miércoles, 17 de junio de 2015

Capítulo 24

Hola, solo decirles que esta semana estoy bastante complicada de tiempo, así que posiblemente no suba capítulos seguidos, como ayer no subí hoy el capítulo es más largo.

Ale sonrió con satisfacción mientras la madre de Lali la abrazaba con fuerza. Había salido corriendo sin abrigo en el momento en que Pablo había detenido la camioneta.

—Gracias a Dios estás a salvo, —dijo.

Lali no se alejó. Peter estaba contento de verlas felices y reunidas. Su hermana menor abrazó a Lali por un lado mientras el No Novio estaba de pie pareciendo complacido.

Está bien mama. Estoy aquí. —Le dijo dándole palmaditas en la espalda.

Su madre dio un paso hacia atrás y tomo entre sus manos la cara de Lali.

—No tienes ni idea de lo asustada que estaba. De verdad. Juro que nunca te voy a perder de vista. —La tiró en otro abrazo de oso.

Peter espero en silencio, con su hermano a un lado, mientras Paula se ponía de mal humor esperando en la camioneta. Gracias a Dios que no había bajado para reunirse con todos. Después de su odioso comportamiento durante el trayecto, quería estrangularla. Durante el viaje para llevar a Lali, Paula insist en sentarse sobre sus piernas por que la cabina de la camioneta estaba llena de gente. Siguió mirando fijamente a Lali. No podía esperar más para sacarla de su regazo con la suficiente rapidez.

La madre de Lali finalmente la dejo ir. Lali se giró y sonrió dulcemente a Peter como si solo la estuviera reservando para él y dijo:

Mama, él es Peter Lanzani. Si no hubiera encontrado la cabaña, no sé qué hubiera pasado. Y éste es su hermano Pablo.

Muchas  gracias  por  cuidar  de  Lali.  ¿Está  bien  si  os  doy  un abrazo? Soy una abrazadora y estoy muy agradecida que la trajerais de regreso.

—Seguro. —Peter sonrió y recibió su abrazo. Lali puso los ojos en blanco. Él le guiñó un ojo. ¿Qué haría sin ella?

Su madre lo liberó del abrazo.

Chicos, ¿os gustaría entrar y tomar algo de chocolate caliente o algo de comer? miro al No Novio como si estuviera buscando su aprobación.

—Por supuesto. Nos gustaría escuchar la historia de vuestra aventura, —dijo Nicolas.

—Gracias, pero mis padres están esperando y necesitamos regresar,—dijo Peter, deseando tener más tiempo con Lali.

—Por  supuesto.  Estoy  segura  que  están  muy  preocupados  y  es Navidad.

Deseó un momento en privado con Lali pero sabía que eso no iba a pasar. Todos los miraban, especialmente Paula.

Tenemos que irnos, —sugir Pablo.

Peter quería decirle a Lali lo que había significado en su vida estos dos últimos días y que nunca olvidaría su Noche Buena. Pero no podía ponerl en   palabras.   ¿Estarí bien  que  l diera   un   abraz de despedida? Parecía muy atrevido, incluso aunque su madre lo hubiera abrazado. En lugar de hablar con el coran, dijo bruscamente:

Una vez que saque mi camioneta del rio, te trae tu bolsa de viaje y lo que hayas dejado también.

—Gracias. Seria genial. —Los ojos de Lali lo miraban fijamente, pero sabía que una simple mirada no podía transmitir sus sentimientos.

Conducid con cuidado, dijo Nicolas, despidiéndose con la mano de Pablo y Peter. La madre de Lali estaba de pie temblando de frio, con los brazos cruzados sobre el pecho para mantenerse caliente.

—Sera mejor que nos vayamos. —Asint con la cabeza hacia Lali. Se veía preocupada. ¿Qué era lo que quería decirle? ¿Estaba contenta de librarse de él? Probablemente. Especialmente después de lo que hizo Paula.

Subió a la camioneta. Pablo regresó  por la angosta entrada. La nieve se había juntado en ambos lados del camino. La madre de Lali se dirig hacia la calidez de su casa. Su corazón se apretaba mientras ella desaparecía de su vista. La realidad de Peter estaba sentada a su lado, su perfume lo asfixiaba.

Después de una larga ducha, algunas aspirinas y una siesta, Lali se sentía humana de nuevo. Usaba los jeans de su hermana de dieciséis años y una sudadera con capucha, se unió a su madre y a su hermana en la mesa del comedor de la enorme cabaña del No Novio. Parecía ser lo suficientemente agradable, pero su gusto en decoración era un poco salvaje para ella.

