Con canciones navideñas sonando suavemente de su portátil y
la chimenea parpadeando,
verdaderamente se sentía como
Noche Buena. Lali experimentaba el mismo entusiasmo como si fuera una niña pequeña, solo que en lugar que fuera
por
los regalos, este año esperaba con interés un tipo de Navidad con
Peter.
—¿Podrías pasarme el aceite de oliva? Gracias. —Cogió la
botella y
formó una espiral con él sobre la sartén que había calentado sobre el
fuego. Su cara estaba roja de trabajar tan cerca de las flamas, pero no le importaba. Nunca se había divertido tanto preparando la cena y a
Peter le gustaba ayudar, lo cual hacia esto mucho mejor.
—Está bien,
ahora pon la
pasta.
Peter estaba encargado de preparar
la pasta, lo que resultó ser
complicado. El agua apenas
había hervido, pero finalmente estaba
cocida. Se acercó a Lali y puso los fideos pegajosos en su sartén. Ella disfrutó de los mechones de pelo asomando por su playera, el aroma
de
su piel y la
forma
en que su pelo se rizaba cerca de sus oídos.
—¿Qué es lo que estas preparando? —Preguntó él mientras mezclaba
los fideos, con el aceite de oliva y agregaba hojas secas de perejil de un bote con especies.
—Se
llama salteado, salvo que le falta la
mayoría de los ingredientes.
Si tuviéramos algo de pollo o cebolla,
eso
ayudaría mucho. — Espolvoreó ajo y cebolla en polvo por encima y suavemente sacudió la
sartén para sofreír la pasta. Las especias del armario fueron un bono—. ¿Quieres voltear de nuevo el pan
con
ajo?
—Claro. —Usó las pinzas y
volteó cada pieza de pan.
Ella roció
aceite de oliva sobre el resto de las rebanadas de pan junto con el ajo en polvo y
pimienta roja.
—Eso
huele estupendo, —le dio una sonrisa hambrienta.
—Es el ajo. Me encanta el ajo. Muy bien. Creo que está listo. —Pasó el salteado de pasta a un gran tazón y lo puso en la mesa de centro
que había decorado
para la cena de Navidad.
Una sábana blanca del
armario sirvió como mantel. Encontró una canasta de pinas en una esquina y las arregló con ramas de pino
de fuera. Y su casi consumada
vela en
el centro de la mesa.
—¿Dónde quieres que ponga
el
pan?
—Aquí. —Le tendió un plato pequeño y él deslizó las rebanadas de
pan ahí.
—Se
ve muy bueno, —dijo Peter, y ella no pudo más que estar de
acuerdo con
él.
Ambos se sentaron y miraron su pequeño
banquete.
—Oh,
casi lo olvido. —tomó la lata de queso
parmesano y la sacudió
hasta que el queso se soltó. Lo
espolvoreó sobre la
pasta—. Ahí está.
Lali regreso para
que
sonara
la canción
de Navidad
de Josh
Groban, Believe.
—No
es una mala elección considerando nuestra situación. Peter llenó cada
vaso con vino de una
botella recién abierta.
—Esta es una de las más frías Navidades que he pasado. Creo que nunca
la
olvidare. Probablemente le cuente a mis nietos sobre la Noche Buena en la que quede atrapado con una hermosa chica en una
cabaña
y que cocinamos nuestra propia cena
sobre
el fuego.
La
cara de Lali se ruborizó y no fue por el calor
de
la chimenea.
—Este brindis es por los dueños de la cabaña. Gracias por dejarnos comida. —Y levantaron
los vasos.
—Brindaré por eso, —Peter dio un sorbo de su vino—.Me muero de
hambre.
Llenaron los platos con la cena creativa de Lali.
El
pan tostado y
crujiente de ajo. La pasta
estaba un poco pegajosa, pero
la combinación del aceite de oliva
y las especias sabían bien.
—Lali, sabe delicioso,
—dijo
Peter,
enrollando la pasta
en
su
tenedor.
—Es por que estas realmente hambriento. Pero
estoy de acuerdo, en que
resultó bastante buena, considerando que no tenemos una estufa real.
—Si
esta fuera una Noche Buena normal, ¿qué harías?, —preguntó
él, Nicolasando otro bocado.
Ella se limpió la boca
con
una toalla de cocina.
—Estaría solo
con
mi familia
más cercana. No vemos a nuestros abuelos y primos hasta el día
de
Navidad. Es cuando tenemos una gran
cena con pierna. Mi
madre tendría aperitivos
como
a
las
cuatro y media de la tarde y haríamos juegos. Cuando éramos pequeñas jugábamos a
las cucharas. Los últimos años hemos jugado a “Oh, diablos.”
