—Creo que será mejor que
empiece por el principio. Accedí a casarme contigo pero en realidad nunca tuve
la intención de seguir adelante con el plan —cuando él se dispuso a hablar,
ella lo interrumpió—. Por favor, deja que termine antes de que pierda las
fuerzas.
—De acuerdo.
—Fingí que iba a casarme
contigo para seguir siendo tu ayudante por más tiempo.
—En otras palabras, me
mentiste, ¿no?
Se merecía la acusación,
pero escucharla de sus labios era aun peor.
—Sí, te mentí. Dejé que
pensaras que quería casarme cuando lo que en realidad quería era ahorrar el
suficiente dinero para mis necesidades.
—¿Qué planeabas hacer
cuando consumieras el dinero? ¿Por qué no aferrarte a alguno de mis fondos
cuando nos hubiésemos casado? Deberías haber sabido que yo te lo daría.
—Trataba de ser honrada —qué
estúpido sonaba eso ahora. Totalmente ridículo decir a la cara el modo en que
lo habría tratado. Dentro, su corazón le pedía que al menos intentara
comprenderla un poco—. No podía permitirme perder mi trabajo y tú me amenazabas
con mandarme a mi antiguo empleo si no me casaba contigo.
—Yo no… —Peter se detuvo
y se frotó la frente con los dedos—. Supongo que es cierto. ¿Pero por qué
necesitabas el dinero tanto? ¿Para qué era?
—Para proteger a Euge.
Ella se lo había robado a su jefe, él lo descubrió y la chantajeó. O le pagaba
lo que le debía y más, o la mandaría a la cárcel por malversación. Eso la
habría destrozado y habría arruinado la carrera de Nicolas.
—Así que Euge fue
corriendo a pedirte ayuda. ¿Nunca te han entrado ganas de estrangular a esa
hermana tuya?
—Bastante frecuentemente
—era la primera vez que Lali sonreía desde que había llegado—. Pero quiero a Euge.
No podría soportar la idea de que acabara en prisión, y además ella está
intentando mejorar ahora, Peter. De verdad.
—¿Ésa era la razón por
la que pediste el préstamo? ¿Para pagar al chantajista? ¿Era el mismo hombre
que te atacó en el aparcamiento?
—Sí. Hice lo que pensaba
que era el último pago, pero entonces me dijo que tenía que pagarle otros
setecientos cincuenta mil.
Se estremeció al
recordar la mirada de Haynes aquel día. Había puesto la vida de Peter en
peligro y luego la suya y la de su bebé. ¿Cómo había pensado que podría
protegerse de un tipo así? Debería haber reconocido el peligro entonces y
haberle dicho a Peter la verdad, y afrontar las consecuencias. No dejar que las
cosas llegaran a ese extremo.
—Me dio tres días para
darle el primer diez por ciento. Yo no pude. Pagué a un indigente para que le
diera el mensaje a Haynes, diciendo que necesitaba más tiempo y que pagaría en
cantidades menores. Pensé que estaría de acuerdo. Me equivocaba.
Peter permanecía
impasible, pero Lali se obligó a continuar.
—Amenazó con hacerte
daño a ti si no le pagaba. No podía ir a la policía. Eso habría delatado a Euge
y tú te habrías dado cuenta de que había estado engañándote y me alejarías de
tu vida, y así yo no podría vigilarte. Lo único que podía hacer era asegurarme
de que yo estuviera allí para protegerte.
—Podías habérmelo dicho —dijo
él desde su asiento—. Dios, Lali. Yo te habría protegido.
—¿Incluso después de que
te hubiera mentido desde el principio? Habrías puesto fin a este matrimonio y
entonces no habría habido nadie que cuidara de ti. Yo te observaba todo el
tiempo, preocupándome, y esperaba que, cuando me reuniera con Haynes, estuviera
de acuerdo con mis condiciones. Le pagué diez mil dólares y traté de razonar
con él, pero estaba furioso. Lanzó más amenazas. Me dijo que tenía que
conseguir el resto del dinero. Sólo me dio unos días para conseguirlo. Estaba
desesperada. No sabía lo que iba a hacer. Entonces me di cuenta de que no me
venía la regla y supe que estaba embarazada. Todo eso ha ocurrido. Y no puedo
creer que fuera todo ayer. Antes de que tuviera tiempo de asimilar la noticia,
Haynes trató de secuestrarme. Había decidido hacerte pagar un rescate en vez de
conseguir el dinero a través de mí.
—Lo mataré —dijo Peter
apretando los dientes.
Ella se mordió el labio.
Peter entornó los ojos.
—Hay más, ¿verdad?
—Dijo que después iba a
matarme.
—Irá a la cárcel por eso
—dijo él furioso, pero volvió a sentarse—. Tengo poder, Lali. Podrá decirle a
la policía lo que quiera, pero me aseguraré de que la historia de Euge nunca
salga a la luz. Haynes pagará por lo que nos ha hecho. No pagaremos nada más.
Cuando pienso en lo que podría haberte ocurrido… Te quiero, Lali. No quiero
volver a verte en peligro nunca más.
—No puedes seguir
queriéndome. Me casé contigo con falsos motivos. Te debo todo el dinero que
gastamos en la ceremonia. Y me has comprado un coche que tendré que vender. Y
pedí un préstamo a tu nombre. Trataré de devolverlo de algún modo. He puesto tu
vida en peligro, y la del bebé.
Las lágrimas amenazaban
con salir una vez más, y tuvo que parpadear para mantenerlas a raya. Más tarde
podría derrumbarse y llorar hasta que no le quedara nada, pero todavía no.
—Si me hubiera aferrado
a mis convicciones y al menos no me hubiera acostado contigo, no estaría
embarazada. Pero yo no puedo lamentarlo. Quiero tener tu bebé. Al menos tendré
algo que darte. Y prometo que nunca volveré a molestarte mientras pueda
quedarme con los recuerdos.
—No me has escuchado,
¿verdad? —dijo Peter mientras se ponía en pie y levantaba a Lali hasta que sus
cuerpos estuvieron unidos—. Has dicho que me quieres. ¿Era cierto o es que
tratabas de suavizar todo lo demás?
—Es verdad —dijo ella
mirando su pecho, incapaz de mirarlo a los ojos—. Es cierto. Te quiero, y he
tenido la oportunidad de casarme contigo. Estoy agradecida por eso.
—¿Y pretendes rendirte y
alejarte de todo lo que eres capaz de tener?
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