miércoles, 10 de mayo de 2017

Capítulo 19

El hecho de que él hubiera estado resistiéndose a sus sentimientos por ella quizá quisiera decir que eran intensos y profundos
El teléfono los sobresal. Debía de ser Tiffany. Peter lo atendió.
Te llamaré enseguida.
Tengo que atender esta llamada. Me iré a mi oficina. ¿Estarás aquí cuando venga?
Ella asintió.
Evidentemente, era una llamada de trabajo, pensó ella.
Pero Peter sólo le dijo eso cuando ella le preguntó quién había sido.
—No puedo contártelo.
¿Poda ella aceptar ese aspecto de la vida de Peter?
—He conseguido el contrato con el gobierno —le aclaró él.
¿Y llaman un viernes por la noche?
—La gente del gobierno a veces no se toma los fines de semana. Ni duerme… No puedo hablar con nadie sobre esto. Es así, Lali.
El tono de sus palabras parecía pedirle que lo aceptase. Parecía decirle que podían estar juntos si ella era capaz de aceptarlo.
En un impulso, ella se acercó y le dijo:
Prefiero que me beses a que me lo cuentes.
Y se abando su  beso. Tenía que  aprender a disfrutar del  presente con Peter.
Se acariciaron por encima de la ropa. Los ojos de Peter brillaban de deseo, y ella tuvo la esperanza de que él sintiera algo más.
Como todo lo demás, el deseo de Peter era intenso. Cuando la tocaba, sena tanto anhelo por sentirlo, que apenas podía respirar.
No le pidió permiso para quitarle la blusa.
¿Sabes lo difícil que ha sido pasar estas dos semanas alejado de ti?
¿Y por qué lo has hecho? —dijo ella, quitándole la ropa.
Porque quea que tuvramos tiempo para pensar, no sólo para ver la prueba de embarazo, sino para dejar que pensaras qué queas.
Yo te quiero a ti —murmuró Lali.
Lo decía en sentido amplio, no sólo sexualmente.
Pero Peter no quea comprometerse. Y ella se había preguntado una y otra vez si poda contentarse estando con él sin casarse, sin tener hijos. Esperaba que él no rechazara la idea de tener hijos totalmente.
Peter le acaric un pezón. Cuando ella gimió, él se rio.
¿Tienes las rodillas flojas ya? —preguntó él con satisfacción masculina.
—Es como si me estuviera derritiendo en tus manos.
—No puedes derretirte ahora. Acabamos de empezar.
Lali le quitó la camisa de dentro del pantalón. Impaciente, él tiró de la prenda para quitársela y la tiró al suelo. Cuando Lali le acaric los flancos, él apoyó su frente en la de ella.
—Los condones están en el dormitorio —dijo él sensualmente.
¿Y el fuego?
Se mantendrá. Me ocuparé de él más tarde.
«Más tarde», pensó ella. Tendan toda la noche.
Y ella le enseñaa a Peter que la intimidad y la vulnerabilidad iban unidas. Y que no tenía que escapar de ellas.
De pronto, Peter la tomó en brazos y la llevó por el vesbulo en dirección a la habitación principal.
Cuando Peter la ba, ella no miró cómo era la decoración. Peter era su foco de atención.
Y cada latido de su corazón la hacía más consciente de él.
Pero tenía que estar alerta. No debía olvidarse del daño que le habían hecho en el pasado. No debía ver la vida como si acabase de nacer, no debía volver a soñar, porque podía llegar la decepción una vez más.
Cuando él fue a desabrocharle el sujetador, Lali lo detuvo.
¿Qué? —preguntó él.
Quiero que esto dure.
—Nada dura, Lali. Absolutamente nada. Lo sabes tan bien como yo.
¿No quieres que haya un mañana y un mañana y un mañana? —pregun Lali.
Quiero esta noche. Quiero que estés ahora conmigo.
Ella sabía lo que quea decir. A ella le costaba vivir el presente. Le gustaba planear, proyectar, analizar.
Dime, ¿de qué tienes miedo? —le preguntó él.
No podía decirle que tenía miedo de que se marchase. De que se cansara de ella. Tenía miedo de que él mantuviera su reserva y ella nunca conociera sus verdaderos sentimientos. De que no llegara a conocerlo nunca.
Pero no iba a estropear aquella noche con sus miedos.
Acaric su piel y deslizó su mano hacia sus hombros. Luego se puso de puntillas y le lam los labios.
Gimiendo, Peter la estrec fuertemente, sintiendo sus pechos. Ella notó su excitación en su sexo.
—No podemos hacer esto así —dijo ella con una sonrisa.
—Entonces quitémonos esta maldita ropa —comentó Peter.
¡Es tan maravilloso sentirte! —susurró ella.
Él se sena a punto de explotar de deseo. Cuando él se frotó contra ella, Lali llegó a la cima del placer. Así, simplemente. La tomó por sorpresa. Por un momento ella se puso rígida en sus brazos, mientras la sensación se extendía a todo su cuerpo.
¡Oh, Peter!
Él la abrazó más fuertemente.
Cuando ella abr los ojos, él estaba allí.

