martes, 9 de junio de 2015

Capítulo 17

Sus labios estaban fríos, pero su respiración se sentía cálida. La besó  tentativa  y delicadamente,  se  apartó  por  un  instante, como considerando sus acciones, pero volvió. Sus besos eran suaves, cortos, pausados.
Estaba atrapada por los codos, sin querer detenerlo, pero sabiendo que estaba mal. No le importaba. Al menos no en ese momento. Su boca se sentía firme, sexy y ansiosa por más.

Un millón de ideas atravesaron su mente como fuegos artificiales. Pero solo una emoción ganó. No quería que esto terminase. No podía decirle que parase. No quería. Era como si él disminuyese una protección de deseo sobre ellos y ella estaba indefensa por sus besos. Y le gustaba. Demasiado.

Él ba la boca. Ella suspiró cuando el aire frio los separó. Sus oscuros ojos marrones miraron en las profundidades de los de ella. Reconoció el deseo que se reflejaba en los suyos propios. Pero él no le pertenecía. Pertenecía a Paula. Estaba prometido con Paula. Y él  lo vio en el minuto que sus emociones cambiaron del deseo a la culpa, y se apartó.

La lógica regreso.

Estás prometido, acusó ella.

—Lo sé. —Se sentó.

—¿Qué tipo de chico besa a alguien cuando se han conocido en menos de veinticuatro horas, cuando está prometido? —Se sentó y se tocó la boca, con intención de limpiar sus besos, pero en su lugar se tocó  los  labios  como  para  asegurarse  de  que  realmente  lo  habían hecho.

—No debería haber hecho eso. No lo pude evitar. De caer la cabeza.

¿Le escuc bien?

—¿No pudiste evitarlo? ¡Oh dios mío! ¿La engañas todo el tiempo? Eres… eres… horrible. —Se puso de pie y se alejó de él.

—No, no es eso. Es complicado.

Pensamientos de los comentarios de sus padres colisionaron. Es complicado, había dicho su padre cuando Lali preguntó si engañó a su madre.

—¿Crees  que  por  decir  que  tu  vida  es  complicada  está  bien engañar a tu prometida? Pensé que realmente eras un buen chico. No puedo creer que en verdad estuviera celosa de ella. Ahora lo siento por ella.

Lali empujó la puerta y dejó a Peter solo en el cobertizo con la moto de nieve que no podían conducir.

¿Por qué ese divertido y guapísimo chico, quien estaba fuera del mercado, había puesto su mundo patas arriba al besarla? Nicolasó ventaja de ella, y no tenía derecho. Lali se merecía lo mejor. Eran las sombras de su vida en familia reproduciéndose de nuevo, solo arrastrándola en ella como un personaje principal. Las personas tenían mal comportamiento y ella estaba atrapada en el medio. Estalló de regreso a la cabaña.

—Ah, mierda.Peter se pa una mano por el pelo. ¿Qué diablos estaba haciendo?

Pero lo sabía. Lali era tan malditamente guapa, lista y juguetona. Era todo lo que Paula no era.

Miró el lugar que ella había dejado. Su bufanda roja yacía toda brillante y alegre en el frio y duro suelo. La levantó hasta su cara. La suave tela se atrapó en su barbilla sin afeitar. El olor de algo afrutado flotó desde la bufanda. Su champú, quizás. Lo inhaló profundamente y después alborotó la prenda en su bolsillo.

Besar a Lali fue un movimiento estúpido, pero no se arrepentía. Asumió, que había estropeado todo con ella, y tendría que explicar todo  el  sórdido  caos  de  Paula.  Realmente  quería  poner  toda  esa pesadilla detrás de sí. Lo que necesitaba hacer era plantarse de pies con  Paula  y  demostrar  que  quería  decir  lo  que  quiso  decir  cuando rompió con ella. Más fácil de decir que de hacer.

Después de buscar en el cobertizo durante un rato las llaves, sin suerte, tuvo la esperanza de que las encontraría en algún lugar de la cabaña. Pero entonces descubrió una lata vacía de gasolina y se dio cuenta de que mejor revisaría el nivel de gasolina de la moto de nieve. En el calibrador se leía vacío.

Genial. Estaban atrapados.

