miércoles, 24 de junio de 2015

Capítulo 3

2
 Problemas de Rodilla


¿La cuenta? 20 días hasta Alabama.

Tómense cinco grita el entrenador. Primer partido. Mrcoles  por  la  tarde.  Dos  días  más  hasta nuestro   


Me quito mi casco, corro hacia la banca, tomo asiento, y abro mi cuaderno de jugadas.

—Espósito dice Peter, deslizándose a mi lado en el banquillo—. Tómate un descanso.

—No pude conseguir la sincronización para un correcto pase pantalla.

Se inclina sobre sus rodillas y escupe entre sus zapatillas. —Salvaste el juego pasándoselo a Bates. No seas tan dura contigo misma.

— ¿Cómo puedes estar tan calmado?

Mirando  hacia  mí, sus rizos  rubios  caen  en  sus ojos.  —No  estoy  asustado debido a ti. Eres la mejor jugadora de Tennessee. Se ríe—. Pero yo, debería aprender a manejar un semirremolque como mi papá o practicar cómo decir, "Atención compradores de Wal-Mart, no, repito, no vayan al baño de hombres hasta nuevo aviso. Hemos tenido un desastre atómico".

Me o.  —Detente.  Eres la  persona  más rápida  que conozco,  si  no  puedes conseguir una beca para jugar con el balón en la universidad, nadie puede. Eres un maldito gran receptor, y eres inteligente.

Sonriendo, se inclina hacia atrás y cruza las manos en la parte superior de su estómago.

¿Todavía haremos algo después de la práctica?

—Debería ver más videos...

— ¡Espósito, lo prometiste! Frunce el ceño hacia mí.

—Dudo que Liz Heaston y Martin Ashley estuvieran tanto de fiesta en la secundaria.

—No estoy hablando de la fiesta. Estoy hablando de ti y de mí pasando el rato… igual que siempre. Además, eran pateadoras. No se necesita mucho para patear un punto extra.

— ¡Y míralas! ¿Liz Heaston? ¡Dos puntos extra en toda su carrera universitaria! Y eso fue sólo la Tercera División. ¿Y Ashley? Bueno, seguro. Pateó tres en un partido. Y esa fue la Primera División en Jacksonville, pero aun así. —Niego con la cabeza—. Quiero jugar de verdad.

Pero apenas nos hemos visto en una semana dice en voz baja, y pienso en lo mucho que apestaría lograr mi sueño de jugar para Alabama, pero no tener a nadie para compartirlo, porque mi mejor amigo ha encontrado algo mejor que hacer.

Olvídate de los videos. Vamos a salir. lo nosotros, ¿de acuerdo?

Por supuesto. Se inclina sobre sus rodillas y dice—: Entonces, ¿q piensas de Mery Baird?

Es mejor que Paula, supongo.

Estoy pensando en invitar a salir a Mery.

— ¿Qué pasó con Belén?

Peter se concentra en el suelo y patea una roca. —No lo sé... el sexo está bien... pero realmente no me gusta.

— ¿Por q sigues durmiendo con las chicas con las que no estás saliendo? ¿No son como, tres chicas ya desde que Eugenia Myer te dejó? ¿Por q no sólo regresas con ella?

El rostro de Peter pasa de rosado a más rosa que los ridículos sostenes que mamá dejó recientemente en mi cama cuando decid que necesitaba algo más femenino que un sosn deportivo. Mery parece realmente genial...

— ¿Te refieres para tener citas reales y no sólo perder el tiempo?

Tal vez.

—Me gusta Eugenia. De todas las chicas que conozco, ella es la única que considero una amiga. Cuando empezamos noveno grado, el primer día en el vestuario después de la práctica fue una verdadera pesadilla. Cometí el error de cambiarme mi uniforme en frente de la capitana de porristas, que procedió a burlarse de mi busto plano delante de otras veinte chicas. Y Eugenia, una porrista nueva de primer año, se acercó a la capitana y le dijo que ya basta, lo que demostraba que tenía muchas agallas.

