Por un segundo, Lali pensó que le estaba hablando a alguien
más, pero luego vio el diabólico brillo
en sus ojos y se dio cuenta que la estaba provocando
de nuevo. No
podía imaginar
dormir bien a un lado de Peter con
su
hermosa cara y
sus
oscuros ojos sexis.
—Pensé que nunca preguntarías —contestó.
Peter sonrió.
—¿Lo
ves? Los deseos de navidad se vuelven realidad.
Él estaba
tan
contento por el acuerdo para dormir. Ella sonrió y asintió con la
cabeza.
—Quieres echarme
una mano
para mover la mesa del centro y después sacar a este chico grande.
Después de mover
la mesa, no podía ignorar más la urgencia de ir
al baño. Se puso el abrigo.
—Voy afuera a
traer más leña.
Peter vio la pila de troncos de buen tamaño. La esquina
de su boca se elevó con
su
familiar sonrisa de superioridad.
—Me estaba preguntando cuanto
más ibas a poder aguantar. Si vas al lado derecho de la casa, el viento mantiene los montones de nieve al mínimo.
Lali
sintió su cara tornarse roja.
—Gracias. —Rápidamente se puso los zapatos y salió por la
puerta.
—Una
cosa
más.
—¿Si? —miró hacia atrás, esperando poder escapar.
—Cuídate de no llenarte de nieve amarilla.
Puso
los ojos en blanco y lo dejó solo con su risa.
Afuera,
la tormenta se hacía más
fuerte. Deseaba tener una televisión o
internet para poder ver el radar y
saber que tan pronto terminaría. El viento azotaba a la derecha
a través de sus pantalones.
Peter tenía razón. Si se quedaba cerca al lado de
la cabaña, había
muchísima
menos nieve. Rodeó la esquina y miró alrededor
buscando algunos ojos fisgones. Duh. No había nadie más aquí, en el medio de la
nada, para verla
ir al baño.
Agarro
la pretina y
la bajó, los
pantalones y
sus
pantis en un solo y rápido jalón. Se puso en cuclillas, trato de relajarse y hacer pipí, pero el aire gélido soplaba sobre sus partes privadas,
una sensación que
seguramente nunca había experimentado antes. El aire se sentía tan frío
que se preguntó
si su pipí se había congelado antes de que tocara
la nieve. Vio el bosque que estaba alrededor. ¿Qué
tipo de animales salvajes había ahí fuera? ¿Venados? ¿Osos? ¿Coyotes? Trató de apurarse y
regresar dentro antes
de que alguna
grande y furiosa criatura la
atacara.
De regreso en la
cabaña, Lali quitó la nieve que cubría sus botas.
—¡Santo Dios!, está
frio
allá afuera.
Peter estaba de pie a
un lado
del sofá
que había preparado
con cobijas y almohadas del cuarto y tiró las almohadas de un lado del sofá.
La escena parecía
salida de una película
de romance cursi.
—Está bien,
¿esto es raro?
¿Cierto? —preguntó.
—Digamos que un poco. —Ella dejó su abrigo en la silla y se frotó las
manos frías cerca del fuego.
—Caminaré
afuera por
un
minuto. Volveré pronto. —Él
se deslizó dentro de su abrigo.
Peter desapareció, dándole a Lali un minuto
para adaptarse.
Solo
había una cama. Se sentó en
un
lado y tocó la
suavidad del material de la cobija.
Reprimió una sonrisa.
Iba
a dormir en una cama con Peter. Su
compañera de cuarto, Candela, iba amar esto. Se metió dentro y tiró de
las mantas sobre ella, teniendo cuidado de no acapararlas. Una barra de metal cruzaba en el medio de su espalda, recordándole que era una cama desplegable barata.
Peter apareció
y sacudió fuera la
nieve que estaba sobre
su abrigo.
—Querida, estoy en casa. Lali
escondió su sonrisa.
—¡Llegas tarde! —respondió.
Peter puso
más leña en el fuego y una gran reja de protección frente a la chimenea.
—Supongo que no necesitamos quemar el lugar.
Peter se
sentó en su lado de la cama dándole
la espalda. Lali se mordió por
dentro
el labio. Abrió las mantas y se metió a un lado de ella.