—No debea haber sucedido esto murmuró ella—. Quiero decir, ni siquiera me he quitado la ropa. Quea esperarte.
Riendo, Peter la llevó a la cama. Luego la desnu prenda por prenda, hasta que la dejó desnuda. Peter la miró con deseo.
Lali pronto descubr que él era una pareja activa, que no quea que ella tuviera un papel pasivo. Peter quea que lo tocase, que lo besara, que lo lamiera, como él a ella. Peter la besó interminablemente.
La acarició, la besó, la mordió eróticamente. Y ella volvió a sentir que pronto llegaa al clímax otra vez.
Rodaron en la cama varias veces. A ella le encantaba sentir su cuerpo, duro y largo, presionando el suyo, el vello de su pecho rozándole su piel suave, sus besos desde la sien al cuello.
Cuando cambiaron de posición, Peter le acaric el trasero y la parte de atrás de las piernas.
De pronto la puso en una posición sentada, para que él pudiera acariciar sus pechos y observar su cara.
Quieres ver cómo me pongo colorada… —le dijo ella.
Quiero ver más que eso. Quiero ver cuándo empieza la pasión. Quiero verla aumentar hasta que te mueras por tenerme dentro de ti su pulgar acaric su parte más femenina y ella gimió—. Así. Ríndete, Lali.
—Lo he hecho. Yo
—Estás preparada gruñó él—. Y yo también —extendió la mano y agarró un paquete que había en la mesilla—. ¿Quieres ponerlo tú o lo pongo yo?
Ella le agarró la caja. La abr y bromeó:
¿Brilla esto en la oscuridad?
—No. Pero no creo que tengas problema en encontrarme. No, no lo tendría.
Lali le puso el condón, acariciándolo, besándolo. Mientras lo hacía, todo su cuerpo se tensó y ella sonrió.
¿Qué tal va? —pregun—. Estamos a medio camino.
Vamos bien.
Lali se agac y le hizo cosquillas con su pelo en su sexo mientras terminaba de desenrollar el condón. Luego se frotó la mejilla con el vello que Peter tenía debajo del ombligo, y lo besó.
—Bien, creo que los juegos preliminares se han terminado —dijo él.
¿No puedes aguantar más?
¡Lo dice la mujer que ha llegado al orgasmo antes de quitarse la ropa!
Peter ro con ella y la dejó boca arriba. Ella lo miró. ¡Cuánto lo amaba! ¿Cómo había sucedido tan rápido?
Pero ella tenía que vivir el momento. Lali le pasó las uñas por su pecho, haciéndole cosquillas.
Peter cerró los ojos un momento, y luego los volv a abrir y sonrió.
—Eres tan… murmuró él.
¿Tan qué? —preguntó ella.
Tan natural. Tan sexy, que apenas puedo aguantarlo.
—Entonces, ¿a qué esperas?
—No estoy esperando. Estoy prolongando. Pero creo que hemos tenido bastantes juegos preliminares —dicho esto, levantó la parte de abajo de su cuerpo y dijo—: Dobla las rodillas.
En  cuanto  lo  hizo,  Peter  entró  en  ella,  llenándola,  curando  el  vacío  que siempre había tenido. Milagrosamente había desaparecido, y ella sint grimas de felicidad.
¿Cuándo había sido la última vez que había llorado de felicidad? Cuando Peter la vio, le preguntó:
¿Qué sucede Lali? ¿Te hago daño?
—No  respondió  enseguida  Lali—.  Sólo  que  es  tan  maravilloso Me encanta tenerte dentro de mí
Ella no pudo terminar pero él parec entender. Ella se contrajo, apretándolo. Y volviendo a vivir el momento, le acaric la espalda y finalmente murmu:
—No pares.
La  expresión  de la  cara  de  Peter  le dijo qufinalmente  había  perdido el control. Cuando la penetró más enérgicamente, ella se mov con él. Mientras él iba camino de la satisfacción, ella aceptó cada empuje, y se sint ascendiendo a la cima del placer, de una forma muy diferente a la anterior.
Todos sus músculos se tensaron y temblaron cuando Peter se unió a ella una y  otra  vez.  La  sensación  era  increíble,  extraordinaria,  y  ella  gritó  el  nombre  de Peter.
Vamos, Lali, abandónate… Ven conmigo.
Ella gim cuando el orgasmo se apoderó de todo su ser, cuando alcanzó el temblor de su cuerpo, dejándola sumergida en una oleada de placer. La primera ola no había acabado cuando tuvo un segundo orgasmo que la sacudió.
En aquel momento, Peter se quedó quieto, se estremeció, se adentró en ella otra vez, y luego se derrumbó encima de ella.
Lali  podír  el  latido  de  su  corazócomo  el  de  ella,  galopandoUn momento más tarde él levantó la cabeza y se puso a un lado.
A ella no le gustaba sentir que él se separaba, después de una unión tan maravillosa.
¿Sena él eso también?
Pero Peter era inescrutable. Peter le acaric la mejilla, donde había huellas de sus grimas.
—Estoy sin habla —dijo—. Porque es el mejor sexo que he tenido en mi vida. Ella no podía decirle que lo amaba. Porque él se asustaa y huia.
Él sólo había hablado de sexo.
—Enseguida vengo —dijo Peter, yendo al cuarto de bo. Volv unos minutos más tarde y ella le preguntó:
¿Tienes hambre?
Sí. Pero eso y el fuego pueden esperar. Ahora quiero tenerte en mis brazos unos minutos.

Ella también quea tenerlo en sus brazos. Tal vez las necesidades de hombres y mujeres no fueran tan distintas, después de todo.

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