Apuesto a que te gustaría Mery también si le dieras una oportunidad.

Me encojo de hombros, pensando que no voy a salir con alguien que es amiga de Paula Markum. ¿Por q Eugenia te dejó de todos modos?

Te lo he dicho, Espósito. Es privado.

Pero nunca nos guardamos secretos entre nosotros.

Entonces ¿Por qué no me dices cuál es la razón por la que odias tanto a Paula? —Sonríe, y lo golpeo en el brazo—. ¡Tregua! Dice, frotándose el ceps. Entonces ¿Quieres ir al Túnel de la Diversión y jugar skee-ball?

Perfecto. Luego, ¿cena en mi casa?

—Diablos sí. Es la noche de pollo frito, ¿verdad?

—Se mejor que te lo creas.

Peter come generalmente en nuestra casa un par de noches a la semana, y en ocasiones duerme allí. Técnicamente, se supone que debe permanecer en la habitación de invitados, pero ha estado a escondidas en mi habitación desde que teamos ocho. Cuando mamá se enteró, comenzó a obligarlo a dormir cabeza-a-pies conmigo. Para hacerme reír, siempre tiene excusas para explicar por q se nos debería permitir dormir cabeza-a-cabeza, como por ejemplo que sería más fácil para él para protegerme si un atacante entrara, o porque mis pies apestan.

— ¡El descanso terminó! Grita el entrenador—. ¡Espósito!

Saltando a mis pies, barro mi cabello largo y rubio de regreso dentro de mi casco y troto hacia la línea de cincuenta yardas.

— ¿Si, entrenador?

Prueba el enganche y la jugada lateral de la que hablamos.

—De acuerdo. Esto no es una jugada fácil, pero Peter y yo podemos manejarlo. Se supone que debo lanzar un pase corto a Peter y mientras la defensa se mueve frente a él, se lo lanza a un corredor que se abre camino por el centro.

Corro hacia el centro del campo y me agrupo con los chicos.

— ¿Cuál es la jugada? pregunta Pablo.

—Conejo Rojo —respondo.

Oh, diablos, sí dice Peter, aplaudiendo una vez.

Todos nos ponemos en nuestra posición y mientras Pablo levanta el balón para mí, sólo escucho el silencio. El entrenador Miller siempre me habla a través del altavoz en mi casco, así que cuando no lo hace, estoy sorprendida. ¿Qué diablos está haciendo? Echando un vistazo por el rabillo de mi ojo, veo al director caminando hacia el entrenador con este chico increíblemente atractivo a su lado. De repente, tengo el primer problema de rodillas de mi vida: Se vuelven de goma.

Sigo mirando, y soy volteada a mis pies por un apoyador, Nicolás y sus 114 Kg. Vuelo hacia atrás, golpeando en el suelo, sacudiendo la cabeza en el interior de mi casco. Ay.

— ¿Dónde diablos está Pablo? ¿Por qno me protegió? Esta es la primera vez que he sido abordada desde siempre. Con mi juego de piernas y el musculoso cuerpo de Pablo, de dimensiones continentales, no debería suceder nunca.

— ¡Lali! Escucho gritar a mamá desde las gradas.

Peter viene corriendo, arrancándose el casco y arrodillándose a mi lado. Mordiéndose los labios, pone una mano sobre mi brazo Entonces Nicolás cae junto a mí también. Lo siento mucho Espósito, traté de detenerme. ¿Por qdemonios estabas a parada?

— ¡Espósito! grita el entrenador, corriendo—. ¿Estás bien? ¿Qué diablos pasó, Pablo? Nicolás... ¿cómo puedes ser tan tonto como para golpear a nuestra mariscal de campo a dos días antes de la apertura de la temporada? El entrenador lanza su portapapeles en el suelo. Que melodramático.

