sábado, 13 de junio de 2015

Capítulo 21

Lali esperaba que su madre también estuviera buscándolos pero considerando que no sabría por dónde empezar, probablemente se quedaría cerca del teléfono, esperando. Pararse a fuera en el frio cerca del camino podría ser una buena idea, pero no la entusiasmaba. De cualquier forma, regresar a la civilización, con su familia, valía la pena.

Está bien, tenemos un plan.

Peter levanto su vaso hacia ella y lo chocó. Y después recordó algo.

¡Ah! ¡Tengo una sorpresa! ¡Hay postre! Casi lo olvido.

—No me digas que encontraste galletas de navidad en la nevera.

—Lo que tengo es mucho mejor. Dejó su cálido lugar por la chimenea y buscó en sus bolsas. Regresó con un paquete envuelto y lo sostuvo para que Peter lo abriera.

Vio el papel plata y blanco.

Estoy completamente seguro que esto no era realmente para mí, porque hace dos días ni siquiera nos conocíamos.

—Se supone que era para él No Novio, pero como es Noche Buena y necesito una excusa para no regalarle nada, creo que podrías abrirlo tú.

—¿Estas segura?Vio el paquete y supo que quería abrirlo.

—Seguro, me traerá gran alegría. —Sonrió satisfecha.

—Si te hará feliz, entonces eso quiere decir, que lo abriré. Arrebató el  regalo de sus manos  y rasgó el  papel, revelando una caja color dorado. Levantó la tapa y gruñó. Chocolate. Te amo.

El corazón de Lali dio un brinco, incluso si sabía que las palabras no significaban nada.

—Supongo que lo necesitamos más que él. Son trufas.

—¿Qué es una trufa? —Sa una bola de chocolate y la levantó.

Es rico ganache de chocolate sumergido en más chocolate. Peter hund los dientes en la delicia decadente.

—No qué es lo que acabas de decir, pero esto sabe maravilloso. —Dejó caer la cabeza hacia atrás, saboreando.

Lali tomó uno, dejándose caer a un lado de él en el sofá y le dio una mordida.

Dios, amo estas cosas.

—Si no te gusta este tipo, Nicolas, ¿por qle das este regalo tan grandioso?

Tengo que hacerlo. ¿Qué tal si al final se convierte en mi nuevo papaíto? —puso los ojos en blanco. Además, esperaba que lo compartiera.

Me gusta como piensas. Nunca se me hubiera ocurrido regalar comida para Navidad, pero ahora creo que es brillante. Fue a su mochila y trajo un pequeño paquete envuelto en periódico.

Este no está envuelto tan bonito como el tuyo, pero el detalle es lo que cuenta. —Y le ofreció el regalo.

—No te di los chocolates para hacerte sentir culpable. Además te hice que los compartieras. ¿De quién se supone que es este? vio el regalo.

—Lo compré para mi madre, pero no le importará. Tan pronto como esté en casa, esta feliz. Esto será lo de menos. Anda, ábrelo.

Lali aceptó el pequeño y pesado regalo.

—¿Está envuelto en el periódico de la universidad?

Él se encog de hombros y sonrió de la forma que la hacía feliz.

Estoy a favor de cuidar el medio ambiente. —Se sentó de nuevo con solo la caja chocolates entre ellos.

Lali arrancó el papel.

Me siento horrible abriendo el regalo de tu madre.

—¿Te haría sentir mejor si te dijera que era de Paula? —inclinó la cabeza con curiosidad.

¡No! Bueno, tal vez. Se escuchaba como si fuera una persona horrible. Lo siento. Supongo que es el vino hablando.

—Si toma un par de vasos de vino hacer que digas lo que piensas, voy a seguir sirviéndote.

—No. No me gustaa tener el regalo de otra chica. Sería raro. — Quería algo que él escogiera especialmente para ella.

Entonces es algo bueno que no haya conseguido nada para ella. Abr el regalo y encontró una vela con aroma.

Es grandiosa. ¡Adoro las velas! ¡Apuesto a que tu madre también! —brom y suspiro. Ah, huele increíble. Justo como la Navidad.

Es de canela. Mi madre las adora. Le doy una cada año.

—Gracias y gracias a tu madre.

De nada. ¿La vas a encender?

—Por supuesto. tomó las cerillas que estaban encima de la chimenea, encendió la vela e inmediatamente la esencia de canela flotó en todo el cuarto. Combinado con el fuego y las ramas frescas del pino, el aire olía malditamente bien.

Escuc que el chocolate va muy bien con el vino tinto, —ella estiró las piernas sobre la mesa de centro, más feliz de lo que había estado en mucho tiempo.

—No suena a una mala combinación. Déjame probarla, Peter dio un mordisco a la trufa y luego un sorbo de vino. Gimió—. Sí, es bueno.

Lali pro también. El cremoso ganache se derretía en su boca y la suavidad del vino agregaba una combinación de sabores que no podía describir.

Creo que moriré e iré al cielo.

Hermosos ritmos de música navideña flotaron desde su portátil mientras comían trufas y Nicolasaban vino. La vela parpadeaba y la chimenea crujía. Todo era perfecto, excepto que no podía quitarse de la mente a Peter.

—Siento mucho que las cosas estén tan mal entre tú y Paula.

Es mi culpa. Debí haber dejado todo claro desde el principio. Lo arregla todo y podre empezar mi vida de nuevo. Ha pasado mucho tiempo desde que he estado cerca de una chica y creo que he olvidado como hacerlo.

—Ah, eso lo dudo. Basándose en su beso anterior, podía decir que sabía exactamente que debía de hacer—. ¿No hay chicas en tu universidad?

—¿En Madison? No. He sido fiel a Paula. Eso fue, hasta esta tarde en el cobertizo. Perdón, por eso. —Le most una sonrisa traviesa. No parecía que realmente lo sintiera.

Está bien. Ella ba la cabeza—. Fue bonito. —Se mord el labio. No debió haber dicho eso. Se inclinó para tomar una trufa, para llenar su boca con algo y parar de decir cosas estúpidas.

La mano de Peter cubrió la suya. La miró con algo más que interés casual. Ella pa saliva, queriéndolo, pero sabiendo que no debía hacerlo.

Él se inclinó por encima de la caja de chocolates y la besó. Él sabía a vino rojo y dulce, una combinación que nunca podría olvidar y que siempre asociaría con la Navidad.

—Sé que aún no es oficial, pero en mi mente, soy soltero. Todo lo que falta es decírselo al resto del mundo.

Lali asintió. No lo entendía, pero se seguía sintiendo como que estaba cruzando una nea que no debía. Pero no le importaba. Peter estaba aquí, el chico más guapo que haya conocido. Su sonrisa era como el aire libre y la fogata. Y sabía a milagro.

—Si no te importa, voy a besarte, otra vez. —Acarició su mejilla con el pulgar.

Está bien, —murmuró ella, incapaz de decir algo más coherente. Peter quitó de en medio los chocolates y aliviado la tiró a sus brazos. La besó con ternura y hambre, ella pensó que había explotado.

La envolvió con sus brazos como si fuera un listón de satén sobre un preciado regalo y tiernamente le acarició la espalda. Acu su mano bajo su pelo y le provocó un cosquilleo en la nuca, todo el tiempo besándola sin sentido. Ella suspiró en su boca y lo sint sonreír.

—Sabes tan bien, —murmu en su oído.

—¿mo a cebolla y a ajo? —Preguntó.


—No y no es que me importe, como sabes me encanta el ajo y la cebolla. Sabes a postre. Dulce, picante y delicioso. Capturó su boca de nuevo y Lali perd el sentido del tiempo.

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