13
Rumores
¿La cuenta? 8 días hasta Alabama
Estoy
escondiéndome en un cubículo del baño de la escuela el lunes en la mañana.
Excepto por Federico, no he visto a nadie desde la noche del sábado y no estoy
esperando por todas las preguntas que sin lugar a dudas están por venir. Como,
¿a dónde desaparecimos Federico y yo? Y ¿qué está sucediendo entre nosotros? Ni
siquiera sé la respuesta
a eso. ¿Acaso “Te
deseo” y “Soy
toda tuya” significa
que oficialmente estamos saliendo? ¿O sólo fui un levante al
azar?
Justo
cuando estoy a punto de levantarme y salir del baño, escucho la puerta
abriéndose y cerrándose.
—No
te preocupes por eso Pau —dice una chica.
Miro
con atención a través de una grieta en el cubículo y veo a Rocío y a Paula
mirándose en el espejo mientras comienzan a aplicarse brillo labial y esponjar
sus cabellos.
— ¿Cómo
puedo no preocuparme por eso? De todas las chicas, él me abandona por Lali
Espósito. Bueno, si la consideras una chica. Asqueroso —dice Paula.
—No
creo que ella le guste —responde Rocío—. Simplemente no puede.
—Tal
vez sólo quiere follársela porque es virgen.
—Sí…
tal vez.
Respiro
profundamente. Paula va a decirle a toda la escuela que desaparecí con Federico
el sábado. Esto es séptimo grado de nuevo.
Espera,
¿y si ellas tienen razón? ¿Y si Federico sólo quiere quitarme la virginidad?
Pero ¿cómo iba a saberlo? No es como si Rocío y Paula lo sepan todo. Yo podría
haber echado un polvo con el amigo de Victorio, Jake Reynolds y ellas nunca lo
sabrían.
—Entonces
¿qué debo hacer? —dice Paula.
—Quédate
tranquila. No creo que permanezca interesado en ella por mucho tiempo…
especialmente no cuando vea cuánto tiempo pasa ella con Peter. Pablo me dijo
que Peter se queda en su casa todo el tiempo. ¡Como en la misma cama!
Paula
jadeó. — ¿Qué? Eso es tan extraño. Quizá ella no sea virgen después de todo.
Tal vez sea una mujerzuela.
Maldita
sea, Peter es como mi hermano… ¿no saben eso? En lugar de lidiar con estas
horribles chicas cara a cara, decido permanecer en el cubículo hasta que se
vayan. Y luego estoy largándome de aquí. Prefiero saltarme la escuela que
lidiar con las consecuencias del sábado por la noche.
Cuando
se van, salgo en puntillas del baño y me dirijo hacia las puertas principales
de la escuela. A medio camino de allí, veo a Mery, quien se apresura hacia mí,
sonriendo. — ¡Lali! Oh Dios mío… ¿Tú y Federico? Eres tan afortunada.
Me
siento mal por ignorarla porque en realidad es agradable, pero no puedo hacerle
frente. En serio.
Otras
chicas en el pasillo dejan de moverse cuando me ven, riendo tontamente y
murmurando entre ellas.
Bates
y Higgins se acercan. —Hola, Espósito —dicen.
—Gran
juego el del viernes —agrega Bates, chocando puños conmigo.
—Eres
la favorita para Alabama —dice Higgins, apoyando su brazo en mi hombro—. Espero
que hables bien de mí.
Gracias
a Dios… tampoco mencionan la horrible sesión de fotos. Luego varios chicos más
me pasan y me saludan, actuando normal. Pero todas las chicas se me quedan
mirando.
Entonces
veo a Pablo, caminando directo hacia mí y me agarra del codo. — ¿Estás bien?
Porque si no lo estás, voy a patear el culo de ese niño bonito. Justo ahora.
¿Qué?
¿Pablo, el Señor “Si compartes tus sentimientos conmigo voy a romperte la
cabeza”, está preocupado por mi vida sentimental?
—Estoy
bien —le digo a Pablo—. Pero no me siento bien. Me voy a casa.