Estoy bien, entrenador digo. No estoy herida, pero no quiero ponerme de pie, porque estoy tan avergonzada ahora como la vez que mi top del traje de baño se ca en ese tobogán de agua en Florida.

No puedo creer que me acaben de derribar. Papá esta furioso cuando se entere  de  que  fui  sorprendida  durante  una  práctica...  genial.  Justo  lo  que
Necesito a dos días antes del juego de apertura. Más del maldito estrés.

Es mi culpa, entrenador dice Pablo estira una mano y rápidamente me jala a una posición de pie.

— ¡No dejes que eso suceda en la noche del viernes! —grita el entrenador, señalando con el dedo a la cara de Pablo.

Bajo mi casco, respiro profundamente. Pablo no tenía que cargar con la culpa, no era su culpa. Pero me lo debe. El sábado pasado, lo cub cuando llegó tarde a la práctica. Había estado besándose con Rocío y había perdido la noción del tiempo.

Hablando de besarse, veo al gemelo de Chace Crawford de pie al lado del director, luciendo preocupado. Mierda. Así que vio mi caída también. Me alegro de que esté usando mi casco, porque mi cara se siente más caliente que una papa en una parrilla.

Tiene el cabello rubio arena que se levanta en algunos lugares y barre a través de su frente. Sus ojos azules me recuerdan a un lápiz de cera Crayola, el azul más verdadero está ahí, y sus gastada camisa polo y descoloridos jeans sólo cuelgan de él.

No puedes comprar jeans que se ven así, tienes que usarlos durante años para hacerlos tan perfectos. Me pregunto si podría comprarlo a él. Espera, ¿por qué iba a hacer eso? Nada más que él usara podría compararse con esos jeans. También estoy feliz de ver que es más alto que yo, sólo unos pocos centímetros y tiene un excelente bronceado. Y, oh cielos, su cuerpo. ¿Qué hace? ¿Se ejercita para ganarse la vida?

Espera. ¿Qué diablos está haciendo este tipo en mi campo?

Me siento como si pudiera volar y vomitar al mismo tiempo. Tengo que traer de vuelta mi cabeza a la práctica.

Por suerte, el director comienza a hablar, distrayéndome. Entrenador Miller, me gustaría que conozca a Andrés Federico Romero. Su equipo de fútbol americano del estado de Texas ga el campeonato el año pasado. que es un poco tarde para una prueba, pero su familia se acaba de mudar aq y espero que lo considere para el equipo. Puedo explicarle después.

El entrenador asiente. —Gracias.

El director vuelve a desaparecer dentro de la escuela, en la comodidad del aire acondicionado.

Espera. ¿El director acaba de decir algo acerca de Andrés Federico y el fútbol? ¿Y hacer la prueba para mi equipo? Tengo que dejar de mirar y averiguar lo que está pasando aquí.

Andrés Federico, con las manos metidas en sus bolsillos, camina hasta la línea de yarda, entonces mira a todo el equipo. ¿Por q está tan nervioso? Para alguien que ga un campeonato estatal, pensaas que sería ese pomposo idiota pavoneándose como si fuera el maldito Tom Brady.

Entonces, Andrés Federico Romerodice el entrenador.

Llámeme solo Federico, entrenador.

Está bien. Entonces Federico, ¿qué posición juegas?

—Mariscal de campo, señor.

Doy un paso atrás, y todos los demás en el equipo se en. La posición es mía. Ha sido mía durante dos años y este chico nuevo no va a quitármela.

— ¡Silencio! grita el entrenador. Le da al equipo una mirada de miedo y todos dejemos de hablar y reír. Una de esas miradas que significa: si no te comportas, vas a correr cinco millas mientras usas almohadillas—. Federico,  ya tenemos un mariscal de campo titular. Un mariscal de todo momento.

Los ojos de Federico parecen llenarse de dolor, y mira hacia el suelo. Nunca he visto a un  mariscal  actuaasí  antes.  La  mayoría  son  engreídos, llenos de actitud. Líderes. No puedo imaginarme siguiendo a un chico cuyos ojos revelan tanto. Pero ées aficionado,  obviamente  es bueno,  sjugaba  para  un  equipde campeonato de Texas. Los texanos toman su fútbol en serio. Es prácticamente una religión allí.

