Mi
hermano entra y se sienta junto a mí en la cama.
— ¿Dónde
está tu otra mitad? —pregunto.
Victorio
se ríe. — ¿Jake? En mi habitación, llamando a unas chicas que conocimos la otra
noche. ¿Entonces, qué pasó en la práctica hoy?
Entierro
mi cara en la almohada. —Tienes que prometer que no te burlarás de mí. Frota mi
hombro. —Lo prometo.
—Nicolás
me tacleó accidentalmente.
— ¿Nicolás
te tacleó? ¿Dónde diablos estaba Pablo?
—Fue
mi culpa. No estaba prestando atención
—digo, gimiendo contra mi
almohada.
—Eso
es difícil de creer. Cuando estás en la zona, estás en la zona. Quiero decir,
nunca te he visto perder la concentración.
Me
doy vuelta y miro a Victorio. —Uhm... un nuevo mariscal de campo se probó hoy
para el equipo. Acaba de ser transferido de Texas. Y es bueno. Condenadamente
bueno. Mejor que yo.
Victorio
silba y pasa los dedos por su cabello.
—El entrenador sería bastante
estúpido si hace un cambio de mariscal de campo dos días antes del partido
inaugural. Tú vas a comenzar, hermana.
Golpeo
el brazo de Victorio. —Por supuesto que voy a comenzar.
—No
lo entiendo entonces. ¿Estás amenazada por él?
Tomo una
respiración profunda, me
enderezo y me
inclino contra las almohadas. Le puedo decir a mi hermano
sobre Federico, Victorio no se lo dirá a nadie más. Sólo no puedo decirle
acerca de querer taclear a Federico en los vestuarios de los chicos.
—Creo
que me gusta.
Victorio
comienza a toser, luego sonríe. — ¿Tú? ¿Lali Espósito? ¿Tienes un flechazo? Sí,
claro.
—Te
dije que no te burlaras. —Lo empujo fuera de mi cama.
Sonriendo,
Victorio se estira en el piso de madera y pone las manos detrás de la cabeza.
—No
me estoy burlando. Creo que es genial. Era tiempo que comiences a notar a los
chicos.
—Oh,
cállate. Sí noto a los chicos. Es sólo que... esto es tan raro, cuando entró a
la cancha, simplemente lo perdí...
— ¿Entonces
qué vas a hacer al respecto?
—No
lo sé. Tratar de mantener la cabeza despejada durante las prácticas y los juegos. No puedo salir con un chico que esté
en el equipo. Especialmente no un rival de mi posición.
Victorio
asiente. —Buena suerte. Sólo mantén la cabeza en el juego y estarás bien. Y no
mires a los laterales demasiado. Es posible que te de hambre de un trozo de
carne del hombre.
— ¡Amigo!
¡Cállate! —Grito, tirándole mis almohadas—. Eres horrible. —Cubro mi cara con
las manos—. Dios. ¿Por qué Federico no se pudo haber mudado después de
terminada la temporada?
— ¿Cuál
es su nombre?
—Andrés
Federico Romero.
—Bueno,
Federico es un chico con suerte si mi hermana está interesada en él. No puedo
esperar para conocerlo en el partido del viernes a la noche.
— ¿No
vas a estar de vuelta en la universidad para entonces? ¿No tienes un juego el
sábado?
—El
entrenador dice que está bien si vuelvo el sábado a la mañana. Además, este va
a ser el único juego de ustedes que voy a poder ver este año. Quiero ver qué
escuelas tienen reclutadores revisándolos además de Alabama. Hablaré un poco
con ellos.
Le
sonrío a Victorio. — ¡Gracias!
―Vas
a tener tu selección de becas. Imagínalo. Serás la primera chica en jugar como
mariscal de campo a nivel universitario.
Suspiro.
―De
verdad quiero ir a Alabama. Simplemente desearía que papá me apoyara. ¿Él no
cree que sea buena?
―Él
sabe que eres buena ―dice Victorio, alborotando su cabello, evitando mi
mirada―. Papá simplemente… está asustado. Sabe que puedes vencer a todos esos
tontos a nivel de secundaria, pero la universidad es una bestia diferente.
Asiento
lentamente, luego le sonrío.
―No
puedo esperar por tu juego el sábado. Vas a matar a los Gators.
Victorio
agita una mano, pero parece satisfecho.
