sábado, 25 de julio de 2015

Capítulo 27

17
Estúpida placa de pescado
¿La cuenta? 5 días hasta Alabama
Después de nuestro atiborre semanal con Joe, Pablo y yo estamos de nuevo en mi casa, jugando un poco con la Nintendo Wii. Pablo esta pateando mi trasero en el juego donde, montando una vaca, corres por una pista sucia derribando espantapájaros por puntos.

—Espósito —dice Pablo, cuando les da una paliza a los espantapájaros con su vaca—, mejor que no pierdas más prácticas. Odio pasarle el balón al chico lindo de tu novio.

—Cállate, hombre —digo mientras pierdo totalmente una línea de cinco espantapájaros. ¿Por qué apesto tanto en los videojuegos?

—Federico es tan exigente —continúa Pablo—. Si no paso el balón a la velocidad y en el ángulo correcto, me regaña.

—Hablaré con él.

—Mejor que lo hagas. O con Nicolás vamos a patearle el trasero.

—Por favor, no pateen el trasero de mi novio —digo exasperada. ¿Por qué todos los hombres en mi vida actúan como totalmente descerebrados?

La puerta del sótano se abre con un chirrido y contengo mi respiración, esperando a escuchar quién la abrió. ¿Es Peter? Por favor Dios, que sea Peter. Hoy en la escuela no hablamos para nada, lo cual es extraño considerando que tenemos cuatro clases y el almuerzo juntos. ¿Cómo se supone que vamos a ser Medias Rojas para siempre si, después de un día, está actuando extraño de nuevo? Desearía que Eugenia nunca me hubiera dicho por qué rompieron.

— ¿Lali? —grita papá desde arriba—. ¿Puedo verte en el estudio, por favor? Dejo caer el control del Wii al piso y troto por las escaleras al estudio, donde me paro en la puerta.

—Entra.

Papá está sentado en el escritorio, revolviendo papeles de trabajo. Nunca me invita al estudio, es como su santuario de fútbol. Debería tener un cartel de "Prohibida la Entrada a Mujeres" en la puerta porque mamá no ha estado aquí en años. Ni siquiera creo que esté limpio, está lleno de cajas de pizza vacías y botellas de Gatorade, cubiertas por capas de polvo.

—Toma asiento —dice, haciendo un gesto hacia el sofá de cuero donde él y Victorio habían visto videos de juegos anteriores. Mi cabeza dice que no  hay manera de que alguna vez él vea un video conmigo, pero mi corazón espera que sea por eso que me invitó aquí. Dudoso. Cuando me siento, escucho un crujido, entonces me levanto y me encuentro con que me había sentado sobre un Cheeto. Asqueroso.

—Lali —dice papá mientras limpio el polvo naranja de mi trasero—. Me preguntaba si te gustaría ir a la pista de kartings y por unos batidos esta noche. ¿Ya sabes, como solíamos hacer?

— ¿Como cuando tenía diez? Papá asiente.

Levanto un hombro.

—No realmente.

—Está bien —dice entre dientes mirando fijamente a sus papeles de trabajo—. Escucha. Lamento lo que dije la otra noche en la cena. Tienes razón, no sabía nada sobre Federico o su familia.

Me encojo de hombros.

— ¿Puedes perdonarme?

¿Esto es por Federico? Estoy tan enfadada con papá ahora mismo, que fácilmente podría romper su televisor pantalla plana. Quiero agarrar su estúpida lámpara de fútbol y tirarla por la ventana. Y aunque es sacrilegio, pienso en romper su fotografía autografiada de Joe Montana.

—Puedo perdonarte lo de Federico, pero, ¿cómo puedes decir que soy egoísta? Sólo estoy intentando arduamente hacer lo que amo. ¡Elogiaste a Peter y a Federico, pero nunca  me  mencionaste!  ¡Apoyarías  a  cualquier  jugador  de  fútbol  en  este maldito planeta antes que a mí!

No puedo creer que dijera eso en voz alta. Echo mi cabeza hacia atrás y miro detenidamente una vitrina con trofeos, dándome cuenta que él tiene una de esas placas plásticas con un pescado cantarín en el estante. ¡Creí que mamá lo había  tirado hace años!  Va  a  estar  en  enormes  problemas con  mamá  por guardar ese tonto pescado.

