lunes, 6 de julio de 2015

Capítulo 11

Sacudo mi cabeza y tomo un poco de agua. Luego empiezo a jugar con el salero y el pimentero. Hago ese juego donde pones uno sobre el otro, luego sacas el de abajo rápidamente así el de encima cae directo sobre la mesa. Pero no puedes dejarlo que caiga mal. O pierdes.


— ¿Segura, Espósito? Espero que no estés enojada por Federico Romero. No puedo creer que el entrenador lo dejara en el equipo. —Pablo aprieta sus puños y empieza a cliquear el bolígrafo repetitivamente.

—No es gran cosa. No estoy segura de cuál es la historia, pero aparentemente Federico acaba de mudarse aquí con su familia y no tenía elección. Creo que él sólo quiere cooperar. —Toso, luego tomo otro sorbo de agua, con el cual procedo a ahogarme. Me golpeo en el pecho con mi puño. Pablo se centra en su crucigrama.

—Hazme saber si él es un problema.

Escondiéndome detrás de mi vaso de agua, sonrío. ¿Cómo mantiene su vida “amorosa” con Rocío separada del juego? Quizás es diferente para él ya que es un chico.

Pero prácticamente soy un chico. Quiero decir, excepto por estas malditas hormonas que me hacen querer saltar sobre Federico y Justin Timberlake. No me obsesiono con cosas por las que se preocupan otras chicas, como ropa, estrellas de cine, cabello, barniz de uñas, tejido de punto, o la mierda esa que a ellas les gusta.

Simplemente quiero comer un montón de alitas calientes, dormir, jugar fútbol, y quizás, algún día, besarme con Federico.

— ¿Pablo? Uhm, ¿cómo te sientes sobre Rocío? Como, ¿la amas… o algo así? Pablo suelta el bolígrafo sobre la mesa y me mira. Entrecierra sus ojos.

— ¿Por qué? ¿Ha estado preguntando sobre mí o algo así?

—Sí, una vez… pero realmente no me importa lo que sienta por ti, ¿yo me estoy preguntando qué piensas de ella?

—Ella es buena en la cama —dice, tomando su bolígrafo de nuevo. Muerde la punta de éste y se centra en su libro—. ¿Una palabra de cuatro letras para un líder ruso del pasado?

— ¿Cómo demonios debería saberlo, hombre? De cualquier manera… ¿Cómo logras mantener tus, uh, pensamientos de Rocío separados del fútbol?

—Mira, Espósito, odio hablar de esta mierda, pero debes saberlo, realmente no pienso en eso. Disfruto durmiendo con ella y eso es todo. Me ayuda a relajarme, lo que me ayuda a jugar mejor al fútbol.

Muerdo mi labio. Un “aliviador de estrés” es lo último que quiero ser. ¿Federico es de la clase de chico  al que sólo le importaría si soy buena en la cama?

¿Estas son las clases de cosas que las porristas discuten en sus pijamadas? Pablo continúa:                                                                                                                 

—Ahora cállate sobre Rocío y los sentimientos y esa mierda y dime la capital de Yemen. Cinco letras.
El año pasado, en biología, diseccionamos sapos, y cuando abrí el estómago del sapo, estaba lleno de moscas. El profesor dijo que él nunca había visto un sapo con un estómago tan lleno. Si algún ser más grande me diseccionara ahora, no puedo imaginar qué asquerosidad encontraría en el interior de mi estómago. Estoy llena de espagueti. Ahora estoy súper feliz porque no invité a Federico a la Choza de Pasta “Todo lo que puedas comer” de Joe, porque probablemente nunca querría verme de nuevo. Soy un dirigible.

Abriendo la puerta trasera, entro en mi cocina y escucho a Victorio y a papá gritando. El ruido viene del comedor así que corro hacia allí para encontrar a Peter echando un pulso con Jake Reynolds. Sus caras están rojas y Jake está apretando sus dientes.

— ¿Desde hace cuánto está pasando esto? —le susurro a Victorio.

— ¡Cuarenta segundos!

Jadeo. No todos los días un estudiante de último año de secundaria tiene su propia contienda contra un “seguro a ser en primera ronda” elegido. Peter levanta la mirada hacia mí, así que grito:

— ¡Vamos, Peter! ¡Patéale el trasero a ese niño bonito! —Sonriendo, Peter muerde su labio inferior y empieza a bajar con fuerza el brazo de Jake. Jake parece agarrar la mano de Peter más fuerte. Con un movimiento rápido, Peter golpea la mano de Jake contra la mesa.

— ¡Buen Dios! —dice papá.

— ¡Santa mierda! —exclama Victorio, golpeando a Peter en la espalda. La cara de Jake está toda hinchada.

—Maldición —murmura.