Me
largo de nuevo y entonces lo veo. Federico. Viniendo hacia mí sonriendo. Me
hace señas. Y yo salgo a toda velocidad hacia la puerta principal.
Ahora
estoy escondiéndome en el cobertizo
de jardinería, alternando entre escribir
en mi diario
y lanzar repetidamente
al aire un
balón de fútbol americano y atraparlo. Me gusta aquí
adentro. Me hace sentir como una niña de nuevo, sin ninguno de estos problemas.
Después
de lanzar el balón y atraparlo por centésima vez, acuño la linterna debajo de
mi barbilla y comienzo a escribir:
Toda la escuela sabe
sobre el sábado en la noche Sábado, desaparecer con
Federico fue la
decisión correcta
Correcta como comer
maní en un partido de béisbol
Correcta como el sonido
del café moliéndose un sábado en la mañana
¿Hoy? Confusa como el
infierno.
No
puedo creer lo mucho que está comenzando a gustarme escribir. No es sólo
sacar pensamientos de
mi mente, sino
el desafío de
encontrar palabras creativas,
ritmos y descripciones divertidas.
Correcta como el olor a
humo que sigue a los fuegos artificiales.
Sin embargo, escribir
es una cosa
débil que estar
haciendo. Al menos comparado con
desempeñarse como mariscal
de campo. O
comer esas ardientes alitas
91120 que nos hicieron llorar a Federico
y a mí en el partido de los Titanes.
La
puerta del cobertizo se abre repentinamente y Peter se arrastra junto a mí,
observando mientras escondo mi diario detrás de una regadera.
Deslizando
una mano a través de su rizado cabello rubio, Peter me empuja con la cadera y
presiona su hombro contra el mío.
—Hola,
Espósito… ¿cómo pudiste perderte la práctica? ¿Tienes la peste o algo así?
—Si
la tengo, ahora tú también la tienes.
— ¿Por
qué te saltaste la escuela?
Nos
recostamos contra la pared del cobertizo y me acurruco bajo su brazo y coloco
el balón de fútbol americano sobre su regazo. Débiles rayos de sol brillan a
través de la mugrienta ventana.
—Porque
la gente estaba hablando de mí en el pasillo.
— ¿Y
qué?
—Que
eso nunca antes me había pasado.
Peter
me acerca más y me frota el brazo mientras continúo. —No quiero perder el respeto del equipo. Si
pierdo mi confianza, voy a jugar como la mierda y los jugadores de mierda no
consiguen los puestos ofrecidos en los equipos de la Primera División como
Alabama.
Sus
ojos se centran en mí y nos miramos el uno al otro por un rato. Con su piel
bronceada y ojos color esmeralda, Peter es un chico extremadamente lindo y se
me ocurre cuántas chicas de la escuela adorarían encontrarse a sí mismas en un
cobertizo de jardinería con él. Entonces dice:
— ¿Quieres
jugar a las manos calientes?
Me
siento con las piernas cruzadas por debajo de mí y Peter me imita. Él extiende
sus manos hacia mí, con las palmas hacia arriba. Coloco las manos sobre las
suyas. Un segundo después, él saca de un tirón sus manos de debajo de las mías
y trata de darle un manotazo a la parte superior de mis manos, pero las aparto
de un tirón.
—El
ganador obtiene el talismán de fútbol americano, ¿cierto? —pregunto,
asintiendo hacia su pecho.
—Demonios,
no —responde Peter, sin perder el ritmo. Saca sus manos de nuevo, y jugamos
varias veces más antes de hablar de nuevo—. Hoy, en la clase de apreciación
musical, el Sr. Majors dijo que todos tenemos que escoger un instrumento y
escribir un informe de cinco páginas acerca de sus orígenes. También tenemos
que discutir sobre
la relevancia del
instrumento en la sociedad actual. Pero no te preocupes, te
anoté para un gran instrumento.
— ¿Cuál?
—El
clavicordio.
— ¿Qué
demonios es un clavicordio? —exclamo.