―Gracias.
Lo tenemos. Mientras juguemos bien.
― ¡Victorio,
Lali, Jake! Hora de la cena ―grita mamá desde abajo.
―No
le digas a papá y mamá sobre Federico ―le advierto a Victorio.
― ¡Pero
estarán tan contentos de saber que no eres lesbiana!
¿Has
visto esas escenas en las noticias donde las personas de “Comida por la Paz”
llevan enormes bolsas de trigo a los niños hambrientos en Somalia? Miles de
personas se apiñan alrededor de los camiones y se golpean unos a otros para
obtener una bolsa de maíz.
Así
es la hora de la cena en mi casa. Cuando me siento a la mesa, soy como un
bombero sigiloso mientras aseguro cuatro piezas de pan, porque si no lo hago
ahora, no tendré ninguna más tarde. Victorio y Jake ponen grandes cucharadas de
puré de papas en sus platos, y yo tomo tres piernas de pollo. No comenzaremos a
comer hasta que papá traiga su trasero aquí, pero todos estamos a punto de
empezar.
Mamá
trae una jarra de limonada y me sirve un vaso. Nos mira a todos y ve la silla
vacía de Peter.
― ¿Dónde
está Peter? ―pregunta mamá.
―Tenía
una cita de estudio ―respondo.
― ¿Una
cita cita? ―pregunta Victorio, entrecerrando sus ojos.
―Supongo.
― ¿Con
quién?
―No
lo sé… alguna porrista. Mery Baird.
―Creí
que volvería con Eugenia ―dice mamá―. El otro día me dijo que iba a pedirle
salir de nuevo.
―No
sé. No lo mencionó cuando le sugerí eso ―digo, centrándome en mi pierna de
pollo. No puedo esperar a comerme esta cosa. Victorio mira a mamá, que se
encoge de hombros. ¿Por qué están tan interesados en la vida amorosa de Peter?
¿O debería decir vida sexual?
En
noticias más importantes, estoy muriendo por empezar la cena. Todo esto de
pensar en Federico me ha puesto voraz. No sabía que tener un enamoramiento con
un chico me exigiría mi consumo de calorías.
El
gran Carlos Espósito finalmente entra y se sienta en la cabecera de la mesa.
Abre una botella de Gatorade al lado de su plato y agarra su servilleta.
Puedo
decir del ceño en su cara que papá está de un humor terrible, así que me
pregunto si la práctica de los Titanes apestó o algo así. Cuando finalmente
agarra un tenedor y empieza a comer su ensalada, el resto de nosotros empezamos
a llevar la comida a nuestras bocas como si realmente fuéramos pobres niños
somalíes hambrientos. Un minuto después, papá deja caer su tenedor sobre su
plato. Todo el mundo lo mira.
― ¿Don?
―dice mamá.
Papá
ignora a mamá y se centra en mí.
―Lali,
enserio creo que es hora de que consideres renunciar al fútbol.
―Papá,
por favor ―dice Victorio. Jake levanta su cubierto y servilleta y se sienta en
el borde de su silla y mira fijamente a papá, casi como si no quisiera presenciar
esto, pero no puede evitar quedarse y observar.
―Victorio,
mantente fuera de esto ―dice papá, centrándose en mí de nuevo―. Joe llamó para
decirme que su hijo te golpeó fuerte hoy.
―No
fue gran cosa ―digo, empujando mi ensalada alrededor de mi plato con un
tenedor.
―Pero
podría haber sido gran cosa, Lali. No creo que entiendas lo peligroso que es
este deporte ―dice papá con voz temblorosa. Espero que no use ese tono en
frente de sus compañeros de equipo, porque éste lo hace sonar como un completo
mariposón.
― ¡Papá,
he estado jugando durante diez años!
―Joe
pesa 125 kilos. Tú pesas 85. Eres afortunada de que no perdieras el
conocimiento.
―Papá
empieza a atiborrar su boca de ensalada. Victorio muerde su pechuga de pollo
como un buitre o algo así y sacude su cabeza hacia papá.
―Bueno,
nada sucedió ―digo―, y no voy a renunciar. Papá se frota los ojos.
― ¿Qué,
exactamente, quieres hacer con el fútbol de todos modos? Ninguna mujer ha
estado alguna vez en la NFL, porque serían asesinadas.