Papá aprieta el hombro de Peter.                                                                              

—Puedo ver lo duro que has estado ejercitándote, Peter. Sigue así, y entrarás en un gran programa de universidad. Estoy muy orgulloso de ti.

Los ojos de Peter encuentran los míos, y no aleja su mirada.

Mi papá es tan idiota. El gran Carlos Espósito nunca caería tan bajo como para halagar a su propia hija… una hija que tiene tanta oportunidad como Peter de entrar en un gran programa.

Unos minutos más tarde, papá lleva a Peter, Victorio, y Jake al patio trasero para lanzar el balón por un rato. Cuando comienzo a ir afuera con ellos, papá me dice que ayude a mamá con la cena. Qué cerdo machista. Llevo la lasaña a la mesa, llevo el pan a la mesa, llevo la jarra de agua a la mesa. Estoy tentada a escupir en el plato de mi papá, pero decido actuar madura, a diferencia del gran Carlos Espósito. Estoy golpeando platos y vasos en la mesa cuando Peter aparece y sacude mis hombros.

—Apestas como mesera, Espósito.

—Tal vez deberías decirle eso a papá. —Se me cae un tenedor sobre un plato, haciendo un sonido metálico.

— ¿Decirme qué? —dice papá mientras camina hacia el comedor. Él ve a Peter con las manos en mis hombros, y en lugar de actuar completamente enfadado, papá en realidad nos sonríe.

—Nada —digo rápidamente. Me muevo lejos de Peter, apartando mis hombros de  él.  Termino  de  poner  la  mesa,  teniendo  cuidado  de  poner  todos  los tenedores y cuchillos en los lugares equivocados. Y a pesar de que acabo de comerme unos cincuenta kilos de espagueti, comienzo a echar mucha lasaña en mi plato. Peter se sienta a mi lado, y Jake toma un lugar al otro lado de la mesa. Hay una pelea loca por el pan de ajo, pero me las arreglo para salir victoriosa con cinco piezas. No tengo hambre; solamente no quiero que mi familia piense que me estoy ablandando.

Victorio me frunce el ceño, porque él sólo logró pelear por tres piezas. Dado que todavía estoy llena de la Choza de Pasta “Todo lo que Puedas Comer” de Joe, dono dos piezas de pan de ajo para el estómago de Victorio.

—Así que —dice papá, mirando de Peter hacia mí mientras hace pedazos una pieza de pan—, ¿cómo va la escuela?

—Bien —responde Peter—. Lali y yo estamos reconstruyendo el motor de un autobús escolar en mecánica de automóviles este semestre.

Papá me sonríe. — ¿Cómo va eso?

—Muy bien hasta ahora —digo, bebiendo limonada—. Una vez que lo hayamos reconstruido, nuestra clase lo pondrá en un viejo autobús averiado que estamos restaurando.

— ¿Qué harán con el autobús? —pregunta papá.

Peter pone el tenedor en la mesa y se limpia la boca. —Lali sugirió que lo donáramos al Centro Juvenil Haskell. Ya sabe, ¿el orfanato? A los niños les gusta venir a ver nuestros partidos, pero no tienen una forma fácil de llegar a ellos.

Papá dice:

—Creo que es una gran idea. ¿Cuándo creen que estará listo?

—Definitivamente para el final del semestre, así que se los entregaremos para el próximo año —contesta Peter.

Yo añado:

—Nos   hacen   falta   algunas   piezas,   pero   echaremos   un   vistazo   en   el deshuesadero de Murphy la próxima semana.

—Háganme saber si puedo ayudar —dice papá antes de beber más Gatorade—. Algunos chicos de mi equipo podrían querer donar dinero para las partes. Demonios, apuesto a que les comprarían un autobús.

—Gracias, señor Espósito —dice Peter—. Si lo arruinamos, definitivamente aceptaremos la oferta.

—Pero no lo arruinaremos —digo. Peter y yo nos sonreímos mutuamente. Durante unos segundos, sólo oigo tenedores y cuchillos chocando contra los platos, pero luego, como siempre, papá toma la palabra, el silencio lo hace sentir incómodo o algo así.

—Te ves bien hoy, Lali.

Qué patético. ¿Quiere llenar la calma hablando de mis opciones de moda? Tendríamos mucho más de qué hablar si tan sólo hablara de fútbol conmigo. Como si eso alguna vez fuera a pasar.

Así que ignoro a papá y mastico ruidosamente mi ensalada. Bebiendo mi limonada, levanto la mirada y veo que Jake está mirando fijamente mi pecho.

—Sí, te ves bien —dice Jake. Debajo de la mesa, le doy una patada en la rodilla. Fuerte. Sus ojos se cierran y tose. Sonrío.

—Creo que todos estamos de acuerdo en que se ve bien —dice papá, tomando otro bocado de lasaña—. Me alegra que estés empezando a comportarte como una señorita.