Entonces, ¿q hay de malo?

Espera. ¿Qué es toda esta simpatía? Lali Espósito no es simpática. Soy una roca.

Pero siempre podamos utilizar otro buen respaldo dice el entrenador—. Nuestro capitán ejecuta contigo algunos ejercicios. ¡Espósito!

Aunque mis rodillas todavía estaban tambaleándose, de alguna manera corro hasta el entrenador. Federico extiende su mano para estrechar la mía. Cuando me agarra la mano, lo aprieto tan fuerte como es posible. Tengo que demostrarle que soy el capitán, que estoy a cargo.

Federico  mira  mi  mano  en  la  suya,  entonces  rápidamente  la  libera.  —Ay  —dice sonriendo.  La visión de su  sonrisa  hace que mi  cuerpo  se derrita como la Malvada Bruja del Oeste.

—Espósito, ejecuta algunos ejercicios con él dice el entrenador—. Has unos pocos pasos rápidos, algunos intermedios. Tira a Peter un diagonal de cinco yardas. Has una Ruta de Poste con Higgins.

—Sí, entrenador digo, echando un vistazo a las porristas. Han dejado de hacer sus pirámides y saltos. Todas esn hipnotizadas por Federico, igual que yo.

— ¿Espósito? Dice el entrenador—. ¿Estás prestando atención? Qtate el casco, quiero ver tus ojos. Recibiste un golpe muy duro allí.

Lentamente me quito el casco. Le paso el casco a Peter y empiezo a correr las manos por mi cabello, empundolo fuera de mi cara para que el entrenador pueda ver mis ojos. Peter me mira, su boca cae abierta.

Federico jadea. Luego sonríe y se ríe. Él, obviamente, no tenía idea de que soy una chica.

Amigo, es mejor que tengas cuidado dice Peter, dando un paso hacia Federico.

Cuando Pablo le pone una mano sobre el hombro a Federico, mi mente retrocede al año pasado, cuando Pablo golpeó a un chico de la secundaria Northgate por agarrar mi trasero  despuéde  un  partido.   ¡Muéstrale  a  Espósito,  algo  de  respeto!  O patea tu trasero.

—No tengo intención de faltarle el respeto dice Federico, con una mano en el pecho de Pablo—. Estoy sorprendido... he impresionado. Eso es todo.

Después  de  echar  un  vistazo  a  mis  ojos  y  confirmar  que  todo  está  bien conmigo, quiero decir además del hecho de que Federico se está tirando completamente encima de mi juego el entrenador dice:

Vamos. Ya hemos perdido suficiente tiempo de práctica.

Tomo mi casco que sostiene Peter y lo meto en mi cabeza, luego recojo el balón y grito: — ¡Peter! ¡Ve lejos!

Él sale corriendo por el campo y cambia de dirección un par de veces. Lanzo un pase en profundidad de treinta y cinco yardas que cae directamente en sus manos. Gracias a Dios.

Estoy de vuelta. Soy yo misma otra vez.

Lindo dice Federico, asintiendo. Tiene ese acento profundo y sexy de Texas.


Tu turno —le digo, agarrando otro balón y arrojándoselo a Federico—. ¡Higgins, Ruta de Poste!

5 comentarios:

  1. Ay me encanta ! Ya se conocieron, lo malo es q peter juega en la misma posición y va a ver problemas por ello

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  2. me encantaaa
    no me gusta lo del padre q malo!!
    mass
    me mori cuando le fallaron las rodillas x peter jajaja
    quiero saber q piensa peter tmb!

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  3. Se conocieron y ya se atraen mutuamente

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  4. Me huele a que esto va a ser amor odio y todo por el puesto

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  5. Jjajajaja,primera vez k se siente débil

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