernes.

—No, pero gracias.

Le doy una sonrisa para no lastimar sus sentimientos. Ella me devuelve la sonrisa.

—¿Qué estás planeando usar en tu viaje a Alabama? Me encojo de hombros.

—No lo sé. ¿Tacos? ¿Y mis sudadera Hundred Oaks? Mamá sorbe su agua.

Estaba pensando que tal vez podamos ir a comprar un vestido.

—Nah, pero gracias.

Dios, si llevaba un vestido, los chicos de Alabama iban a mandarme riendo directamente fuera de Tuscaloosa, directo de vuelta a una lamentable Segunda División de la escuela.

El entrenador en jefe de Alabama es un gran fanático de Baltimore. Tal veuse una camiseta de los Cuervos.

Mamá se e.

Papá te sacaría a patadas de casa.

—¿Por  q estoy  pateando  a  mi  hija  fuera  de  casa?  pregunta  el  gran Carlos Espósito, mientras entra en la cocina y le da a mamá un beso y un abrazo.

—No hay ninguna razón murmuro y volteó una página de mi cuaderno de jugadas.

Papá agarra una botella de Gatorade, la mierda de fresa-ciruela para la que él hace la publicidad, y toma un trago. Sigue siendo tan bueno como siempre, pero su cabello negro ha empezado a volverse salpimentado. A los cuarenta y tres años de edad, mi padre ha tratado de retirarse después de cada una de las últimas cinco temporadas, pero siempre vuelve, por una razón u otra. Con los años, se ha convertido en una broma para los presentadores deportivos, a menos que queramos que nos grite, no le preguntamos cuando realmente va a retirarse.

Se queda mirando hacia mi cuaderno de jugadas y sacude la cabeza.

— ¿Vienes a mi partido el viernes? —le pregunto a papá. Mira a mamá cuando responde.

Tal vez. Voy a pensarlo.

Está bien...

— ¿Qué si los llevo a ti y a Peter a pescar el sábado por la mañana antes de ir al partido de tu hermano? —Papá me sonríe expectante.

Que total mierda. ¿Va a ir al juego de Victorio, pero no vend al mío? ¿Y trata de arreglarlo pidiéndome ir a pescar?

—No, gracias —le digo.

La sonrisa se disuelve en la cara de papá.

Tal vez el pximo fin de semana entonces dice en voz baja.

—Y  tal  vez  podas  venir  a  mi  partido  el  viernes    murmuro  para  mis adentros—. Mamá, ¿dónde está Victorio?                                                                     
Estoy ansiosa por empezar a ver más videos de Alabama. A pesar de que he visto cientos de juegos de universitarios y profesionales, me encanta recibir una opinión experta y buena, papá nunca está dispuesto a dármela.

Oh responde mamá—. Su entrenador convocó una reunión de equipo. Victorio me pid que te dijera que lo siente.

Está bien digo en voz baja.

Mamá  comienza  a  contarle  a  papá  todo  acerca  de  sus  rosas  y  girasoles, señalando por la ventana de la cocina hacia el jardín.

Los girasoles casi ha alcanzado un estado Zen, ¿no te parece?

Papá envuelve sus brazos alrededor de mamá, y juro que lo oigo murmurar:

Estoy en un estado de exacto Zen justo ahora también.

Antes de llegar a vomitar, agarro mi cuaderno de jugadas y un paquete de galletas de chispas de chocolate y bajo las escaleras hasta nuestro sótano, en el que enciendo el televisor y pongo un DVD del campeonato nacional del año pasado, el partido de Alabama vs Texas.

Apago las luces, me siento en uno de los sofás de cuero, y excavo en las galletas, mientras pulso el botón de reproducción en el mando a distancia.

Entonces. Mis amigos están fuera conectando con porristas.

Mi padre se preocupa más por los girasoles que alcanzan el estado Zen que por mis sentimientos.

Por lo menos tengo al fútbol.

Ha sido mi vida desde que tenía siete años, pero a veces Peter dice que tengo que dedicar menos tiempo a concentrarme y empezar a “vivir la vida como si fuese al infierno mañana.

Pero me siento como una adolescente normal y corriente. Bueno, lo más normal que puedo ser. Quiero decir, obviamente creo que Justin Timberlake está mega bueno pero también mido más 1.82 metros y puedo lanzar una balón de fútbol a unos cincuenta metros.

¿Otras formas en las que no soy normal?
Una chica que se cuelga con un equipo de fútbol entero debe conectar todo el tiempo, ¿verdad? Nop. Nunca he tenido un novio. Caray, nunca he besado a un hombre. Lo más cerca que he estado de un beso sucedió el verano pasado, pero fue una broma. En una fiesta, una de las porristas sugirió que jugásemos al juego de siete minutos en el cielo, ya sabes, ¿el juego dónde vas a un armario y te besas? De alguna manera a Peter y a mí nos mandaron al armario, juntos, y por supuesto que no nos besamos, pero terminamos en una loca partida de lucha libre de pulgares. Que se convirt en un juego de empujones. Que se convirt en todo el mundo pensando que habíamos conectaden el armario. Sí, claro. Él es como mi hermano.

No es que los chicos no están interesados en mí, porque lo están, es que la mayoría de los hombres que conozco son o bien:

1. Más bajos que yo.

2. Maricas.

3. Están en mi equipo.

4. Todo lo anterior.

Nunca me he permitido salir con hombres de mi equipo. Y no estoy interesada en alguno de ellos de todos modos. Viajar en autobuses hacia y desde los juegos por años me ha apagado a todos ellos porque un viaje en autobús con mi equipo produce más gases que un vertedero.

Además, no tengo tiempo para los chicos, y si de repente tuviera que empezar a actuar como una chica, el equipo puede que no me tomase en serio. Y no puedo permitirme el lujo de perder mi confianza porque soy la estrella de los Hundred Oaks Red Raiders.


La estrella que Alabama amará la noche del viernes.

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