Una cabeza de venado con una enorme cornamenta adornaba la pared encima de la gran chimenea. Otra cabeza de venado en el recibidor. Un pez, varios pájaros y un zorro fueron disecados para montarse en toda la cabaña. Lo peor era que todos parecían estarla mirando.

Su madre puso un tazón con verduras hervidas sobre la mesa entre otros platos. Lali no sabía que eran.

—¿Qué es eso? No parecen ser patatas.

—Son tubérculos: nabo, chirivía y remolacha. Pruébalos, son buenos.
—Su madre se sentó, alcanzando su mano y dándole un apretón. No puedo creer por todo lo que has pasado. Es un milagro que los dos estéis bien. Y Peter, que joven tan hábil.

¡Y guapísimo! agregó Aleli.

Lali le sonrió a su hermana. Seguro lo es. Seguía sin creer que había pasado dos días con un chico que podría ser modelo de ropa interior.

Nicolas apareció con un secador de manos sobre el hombro y un plato servido en las manos.

—No puedo esperar a que pruebes la codorniz. Las cazé el otoño pasado  y  han  estado  en  el  congelador  para  una  ocasión  especial como esta. Miró a su madre con una expresión de amor que debería haber sido por parte de su padre.

Lali examinó el pequeño, pájaro sin cabeza y se tragó su asco.

Mamá, ¿nde está la pierna? —preguntó en voz baja. Su madre siempre servía pierna en miel y puré de patatas en Navidad.

—¿Peter hizo un movimiento contigo? preguntó Aleli.

¡Aleli! —su madre la regañó y miró a Nicolas para ver si había escuchado.

—¿Qué? —se quejó—. Estuvo nevando durante dos días. Tendría que haber algo mal con el chico si no intentara nada.

Lali  miro  a  Aleli  para  que   se  callara,  pero  malinterpretó  su gesto y leyó más en él.

¡Oh mi Dios! Se te lan, ¿cierto? —Aleli dejó caer su tenedor sobre el plato, creando un estrepito.

Lali pensó en Peter besándola frente a la chimenea. Nunca había experimentado nada más romántico en su vida. La mano de Peter había vagado sobre ella mientras la besaba. Ella no lo había detenido.

¡Te estas ruborizando! ¡No puedo creerlo! ¡Suéltalo! —dijo golpeando la mesa.

Nicolas frunc el ceño. Su madre negó con la cabeza avergonzada. Lali pateó a su hermana.

llate, Aleli. No hay nada de qué hablar.

Sí, seguro, —dijo con una sonrisa de satisfacción. Nicolas regresó con otro platillo.

¡Y como plato principal! dijo con un mal acento francés y poniendo un plato lleno del mas asqueroso pescado que haya visto.
El pescado completo. Cabeza y cola intacta, sus ojos redondos mirando.

¿Estas bromeando? le dio una rápida mirada de incredulidad a su madre. Su madre no esperaba que comieran ese pez muerto. No eran de la época de las cavernas. A ella le gustaba el pescado sin espinas y sin huesos, empanado y cocinado.

Su madre, estaba usando mucho maquillaje, asint con una sonrisa forzada.

—¿No es maravilloso cuanto se ha esforzado Nicolas en prepararnos esta cena silvestre por Navidad?

—No es nada, me encanta cocinar. Y esto se llama una cena de la naturaleza, no silvestre. Todo lo que vamos a disfrutar esta noche crece o vive en la naturaleza antes de que fuera recogida o cazada.

Te refieres a sacrificados. Lali miró hacia el cuerpo del  pequeño pájaro. Nunca vería de la misma forma a un petirrojo. Había comido la cena más deliciosa en la cabaña con Peter.

Nicolas se sentó en la cabecera de la mesa.

—No seáis tímidas, comed. —Apuñaló a la codorniz con el tenedor y la puso en su plato.

Lali y Aleli miraron con expectación a su madre.

—¿Mamá?  —cuando  no  respondió,  Lali  dijo  en  voz  baja—,  es Navidad. ¿No vamos a dar las gracias?

Su madre miro a Aleli y después a Lali. Su madre parecía incomoda.

Está bien querida. No tenemos que hacerlo cuando estamos en la casa de alguien más, murmuró.

—Pero es Navidad, —insistLali. Siempre daban las gracias antes de cenar y parecía que era más importante en esta Navidad que antes.

—¿Qué se me ha olvidado? —preguntó Nicolas.

—No es nada. Las chicas normalmente dan las gracias antes de la cena de Navidad. Pero está bien hacer las cosas de forma diferente, dijo en un tono ligero.