—No
lo sé —dice, sonriendo—. Lo vi en un afiche en el salón de clases.
—Tienes
que estar bromeando. ¿Cómo podría tener relevancia en la sociedad actual un
instrumento del que nunca he escuchado hablar?
—Estas
cosas no te pasarían si no te saltaras la escuela.
— ¿Qué
demonios, hombre? ¿Qué instrumento elegiste tú?
Él
se encoje de hombros. —Un instrumento que tiene un montón de relevancia en la
sociedad actual. La guitarra.
Sonrío,
golpeando con fuerza sus manos. Jugamos varias veces más y gano más seguido que
él, lo cual me hace más feliz.
—Espósito,
está bien involucrarse con alguien. Puedes tener citas, ya sabes. —En vez de
darle un manotazo a las manos de Peter de nuevo, le doy un manotazo en la parte
superior de la cabeza—. Maldita sea —exclama, riendo—. Deja de pegarme. Mira,
te voy a decir algo, porque eres mi mejor amiga. Debajo de ese loco nudo que tú
llamas cabello, todos nosotros sabemos que en realidad eres una chica y
queremos que seas feliz.
Lo
golpeo en el hombro.
—Me
parece que no salir con él es lo que está causando drama… que no te presentes
en la práctica, mi culo… el entrenador estaba preocupado y molesto, para ser
honesto… intentó llamarte, pero cayó en el buzón de voz. —Peter extiende sus
palmas para otra ronda del juego de las manos calientes. Pongo mis manos bajo
las suyas y dos segundos después, rápidamente saco de un tirón mis manos y
golpeo las suyas con fuerza.
—Peter…
si salgo con él, nadie va a pensar que soy, como, una mujerzuela o algo, ¿no?
—Por
supuesto que no… porque creo que tienes que dormir con más de una persona,
posiblemente varias, para ser considerada una mujerzuela.
— ¿Por
qué ustedes tienen que andar acostándose por ahí todo el tiempo? ¿Por qué no
pueden quedarse con una persona?
Peter
golpea mis manos, luego desliza las manos a través de su cabello y mira
fijamente una bolsa de abono. —No lo sé… quizá todavía no he encontrado a la
persona correcta. Es medio difícil detenerse.
Él
asiente.
—Simplemente
no lo entiendo, Peter.
Él
sigue concentrado en el abono. — ¿Por qué siquiera pensarías que eres una
mujerzuela?
Agarro
sus manos y las sostengo apretadamente. Mordiéndome el labio, encuentro sus
ojos.
—Yo,
uhm, escuché a Rocío y a Paula hablando mal de mí hoy en el baño. Ellas se
preguntaban si soy una mujerzuela…
—Están
celosas de ti, Espósito. ¿Por qué te importaría lo que esas chicas piensen?
Respiro hondo. —Ellas también dijeron que la única razón de que Federico esté interesado en mí
es porque quiere tomar mi virginidad y eso me
asusta… porque casi se la di la otra noche.
Peter
cierra los ojos por un segundo. —Eso es mentira. Él se preocupa mucho por ti.
— ¿Cómo
lo sabes?
— ¿No
crees que Pablo, Nicolás y yo tuvimos una charla con él?
—No
lo hicieron.
—Lo
hicimos.
—Oh
Jesús…
—Espósito,
respóndeme… ¿Vas a darle una oportunidad a Federico?
Estoy
asustada. No quiero que toda la escuela hable acerca de Federico y yo. No
quiero que nadie me diga zorra. Como capitana del equipo de fútbol, no puedo
perder el respeto de los chicos a los que lidero. Pero mi hermano y Peter
también tienen razón, una visión de mí como mariscal de campo virgen a los
treinta años pasa por mi mente. Me causa escalofríos.
Debe
haber una manera en que pueda ser novia de Federico y estrella del equipo de
fútbol al mismo tiempo. ¿Puedo tener ambas cosas?
Quiero
decir, los chicos me vieron hacer esa ridícula sesión fotográfica y aun así me
respetan.
—Está
bien —susurré—. Le daré una oportunidad.
