domingo, 28 de junio de 2015

Capítulo 6

Mi hermano entra y se sienta junto a mí en la cama.

— ¿Dónde está tu otra mitad? —pregunto.

Victorio se ríe. — ¿Jake? En mi habitación, llamando a unas chicas que conocimos la otra noche. ¿Entonces, qué pasó en la práctica hoy?


Entierro mi cara en la almohada. —Tienes que prometer que no te burlarás de mí. Frota mi hombro. —Lo prometo.                                                                               

—Nicolás me tacleó accidentalmente.

— ¿Nicolás te tacleó? ¿Dónde diablos estaba Pablo?

—Fue mi culpa. No estaba prestando atención  —digo, gimiendo contra  mi almohada.

—Eso es difícil de creer. Cuando estás en la zona, estás en la zona. Quiero decir, nunca te he visto perder la concentración.

Me doy vuelta y miro a Victorio. —Uhm... un nuevo mariscal de campo se probó hoy para el equipo. Acaba de ser transferido de Texas. Y es bueno. Condenadamente bueno. Mejor que yo.

Victorio silba y pasa los dedos por  su  cabello.  —El  entrenador sería bastante estúpido si hace un cambio de mariscal de campo dos días antes del partido inaugural. Tú vas a comenzar, hermana.

Golpeo el brazo de Victorio. —Por supuesto que voy a comenzar.

—No lo entiendo entonces. ¿Estás amenazada por él?

Tomo  una  respiración  profunda,  me  enderezo  y  me  inclino  contra  las almohadas. Le puedo decir a mi hermano sobre Federico, Victorio no se lo dirá a nadie más. Sólo no puedo decirle acerca de querer taclear a Federico en los vestuarios de los chicos.

—Creo que me gusta.

Victorio comienza a toser, luego sonríe. — ¿Tú? ¿Lali Espósito? ¿Tienes un flechazo? Sí, claro.

—Te dije que no te burlaras. —Lo empujo fuera de mi cama.

Sonriendo, Victorio se estira en el piso de madera y pone las manos detrás de la cabeza.

—No me estoy burlando. Creo que es genial. Era tiempo que comiences a notar a los chicos.

—Oh, cállate. Sí noto a los chicos. Es sólo que... esto es tan raro, cuando entró a la cancha, simplemente lo perdí...

— ¿Entonces qué vas a hacer al respecto?

—No lo sé. Tratar de mantener la cabeza despejada durante las prácticas y los   juegos. No puedo salir con un chico que esté en el equipo. Especialmente no un rival de mi posición.

Victorio asiente. —Buena suerte. Sólo mantén la cabeza en el juego y estarás bien. Y no mires a los laterales demasiado. Es posible que te de hambre de un trozo de carne del hombre.

— ¡Amigo! ¡Cállate! —Grito, tirándole mis almohadas—. Eres horrible. —Cubro mi cara con las manos—. Dios. ¿Por qué Federico no se pudo haber mudado después de terminada la temporada?

— ¿Cuál es su nombre?

—Andrés Federico Romero.

—Bueno, Federico es un chico con suerte si mi hermana está interesada en él. No puedo esperar para conocerlo en el partido del viernes a la noche.

— ¿No vas a estar de vuelta en la universidad para entonces? ¿No tienes un juego el sábado?

—El entrenador dice que está bien si vuelvo el sábado a la mañana. Además, este va a ser el único juego de ustedes que voy a poder ver este año. Quiero ver qué escuelas tienen reclutadores revisándolos además de Alabama. Hablaré un poco con ellos.

Le sonrío a Victorio. — ¡Gracias!

―Vas a tener tu selección de becas. Imagínalo. Serás la primera chica en jugar como mariscal de campo a nivel universitario.

Suspiro.

―De verdad quiero ir a Alabama. Simplemente desearía que papá me apoyara. ¿Él no cree que sea buena?

―Él sabe que eres buena ―dice Victorio, alborotando su cabello, evitando mi mirada―. Papá simplemente… está asustado. Sabe que puedes vencer a todos esos tontos a nivel de secundaria, pero la universidad es una bestia diferente.

Asiento lentamente, luego le sonrío.

―No puedo esperar por tu juego el sábado. Vas a matar a los Gators.

