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Revelaciones
¿La cuenta? 7 días hasta Alabama
Después
de la práctica, me voy al vestidor y me dirijo al estacionamiento mientras Eugenia
corre hacia mí. Puedo ver a Federico de pie al lado de mi camioneta esperando
por mí, pero me detengo para ver qué es lo que quiere.
—Nicolás
me dijo que Federico y tú están saliendo, ahora estoy muy feliz
— ¿Es,
como, un besador increíble? Sonrío y, sin pensarlo, le suelto:
—Él
es genial. —Bien, de acuerdo, es bastante divertido hablar de Federico. No es como
si Pablo, Peter, o Nicolás quieran saber cómo se siente la lengua de Federico. Eugenia
me devuelve la sonrisa.
—Mira,
besar no es tan difícil.
—Sí.
—Tiene
un gran cuerpo también.
—Sí.
— ¿Lali?
Sabes que puede hablar conmigo, ¿verdad? Yo nunca diré nada de todo lo que me
digas.
La
miro directamente y asiento. Sería genial hablar con ella acerca de todo, tal
vez incluso conseguir algunas pistas de lo que les gusta a los chicos.
—Gracias,
Eugenia. Uhm, sí, tengo una pregunta, pero no le puedes decir nada a nadie.
—Mis
labios están sellados.
—Uhm,
bueno, eso, ya sabes, es sobre el dolor. ¿Siempre duele? Porque Pablo y, uhm, Peter
dice que se siente muy bien.
Ella
sonríe, cambiando su bolso en el hombro.
— ¿La
primera vez? Asiento con la cabeza.
—Claro,
que duele. Pero son chicos, para ellos siempre se siente bien. Así que, ¿sólo
lo has hecho una vez, entonces? Asiento.
—No
será tan mala la próxima vez.
— ¡No
fue tan mala la primera vez! —Ambas nos reímos.
—Me
alegro de que estés feliz, Lali.
— ¿Y
tú? ¿Están Nicolás y tú...?
Ella
niega con la cabeza. —Él está bien, pero echo de menos a Peter, y tengo que
sacarlo de mí, antes de empezar a salir de nuevo.
El
impacto de esta declaración hace que se me caiga mi bolso. — ¿Qué? Pero
rompiste con él.
—Lo
sé... Tenía que hacerlo.
— ¿Por
qué? —digo, poniendo una mano en mi cadera. No puedo creer que confiara en ella
y ella parece que no tiene ni idea de nada.
—Lali...
Creo que deberías hablar con él acerca de esto.
— ¿Por
qué? ¡Es culpa tuya que rompieran! —Estoy tentada a empujar a Eugenia al suelo
y golpearle la cara. Peter no ha sido él mismo en absoluto, desde que ella lo
dejó, y aquí está, diciendo que todavía siente algo por él. ¡Qué zorra!
Se
aprieta la cola de caballo, y luego me mira. —Él quiere volver junto a mí, y
debes saber que lo amo mucho... pero no puedo estar con alguien que no me
quiere de vuelta.
— ¿De
qué estás hablando? Él te amaba.
— ¿Es
eso lo que te dijo? —dice Eugenia frunciendo el ceño.
Escaneo
en mi memoria, pero ahora que lo pienso, no recuerdo haberle visto decir nada
sobre su amor hacia Eugenia. ¡Pero parecía tan feliz con ella!
—No,
nunca me lo dijo en palabras, pero estoy segura de que lo hace.
Ella
asiente, mordiéndose el labio y se examina sus uñas. —No puedo estar con él, si
él está enamorado de otra persona.
— ¿Quién?
—exclamo.
— ¿No
lo sabes? —dice Eugenia lentamente. Niego.
—Piensa
en ello. Y entenderás. —Ella levanta las cejas, dejándome ver las lágrimas en
sus ojos, y entonces se aleja. Guau, mi primer intento de una charla de chicas
fue una mierda considerando que hice llorar a Eugenia y todo. ¿Qué mierda? De
hecho, me gustó hablar con ella acerca de Federico.
¿Querrá
hablar conmigo otra vez?
Pero,
¿de qué hablaba Eugenia? ¿De quién está enamorado Peter? Si él está enamorado,
me lo diría. Definitivamente, me lo diría.
Y
luego me di cuenta de quién es ella.
Yo.