—Eso
es todo lo que necesitaba saber —dice Peter. Me da un beso en la frente, se
levanta y me tiende la mano—. Vamos.
Salimos
del cobertizo, hacia un cálido y rosado atardecer, y veo a Federico de pie por
el columpio de llanta que cuelga de un viejo fresno. Una brisa sopla por el
césped y empiezo a caminar hacia él.
—Nos
vemos luego, Espósito —dice Peter, sacándose las llaves del bolsillo.
— ¿No
te vas a quedar a cenar?
—No,
tengo una cita de estudio con Savannah Bailey, pero Federico se quedará.
Peter
desaparece por el costado de la casa hacia la entrada y yo me dirijo hacia
Federico.
Sonriendo,
empuja el columpio de llanta hacia mí, lo atrapo alejándolo de nosotros. Luego
me lanzo hacia él y me atrapa entre sus brazos debajo de las hojas verdes.
Dejo
que me bese.
Me
estoy perdiendo otra vez, perdiendo de vista todo lo que es importante para mí.
Y pensar en eso también me asusta. No quiero convertirme en una de esas chicas
que pierde el control y la perspectiva por un chico, pero incluso este
pensamiento, esta advertencia hacia mí misma, es alejada de mi mente por Federico,
por sus brazos y sus labios.
El
susurra:
—Vayamos
a tu habitación.
Nuestra
ropa está empezando a caer.
Mamá
esta de voluntaria en el hospital y papá aún está en práctica, pero no pienso
arriesgarme. —Federico, espera —digo, saliendo de la cama.
— ¿Qué
sucede?
Sin
responder, camino por la habitación en ropa interior, le pongo seguro a la
puerta y luego me vuelvo a unir a él en la cama.
Las cosas
se están poniendo
aún más intensas,
tan intensas que
ambos sabemos que va a pasar, así que digo:
— ¿Tienes
algo?
—Sí.
Se
inclina por el borde de mi cama, llega al suelo, y saca un condón del bolsillo
de sus jeans. Estoy un poco asustada, pero esto se siente tan bien.
Le
gusto por ser quien soy. Y tengo que tenerlo. Cada parte de él. Ahora. Un rato
después, aún estamos aferrados el uno al otro bajo las sabanas.
— ¿Quieres
hacer esto oficial?— pregunta.
— ¿Qué?
¿Cómo ser pareja?
—Sí.
—Seguro
—digo, sonriendo.
Sacude
el cabello de mi cara con su meñique y toma mi barbilla con su mano.
No
puedo creer que lo hayamos hecho. ¡Hecho! Si dolió un poco, pero no fue aterrador…
fue… divertido y dulce.
Ahora
nos estamos mirando y él sigue dándome pequeños besos. —Nunca me había sentido
así —dice.
—Yo
tampoco. Entonces, ¿Por qué yo?
—Eres
fuerte y te controlas, eres diferente y madura. ¿Por qué yo? Solo puedo pensar
en lo sexy que es y entonces digo:
—Eres
inteligente y lindo.
— ¿Eso
es todo? —Responde haciéndome cosquillas en el estómago—. ¿Eso es todo?
— ¿Qué
más quieres? —respondo, riéndome mientras me retuerzo.
—Bueno,
Paula Markum me dio una larga nota escrita a mano diciéndome lo mucho que me
quiere, junto con una foto. —Alza las cejas y se ríe.
—Ugh.
Odio a esa chica.
— ¿Por
qué?
Tomo
una respiración profunda. —Bueno, además del hecho de que ella me llama zorra y
me acusa de dormir con Pablo y Peter…
— ¿Qué
más?
—Paula
y yo éramos buenas amigas cuando pequeñas… y luego, en séptimo grado estábamos
emocionadas por ir al baile de navidad.
No
podía esperar, tenía estos geniales, New Balance rojos que iba a ponerme, y Paula y yo habíamos
comprado camisetas iguales de cachemira roja. Pensé que iba a poder bailar con
un chico de octavo que era guapo. Tal vez hasta daría mi primer beso.