Papá se da vuelta para ver que estoy mirando.

—Diablos —dice, frotando su cabeza mientras mira al pescado—. ¿Vas a decirle a mamá?

—Depende —digo.

— ¿De qué?

Respiro profundamente.

—Quiero tu apoyo. Quiero que vengas a mis juegos.

—Lali…  te quiero, pero  he visto  lo que este juego  puede  hacerle a  las personas... —Papá se para y mira por la ventana hacia el Lago Lali—. No quiero eso para ti.

— ¿Por qué está bien para Victorio pero no para mí?

—He visto las conmociones cerebrales, las rodillas arruinadas, piernas rotas en cuatro partes. —Papá exhala profundamente—. Victorio puede manejar todo eso.

— ¡Yo también! Siempre has ido a sus juegos. Nunca viniste a los míos y he trabajado tan duro. —Estoy tentada de levantarme y tirar esa estúpida placa con el pescado en su cabeza.

Los ojos de mi papá encuentran los míos.

—Sé que trabajas duro y que vas a ser una gran jugadora... Pero me asusta. No quiero ver que algo malo te pase... No podría soportarlo. —Su voz se apaga.

— ¡Pero amo el fútbol y tengo una oportunidad de jugar para Alabama!

— ¿Por qué quieres tanto ir a Alabama?

—Es el mejor equipo de fútbol en el país. —Duh.

Papá agarra una pluma de su escritorio y la pulsa varias veces.

—No creo que alguna vez te dejen jugar.

— ¿De qué estás hablando? Por supuesto que lo harán.

— ¿No encuentras un poco extraño que te inviten a visitar el campus y que básicamente te ofrecieran un paseo completo antes de verte en persona?

Mi cabeza se inclina un poco. Me pregunto lo mismo.

—Tal vez vieron alguno de mis videos del año pasado.

— ¿Y entonces te hicieron posar para un calendario? Es como si quisieran que seas su trofeo. Y yo habría dicho lo mismo si esto pasara con tu hermano, lo sabes.

—Papá, soy una de las mejores jugadoras de fútbol de Tennessee. ¿Alguna vez pensaste que Alabama tal vez querría que gane algunos juegos para ellos?

Papá sacude la cabeza y pulsa la pluma unas veces más antes de morderla.

— ¿Entiendes las largas horas? ¿Los duros golpes que recibirás en ese nivel? Lidiar con sesenta Jake Reynolds todo el tiempo… ¿los idiotas que constantemente te degradarían?

—Sí, papá, entiendo todo eso.

Papá me mira por un momento largo, después recoge un balón de fútbol del piso y lo lanza contra sí mismo.

Girando el balón mientras se acerca para mirar de nuevo por la ventana, dice:

—Lali, te quiero y estoy muy orgulloso de ti. Trataré de hacerlo mejor. Siento un nudo en mi garganta y paso saliva.

—Yo también te quiero, papá.

—Entonces, llamé a Texas para hablar con Buddy Simpson sobre tu novio.

—Un montón de escuelas estaban interesadas en él desde el último año, pero ha estado ignorando sus llamadas y sus correos electrónicos —dice papá—. Incluso Florida mostró cierto interés.

— ¿Entonces nos mintió? —contesto, trazando las líneas de la palma de mi mano con la yema de mi dedo.

—No estoy sorprendida. En realidad sólo está preocupado por lo que les pasó a sus padres... Y asegurándose que su hermana esté bien...

—Cuidar de una hermana y una madre enferma no es algo que alguien de diecisiete años debería hacer.

—Bueno, vamos a darle algo de control entonces. Dile que le prestaré el dinero que necesite para  cuidar  de  su  madre,  pero tendrá  que  devolvérmelo  con intereses.

—Tal vez. Hablaré con él de esto.

—Bien. Ya sabes, Lali, aunque fuera sólo un chico del grupo de matemáticas, no un excelente jugador de fútbol, todavía querría ayudarlo.

A veces el gran Carlos Espósito puede ser realmente fenomenal.


El lunes volveré a dejar programado los capítulos hasta el final, me gustaría comentar con uds pero estoy teniendo que viajar y no voy a llevar laptop.

5 comentarios: