jueves, 16 de enero de 2014

Capítulo 1

Las Vegas, 11 de junio de 2000
Un divertido grupo de jóvenes amigos, todos españoles, entraron en el hall del impresionante hotel Caesars Palace de Las Vegas. Sus caras al ver la majestuosidad de todo lo que les rodeaba hablaban por sí solas.
—Uoo tío ¡esto es la leche! —gritó Agustín más conocido como el Cacheton, el joven más alocado del grupo.
Todos asintieron boquiabiertos. La recepción de aquel lugar era alucinante. El mármol color marfil y las esculturas romanas eran tan increíbles que parecían estar en la Antigua Roma. Andres, Agustín, Nicolas y Peter que habían viajado desde Madrid para celebrar la despedida de soltero más sonada de todos los tiempos sonrieron divertidos. Habían planeado minuciosamente aquel viaje y allí estaban, dispuestos a disfrutarlo. Nicolas se casaba el uno de julio y sus colegas de toda la vida habían decidido darle aquella sorpresa. ¡Las Vegas! Un lugar del que habían hablado mucho durante su adolescencia y al que habían prometido ir juntos alguna vez. La ocasión se presentó y allí estaban.
—Tío... tío ¿has visto a la tía esa? Por favor, ¡qué pechugas! —soltó Andres, conocido en su pueblo como el Rúcula.
Sin perder un segundo, todos miraron en dirección a una muchacha impresionante. Era una rubia escultural que iba vestida de Cleopatra. Esta, al pasar junto a ellos, les guiñó un ojo y se marchó con dos tipos que la esperaban vestidos de romanos.
El futuro marido y Peter, los más sensatos, al ver a aquella mujer alejarse sonrieron, mientras los otros dos silbaban como descosidos.
—Recuerda lo que hablamos —murmuró Nicolas a Peter—. No me dejes hacer ninguna tontería que como se entere mi churri cuando llegue a Sigüenza ¡me mata!
Peter sonrió al oír aquel comentario y fue a contestar a su mejor amigo, cuando el Piruas, que también lo había escuchado, dijo colgándose de su cuello:
—Aprovecha tus últimos días de solteroooooooo y no me seas aburrido. Tío, que estaños en LAS VEGASSSSSSSSS. Nos rodean nenas preciosas y sexys, y hemos prometido que lo que pase aquí, aquí se quedará.
El Cacheton era el típico amigo divertido pero problemático. En un principio pensaron viajar sin él, pero su amistad desde niños y el cariño que le tenían, al final consiguió que no le dejaran de lado. Sin embargo, todos sabían que había que andarse con cuidado. A Agustín le gustaba demasiado la juerga, la bebida y las drogas y era un especialista en liarla en cualquier momento.
— ¡Joder! —gritó el Rúcula—. ¿Habéis visto qué culo tiene ese pibonazo?
Peter sonrió. Sus amigos eran un caso aparte, pero les quería. Nada tenían que ver con el, ni con su manera de ser, pero para él eran los mejores del mundo, aunque también fueran los más escandalosos del universo. Por ello, y consciente de que los cinco días que iban a estar allí iban a ser gloriosos, cogió su bolsa de deporte y dijo antes de que alguno comenzara a gritar burradas:
—Venga, vamos a buscar la llave de nuestra habitación para dejar el equipaje.
El Cacheton cogiendo su mochila le siguió e indicó:
—Ostras tío. Tu amiguita de la agencia de viajes nos ha buscado un hotelazo tremendo. Recuérdame que le lleve un souvenir de agradecimiento.
—Pilar es muy maja — asintió Peter divertido.
 —Y está muy buena —apostilló el Rúcula—. ¿Sales con ella?
—¡Ja! Ya quisiera ella —se mofó Nicolas que conocía a fondo de la vida de .su amigo.
—¿No estás liado con el monumento de la agencia? ¡Pero si esta tremenda! —exclamó el Cacheton sacando una botellita de whisky que había comprado al taxista.
—No...No estoy liado con ella —respondió Peter dejando sobre el mostrador su pasaporte—. Estoy liado con las pruebas para entrar en la policía nacional. ¿Lo recuerdas?
—Sinceramente, creo que te falta un tornillo —se mofó el Pirula —. Y no lo digo porque quieras ser policía, sino por no estar enrollado con ese pibonazo.
Tras soltar una carcajada, Peter miró a sus amigos y exclamó:
—¿Queréis dejar de marujear y sacar vuestros pasaportes? 

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