Dejo caer el tenedor en el plato. —Sólo se me acabaron las camisetas limpias, papá —digo—. ¿Mamá? ¿Puedo ser excusada? Comí demasiado con Joe hoy.

Mamá asiente con la cabeza y extiende la mano hacia mí, así que me acerco y me agacho para que me pueda besar en la mejilla.

Después de llevar mi plato al fregadero de la cocina, corro a mi habitación. Tengo que deshacerme de este estrés, o voy a ser un desastre en el partido de mañana por la noche, así que me pongo ropa de entrenamiento y tenis.

En el exterior, corro de arriba a abajo por los caminos rurales cercanos a mi casa. Las calles no han sido pavimentadas en una eternidad, por lo que necesito mucha concentración para asegurarme de no tropezarme con baches o caer en hoyos y lastimarme. Mientras corro, me permito soñar despierta con jugar en Alabama, absorbiendo totalmente la parte de mi cerebro que no está centrada en correr.

Finjo que estoy llevando el balón en busca de un touchdown. Me precipito a la izquierda,  luego  a  la  derecha,  esquivando  a  un  esquinero  imaginario,  y corriendo aún más rápido.

Entonces escucho pasos detrás de mí, así que miro por encima de mi hombro y veo a Peter tratando de alcanzarme. Sus rizos están rebotando por todos lados.

—Espósito  —grita—.  ¡Tu  papá  estuvo  tratando  completamente  de  hablar conmigo acerca de la universidad, y le dije que se la metiera por donde le cupiera!

Riendo, acelero. Pronto estoy corriendo tan rápido como puedo, pero Peter me alcanza  de  todos  modos.  Es  tan  condenadamente  rápido.  Bien  podría  ser Forrest Gump.

Pasando junto a mí, Peter se dirige hacia el final de la cuadra,  donde se da la vuelta y hace un estúpido baile de la victoria. Parece como si estuviera enlazando a un toro en un rodeo.

Todavía   estoy   corriendo   a   toda   velocidad,   así   que   choco   contra   él, catapultándolo a una zanja. — ¡Creído!

— ¡Mierda! —grita, riendo mientras se levanta. Se quita la hierba y la suciedad de su camisa y se desempolva las manos.

— ¿Cómo reaccionó papá cuando le dijiste que se la metiera por donde le cupiera?

—Se rio en mi cara.

—Eso apesta.

—No me importa —dice, mirándome a los ojos.

— ¿Por qué dijiste eso de todos modos?

—Si él no va a apoyarte a ti, entonces de ninguna maldita manera dejaría que me apoye a mí.

Le sonrío a Peter. Mi mejor amigo cree en mí. ¿Qué más necesita una chica?
Sin embargo, debo estar feliz por él, porque los comentarios de papá sobre fútbol deben significar muchísimo para Peter, cuyo propio papá nunca está en casa y nunca habla con él sobre su futuro. El padre de Peter probablemente espera que se convierta en una especie de holgazán, trabajando en una fábrica, o demonios, conduciendo un camión también.

—No puedo creer que acabaras con Jake en las vencidas —le digo. Peter sonríe. —Sí, nunca lo olvidaré.

Tomo una respiración profunda. —Estaba pensando. Tal vez deberías hablar con papá acerca de Michigan. Tal vez podrías pedirle que venga a verte en uno de nuestros partidos. Él podría ser capaz de ayudar.

Los ojos de Peter se encuentran con los míos, pero se queda callado.

— ¿Quieres volver corriendo? —pregunta finalmente.

— ¿El ganador obtiene el collar? —Pongo mi mano sobre el dije de balón de plástico que cuelga de una cadena de plata barata que Peter siempre lleva.

—Diablos, no —dice, tocando el premio Cracker Jack por el que hemos estado peleando desde que teníamos nueve años. Nunca olvidaré la manera en la que estábamos sentados en el patio delantero de Peter jugando a piedra, papel o tijera, mientras nos comíamos una gran caja de Cracker Jacks. Saqué el premio, y ambos lo queríamos desesperadamente. Ya que estábamos en la casa de Peter, y eran sus Cracker Jacks, él pensó que se merecía el balón de plástico. Pero dado que fui la que sacó el balón de la caja, pensé que debería ser mío.

Así que jugamos una piedra, papel o tijera por él. Hice unas tijeras con la mano. Él hizo una piedra.

Él ha llevado el dije en su cuello desde entonces.

— ¿Qué te parece que compitamos por un helado? —Dice Peter—. El último tiene que prepararle al otro un helado de vainilla con jarabe de chocolate caliente.

Salgo corriendo a toda velocidad, pasando un tractor que está traqueteando por la calle. Grito:

— ¡Trato hecho!


El sol empieza a ponerse, y corremos hacia el cielo color rosa-limón.

3 comentarios: