El sábado, Lali puso gasolina en el tanque de su camioneta. Oyó el ruido de un avión en el cielo y miró hacia arriba. Había un avión pequeño. Lo miró más
detenidamente y vio que era azul marino y blanco. Vio el número identificador y
supo que era el de Peter.
Debía de acabar de despegar porque
estaba
subiendo.
¿Iría en viaje de negocios? ¿Sería
una operación de búsqueda y
rescate?
Llevaba tres días con un dolor en el corazón, desde que había visto a Peter por última
vez. Y ver el
avión
le dio más tristeza.
Cuando empezó a subir la
montaña para
ir a ver a una futura madre, empezó a nevar.
Estuvo con
la mujer y le
dio los consejos pertinentes. Luego fue a ver a otra
paciente. Y notó que había
más
nieve. Pensó en Peter.
¿Estaría en peligro?
Cuando empezó a bajar la montaña, pensó que tendría que ir con
más
cuidado. La nieve hacía
difícil la conducción.
Cuando tomó una curva, las
ruedas
de la camioneta resbalaron y notó que el
freno no iba bien. Sus manos se aferraron al volante mientras la nieve caía, espesa.
Estaba preocupada
por
Peter con aquel
temporal.
Estaba en el mismo lado de la ciudad que se encontraba el aeropuerto, así que
Lali decidió pasar por el hangar de Peter
en lugar de conducir hasta
la ciudad.
Se apartó de la carretera rumbo al
aeropuerto, tomando una carretera
que rodeaba el edificio principal y conducía a los
hangares privados. Cuando entró en la zona de aparcamiento, se sorprendió de ver el coche de su padre en la zona del
hangar de Peter.
Las puertas gigantes
donde entraba el avión estaban cerradas, suponía que para que
no entrase nieve. Fue
hacia la puerta que había
a un lado, la abrió y entró.
El hangar de Peter era grande, y estaba vacío, a excepción de un par de sillas
y una mesa con varias revistas. Allí
estaba el mecánico de Peter, David Johnson,
hablando por un
móvil,
y con un
walkie
talkie
en la otra mano.
Lali esperó a
que colgara y le
dijo:
—Me ha parecido ver a Peter en su
avión esta mañana.
Creía que ya habría vuelto.
—Aún no ha
vuelto. Está
de camino.
—¿Con esta tormenta?
—No ha tenido otra alternativa. El frente se ha movido más rápido de lo que
esperábamos. Su padre
ha encontrado al chico,
no obstante.
—¿Mi padre
está
con
Peter?
—Sí. Peter no quería que fuera. Sabía que iba a cambiar el tiempo, aunque no sabía cuándo. Al parecer, su padre lo llamó cuando se enteró por las noticias de
que un adolescente había tenido una pelea con su
padre y se había ido a los
Bighorns. A
las dos horas,
un amigo suyo empezó a
preocuparse
y llamó a sus padres.
—¿Está
en contacto con ellos? Me refiero a Peter y a
mi padre.
—Sí, claro.
—Entonces,
¿puede
decirme
qué sucede?
—Están en una pequeña tormenta de nieve en
un avión pequeño. Peter es un
piloto con mucha
experiencia. Se pondrá en contacto conmigo en breve. Lo único que podemos hacer es esperar.
A Lali las esperas la
ponían
muy
nerviosa.
Recordó todo lo vivido con él: el primer beso,
la búsqueda de Tiffany… El tiempo que habían pasado en la cama…
El bagaje que ella había llevado de su pasado la había hecho dudar de él. Ella sabía
que era un hombre
íntegro.
Sabía que
era protector. Que
era sincero.
¿Cómo había
podido dudar de él?
Era fácil. Lo amaba como no había
amado a nadie en su vida. Lo amaba
profundamente, y eso le había dado miedo. Miedo de que fuera ella sola quien amase.
Tenía que decírselo. Tenía que
pedirle que la perdonase.