Todas
esas noches de compartir la cama
Todas
esas veces que pasó un brazo alrededor de mí
Todas
las cosas que ha hecho para hacerme feliz
...
me animó a darle una oportunidad a Federico
Realmente
debe amarme si me ve salir con otro chico sólo para asegurarse de que soy feliz
Pero
él es como mi hermano
Y Federico
es mi novio ahora
Mi
novio soñado
El chico
con el que acabo de perder mi virginidad
¿Qué
me da miedo? Estoy tan caliente por Federico pero
Peter
me hace sentir entera de otra manera diferente aunque yo nunca he considerado
saltarle encima
Mierda,
mierda, mierda.
Llevé
a Federico a su casa. Ahora estamos sentados en mi camioneta en su camino de
entrada, haciéndolo, pero todo en lo que puedo pensar es en Peter. No, no es
como que estoy pretendiendo hacerlo con Peter, mientras que Federico me besa,
es que me pregunto por qué nunca me habló de sus sentimientos. ¿Por qué nadie
me lo dijo hasta después de que tuve mi primer novio verdadero?
— ¿Federico?
—murmuro.
— ¿Sí?
—dice, pasando sus labios en mi cuello. Se siente increíble. Me sube la camisa,
y en vez de perderme en Federico, mi mente divaga de nuevo a Peter.
—Tengo
que ir a la casa de Peter por un rato, pero ¿puedo volver por aquí después?
— ¿Por
qué tienes que ir? —Él se arrastra encima de mí y tira de la palanca que hace
que el respaldo del asiento se incline. Hay un crujido, y volvemos a caer junto
con el asiento, riendo. Lo beso de nuevo.
—Estoy
preocupada por Peter —le digo.
— ¿Por
qué? ¿Está todo bien? —Me pasa la mano por mi cabello. Sus ojos son tan
azules... me encantan. Recuerdo cuando pensaba que iba a ahogarme en ellos,
pero luego de repente empiezo a pensar en los ojos verdes de Peter.
—Salió
de la práctica sin decir nada hoy, y eso es raro, y no contesta a su teléfono
cuando lo llamé.
— ¿Puedo
ir cont.?
—Está
bien, puedo ir sola.
Federico
me toma la mano y aprieta con fuerza. —Me sentiría mejor si pudiera ir contigo.
Saco
mi mano de su agarre. — ¿Por qué?
—Me
gusta saber dónde estás.
—Tendré
mi móvil.
—Iré
contigo, y esperaré afuera por ti.
—Federico,
soy totalmente capaz de conducir por mí misma a la casa de mi amigo.
—Bien
—dice Federico, besándome en la frente. Él se arrastra fuera de mí y se sube a
la puerta del lado del conductor. Luego mete la cabeza por la ventana y me besa
de nuevo—. No te quedes mucho tiempo. Si no estás de regreso en dos horas, voy
a ir detrás de ti con un grupo de búsqueda.
—Trato
—le digo.
—Escucha
—dice Federico, empujando el cabello de la frente—. Lo siento por lo de ayer...
en la cena.
Una
gran diferencia entre Federico y Peter es que Peter siempre dice lo que piensa
cuando lo piensa, pero Federico siempre vuelve a pedir disculpas más tarde.
—Lo
que sea —le digo.
—No,
no lo que sea. Después de salir, yo estaba tan enojado, les expliqué mi
situación en su totalidad a tus padres y les hice saber que sólo quiero jugar
al fútbol y pasar el rato contigo, pero yo no voy a alejarte de tu posición. —Federico
acaricia mi mandíbula con un dedo.
— ¿Qué
dijeron mis padres?
—Tu
padre parecía furioso por el naufragio, y tu madre parecía triste. Ella se
ofreció a pagar por el cuidado de mi mamá, pero me rehusé.
Amo
a mi mamá. Ella actúa de manera desinteresada. — ¿Por qué te niegas?
—Yo
no necesito ayuda, Espósito. Sólo tengo que trabajar duro y mantenerme
organizado. Pero necesito una novia
genial. —Me besa de nuevo,
pero mi cuerpo no se derrite ni
se convierte en goma.
¿Es Federico
adecuado para mí?
Antes
de ir al remolque de Peter, llamo a Victorio
con mi móvil. Cuando
él responde, yo le grito:
— ¡Gran
Crisis!
—Cálmate,
Lali. ¿Qué está pasando? ¿Está papá actuando como un idiota?
—No.
— ¿Es
Federico?
—Eh...
no. Bueno, más o menos.
—He
oído que están saliendo.
— ¿De
quién?
—Pablo
me llamó. Y mamá piensa que estás saliendo con él, incluso si no le has dicho
todavía. Ella está herida de que no lo mencionaras.
—Se
lo diré más tarde.
—Entonces,
¿qué es esa importante crisis?
— ¡Eugenia
Myer acaba de decirme que Peter está enamorado de mí! —Yo sólo escucho el silencio que viene del
teléfono—. ¿Victorio?
—Bueno,
duh. ¿No lo sabías?
— ¿De
qué demonios estás hablando? —digo, suspirando.
—Lali, él
te ha amado
siempre. Es obvio.
¿No has visto
cómo te mira fijamente?
—No...
Es que es... Peter.
—Mamá
y yo siempre pensamos que lo sabías, pero no estabas interesada. ¿De verdad
crees que mamá y papá lo dejarían pasar la noche en nuestra casa si pensaran
que estabas interesada en él?
—No,
yo no lo sabía. —Estoy impresionada, se siente de locos. ¿Cómo no me he dado
cuenta? Pensé que sólo éramos amigos, que así es como nuestra amistad es, muy
sensiblera y de apoyo. Mi amistad con Pablo y Nicolás es diferente, porque no
son emocionales. Ellos no son como Peter, que está lleno de amor y lealtad y
dulzura. Dios, sueno como una niña.
—Por
lo tanto —dice Victorio—, ahora que lo sabes, ¿qué vas a hacer? ¿Te gusta algo?
—No
estoy segura.
—Es
un gran tipo, La, y un gran amigo. No te metas con su corazón. Tienes que ser
sincera con él.
—Lo
haré. Voy a verlo ahora mismo.
—Llámame
después, ¿de acuerdo?
—De
acuerdo —contesto. Entonces me golpeó la cabeza contra el volante.
Toco
el timbre, y la hermana menor de Peter, que tiene cuatro años, abre la puerta.
Cuando ve que soy yo, ella grita:
— ¡Lali!
—Y agarra mi pierna. La señora sonríe y después de separar a su hija de mí, me
da un abrazo y suaviza mi cabello. Siempre tengo la sensación de que se está
muriendo por agarrar un cepillo y un rizador y darme un cambio de imagen.
— ¿Qué
pasa, señora H.? ¿Dónde está él? —digo, saludando a su otra hermana, que tiene
doce años.
—En
su habitación. No creo que se sienta bien. —Ella mira por el pasillo. Su cara
es una sombra de preocupación y tristeza. Yo sé que ella y su esposo hacen lo
mejor para sus hijos, pero definitivamente ha sido difícil para Peter, que Nicolás
y yo, dos niños ricos hijos de jugadores de la NFL, sean sus mejores amigos.
Sin
decir una palabra, voy a su habitación y permanezco fuera de la puerta. No
tengo ni
idea de lo que voy
a decir, o
cómo saber si
él está realmente enamorado de
mí. ¿Cuánto tiempo
ha estado sucediendo
esto de todos modos?
Finalmente,
decido tocar, abro la puerta, y lo encuentro tendido boca abajo. Es como si su
cabeza estuviera siendo tragada por la almohada. Se vuelve hacia mí y sus rizos
rubios se caen por todo el lugar.
—Oye,
Espósito —dice, dándose la vuelta para hacer un sitio para mí en la cama doble.
Es un lugar muy estrecho para dos aficionados jugadores de fútbol de 1,80
metros. No tengo ninguna idea de lo que estoy haciendo, pero me acuesto junto a
él y examino todas las estrellas que brillan en la oscuridad, pegadas a su
techo.
Toso.
— ¿Peter?
— ¿Sí?
—Él se da la vuelta, apoyándose en un codo, y me enfrenta. Por lo general,
cuando hace esto, creo que es dulce y amable, pero hoy cuando lo hace, me hace
sentir toda caliente, por todo mi cuerpo. Sus preciosos ojos verdes se funden
con los míos, y un rizo se balancea por su frente, y lo alcanzo y se lo quito.
Dejo que mis dedos permanezcan en su sien. Entorna sus ojos, y luego se acuesta
sobre su espalda otra vez.
—Entonces,
¿cómo fueron las cosas con Federico anoche? —pregunta Peter.
—Las
cosas están bien. Creo que estamos saliendo ahora.
—Genial,
me alegra que lo lleves bien, Espósito.
Trago.
—Uhm, así que tuve una charla con Eugenia hoy, después de la escuela.
— ¿Ah,
sí? —Él se pasa la mano por el cabello, y luego sube y se apoya en su codo de
nuevo.
— ¿Por
qué nunca me lo dijiste?
— ¿Decirte
qué?
—Ya
sabes... ¿por qué Eugenia y tú rompieron?
