17
Estúpida placa de pescado
¿La cuenta? 5 días hasta Alabama
—Espósito
—dice Pablo, cuando les da una paliza a los espantapájaros con su vaca—, mejor
que no pierdas más prácticas. Odio pasarle el balón al chico lindo de tu novio.
—Cállate,
hombre —digo mientras pierdo totalmente una línea de cinco espantapájaros. ¿Por
qué apesto tanto en los videojuegos?
—Federico
es tan exigente —continúa Pablo—. Si no paso el balón a la velocidad y en el
ángulo correcto, me regaña.
—Hablaré
con él.
—Mejor
que lo hagas. O con Nicolás vamos a patearle el trasero.
—Por
favor, no pateen el trasero de mi novio —digo exasperada. ¿Por qué todos los
hombres en mi vida actúan como totalmente descerebrados?
La
puerta del sótano se abre con un chirrido y contengo mi respiración, esperando
a escuchar quién la abrió. ¿Es Peter? Por favor Dios, que sea Peter. Hoy en la
escuela no hablamos para nada, lo cual es extraño considerando que tenemos
cuatro clases y el almuerzo juntos. ¿Cómo se supone que vamos a ser Medias
Rojas para siempre si, después de un día, está actuando extraño de nuevo? Desearía
que Eugenia nunca me hubiera dicho por qué rompieron.
— ¿Lali?
—grita papá desde arriba—. ¿Puedo verte en el estudio, por favor? Dejo caer el
control del Wii al piso y troto por las escaleras al estudio, donde me paro en
la puerta.
—Entra.
Papá
está sentado en el escritorio, revolviendo papeles de trabajo. Nunca me invita
al estudio, es como su santuario de fútbol. Debería tener un cartel de
"Prohibida la Entrada a Mujeres" en la puerta porque mamá no ha
estado aquí en años. Ni siquiera creo que esté limpio, está lleno de cajas de
pizza vacías y botellas de Gatorade, cubiertas por capas de polvo.
—Toma
asiento —dice, haciendo un gesto hacia el sofá de cuero donde él y Victorio
habían visto videos de juegos anteriores. Mi cabeza dice que no hay manera de que alguna vez él vea un video
conmigo, pero mi corazón espera que sea por eso que me invitó aquí. Dudoso.
Cuando me siento, escucho un crujido, entonces me levanto y me encuentro con
que me había sentado sobre un Cheeto. Asqueroso.
—Lali
—dice papá mientras limpio el polvo naranja de mi trasero—. Me preguntaba si te
gustaría ir a la pista de kartings y por unos batidos esta noche. ¿Ya sabes,
como solíamos hacer?
— ¿Como
cuando tenía diez? Papá asiente.
Levanto
un hombro.
—No
realmente.
—Está
bien —dice entre dientes mirando fijamente a sus papeles de trabajo—. Escucha.
Lamento lo que dije la otra noche en la cena. Tienes razón, no sabía nada sobre
Federico o su familia.
Me
encojo de hombros.
— ¿Puedes
perdonarme?
¿Esto
es por Federico? Estoy tan enfadada con papá ahora mismo, que fácilmente podría
romper su televisor pantalla plana. Quiero agarrar su estúpida lámpara de
fútbol y tirarla por la ventana. Y aunque es sacrilegio, pienso en romper su
fotografía autografiada de Joe Montana.
—Puedo
perdonarte lo de Federico, pero, ¿cómo puedes decir que soy egoísta? Sólo estoy
intentando arduamente hacer lo que amo. ¡Elogiaste a Peter y a Federico, pero
nunca me
mencionaste! ¡Apoyarías a
cualquier jugador de
fútbol en este maldito planeta antes que a mí!
No
puedo creer que dijera eso en voz alta. Echo mi cabeza hacia atrás y miro
detenidamente una vitrina con trofeos, dándome cuenta que él tiene una de esas
placas plásticas con un pescado cantarín en el estante. ¡Creí que mamá lo había tirado hace años! Va
a estar en
enormes problemas con mamá
por guardar ese tonto pescado.
Papá
se da vuelta para ver que estoy mirando.
—Diablos
—dice, frotando su cabeza mientras mira al pescado—. ¿Vas a decirle a mamá?
—Depende
—digo.
— ¿De
qué?
Respiro
profundamente.
—Quiero
tu apoyo. Quiero que vengas a mis juegos.
—Lali… te quiero, pero he visto
lo que este juego puede hacerle a
las personas... —Papá se para y mira por la ventana hacia el Lago Lali—.
No quiero eso para ti.
— ¿Por
qué está bien para Victorio pero no para mí?
—He
visto las conmociones cerebrales, las rodillas arruinadas, piernas rotas en
cuatro partes. —Papá exhala profundamente—. Victorio puede manejar todo eso.
— ¡Yo
también! Siempre has ido a sus juegos. Nunca viniste a los míos y he trabajado
tan duro. —Estoy tentada de levantarme y tirar esa estúpida placa con el
pescado en su cabeza.
Los
ojos de mi papá encuentran los míos.
—Sé
que trabajas duro y que vas a ser una gran jugadora... Pero me asusta. No
quiero ver que algo malo te pase... No podría soportarlo. —Su voz se apaga.
— ¡Pero
amo el fútbol y tengo una oportunidad de jugar para Alabama!
— ¿Por
qué quieres tanto ir a Alabama?
—Es
el mejor equipo de fútbol en el país. —Duh.
Papá
agarra una pluma de su escritorio y la pulsa varias veces.
—No
creo que alguna vez te dejen jugar.
— ¿De
qué estás hablando? Por supuesto que lo harán.
— ¿No
encuentras un poco extraño que te inviten a visitar el campus y que básicamente
te ofrecieran un paseo completo antes de verte en persona?
Mi
cabeza se inclina un poco. Me pregunto lo mismo.
—Tal
vez vieron alguno de mis videos del año pasado.
— ¿Y
entonces te hicieron posar para un calendario? Es como si quisieran que seas su
trofeo. Y yo habría dicho lo mismo si esto pasara con tu hermano, lo sabes.
—Papá,
soy una de las mejores jugadoras de fútbol de Tennessee. ¿Alguna vez pensaste
que Alabama tal vez querría que gane algunos juegos para ellos?
Papá
sacude la cabeza y pulsa la pluma unas veces más antes de morderla.
— ¿Entiendes
las largas horas? ¿Los duros golpes que recibirás en ese nivel? Lidiar con
sesenta Jake Reynolds todo el tiempo… ¿los idiotas que constantemente te
degradarían?
—Sí,
papá, entiendo todo eso.
Papá
me mira por un momento largo, después recoge un balón de fútbol del piso y lo
lanza contra sí mismo.
Girando
el balón mientras se acerca para mirar de nuevo por la ventana, dice:
—Lali,
te quiero y estoy muy orgulloso de ti. Trataré de hacerlo mejor. Siento un nudo
en mi garganta y paso saliva.
—Yo
también te quiero, papá.
—Entonces,
llamé a Texas para hablar con Buddy Simpson sobre tu novio.
—Un
montón de escuelas estaban interesadas en él desde el último año, pero ha
estado ignorando sus llamadas y sus correos electrónicos —dice papá—. Incluso
Florida mostró cierto interés.
— ¿Entonces
nos mintió? —contesto, trazando las líneas de la palma de mi mano con la yema
de mi dedo.
—No
estoy sorprendida. En realidad sólo está preocupado por lo que les pasó a sus
padres... Y asegurándose que su hermana esté bien...
—Cuidar
de una hermana y una madre enferma no es algo que alguien de diecisiete años
debería hacer.
—Bueno,
vamos a darle algo de control entonces. Dile que le prestaré el dinero que
necesite para cuidar de su madre,
pero tendrá que devolvérmelo
con intereses.
—Tal
vez. Hablaré con él de esto.
—Bien.
Ya sabes, Lali, aunque fuera sólo un chico del grupo de matemáticas, no un
excelente jugador de fútbol, todavía querría ayudarlo.
A
veces el gran Carlos Espósito puede ser realmente fenomenal.
El lunes volveré a dejar programado los capítulos hasta el final, me gustaría comentar con uds pero estoy teniendo que viajar y no voy a llevar laptop.
Sigo insistiendo que el para de lali tiene un punto y es razonable
ResponderEliminarEspero k el padre cumpla y vaya a verla jugar.
ResponderEliminarEntiendo su preocupación x ella.
Maaass
ResponderEliminarQue extraña la actitud de Peter está distanciándose de Lali
ResponderEliminarMmmmmaaaaaaaasssssss
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