Sabía que lo único que Lali quería era alejarse de él, y no la culpaba. Pero entonces de nuevo, Lali dijo que había estado celosa de Paula. ¿Significaba eso que estaba interesada en él? Al menos interesada antes de que la besase y crease otro desastre.

Peter se rindió con el cobertizo, y salal exterior. Una mirada a la cabaña y decid dar a Lali más tiempo para apaciguarse.

Lali caminó hasta la cabaña, cabreada con Peter por hacerla sentir tan estúpida. Estaba prometido y no tenía sentido en besarla. Una profunda mirada a sus ojos y cayó de cabo a rabo. Era una idiota. Y se atrev a besarla así cuando iba a casarse con otra chica.

Se arrancó los mojados pantalones que había estado llevando antes y los cambió. Su fracasada farsa al exterior le dejó los pantalones mojados de muslos abajo.

Necesitaba algo para distraerse y mantener la mente ocupada. En un minuto, Peter cruzaría la puerta viéndose todo alto y guapo con esos profundos y enternecedores ojos suyos. No quería que él supiera cuanto la afectaba.

Una mirada a los escasos recursos de comida en el mostrador, y decid revisar los armarios con más minuciosidad ahora que con el chorro de la luz del día. Descubrió boles y platos, un cajón de antiguas bolsas de plástico de compras. Los armarios estaban vacíos hasta que llegó  al  armario  dla  esquina.  Dentro  descubrió  algunas  especias, aceite de oliva, un frasco de caldo, vinagre, y otros materiales que no eran exactamente comida, pero podría aprovechar los suministros restantes.

Miró a la golpeada y extraída nevera dorada con el cable desenchufado. Para revisarlo, abrió la puerta. Se quedó boquiabierta y después tuvo una amplia sonrisa. Había descubierto una mina de oro.

Mientras  que  la  nevera  desenchufada  no  podrímantener  la comida fría, proveía un lugar seguro para almacenar buenas bebidas. Entre los dulces, encontró un paquete de espaguetis, una caja de arroz sazonado, barras de tentempié, paquetes de chocolate caliente y tres botellas de vino.

Sacó los materiales afuera, abrandolos contra su cuerpo. Si aún estaban aquí esta noche, celebrarían las Navidades con un festín.

Peter sacó la bufanda de Lali, la envolv entorno a su cuello y se dirig a la carretera principal. Tal vez el arado había sido atravesado y podría haber bajado el coche. Cayó a través del lomo de nieve, intentando quedarse cerca de los árboles donde la nieve no estaba tan profunda.

El viento le condenó. No se había puesto el gorro porque no pensó que estaría fuera durante tanto tiempo. Se puso la bufanda más arriba. Tal vez esta era su penitencia por el dolor que pronto le causaría a Paula. Oficialmente, no había roto su compromiso, pero Paula sabía que estaba al  llegar.  Había  luchado  con  él  con  uñas  y  dientes  durante  meses, pidiéndole perdonarla y no decirle a nadie que estaban mal. Él imagino que la distancia de la universidad sería suficiente separación para que ella hubiera perdido su crisis. En su lugar fue lo opuesto.

Finalmente llegó a la carretera, vio que un arado había atravesado el mismo punto, pero la nieve fundiéndose se había amontonado en la carretera, creando profundas olas, como un mar enfadado. La predicción del tiempo parecía ser buena hasta ahora. No habría mucho tráfico, si servía, en esta carretera durante un tiempo.

Gracias a dios habían encontrado la cabaña y suficiente comida para verlos sobrepasar.

Si alguien visualizaba la camioneta abandonada, su madre se volvería loca de preocupación. Quería dejar algún tipo de señal en caso de que las autoridades estuvieran buscándoles. Se desenvolvla brillante bufanda de Lali y la ató con fuerza en el bun. Eso debería hacer el truco.


Puso el cuello de su abrigo más alto y met las manos en profundidad en los bolsillos cuando las envolv contra el viento y siguió el rastro de regreso a la cabaña. La nieve soplando ya estaba eliminando sus huellas.

5 comentarios:

  1. K bueno k Lali encontró más viveres.
    Muy listo Peter dejando la bufanda en ese lugar.

    ResponderEliminar
  2. Que no los encuentren pronto así se conocen un poco;) está muy buena está novela

    ResponderEliminar
  3. me encantaaa
    quiero q lali caiga en los encantos de peter yaaa jajaj
    maass

    ResponderEliminar