Vuelve
a caer hacia abajo sobre la almohada, se frota los ojos. — ¿Qué te dijo?
—Ella me
dijo que todavía
está enamorada de
ti, y luego
casi le doy un
puñetazo por hacerte daño, pero entonces ella me dijo que no podía estar
contigo... porque estás enamorado... de, bueno, alguien más.
—Diría
que eso es correcto —susurra. Él se da la vuelta hacia la pared—. No puedo
creer que ella te lo dijera.
—Bueno,
tal vez lo dijo para que no le diera una paliza. Peter se ríe ligeramente. —Sí.
Buen punto.
Me
giro y me pongo sobre mí codo, mirándolo por encima del hombro. —No has
respondido a mi pregunta. ¿Por qué nunca me lo dijiste?
Él
me mira a los ojos por un segundo, luego los cierra. —Hubiera cambiado todo,
Espósito. Y yo no quiero que nada
cambie.
—Sí,
lo entiendo.
No
tengo idea de lo que estoy haciendo, pero tengo la imperiosa necesidad de
abrazarlo, así que me acurruco contra él y le abrazo. Es extraño, porque una
parte de mí se siente tan bien en estos momentos. La otra parte quiere estar
con Federico. Deseo que Eugenia nunca me hubiera dicho acerca de por qué se
separaron, porque ahora sigo pensando en
la barrera entre Peter y yo, la barrera que no se puede cruzar, en la que nunca
había pensado.
Algo
se agita dentro de mí. ¿Lo he amado, como algo más que un amigo, todo el
tiempo? ¿Qué diablos me pasa? Estoy acostumbrada a saber lo que es mejor para
mí. Supongo que es una gran decisión. La elección ya sea para llevarlo al
siguiente nivel. Pero no era tan difícil decidir con Federico. Yo lo quería,
así que lo hicimos. No es tan sencillo con Peter, con una persona que ha
llenado diez años de mi vida. Y ¿qué pasa con Federico? Él es más sexy que Tom
Brady, pero no es Peter.
Cuando
estoy agarrada él, Peter se voltea, toma el brazo de entre nosotros y lo pone
sobre mis hombros, apretándome contra él. Yo descanso mi barbilla en su pecho y
encuentro sus ojos, llevándoselo todo. Entonces siento mis labios que me
arrastran hacia arriba hacia él, hacia su boca, y justo cuando estoy a punto de
darle un beso, sólo para ver cómo se siente, pone una mano sobre mi pecho.
—No
podemos, Espósito. Lo siento...
—Oh. Muy
bien. —Avergonzada, dejo
caer mi cabeza
hacia atrás sobre su pecho. Los pájaros cantan fuera de la
ventana, y escucho a sus hermanas riendo y jugando en la sala de estar mientras
estamos aquí tendidos, en silencio. Siento lágrimas en mis ojos. Las alcanzo y
arrastro el dorso de mi mano en mi cara.
—Tienes
novio ahora, Espósito. No puedes ir por ahí haciéndolo con cada chico que veas
—dice con una sonrisa. Después aprieta mi hombro, se sienta, agarra una baraja
de cartas de su mesita de noche, y empieza a arrastrar los pies—. Vamos a jugar
a alguna guerra. —Él empieza a repartir las cartas en dos montones.
Otra
lágrima cae de mis ojos, pero no tengo la fuerza para quitármela. Toda mi
energía está siendo utilizada por mi corazón, porque está bombeando el doble,
tan duro sólo para seguir trabajando. ¿Por qué no me besaría?
Peter
sigue barajando. Cuando todas las cartas han sido repartidas, recojo mi pila y
mezclo mis cartas. Entonces miro a los ojos a Peter, y él está mirando hacia
mí, a mis lágrimas, y veo todas esas pequeñas arrugas alrededor de sus ojos,
arrugas de tristeza. Frunce el ceño, mordiéndose el labio.
— ¿Qué
demonios acaba de pasar? —digo, mirando sobre el hombro de Peter a su afiche de
Jerry Rice.
—No
quiero que nada cambie. —Tira una carta, un cinco. Tiro un nueve. Recojo las
cartas y las uno a mi montón. Él lanza un rey, y yo un cuatro. Él recoge las
cartas. ¿Debo decirle que todo ya ha cambiado?
ufa =/
ResponderEliminarAyyyy masss
ResponderEliminarK bien disimuló sus sentimientos x Lali,y k capacidad d aguante....
ResponderEliminarPrefiere estar con ella d esa manera ,a k todo cambie entre ellos ....raro en un chico.