sábado, 11 de enero de 2014

Capítulo 53

Peter dio las gracias. Fue lo único que pudo decir. Pero en cuanto el hombre abandonó la habitación, él cerró la puerta y regresó junto a Lali.
—¿Por qué no te sientas? —le dijo ella—. Me siento un poco intimidada cuando estás de pie junto a mí.
Él acercó una silla y se sentó, preguntándose por dónde empezar.
—Lo que ha dicho el médico… —comenzó a decir. Quería saber si era cierto. Pero había otra cosa que tenía que decir también y sentía que debía ser lo primero.
No le resultaba fácil enfrentarse a esos sentimientos. Llevaba toda la vida tratando de negar la existencia del amor y todo lo que eso conllevaba. Ese matrimonio había sido diseñado para darle las cosas que quería sin necesidad de implicaciones emocionales.
Pero todo había cambiado, y tenía que decírselo, sin importar lo que le fuese a costar.
—Te quiero, Lali. Con todo mi corazón —dijo Nicolasándole la mano—. No me di cuenta de cuánto hasta que no te vi luchando con ese hombre en el aparcamiento. Descubriré quién es y me aseguraré de que lo condenen. Te lo prometo. Sé que dije que quería un matrimonio de conveniencia, pero me equivoqué al pedir eso cuando podía haber mucho más. Pretendo ganarte, Lali, a todos los niveles. Puede que al principio no seas capaz de corresponderme, pero espero que tus sentimientos crezcan con el tiempo. Si vamos a tener un bebé, deseo proteger también a nuestro hijo y darle una familia de verdad. Una familia feliz. Espero que digas que existe una posibilidad de tener todo eso, Lali. Una posibilidad para algo más que el matrimonio falso que yo había planeado.
—He descubierto lo del bebé hoy mismo —dijo ella finalmente—. Debió de ocurrir la primera vez.
—Entonces no era gripe. Es muy excitante, Lali. Me encanta la idea de tener un bebé contigo. ¿Le darás una oportunidad a esto? —preguntó, y examinó esos ojos profundos y marrones en busca de alguna señal—. ¿Dejarás que te quiera y tratarás de quererme?
—No puedo —dijo Lali con labios temblorosos. Cerró los ojos y giró la cabeza—. Oh, Dios, no puedo hacer esto.
Peter no esperaba esa respuesta. Tenía que admitirlo.
Ella no lo amaba, y no creía que alguna vez pudiera hacerlo. Con esfuerzo Peter se levantó de la silla y abandonó la habitación. ¿Dónde los dejaba eso ahora?

Peter había colocado seguridad en la puerta de la habitación de Lali en el hospital. Incluso después de cómo la había dejado, seguía pensando en ella.
Lali estaba totalmente avergonzada. Cuando le había dicho la noche pasada que la amaba, la culpa y el remordimiento se habían acumulado en su garganta de tal forma que no había sido capaz de responder. Oh, Dios, la felicidad de saber que la amaba. Y la agonía de saber que ella lo había arruinado todo.
Tomó aliento, bajó del taxi y comenzó a caminar hacia la casa. Peter no estaría esperándola, lo sabía, pero había descansado tan poco aquella noche en el hospital, que había firmado ella misma su baja a primera hora de la mañana. Le había dicho al guardia de seguridad que su marido había enviado un taxi a buscarla. Y ahora estaba decidida a hacer todo lo posible para dejar las cosas claras.
Peter merecía oír la verdad, aunque la odiaría en cuanto se lo dijera.

«Se lo explicaré de manera calmada y concisa. No me pondré emotiva. Simplemente me aferraré a los hechos y terminaré con ello tan rápido como pueda».

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