Victorio agita una mano, pero parece satisfecho.                                                          

―Gracias. Lo tenemos. Mientras juguemos bien.

― ¡Victorio, Lali, Jake! Hora de la cena ―grita mamá desde abajo.

―No le digas a papá y mamá sobre Federico ―le advierto a Victorio.

― ¡Pero estarán tan contentos de saber que no eres lesbiana!

¿Has visto esas escenas en las noticias donde las personas de “Comida por la Paz” llevan enormes bolsas de trigo a los niños hambrientos en Somalia? Miles de personas se apiñan alrededor de los camiones y se golpean unos a otros para obtener una bolsa de maíz.

Así es la hora de la cena en mi casa. Cuando me siento a la mesa, soy como un bombero sigiloso mientras aseguro cuatro piezas de pan, porque si no lo hago ahora, no tendré ninguna más tarde. Victorio y Jake ponen grandes cucharadas de puré de papas en sus platos, y yo tomo tres piernas de pollo. No comenzaremos a comer hasta que papá traiga su trasero aquí, pero todos estamos a punto de empezar.

Mamá trae una jarra de limonada y me sirve un vaso. Nos mira a todos y ve la silla vacía de Peter.

― ¿Dónde está Peter? ―pregunta mamá.

―Tenía una cita de estudio ―respondo.

― ¿Una cita cita? ―pregunta Victorio, entrecerrando sus ojos.

―Supongo.

― ¿Con quién?

―No lo sé… alguna porrista. Mery Baird.

―Creí que volvería con Eugenia ―dice mamá―. El otro día me dijo que iba a pedirle salir de nuevo.

―No sé. No lo mencionó cuando le sugerí eso ―digo, centrándome en mi pierna de pollo. No puedo esperar a comerme esta cosa. Victorio mira a mamá, que se encoge de hombros. ¿Por qué están tan interesados en la vida amorosa de Peter? ¿O debería decir vida sexual?

En noticias más importantes, estoy muriendo por empezar la cena. Todo esto de pensar en Federico me ha puesto voraz. No sabía que tener un enamoramiento con un chico me exigiría mi consumo de calorías.

El gran Carlos Espósito finalmente entra y se sienta en la cabecera de la mesa. Abre una botella de Gatorade al lado de su plato y agarra su servilleta.

Puedo decir del ceño en su cara que papá está de un humor terrible, así que me pregunto si la práctica de los Titanes apestó o algo así. Cuando finalmente agarra un tenedor y empieza a comer su ensalada, el resto de nosotros empezamos a llevar la comida a nuestras bocas como si realmente fuéramos pobres niños somalíes hambrientos. Un minuto después, papá deja caer su tenedor sobre su plato. Todo el mundo lo mira.

― ¿Don? ―dice mamá.

Papá ignora a mamá y se centra en mí.

―Lali, enserio creo que es hora de que consideres renunciar al fútbol.

―Papá, por favor ―dice Victorio. Jake levanta su cubierto y servilleta y se sienta en el borde de su silla y mira fijamente a papá, casi como si no quisiera presenciar esto, pero no puede evitar quedarse y observar.

―Victorio, mantente fuera de esto ―dice papá, centrándose en mí de nuevo―. Joe llamó para decirme que su hijo te golpeó fuerte hoy.

―No fue gran cosa ―digo, empujando mi ensalada alrededor de mi plato con un tenedor.

―Pero podría haber sido gran cosa, Lali. No creo que entiendas lo peligroso que es este deporte ―dice papá con voz temblorosa. Espero que no use ese tono en frente de sus compañeros de equipo, porque éste lo hace sonar como un completo mariposón.

― ¡Papá, he estado jugando durante diez años!

―Joe pesa 125 kilos. Tú pesas 85. Eres afortunada de que no perdieras el conocimiento.

―Papá empieza a atiborrar su boca de ensalada. Victorio muerde su pechuga de pollo como un buitre o algo así y sacude su cabeza hacia papá.

―Bueno, nada sucedió ―digo―, y no voy a renunciar. Papá se frota los ojos.

― ¿Qué, exactamente, quieres hacer con el fútbol de todos modos? Ninguna mujer ha estado alguna vez en la NFL, porque serían asesinadas.

―No lo sé, papá. Ahora, todo lo que quiero es jugar en la universidad, y ver qué sucede allí.