Continúo:
—Y
entonces Nicolás invitó a Paula al baile y ella se burló de él en su cara.
—Ugh.
—Lo
sé. Él se sentía horrible, así que hice que todos los chicos de mi equipo de fútbol
sabotearan el baile y di una gran fiesta en mi sótano en su lugar. Tuvimos un
maratón de películas Slasher y papá hizo perros de chili y nos dio cerveza de
raíz y yo le conté a los chicos historias épicas de fútbol de cuando él jugaba
con Emmitt Smith y Michael Irvin… y, bueno, los chicos regresaron a la escuela
el lunes diciendo que
mi fiesta había
sido mejor que
cualquier baile al que
hubieran podido asistir.
Federico
se echa a reír. —Eres comiquísima.
—Todas
las chicas de la escuela estaban molestas conmigo porque les había arruinado el
baile y Paula le dijo a todo el mundo que yo había saboteado el baile porque
ningún chico jamás querría bailar conmigo.
Porque
yo era más alta que todos los chicos… y enorme
Fea
—Ay
—dijo, volteándose para mirar al techo.
—Y aún
no he ido a un baile.
No
le digo a Federico como después de que Paula dijo eso, decidí que ser un chico
era mejor, porque ninguno de mis compañeros de equipo me diría jamás algo tan
horrible. Y ninguno de ellos jamás lo ha hecho.
—Bueno
yo hubiera ido a tu fiesta de películas Slasher y perros de chili, porque eres
hermosa —dice Federico, sonriendo.
Siento
que alguien toca la puerta y escucho que intentan abrirla. ¡Mierda! ¡No pensé
que mis padres llegarían sino hasta dentro de media hora! Luego me giro y miro
el reloj, perdí completamente la noción del tiempo. Rápidamente empiezo a
ponerme la ropa. Federico hace lo mismo mientras nos reímos al batallar con
camisetas, jeans y ropa interior.
Escucho
a mamá decir:
—Lali,
¿Qué haces allá adentro?
—Nada…
pasando el rato con Federico.
No
la escucho decir más nada por unos segundos, pero luego dice:
—Bueno, baja
para cenar. ¿Federico?
¿Puedes quedarte? El
Sr. Espósito quiere conocerte.
Mierda.
Me muerdo el puño y sacudo mi cabeza en dirección a Federico, pero parece que
no lo disuade en lo más mínimo porque dice:
—Me
encantaría, Sra. Espósito. Gracias por invitarme. —Tiene esta sonrisa tonta en
la cara, así que le doy un puño en el hombro y él se cae en mi cama—.
Maldición, Espósito. ¡Eso duele!
Le
sonrío mientras se pone sus jeans. Después de volverme a recoger el cabello,
bajamos las escaleras y ruego que mi mamá no me pregunte qué estábamos haciendo
Federico y yo en mi habitación con la puerta cerrada.
Ciertamente, cuando
nos ve entrar
a la cocina,
me dirige una
mirada conocedora, pero no dice nada. Lo hará luego, estoy segura. Me
pide que lleve el asado a la mesa
y le pide
a Federico que
tome la salsera,
lo que nos
hace esforzarnos puesto que estamos riéndonos.
Pero
Federico deja de reírse cuando entra al comedor, donde mi papá ya está sentado
en la mesa con su botella de Gatorade. Federico se endereza, aparentando crecer
varios centímetros y borra la sonrisa de su cara. Después de poner la salsera
en la mesa, Federico estira su mano hacia papá y dice:
—Soy
Andrés Federico Romero, encantado de conocerlo.
Papá
sonríe y le devuelve el saludo. —Carlos Espósito. He escuchado mucho sobre ti.
—Papá hace un gesto hacia la silla que está a su lado, luego le indica a Federico
que se siente. Me siento a la derecha de Federico, para cortar el asado.
—Entonces
—le dice papá a Federico—, mi hijo dice que tienes un cañón por brazo. Federico
sonríe levemente. —No soy nada comparado con usted y Victorio.
¿Qué?