―No
lo sé, papá. Ahora, todo lo que quiero es jugar en la universidad, y ver qué
sucede allí.
―Podrías
ser herida seriamente. Los chicos en la universidad juegan en un nivel
totalmente diferente a la secundaria.
― ¿No
sabes lo buena que soy?
―No
deberías estar jugando un deporte con chicos que son de dos veces tu tamaño.
―Papá
ataca su pollo con un cuchillo y tenedor, arrancando la carne del hueso y
llevándola a su boca.
―Quizás
sabrías lo buena que es si alguna vez aparecieras a alguno de sus juegos, papá
―dice Victorio bruscamente. Jake deja escapar un silbido bajo y creo que está a
punto irse, cuando papá repentinamente se pone de pie y lanza su servilleta a
la mesa. Le lanza una mirada a Victorio, la mirada de la muerte, que no he
visto desde que Peter y yo condujimos accidentalmente el vehículo todoterreno
de papá hacia el lago.
―Gracias
por la cena, Julie ―dice papá, inclinándose para besar la mejilla de mamá. Él
levanta su plato, pone la botella de Gatorade bajo su brazo y deja la
habitación. Unos segundos después, escucho la puerta de su estudio cerrarse de
golpe.
Mi
apetito se ha ido, levanto mi plato y lo extiendo hacia Victorio y Jake. Mi
hermano agarra el pan y el pollo y Jake toma el puré de papas de mi plato.
Victorio
rasga la segunda pechuga de pollo, luego se limpia la grasa de los labios con
una servilleta.
―Papá
es tan idiota.
Sonriéndole
a mi hermano, me levanto y llevo mi plato al fregadero. Antes de dirigirme al
segundo piso, me detengo fuera del comedor porque escucho a mamá hablar en voz
baja.
―Victorio,
sé que estás enojado, pero le mostrarás más respeto a tu padre.
―Sí,
señora ―responde Victorio suavemente.
Deseo
que Peter estuviera aquí para hacerme reír ahora, porque me siento como mierda.
Para sacar de mi mente la idiotez de mi papá, corro hasta arriba a mi
habitación y tomo el estúpido diario. Luego salgo hacia el patio trasero, a
través del jardín
al cobertizo de
mamá, esta choza
desvencijada que está cubierta de hiedra y musgo. Es
totalmente Escocia.
Mirando
sobre mi hombro para asegurarme que nadie está observándome, me deslizo en el
interior, cierro la puerta y tomo un asiento al lado de las palas en la
esquina, donde corrientes de luz de nuestra cubierta son lanzadas a través de
la ventana y las grietas en el revestimiento, iluminando el suelo sucio.
Adoro
esconderme en el cobertizo cuando necesito tiempo a solas. Cuando éramos pequeños,
Peter y yo
solíamos jugar a
la casita aquí.
Hacíamos anuncios tediosamente largos sobre cómo nunca nos casaríamos
con alguien, y me gustaba fingir que
teníamos una bolera, y Peter hablaba
de tener un helipuerto, y yo me
imponía a eso fingiendo que tenía un transportador como el de Star Trek.
Encuentro
mi linterna. Y la sostengo usando mi barbilla, abro el Moleskine en una página
en blanco y
trato de pensar
en algo que
escribir, además de fantasías de ver a Federico…
―Jesús,
Espósito ―murmuro―. Cálmate.
Garabateo.
Unas cuantas imágenes de balones de fútbol, algunos molinillos, el logo de
Alabama Roll Tide cerca de treinta veces. Dibujo unas cuantas Xs y Os, que no
son abrazos y besos, sino jugadas ofensivas del cuaderno de jugadas del equipo,
y ―bien, bien― escribo L.E.+P.L., lo que borroneo de inmediato.
Arranco
la página de garabatos y lo arrugo.
Oda
a Federico… me encanta tu caída de tres pasos y esa liberación rápida.
Río
mientras arranco esa página también.
Buena defensa d Victorio.
ResponderEliminarTodo lo k escribe lo arranca
Vuelvo a leerla después de días
ResponderEliminarpense que peter seria el que le disputaria el puesto a lali de mariscal de campo ya que estaba en la sinopsis no deberia ser federico su amigo en lugar de peter la verdad no entiendo por que entonces aparece peter en la sinopsis como el nuevo mariscal de campo en lugar de federico? muy buena la nove pero aun sigo si entender a caso no es laliter ?
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