Sonó el teléfono de la mesilla de Peter.
Lali necesitó un momento para despertarse. Peter lo atendió y habló con determinación.
—Espera un
momento.
Está
aquí.
De acuerdo, Tiffany.
El nombre de Tiffany la sobresaltó y la hizo incorporarse de la cama. Eran las dos de la madrugada. El pánico se apoderó de
ella.
—¿Tiffany? ¿Qué
sucede?
—Amy no deja de llorar y no sé qué hacer. Jamás la he visto así. Lleva molesta
desde las nueve y tengo miedo de haber hecho algo mal o de que esté enferma.
No quería llamarte —dijo Tiffany con lágrimas.
—Cariño, tranquilízate. Respira hondo. ¿Tiene
fiebre?
—Le he puesto el termómetro, pero está tan caliente de llorar… que no sé si lo
estoy haciendo bien.
—Dile
que te
llevaré enseguida
—le
dijo Peter
a
Lali—. Estaremos
en
quince minutos.
Peter la acompañó a ver Tiffany. Al parecer, no le importaba implicarse con los demás.
Lali abrazó a
Tiffany.
—La he acostado boca arriba, la he acostado boca
abajo, la he acunado, le he puesto música…
No sé
qué más hacer…
Cuando Lali le puso el termómetro, vio que no tenía fiebre. Sospechaba que
tenía
una noche de cólicos.
—Puedo llamar al doctor Pinelli… —empezó a decir Lali.
—¿Por qué no la
llevamos a dar una vuelta? —sugirió Peter. Tiffany y Lali
lo miraron.
—¿No dices que siempre se
duerme en el coche?
—Sí, pero…
—Creo que
vale la pena probar,
¿no? —gritó Peter entre el llanto de la niña.
—Probaremos.
Y si
no funciona,
llamaremos al
pediatra.
Se subieron
al coche de Peter. El
llanto parecía llenarlo. Peter estaba tranquilo. Tiffany se sentó detrás, con Amy a su lado, a la que había colocado en una trona
que había comprado Peter para
ella.
Después de un
rato,
el llanto se hizo más débil y luego empezó a tener hipo.
—¡Oh! ¡Funciona, señor
Lanzani! ¡Es un genio! —exclamó la muchacha.
Peter se rio. Seguramente estaría pensando en
el hijo que no tenía, en
cómo lo
habría
afectado la
paternidad. Cómo habría
cambiado su vida,
pensó Lali.
Media
hora más tarde, cuando volvieron a casa de Lali, ella tuvo miedo de
que
la niña volviera a llorar en cuanto parase
el coche. Pero la niña seguía dormida,
y Lali sabía
que era debido al cansancio.
—Candela tenía una tumbona para Timmy, y me la ha ofrecido para Amy. Si a Amy le gusta
que la muevan, es un buen invento para cuando esté molesta.
—Tengo que ahorrar para un coche —dijo Tiffany con un bostezo—. Si lo hubiera
tenido, no habríais tenido que
llevarme de un lado a otro.
Tiffany se disculpó por haberlos
llamado a esa hora de la noche y molestarlos, y
se marchó a la habitación.
Era evidente que la chica estaba mortificada
por
haberlo hecho. Pero Lali le dijo que había hecho lo que debía.
Cuando estuvieron
solos, Peter le preguntó a
Lali:
—No podemos dormir
juntos, estando Tiffany en casa, ¿verdad?
Seguro que me vas a decir que
quieres darle ejemplo.
—Podemos acurrucamos en
el sofá —sugirió ella.
Evidentemente, si Peter se involucraba en una relación con ella, su vida se complicaría,
pensó Lali.
—Quiero algo más que
acurrucamos en
el sofá… —se
quejó Peter.
Lali vio el deseo en su mirada. Era el deseo que había sido el motor de los juegos preliminares; el deseo que los habría llevado a hacer el amor nuevamente si
no hubiera llamado Tiffany.
—Sé que mi vida es complicada. Sé que esto no es lo que esperabas —dijo Lali.
Peter se acercó a ella y
le dijo:
—Normalmente las cosas no son como esperamos. Tú has sacudido mi vida, y eso es muy incómodo. Pero quiero que repitamos la primera parte de esta noche. Ya buscaremos tiempo para hacerlo,
si a ti te apetece.
—Claro que
me apetece.
Cuando la besó, ella hubiera querido llevarlo a su
habitación, olvidarse de las responsabilidades y dejarse
llevar por el momento. Pero tendrían
que esperar…
—Dile
a Tiffany que no hace
falta
que venga hoy —dijo Peter—. Necesita dormir.
Sé que no quieres dejarla por las noches, después de
trabajar todo el
día.
—Mañana
por
la noche va a asistir a
un taller para
nuevas madres. Él se
sobresaltó.
—¿Cuánto dura?
—Es
de seis a nueve.
Puedo llevarla y luego ir a tu casa.
—Me
parece
buena idea.
Tres horas
con Peter no parecía suficiente. ¿Se cansaría Peter de aquellos horarios?
Cuando Peter la besó y la
abrazó nuevamente, ella tuvo la
esperanza de que
algún
día él sintiera el mismo amor que
sentía
ella. Así sería
más
fácil unir sus vidas.
Pero el amor era
la clave. Sin él se separarían.
Peter se despertó a las
diez de la mañana con la luz del sol. Había vuelto a las
cuatro de la mañana,
y se
había
dormido.
Vio el paquete del condón
vacío sobre la mesilla, notó el hundimiento de la almohada por la cabeza de Lali. Oyó el absoluto silencio, sólo roto por el sonido del viento contra
la ventana…
Todavía estaban
las huellas de la presencia de Lali
en su cama. Y él se sintió
muy
solo.
El sonido de la risa de Lali inundaba su casa cuando ella estaba allí. La hacía más cálida.
Era
una mujer llena de entusiasmo,
de vida… Le gustaba su sentido del humor, su naturaleza
generosa…
Pensó en las circunstancias de la vida que lo habían transformado en
aquel ser esquivo: su trabajo lo había hecho un cínico; su divorcio le había enseñado lo que era
el fracaso;
la pérdida de su hijo…
Pero ahora
iba a mirar hacia
delante, con Lali.
Porfavor Peter cambia ya ese pensamiento y ve por esa felicidad
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