¿No me va a mencionar? Créanlo o no, puedo lanzar tan duro y tan lejos como
Victorio. ¿Federico no sabe eso? Entre Victorio, Federico y yo, Federico es el
prodigio del fútbol. Tal vez no debería ser tan orgullosa, pero hubiera sido
lindo ser reconocida por mi nuevo novio.
Mamá
finalmente trae el maíz y el pan a la mesa y empezamos a comer.
— ¿Cuáles
son tus planes para la universidad? —le pregunta papá a Federico tomando algo
de asado.
—Aun
no tengo planes —dice Federico.
— ¿Qué
universidades estás mirando? ¿Quiénes te han contactado hasta ahora?
—Ninguna
hasta ahora, señor.
Papá
muerde un pedazo de pan, mastica y estrecha los ojos. —Lo encuentro difícil de
creer.
Federico
me mira y respira hondo, entonces yo digo:
—Déjalo
ya papá.
Papá
me mira mal. —Lali, sólo porque tienes un poco de competencia para tu posición
no significa que tengas que ser egoísta y arruinar las oportunidades de Federico
de ir a la universidad. Si él es mejor que tú, como todo el mundo dice,
deberías estar ayudando a tu compañero de equipo a conseguir una buena beca.
Tal vez deberías decirle al entrenador Miller que le dé más de tu tiempo de
juego a Federico.
Papá
dice estas horribles cosas tan fácilmente como si estuviera comprando un libro
de estampillas en la oficina postal.
Me ahogo
con mi limonada.
Lagrimas caen por
mi mejilla y Federico me da
palmaditas en la espalda.
—Carlos, por
favor —dice mamá,
pellizcándose el puente
de la nariz—. Lali se ha ganado su puesto en ese
equipo. Se merece cada minuto que la dejan jugar.
Papá
continúa masticando el pan. — ¿Acaso Federico no se merece jugar también?
—Papá,
no tienes ni idea de lo que estás hablando. Ni siquiera conoces a Federico. Y
nunca vas a nuestros juegos de todas formas. —Me giro hacia mamá—. Mamá,
gracias por la cena. ¿Me puedo retirar?
Mamá
parece estar a punto de llorar. Ella asiente lentamente. Antes de abandonar la
habitación, miro a papá que está masticando su asado. ¿Acaso no sabe lo mucho
que me acaba de lastimar? Me acaba de avergonzar frente a mi nuevo novio.
Cuando veo la cara de Federico, es neutral. En blanco como una capa de nieve.
¿Es así como se siente por mí?
Después
de subir corriendo las escaleras, abro mi closet, saco mis zapatillas de
deporte y me pongo
ropa para correr.
Vuelvo a bajar
y atravesar la
casa, mirando hacia el comedor y veo que Federico sigue sentado con mi
padre, comiendo como si nada hubiera sucedido.
Corriendo
por la calle al anochecer, serpenteando alrededor de las curvas que están por
mi casa, trotando por los pastos de las vacas y un rustico granero, sigo
esperando que Federico corra tras de mí, anunciando que le dio un puñetazo en
la cara a papá o algo así. Corro por una hora, pero Federico nunca se acerca
persiguiéndome.
No
puedo dejar de notar que, al contrario de Peter, Federico no le dijo a mi papá
que se lo guardara ni me defendió. Comprendo que mi papá intimida a la gente, ¿Pero
cómo pudo Federico no haber dicho nada? ¡Soy su novia! Acabo de acostarme con
él y solo absorbió el ataque de papá
hacia mí, actuando como si no hubiera pasado.
Repito, odio a Federico!!
ResponderEliminardefinitivamente no me gusto el cap =/
ResponderEliminarYa no me gusta Federico
ResponderEliminarMass
No iba a ser laliter? Porque peter esta muuy en la friendzone, aunque a veces lali tambien.
ResponderEliminar- Mar
K cagón Federico ,espero k no esté con Lali x ganarse a su padre.
ResponderEliminarSi es así k los chicos le hagan el vacío ,y ni siquiera le pasen el balón