miércoles, 3 de junio de 2015

Capítulo 11

Bueno ayer no pude subir porque empece un nuevo proyecto, hoy estoy subiendo dos capítulos, por esta semana los voy a dejar programados, no serán muy largos los capítulos porque aún no termine de adaptar todo. Espero su comprensión.

Lali tosió y retrocedió.

¡Oh, mierda! Olvidé abrir la gripe. Él met la mano en la chimenea.

—¿La qué? Ella ond la mano a través del humo que se elevó desde la chimenea.

—La gripe, el regulador de tiro de la chimenea. Se mantiene cerrado para  conservar  el  aire  cuandla  chimenea  no  está  en  uso.  Él jugueteó  po debajo   y   tosió.   Eventualmente,   el   humo   dejó   de serpentear dentro de la habitación y se desvaneció por la chimenea en su lugar—. Aquí, eso debería hacerlo.

Lali se arrodilló al lado de Peter para observar las pequeñas llamas mientras éstas devoraban el periódico y atrapaban las esquinas de la madera. Mantuvieron sus manos cerca del creciente fuego. Lali dejó que un susurro de calor tocara sus dedos.

—Ahora, de eso es de lo que estoy hablando. Peter la miró y sonrió.

—¿Qué? —preguntó ella.

—Nada. Me haces reír. No se necesita mucho para hacerte feliz, ¿verdad?

Ella arrugó la frente.

—Así como, ¿sobrevivir a una experiencia cercana a la muerte?

—No iba a dejar que te murieras. Siempre estarías a salvo conmigo.

—Le dio un empujón con el hombro.

Sí, hasta que condujiste tu camioneta dentro de un río y me hiciste caminar dieciséis kilómetros a través de una tormenta de nieve con la ropa mojada, la cual por cierto, ahora está congelada. —Arqueó una ceja.

Mi error. —Se rió él entre dientes—. Solo por eso, ¿iré a traer más la?

—¿No quieres esperar y calentarte un poco primero?

—No. Prefiero abastecerme ahora y no tener que salir por un tiempo.

Tomó sus guantes y desapareció en el exterior, en el frío abismo.

Lali  se limpió la nariz  con la manga ya  que  se  encontraba  sin pañuelos. Despejó una zona junto a la chimenea para hacerle espacio a la madera. A pesar de que todavía no podía dejar de temblar, se abrió  la  cremallera  de  su  abrigo  y  sacó  los  ligeramente  aplastados panes de masa agria. Afortunadamente no parecían estar mojados. Estarían comiendo pronto.
La puerta se abrió de golpe. Junto con una ráfaga helada de viento y nieve, Peter trajo una enorme pila de madera. No estaba bromeando cuando dijo que se estaba abasteciendo.

—Por aquí. Despejé un lugar.

Él cruzó la habitación, descansó la pila sobre la chimenea de piedra y sal por más. Ella apiló la madera en un montón ordenado y arrodos piezas más en el fuego, para asegurarse de que su preciosa fuente de calor no se extinguiera.

Peter llevó dos cargas más, y en medio de la organización de la madera, y para descongelarse a sí misma en el fuego, Lali trasladó sus pertenencias al lado del sofá.

Esto nos debería mantener calientes durante un tiempo. Él bala última pila de madera al suelo y después se puso de pie delante de las llamas.

Buen trabajo. En realidad se siente más cálido aquí dentro. Ella se estremec por la fría humedad en sus vaqueros descongelados.

Peter se dio cuenta.

Tienes que buscar algo de ropa seca. Ambos debemos hacerlo. — La nieve cubría sus vaqueros más allá de las rodillas desde donde había pisoteado a través de los montones de madera—. Puede que haya un poco de ropa en ese cuarto de atrás.

—Voy a echar un vistazo. Ella agarró la linterna y abrió la puerta del dormitorio. Un viento frío sopló. El cuarto helado succio toda la calidez que había logrado retener en su cuerpo. Vidrios de la ventana rota cubrían el suelo, y la nieve estaba espolvoreada por la pequeña habitación. Los propietarios no iban a estar felices, pero Peter y ella no tenían otra opción. Era irrumpir a la fuerza o morir. Sabía que sus padres pagarían  po los  daños.  Entonces   pensó  en  su   madr y  en  lo preocupada que debía estar y en lo más preocupada que estaría cuando no se presentaran. Lali nunca le dio el mero de teléfono de Peter a su madre, así que tampoco podría tratar de ponerse en contacto con él.

Abrió  el  cajón  superior  de  la  cómoda  para  encontrar  diversos artículos como gafas de sol, binoculares, y un libro sobre la pesca. El siguiente cajón contenía un par de camisetas, algunos calcetines y un par de bóxer muy grandes. Pero el último cajón contenía la carga de la madre. Tomó un par de artículos y los llevó a la sala donde Peter estaba sentado junto al fuego con el abrigo abierto.

Encont unos pantalones de pijama y un par de pantalones de chándal, junto con un par de camisas y lo que parecen ser calcetines de caza. Creo que nuestro anfitrión está dentro de las cosas de caza.

—Y también de pesca. —Peter levantó los pantalones de pijama con dibujos de diferentes tipos de peces—. Esperemos que estos fueran un regalo de broma de Navidad y no los verdaderos gustos de ropa de este chico.

—Voy a tomar los pantalones de chándal. —Lali los tomó de la pila de ropa antes de que Peter pudiera hacerlo.

Está bien. Soy piscis. Voy a hacer a los peces de franela sentirse orgullosos. —Los levantó, admirando los diferentes tipos de peces.

—La habitación es un desastre con los cristales rotos y la nieve. Me pregunto si deberíamos tratar de limpiarla y de bloquear la ventana. Tal vez podríamos empujar la cómoda delante de ella para mantener algo de nieve fuera.

I a hacerlo. —Lanzó los pantalones de pescados silvestres en la mesa de café.

Te ayudaré. Se sorb la nariz goteante.

—¿Por  qué  no  te  cambias  mientras  mocupo  de  ello?  No  me importa hacerlo.

—Gracias. Lali deseó ser de más ayuda. Hasta ahora lo único que había hecho era apilar la madera. Peter desapareció y ella se quitó con cuidado los zapatos congelados, dejándolos en la puerta. Sus pies estaban tan fríos y tiesos que dolían. Se balos vaqueros por los muslos. Su piel se sentía profundamente congelada en sus huesos. Necesitaría una ducha caliente o un jacuzzi para calentarla. Lo que no daría por una bebida caliente. Se puso los pantalones de chándal. La tela suave y fría se deslizó por sus piernas, los pantalones eran demasiado largos. Tiró del cordón, lo ató de forma ajustada, y luego enrolló la parte de la cintura varias veces.

Lali  se  sentó  en  la  repisa  de  la  chimenea  y  se  cubrió  los  pies helados con los calcetines gruesos. Mejor. Se quitó el abrigo para que el calor de la chimenea pudiera calentarla más rápido, acercó una silla y colgó sus jeans sobre ella para que se secaran. Lali se rió de sí misma porque había visto que la gente hacía exactamente lo mismo en las peculas.

—¿Estás presentable? dijo Peter desde la esquina. Ella sonrió.

—La costa está despejada. No verás la luna esta noche.

Maldita sea, me encanta la luna llena. Emerg de la esquina con los brazos llenos de mantas.

¿Él estaba coqueteando? O quizás tenía hipotermia y estaba delirando.

—Pensé que deberíamos sacar lo que necesitáramos del dormitorio antes de que la nieve llenara la habitación. Traje las mantas y las almohadas de la cama.

Buena  idea.  Voy  a  revisar  el  baño  por  algo  útil  mientras  te cambias. —Ella tomó la linterna y lo dejó sólo.

El baño era una pequeña habitación con una regadera, un lavabo y un inodoro. Intentó abrir el  agua pero no funcionó. No era ninguna sorpresa. Los propietarios habían cerrado el agua para evitar que las tuberías se congelaran. Se abrazó a sí misma en la pequeña y fría habitación. El gabinete de las medicinas contenía lo usual; jabón, repuestos para navajas de afeitar, analgésicos, curitas, ¡una botella de viagra! Puso la botella en la parte de atrás, con la certeza de que no necesitarían ninguna de esas pequeñas pastillas.

Debajo del lavabo encontró más papel higiénico, toallas de papel, un  bote  de limpiador  y  un  destapador  de  inodoroEl  cajón  estaba mucho mejor. Encont una caja de pañuelos y un cirio. Tomó un pañuelo  y  se  sonó  la  nariz.  Desde  que  llegaron  se  había  estado limpiando la nariz con la manga cuando Peter no estaba viendo.

Recogió su pequeño botín, a punto de preguntarle a Peter si estaba listo. Tan pronto como estuvo parada en el pequeño vestíbulo, el aire frío sopló por debajo de la puerta de la habitación. Retrocedió y agarla alfombra del baño, la dobló y la empujó contra la pared del dormitorio. Eso debería ayudar a impedir la entrada del frío.

—Listo o no, aquí voy le dijo a Peter. Secretamente esperaba que él no estuviera listo.

Con un rostro como el suyo, su cuerpo también prometía tener un malditamente buen aspecto. Dio un paso alrededor de la esquina, para su decepción, él estaba completamente vestido.

—No te ves muy bien. Ella se rió disimuladamente de Peter modelando los pantalones de pijama amarillos con peces verdes. El hecho era que se veía muy bien, incluso con el pelo despeinado por haber usado un sombrero. Llevaba una camiseta gris que se le ajustaba tan bien que ella se mord el labio inferior. O bien lo trabajaba mucho o naturalmente tenía un cuerpo asombroso.

—No cualquier hombre puede lucir unos pantalones como estos. — Posó, ofreciendo su mejor pose de Blue Steel.

Ella se ec a reír.

—No, definitivamente no cualquiera puede. —Se dio cuenta de que su ropa estaba tendida sobre una silla junto a la de ella y pensó que se veían como un conjunto combinado. Una pareja. Lo que no eran. Él estaba comprometido y ella solo era una extraña a la que se había ofrecido a llevar.

Encont una vela. La puso sobre la mesa de café y se unió a Peter al lado de la chimenea encendida.

Finalmente, la habitación comenzó a calentarse. Lali se puso frente al fuego, dejando que el calor penetrara sus piernas. Todavía se sentían como  mármol  frío.  Al  cabo  de  un  minuto  se  dio  la  vuelta  para calentarse la espalda, Peter tomó el atizador para ajustar la la. Notó una mancha roja en su meca.

—¿Estás sangrando?

—¿Qué? ¿nde? —Se detuvo, mirando hacia sus brazos, pero no giró sus manos.
Tu meca. Aquí, déjame ver. —Lali alcanzó su mano derecha. Quitó el atizador de su agarre, lo puso sobre la anudada alfombra y examinó su muñeca. Su mano era grande y todavía estaba fría al tacto. Oh, Dios o. Te cortaste.

—¿Lo hice? —Se inclinó para echar un vistazo a la sangre seca sobre uno de los lados de su muñeca, pero la dejó sostener su mano—. Mira eso. Desde antes me di cuenta de que mi muñeca dolía, pero no até cabos. Debió haber ocurrido cuando me arrastpor la ventana.

Lali tomó su mano entre las suyas.


—Necesitamos limpiar eso. Deberías recibir una vacuna contra el tétanos. Sntate para que pueda verlo más de cerca.

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