lunes, 22 de junio de 2015

Capítulo 1

Un Ave María y un Harén


¿La cuenta? 21 días hasta mi viaje a Alabama


Una vez leí que el fútbol se inventó para que la gente no se diera cuenta de que el verano se terminaba. Pero yo no podía esperar a que las vacaciones de verano acabaran. No podía esperar por el fútbol. Fútbol, dominante del oto fútbol, el amor de mi vida.


— ¡Azul cuarenta y dos! ¡Azul cuarenta y dos! ¡Rojo diecisiete! grito.

La señal está en rojo diecisiete. Pablo me lanza la pelota. La defensa está bombardeando. Pablo se estrella contra un estudiante de primer año de la defensa, tirándolo al suelo. El resto de mi línea ofensiva destruye la defensa. Bien. El campo está despejado, pero mi receptor no está donde se supone.

— ¿Qué demonios, Higgins? murmuro para mis adentros.

Bailando en las puntas de mis pies, puedo escanear la zona de anotación, y encontrar a Peter en su lugar y lanzo el balón. Vuela por el aire, una espiral perfecta, dirigiéndose justo a donde lo quea. Él atrapa el balón, clavándolo, y hace este baile realmente estúpido. Peter parece una maldita bailarina.  Con  su  cuerpo  delgado  y  afeminadcabello rubio,  podría  ser  la estrella del Ballet de Nueva York.

Voy a darle un infierno por su  baile.

Este es mi último año en el instituto Hidden Oak, y soy la capitana, por lo que se me permite mantener a mis jugadores en línea. A pesar de que es mi mejor amigo, Peter siempre ha sido un fanfarrón. Sus travesuras nos consiguen penalizaciones.

A través del altavoz en mi casco, escuc al entrenador Miller decir:

Bonito tiro. Este es tu año, Espósito. Vas a llevarnos al campeonato estatal. Puedo sentirlo... a las duchas.

¿Lo que el entrenador realmente ha dicho? que no vas fallar en los segundos finales del partido del campeonato como lo hiciste el año pasado.

Y tiene razón. No puedo.

La Universidad de Alabama, llamó la semana pasada en el primer día de clases para decirme que un reclutador va a venir a verme jugar la noche del viernes. Y luego llegó una carta de aspecto muy elegante, que me invitaba a visitar el campus en septiembre. Una visita oficial. Si les gusta lo que ven, van a ficharme en febrero.

No puedo arruinar la temporada.

Saco mi casco y agarro una botella de Gatorade y mi cuaderno de jugadas. La mayoría de los chicos ya  están perdiendel tiempo y  yendde cabeza a observar el entrenamiento de las animadoras en el campo, pero los ignoro y miro hacia arriba a las gradas.

Veo a mamá sentada con el padre de Nicolás, un ex jugador de la NFL. Mi papá no está aquí, por supuesto. Idiota.

Muchos padres vienen a ver nuestras prácticas porque el fútbol es la gran cosa que hacer por aquí. Aq desde Franklin, Tennessee, sede de los Hundred Oaks Red Raiders, ocho veces campeones del estado.

Mamá siempre viene al entrenamiento me ha estado apoyando desde los días de fútbol para niños Pop Warner, pero a veces se preocupa porque me haga daño, a pesar de que lo peor que me ha pasado fue una conmoción cerebral. El segundo año, cuando Pablo se tomó un respiro, el entrenador trajo a este idiota para jugar en el centro, el idiota no me cubrió, y me golpeé con fuerza.

De lo contrario, soy una roca. No tengo problemas en las rodillas, no tengo extremidades rotas.

Papá nunca viene a mis entrenamientos y raramente se presenta a los partidos. La  gente piensa  que es porque está  muy ocupado,  porque ées Carlos Espósito, el mariscal de campo titular de los Titanes de Tennessee. Pero la verdad es que no quiere que juegue al fútbol.

¿Por q un famoso mariscal de campo no querría que su hija siguiera los pasos de la familia? Bueno, lo hace. Le encanta que mi hermano, Victorio, un junior en la universidad, juegue para la Universidad de Tennessee, y llevase a su equipo a una victoria en el Sugar Bowl el año pasado. Entonces, ¿Por q demonios mi padre tiene un problema con que yo juegue con balones?

Soy una chica.

Después de beberme mucho Gatorade, voy a buscar a Higgins, que está intentando coquetear con Paula Markum, la más idiota de las porristas. Agarro a Higgins a un lado, evitando su mirada de Darth Vader, y digo:

La pxima vez intenta terminar tu ruta en lugar de mirar a Paula, ¿lo harás? Su cara se pone toda roja antes de que asienta con la cabeza.

Está bien.

—Genial.                                                                                                                        

Luego voy a empujar a un esquinero de segundo año a un lado para hablar en privado. Duckett es un par de centímetros más bajo que yo, así que pongo una mano sobre su hombro y lo llevo por la banda.