Lali
se acostó
con
los brazos a su costado, tratando de no respirar muy fuerte. Sintió que Peter la
miraba. Giró su cabeza. Su hermosa cara estaba a solo sesenta
centímetros de ella.
—¿Lo estas llevando bien? —preguntó Peter con
sinceridad en la voz.
—Estoy bien. —Ella sonrió y se relajó, moviéndose para estar cómoda en el delgado colchón.
—Bien. —Él giró la cabeza
hacia el techo.
Lali
miró hacia arriba y notó,
por primera vez, una lámpara de
araña
hecha
con
el
asta de un ciervo.
Se acostaron en silencio,
mirando hacia el fuego que danzaba en el techo.
—¿Paula se volverá loca porque dormiste con alguien más? ¿Incluso
si solo estamos durmiendo?
—Paula
no se volverá loca. Perderá los estribos.
Mierda.
—Lo
siento.
—No
es tu culpa. Paula es la
más grande reina del drama. Se vuelve loca
cuando se rompe
una uña o cuando está lloviendo.
Siempre pierde el control.
—Oh. —Lali no podía imaginar porque estaba con una
chica así.
—No
tienes por qué preocuparte por Paula. Lo tengo bajo control. O
al
menos lo tendré pronto.
Ella se preguntó que significaba eso.
¿Tendrían una gran pelea? ¿La llenaría con besos para disculparse? ¿Le haría un berrinche? Lali se dio
cuenta que finalmente había
descubierto una característica que no
le gustaba
de Peter, estar con una
chica que no era buena para
él.
Otro
minuto pasó antes de que Peter hablara.
—¿Solo soy yo o nuestros pies están más
alto que nuestras cabezas? Es como si
me acostara sobre una pendiente.
Creo que tendré dolor de cabeza por toda la
sangre
que se irá a mi cerebro.
Lali
rió.
—Yo
también lo noté.
Se
miraron uno al otro a través de las almohadas.
—¿Quieres cambiar
al
otro lado?—Preguntó, como un niño pequeño dentro de una aventura.
—Sí.
Salieron de la cama, tiraron las almohadas al suelo. Juntos quitaron las sabanas y las mantas poniéndolas
abajo y
escondiéndolas en el
borde
del sofá.
Regresaron las almohadas
poniéndolas al
pie de la
cama. Sus cabezas estaban más cerca del fuego en lugar
de
sus pies.
—Me
siento como
en
una
fiesta de
pijamas. —Lali esponjó
su
almohada
y puso la cabeza
en ella.
Peter se
giró un par de veces, la
cama
rechinaba con cada
movimiento y se acomodó frente a ella.
—Esta es la
cama más incómoda en la
que
he dormido.
—El fuego está calentando. —Lali
se quitó de encima dos cobijas
haciéndolas a un lado.
—¡Oye, yo no las quiero!¡Estoy sudando aquí
—Empujó las cobijas sobre
sus
pies.
—Lo
siento. —se sentó y se quitó la camisa de franela, quedándose en playera y
pantalones.
—Hice el fuego para que durara toda la noche. No me di cuenta
que estaba creando un sauna.
Lali
se acostó sobre su estómago, viendo lo que hacía el fuego.
Bostezo. Las llamas
se levantaban altas. La madera se quemaba con suaves crujidos y
un ocasional rugido.
La
luz parpadeaba en la
habitación.
—Está bien.
El fuego se ve bien.
Peter rodó, su codo rosaba el brazo de ella.
—Ese es un muy buen
fuego. Sonrió.
—El mejor que he visto.
—Te apuesto que no has visto muchos.
—Nop. —Al minuto, su sueño creció más.
—¿Sabes?, esto es lo más divertido que he hecho en mucho
tiempo. —Peter
sonó relajado y
feliz.
Sus ojos se cerraron.
—Umm hmm.
—Creo
que estas a punto de quedarte dormida. —Lali escuchó un poco de diversión en
su
voz.
—Umm hmm.
aww más más más
ResponderEliminarMAAAASSSSSSS MASSSSS :) !
ResponderEliminarmass
ResponderEliminarme encanta!!! <3
El ambiente idóneo.
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