¡Es una tradición! dijo bruscamente Aleli.

—Puedes orar. ¿Cómo lo hacéis? él bajo los cubiertos.

—¿Te gustaría hacer la oración de gracias, Lali?  —preguntó  su madre.

No, no quería decir la oración de gracias. Su padre siempre la hacía, pero no estaba aquí y nunca estaría de nuevo. Aleli se sentó con los hombros  caídos  y  miró  su  vaso  de  vidrio  con  leche.  Con  Nicolas  la cabeza de la mesa, ignorando lo dolorosa que había hecho la Navidad para Lali y su hermana. Su madre adornaba el otro lado de la mesa, usando un  top  ceñido diseñado para  una mujer mucho más  joven. Estaba más interesada en mantener la atención de los ojos de Nicolas que ayudar a sus hijas a sobre llevar la primera Navidad sin su padre.

—No, olvídalo. Está bien. —Necesitaba que terminara la noche.

—No me importa. Por favor, adelante, —urgió Nicolas.

Respira. ¿No ve lo que está mal? Debió haber mantenido la boca cerrada.

—Lali, si quieres orar para dar gracias, es el tiempo de hacerlo. Nicolas se esforzó mucho con esta comida y se está enfriando, dijo su madre.

Lali sabía cuánto quería impresionar al No Novio. El timbre de la puerta sonó, dándole un respiro.

—Yo atiendo. Él puso la servilleta sobre la mesa y abrió la puerta, mientras el pez muerto miraba fijamente a las chicas.

—¿Qué es lo que quieres Lali? —preguntó su madre.

—¿Yo? ¿Qué hay de ti? Papá siempre hace la oración de gracias en Navidad. ¡Era una tradición! y ¿qué pasa con ésta comida? ¿Quién come estas cosas?

Hay alguien que quiere verte Lali, dijo Nicolas desde el recibidor. Lali  se  levantó  confundida.  ¿Quién  podría  estar  en  la  puerta, buscándola? Y entonces se dio cuenta de que solo podría ser Peter. Su pulso  se  aceleró.  Peter  debió  haber  entendido  por  que  estaba  tan alterada. Tal vez podría salvarla de este espectáculo de fenómenos. Dio la vuelta, incapaz de esconder su emoción. El hermano de Peter estaba en el vestíbulo.

—Oh, hola Pablo.

Él sintió su desilusión y le ofreció una media sonrisa.

Hola. Peter me pidió que viniera a traerte tus cosas.

Vio su bolsa de viaje con ropa sucia y la bolsa de las compras hecha jirones a sus pies. ¿No quiso Peter traerle sus cosas?

—Ah. Gracias. Ahora no tend que pedirle ropa prestada a mi hermana. —¿nde estaba Peter? No debía querer verla de nuevo—. ¿mo está su camioneta? —preguntó, pero lo que realmente quería saber  es  porque  no  había  venido  Peter.  Supuso  que  Paula  se  había negado a hacerlo.

—Sorprendentemente bien. Fue capaz de manejar a casa una vez que logro sacarla. Había muchísimo hielo dentro de ella.

—Apuesto a que sí.

Hola Pablo. Su madre apareció con Aleli y Nicolas.

Hola, señora Espósito. Mi padre me pidió que le dejara saber que contactó al dueño de la cabaña y se encargó de reparar la ventana rota.

—Gracias. Es muy generoso de su parte. Asegúrate de que me haga saber si hay algo que pueda hacer, dijo su madre.

—¿nde está Peter? —preguntó Aleli.

Pablo miró pidamente en la dirección de Lali.

Está en casa de Paula.

Lali sint que todos ponían sus ojos en ella.

—Gracias por traerme mis cosas. Realmente lo aprecio, —dijo, con falso entusiasmo.

—No hay problema. Voy a regresar a casa. Vamos a celebrar la Navidad esta noche.

Lali regresó a la mesa en donde los otros comenzaron a comer. Peleó contra sus emociones. Peter estaba con Paula ahora y ellos lo sabían. Esperaba que estuviera rompiendo su compromiso, pero ¿y si no lo hacía?

¿Había sido usada por un chico que no tenía intención de dejar a su novia? Su garganta se apretó. Mantuvo los ojos enfocados en su plato donde se había servido lo que debía ser nabo y un rollo integral. Nicolas parloteaba sobre el tipo de arma que era utilizada para cazar un ciervo. Luc contra la urgencia de correr a su cuarto y enterrarse bajo las cobijas.

Solo quería ir a casa.

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