Tenía
que darle su confianza
junto con
su
amor.
Peter miró a Russ. No lo veía preocupado. Tal vez tuviera demasiada confianza
en el piloto.
Las condiciones atmosféricas se estaban
deteriorando.
Peter llamó
a
Dave, sabiendo que
Russ podría oírlo, sabiendo que
Russ conocía
el peligro igual
que él.
—Está disminuyendo la
visibilidad.
El viento empieza azotar. ETA
quince a veinte
minutos.
Cambio.
—El aparato va
a la deriva —dijo Dave—.
Cambio.
—Lo tendré en cuenta. Cambio.
—Una cosa más. Te está esperando una señorita, así que no estropees el
aterrizaje —respondió Dave.
—¿Lali está ahí?
—Sí.
Peter colgó. Russ permaneció en silencio mientras caía
la nieve.
Si Peter hubiera
tenido que fiarse de su instinto habría pensado que estaba
fuera
del tiempo, yendo a
ninguna
parte, flotando en
el aire durante la
eternidad.
Él había estado flotando en los últimos
años. Había pensado que estaba viviendo, pero no era
verdad. Se había dado cuenta de ello cuando había conocido a Lali. Ella le había enseñado que la vida era algo más que buscar
y rescatar niños. En el curso de la búsqueda de aquel día él se había dado cuenta de que podía
rescatar a todos
los niños del mundo, pero si no se perdonaba el aborto de Cheryl, jamás sería feliz.
Era culpa suya que Lali dudara de él. Todo lo que le había dicho la
otra noche
era
verdad. Él había tenido el corazón cerrado. Los
últimos
días había intentado vivir poniendo el piloto automático, tratando de no sentir. Pero la echaba de menos. Y había tratado de
desenredar sus pensamientos y su vida.
Ahora, mientras miraba el mundo blanco grisáceo desde el aire, se
daba cuenta de que
una cosa estaba clara: amaba a Lali.
La amaba e iban a tener una vida juntos. Si ella aceptaba sus disculpas. Si ella
era capaz
de perdonar su negativa
a sentir, su temor a
enfrentar sus sentimientos.
Tenía que abrir su corazón… para ella… para ellos. Si le decía
lo que ella significaba
para él, tal vez entonces Lali pudiera aprender a confiar en
él.
—Ocurre
algo, ¿verdad? —preguntó Russ.
—Algo peligroso —respondió Peter.
—No, si sabes
lo que estás haciendo. Y tú lo sabes. Si no, yo no estaría aquí
contigo.
Después de un
momento, Peter preguntó:
—Dime, Russ, si alguien hace daño a Lali, ¿hay posibilidad de que ella lo perdone?
—¿Te refieres a
un caso como el
de ese muchacho que no apareció en la iglesia?
—¿Crees que lo perdonó?
—Sí, creo que sí. De
hecho, se
culpó a sí misma.
Igual
que le ocurrió conmigo. Cuando le hacen
daño
se culpa a sí misma. Sus
padres biológicos
la abandonaron, su
madre
adoptiva se
marchó. ¿Qué
hizo ella para que lo hicieran?, se pregunta ella. Y luego yo me di a la bebida en lugar de cuidarla. Lali se culpó entonces de no haber
sido una hija mejor…
—Hemos hablado de eso y yo le he dicho que ella no tiene la culpa
de nada. No hay nada malo en
ella.
—Por supuesto. Pero creo que Lali necesita alguien que la ponga en primer término. Alguien
que sea leal y sincero. ¿Estás dispuesto a serlo?
—Te lo ha dicho…
—No. Pero soy su padre, y no estoy borracho ahora.
—Cuando aterricemos, te demostraré que hay alguien dispuesto a ser leal y sincero con ella durante
toda su vida.
—No sé si
las quieres o no, pero tienes mis bendiciones.
Russ tenía su simpatía.
Pero ¿Lali?
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