—¡Oh, diablos! —Peter río—. ¿Qué tipo de juego es ese para jugar en
Navidad?
—Es
un
juego de cartas.
—Sonrió, recordando
todas
las horas jugando con su familia—. Puede llegar a ser un juego muy frustrante, es por eso que se llama así. —Y
luego se dio cuenta que su familia nunca
celebraría otra Navidad de esa
forma.
—Estas frunciendo el ceño. ¿Qué pasa? —preguntó
él.
—No
es nada, estaba pensando como todas las tradiciones con mi familia se han
ido.
Bajo
su tenedor y se acercó tomando su mano.
—Sé
que apesta que todo tenga que cambiar,
pero no siempre se sentirá así de horrible. —Dio un apretón a su mano y
la
soltó. Ella deseó
que no lo hiciera.
—Gracias, forzó una sonrisa, —pero no
lo creyó.
Extrañaba
a su padre, pero no quería hacerlo. Estaba segura
de que él era el causante de la repentina separación.
—Y puedes empezar
con
nuevas tradiciones.
Como cocinar sobre
una fogata y dormir con un
chico extraño que acabas de conocer.
El brillo travieso
en sus ojos la hizo reír.
—Eso podría ser un poco difícil de organizar cada año. —Sacudió la
cabeza, imaginando repetir
esto cada año.
—Bueno y ¿qué hace tu familia en Noche Buena?, —preguntó Lali, para dejar de pensar en meterse en la cama con Peter esta noche. Ahora que la había besado y que
sabía que no estaba planeando casarse, no estaba segura de como sentirse
sobre meterse bajo las sabanas con él.
—Vemos el Show
de villancicos de los Muppets
y nos damos
un atracón con galletas. Mi madre hornea como loca toda la temporada,
pero solo podemos comer esas galletas durante la fiesta o en el día de
Navidad. Eso siempre me vuelve loco.
Lali
tomó otro pedazo de pan.
—Mi madre hace una casa de pan de jengibre cada año. Se ve
muy
cursi, pero hace un gran esfuerzo. Yo solía hacer una también,
pero no lo he hecho en el
último par de años.
No estoy
segura del
por qué.
—Nosotros tenemos una tradición llamada esconde el pepinillo.
Lali lo miró escépticamente.
—Es una broma, ¿verdad?
—No, —se río—. Es una antigua tradición alemana del lado de
la familia de mi padre. Tenemos un adorno en forma parecida a la de un
pepinillo y mi padre lo esconde entre las ramas de los árboles. En
la mañana de Navidad, el primero que encuentre el pepinillo
obtiene un
regalo extra.
—Suena
divertido.
—Lo
es, excepto que mi hermano casi siempre
lo encuentra. Es muy
astuto el desgraciado.
—Eso
es un fastidio.
—No, el regalo siempre termina siendo algo que se comparte para
toda la
familia, así que todos ganamos a
final de cuentas.
Lali
masticó su pan de ajo y lo tragó.
—¿Qué le compraste a
Paula como regalo de Navidad? Él le dio una mirada sarcástica.
—¿Qué? ¿Se supone que debo adivinar?, —dio un sorbo a su vino y un segundo después, lo comprendió—. Oh, Dios. No le compraste nada.
Hizo una
mueca.
—Estoy a punto de pedirle que me devuelva el anillo. Creo que darle
un regalo podría ser contraproducente.
—¿Le pedirás que te devuelva el anillo? —su boca cayó
abierta—.
Eres
un completo intransigente.
—No. Ella me mintió sobre estar embarazada. Además, el anillo
perteneció a mi
abuela. No hay forma que le permita quedárselo.
Lali sirvió dos vasos más de vino para ambos.
—Cierto. Creo que necesitas beber un poco más. Creía que mi
Navidad apestaba,
pero la tuya suena peor. —Él sonrió y tomó un sorbo.
Lali dejó la botella en la mesa—. ¿Realmente crees
que vamos a
poder
salir de aquí mañana?
—Sí. tomará tiempo despejar los caminos y por qué oscurecerá
temprano antes de que pare de nevar, va a ser difícil de detectar mi camioneta o tu bufanda. Con suerte mañana,
cuando esté más claro,
no va a tomar mucho tiempo. Sé que mi familia,
con
seguridad estará
buscándonos. Pero para estar seguros, deberíamos caminar hacia la carretera y tratar de hacer
señas a alguien.
massssssssssssssssssssssssss
ResponderEliminarmás más más
ResponderEliminarConsiguieron cenar...
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