En esa última jugada, donde lancé el pase largo a Peter, lo has dejado receptivo. Y sé lo rápido que es, pero no puedes permitir que eso pase en el juego. Estabas totalmente fuera de posición.

Duckett deja caer su cabeza y asiente con la cabeza hacia mí.

Lo tengo, Espósito.

Le palmeo la espalda con mi cuaderno de jugadas mientras tomo otro trago de gatorade, y me limpio la baba de la boca.

Bien. Estamos contando contigo la noche del viernes. Estoy segura de que el entrenador va a empezar contigo.

Duckett sonríe mientras se pone el casco bajo el brazo y se dirige hacia el vestuario.

—Impresionante  trabajel  de  hoy,  chicos  —le  digo  a  un  par  de mi  línea ofensiva, y luego avanzo hacia Peter y lo miro.

Él dice:

— ¿Qué es bueno, Espósito?

Buen movimiento engañando a Duckett en esa última jugada. Peter se e.

Lo sé, ¿verdad?

— ¿Puedes quitar lo del baile?

Él me sonríe, sus ojos verdes se iluminan mientras arrastra una mano a través de sus rizos rubios.

—Sabes que te encanta.

Sonriendo, le empujo en el pecho.

Lo que sea.                                                                                                                 

Él me empuja de vuelta.

— ¿Quieres venir a comer con nosotros?

— ¿Qun somos nosotros?

Pablo y yo...

— ¿Y?

Oh, vamos a ver... Belén, Mery, Rocío y Paula. Saco la lengua antes de decir:
—Mierda, no.

Vamos a Petes Roadhouse —dice, moviendo las cejas.

Maldita sea. Me encanta ir allí. Es uno de esos restaurantes donde te permiten tirar cáscaras de cacahuates por todo el suelo. Sin embargo, respondo:

—No puedo. Mi hermano dijo que él vería un video conmigo esta noche. Peter tiene esa mirada herida en el rostro.

Vamos, Espósito. Sabes que quiero ir a Michigan más que nada, y estoy trabajando duro, pero has estado encerrada todas las noches desde que escuchaste que Alabama viene al partido de apertura.

Aspiro una respiración.

—Correcto… sólo tengo tres días para llegar a la perfección.

Eres, como cien veces mejor que el mariscal de campo que era tu hermano en la secundaria, ya sabes.

Sonrío a Peter.

—Gracias —le digo, a pesar de que no es verdad.

Se seca el sudor de la frente con su camiseta roja y negra.

— ¿Qué te parece si voy contigo a ver el video en su lugar?

— ¿Qué pasa con Belén, Mery, Rocío y Paula?

Echa una ojeada hacia las porristas.                                                                              
Tendrán que esperarme un año.

Le empujo de nuevo, y él se e.

—No, está bien —le digo—. Me alegro de que vayas a salir con las chicas otra vez, incluso si Paula es la hermana de Satanás.

—Nunca he perdido el tiempo con Paula… tengo normas, ya sabes.

Una mierda digo mientras Pablo y Nicolás suben.

Con su casco en la mano, Pablo pasa un brazo sobre los hombros de Peter. Me sorprende que las delgadas rodillas de Peter no se doblen bajo los casi 125 kg de Pablo.

— ¿Estás  en  problemas  de  nuevo,  hombre?  —le  pregunta  Pablo  con  su  voz profunda.

—Espósito no aprecia mis habilidades de baile.

—A nadie le gustan tus habilidades de baile responde Pablo. Él asiente con la cabeza hacia mí.

— ¿Vienes al Roadhouse, Espósito?

—No  puedo.  Tengo  que  estudiar  —le  digo,  sosteniendo  el  cuaderno  de jugadas.

Tomate un descanso dice Pablo.

Apuesto a que iría si hubieran elegido un lugar que hiciese comida de verdad, como el Michel Bistro o el Julien L'Auberge en Nashville dice Nicolás con un ridículo acento francés, y Pablo ,Peter, yo nos echamos a reír de él.

Por supuesto que no le digo—. Todo lo que necesito es un gran filete de carne y un montón de cáscaras de cacahuate para tirar por el suelo.

Blasfemia —responde Nicolás.

— ¿No vas tampoco? le pregunto a Nicolás. Él se centra en sus zapatos antes de decir:

—No puedo… es noche de entrenamiento, ¿recuerdas?

Él es, como, la única persona que conozco cuyos padres nunca dicen nada acerca de noches de escuela siempre se trata del entrenamiento de fútbol y partidos en casa de Nicolás.

Vamos, Espósito se queja Peter—. lo por una hora o dos. Odio decirle que no.

—Si esta noche tengo cuatro horas del video de Alabama, mañana saldré.

Está bien dice Peter, sonriendo.


—Siempre y cuando no traigas a tu harén.

Nota: Los capítulos normalmente van a estar en dos partes porque son bastante largos, gracias a quienes me acompañen en esta nueva adaptación.

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