―Podrías ser herida seriamente. Los chicos en la universidad juegan en un nivel totalmente diferente a la secundaria.

― ¿No sabes lo buena que soy?

―No deberías estar jugando un deporte con chicos que son de dos veces tu tamaño.

―Papá ataca su pollo con un cuchillo y tenedor, arrancando la carne del hueso y llevándola a su boca.

―Quizás sabrías lo buena que es si alguna vez aparecieras a alguno de sus juegos, papá ―dice Victorio bruscamente. Jake deja escapar un silbido bajo y creo que está a punto irse, cuando papá repentinamente se pone de pie y lanza su servilleta a la mesa. Le lanza una mirada a Victorio, la mirada de la muerte, que no he visto desde que Peter y yo condujimos accidentalmente el vehículo todoterreno de papá hacia el lago.

―Gracias por la cena, Julie ―dice papá, inclinándose para besar la mejilla de mamá. Él levanta su plato, pone la botella de Gatorade bajo su brazo y deja la habitación. Unos segundos después, escucho la puerta de su estudio cerrarse de golpe.

Mi apetito se ha ido, levanto mi plato y lo extiendo hacia Victorio y Jake. Mi hermano agarra el pan y el pollo y Jake toma el puré de papas de mi plato.

Victorio rasga la segunda pechuga de pollo, luego se limpia la grasa de los labios con una servilleta.

―Papá es tan idiota.

Sonriéndole a mi hermano, me levanto y llevo mi plato al fregadero. Antes de dirigirme al segundo piso, me detengo fuera del comedor porque escucho a mamá hablar en voz baja.

―Victorio, sé que estás enojado, pero le mostrarás más respeto a tu padre. 
             
―Sí, señora ―responde Victorio suavemente.

Deseo que Peter estuviera aquí para hacerme reír ahora, porque me siento como mierda. Para sacar de mi mente la idiotez de mi papá, corro hasta arriba a mi habitación y tomo el estúpido diario. Luego salgo hacia el patio trasero, a través  del  jardín  al  cobertizo  de  mamá,  esta  choza  desvencijada  que  está cubierta de hiedra y musgo. Es totalmente Escocia.

Mirando sobre mi hombro para asegurarme que nadie está observándome, me deslizo en el interior, cierro la puerta y tomo un asiento al lado de las palas en la esquina, donde corrientes de luz de nuestra cubierta son lanzadas a través de la ventana y las grietas en el revestimiento, iluminando el suelo sucio.

Adoro esconderme en el cobertizo cuando necesito tiempo a solas. Cuando éramos  pequeños,  Peter  y  yo  solíamos  jugar  a  la  casita  aquí.  Hacíamos anuncios tediosamente largos sobre cómo nunca nos casaríamos con alguien, y me gustaba  fingir que teníamos una  bolera,  y  Peter  hablaba  de tener  un helipuerto, y yo me imponía a eso fingiendo que tenía un transportador como el de Star Trek.

Encuentro mi linterna. Y la sostengo usando mi barbilla, abro el Moleskine en una  página  en  blanco  y  trato  de  pensar  en  algo  que  escribir,  además  de fantasías de ver a Federico…

―Jesús, Espósito ―murmuro―. Cálmate.

Garabateo. Unas cuantas imágenes de balones de fútbol, algunos molinillos, el logo de Alabama Roll Tide cerca de treinta veces. Dibujo unas cuantas Xs y Os, que no son abrazos y besos, sino jugadas ofensivas del cuaderno de jugadas del equipo, y ―bien, bien― escribo L.E.+P.L., lo que borroneo de inmediato.

Arranco la página de garabatos y lo arrugo.

Oda a Federico… me encanta tu caída de tres pasos y esa liberación rápida.


Río mientras arranco esa página también.

3 comentarios:

  1. Buena defensa d Victorio.
    Todo lo k escribe lo arranca

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  2. Vuelvo a leerla después de días

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  3. pense que peter seria el que le disputaria el puesto a lali de mariscal de campo ya que estaba en la sinopsis no deberia ser federico su amigo en lugar de peter la verdad no entiendo por que entonces aparece peter en la sinopsis como el nuevo mariscal de campo en lugar de federico? muy buena la nove pero aun sigo si entender a caso no es laliter ?

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