Capítulo 21

Lali observó a Peter cortar madera en el cobertizo desde la ventana de la cocina. Sus músculos eran perfectos, y se movían de forma atlética.

Estaban en noviembre y los días se estaban acortando.

Y ella pensó en lo bonito que sería festejar el Día de Acción de Gracias con él. Compartir las vacaciones con él. Se imaginó alrededor de una mesa, rodeada de Peter, Tiffany, Amy, su padre, como una gran familia, incluida Kylie, a quien invitaría. ¿Era un sueño imposible?

La esperanza era tan nueva, que le daba miedo ilusionarse. Sonó el teléfono de la cocina sobresaltando el pacífico silencio.

Pensó en atenderlo; después de todo, últimamente se sentía como en su casa en casa de Peter. Había pasado mucho tiempo allí aquellos días. La noche anterior Tiffany había ido a ver a una madre soltera que había conocido en los talleres de nuevas madres, y ellos habían pasado casi toda la noche en la cama.

Después de varios timbres, saltó el contestador.

Ella lo escuchó por si era algo importante, relativo a su trabajo, puesto que él le había dicho que tenía que ir a D.C. la semana siguiente.

Y oyó una voz de mujer. Era Cheryl.

Lali se puso tensa. Si su encuentro había cerrado algo inconcluso, ¿por qué lo llamaba ahora?

—Peter, ha sido bueno verte en D.C. He estado pensando en todo lo que hemos hablado y… No me voy a casar con Dennis ahora. Vamos a esperar hasta después  de  Año  Nuevo  para  ver  qué  pasa.  Gracias  por  ser  sincero  conmigo. Llámame cuando vuelvas a D.C. antes del Día de Acción de Gracias. Quizá podamos volver a vernos.

Cuando Cheryl colgó, Lali se sintió como si le hubieran dado un puñetazo en el estómago.

¿Habrían terminado Peter y Cheryl?

Pablo había vuelto con su exnovia… ¿Y Peter? ¿Volvería con su esposa?

Se dijo que Pablo y Peter eran muy distintos. Pero una voz cínica le advirtió de que ambos eran hombres.

Se puso nerviosa.

¿Se había estado engañando todo aquel tiempo? ¿Se  había estado haciendo falsas expectativas pensando que la relación entre ellos era especial cuando sólo se había tratado de deseo y atracción?

Cuando oyó la puerta de atrás de la casa, se quedó inmóvil.

La idea de que Peter volviera con Cheryl le producía tanto dolor, que por un momento comprendió que su padre se hubiera anestesiado con el alcohol.

—¿Puedes sujetarme la puerta? —preguntó Peter.

Peter había ido a buscar la leña, y estaba esperando, cargado, a la puerta.

Sin saber cómo, Lali obedeció. Abrió la puerta y esperó a que Peter pasara con la madera hacia el salón.

Luego cerró la puerta.

En el salón, Peter puso la leña en su sitio. Lali se acercó y le dijo:

—Te han llamado cuando estabas fuera.

—¿Has contestado o has dejado que saltase el contestador?

—He dejado el contestador.

—Supongo que no habrá sido para algún rescate; si no, me habrías llamado…

—No, no se trata de ningún rescate. Era tu exesposa. Peter se dirigió a la cocina para escuchar el mensaje. Cuando volvió le dijo a Lali:

—¿Qué estás pensando?

—No sé qué pensar. Va a postergar su boda. Sabe que vas a volver a D.C. ¿Qué es lo que pasa?

—Nada.

—Después de veros en el restaurante, ¿fuisteis a la habitación de tu hotel?

—No confías en mí —dijo él con dureza.

—¿Cómo puedo confiar en ti, si escucho un mensaje como ése? ¿Qué se supone que tengo que pensar?

—Simplemente que he tenido que ocuparme de un asunto personal… en un restaurante. No te he dado ningún motivo para desconfiar de mí.

—Sí,  lo  has  hecho.  Desconfío  de  ti  porque  no  te  conozco.  Eres  reservado, Peter. Nunca sé lo que estas pensando o sintiendo… No me contaste que mi padre estaba interesado en volar contigo, no me dijiste que estabas pensando en contratar a Tiffany… No me cuentas nada sobre tu trabajo…

Peter agitó la cabeza.

—Éste es el motivo por el cual no he tenido ninguna relación seria desde mi divorcio. ¿Qué quieres de mí, Lali? ¿Que te cuente lo que hago cada minuto de mi vida? ¿Todo lo que pienso?

Lo que ella quería era su amor.

—Quiero que me cuentes lo que sucede con tu exesposa. Quiero la verdad.

—De acuerdo. Hacía años que no sabía nada de ella. Un día me llama y me deja un mensaje. Cuando  estuve en D.C. decidí llamarla, y ella me  dijo si podíamos almorzar juntos. Nos vimos en Trellis, un lugar al que solíamos ir. Lo primero que me chocó al verla era que estaba embarazada.

Lali se quedó con la boca abierta.

—¿No hubo reminiscencias de los viejos tiempos?

—Sí, claro. Pero creo que ella quería mi consejo. Al parecer, ha tenido esta relación porque quería tener un hijo. Y ahora se da cuenta de que tener un hijo no es una razón para casarse. Ahora se da cuenta de que no se conocen bien, y que casarse podría ser un error.

—A lo mejor ahora se da cuenta de que lo que tuvo contigo era más especial que lo que tiene con él.

—Analizamos nuestra relación, es verdad. Pero nuestra relación es historia. Al parecer hoy me ha llamado para ponerme al día.

—Tal vez quiera acercarse a ti.

—No lo creo. Simplemente creo que se alegró de que la escuchase alguien. Sus decisiones ya no tienen nada que ver conmigo ahora. Nos hemos hecho mucho daño, y no creo ni siquiera que pudiéramos ser amigos. Sólo la vi una hora durante mi viaje a D.C. El resto del tiempo lo pasé en reuniones… Si no aprendes a confiar, Lali, te quedarás sola el resto de tu vida.

—¿Y tú, qué,  Peter? Si  quieres ser un solitario, bien, pero si quieres una relación seria, no puedes abrir tu vida a medias. No puedes controlar cada pensamiento y cada emoción. Tienes que dejarte sentir.

—Estamos hablando de ti, Lali. Tú quieres más. Tal vez yo no tenga más para dar.

—O tal vez tengas miedo de dar. Tal vez tú no confíes más que yo.

—¿Crees que no confío en ti?

—Creo que si lo hicieras, no estaríamos hablando de esto.

Peter se quedó callado. Y ella supo que se había vuelto a meter en sí mismo.

—Es mejor estar sola, o sea pasarme la vida sola, como has dicho tú, y no esperar el momento en que un hombre te pueda abandonar.

—No todos los hombres se van.

—Hay muchas formas de irse, Peter, y una de ellas es cerrarse —se le llenaron los ojos de lágrimas.

No iba a llorar delante de él. Se reprimió las lágrimas y dijo:

—Será mejor que me marche —fue a recoger su chaqueta. Peter se quedó callado. Inmóvil.

Y ella se marchó, con la esperanza de que Peter la llamase para que volviera.

Pero no lo hizo. Habían terminado, pensó ella.