domingo, 19 de julio de 2015

Capítulo 22

13
Rumores
¿La cuenta? 8 días hasta Alabama


Estoy escondiéndome en un cubículo del baño de la escuela el lunes en la mañana. Excepto por Federico, no he visto a nadie desde la noche del sábado y no estoy esperando por todas las preguntas que sin lugar a dudas están por venir. Como, ¿a dónde desaparecimos Federico y yo? Y ¿qué está  sucediendo entre nosotros?  Ni  siquiera  sé la  respuesta  a  eso. ¿Acaso  “Te  deseo”  y  “Soy  toda  tuya”  significa  que  oficialmente  estamos saliendo? ¿O sólo fui un levante al azar?

Justo cuando estoy a punto de levantarme y salir del baño, escucho la puerta abriéndose y cerrándose.

—No te preocupes por eso Pau —dice una chica.

Miro con atención a través de una grieta en el cubículo y veo a Rocío y a Paula mirándose en el espejo mientras comienzan a aplicarse brillo labial y esponjar sus cabellos.

— ¿Cómo puedo no preocuparme por eso? De todas las chicas, él me abandona por Lali Espósito. Bueno, si la consideras una chica. Asqueroso —dice Paula.

—No creo que ella le guste —responde Rocío—. Simplemente no puede.

—Tal vez sólo quiere follársela porque es virgen.

—Sí… tal vez.

Respiro profundamente. Paula va a decirle a toda la escuela que desaparecí con Federico el sábado. Esto es séptimo grado de nuevo.

Espera, ¿y si ellas tienen razón? ¿Y si Federico sólo quiere quitarme la virginidad? Pero ¿cómo iba a saberlo? No es como si Rocío y Paula lo sepan todo. Yo podría haber echado un polvo con el amigo de Victorio, Jake Reynolds y ellas nunca lo sabrían.

—Entonces ¿qué debo hacer? —dice Paula.

—Quédate tranquila. No creo que permanezca interesado en ella por mucho tiempo… especialmente no cuando vea cuánto tiempo pasa ella con Peter. Pablo me dijo que Peter se queda en su casa todo el tiempo. ¡Como en la misma cama!

Paula jadeó. — ¿Qué? Eso es tan extraño. Quizá ella no sea virgen después de todo. Tal vez sea una mujerzuela.

Maldita sea, Peter es como mi hermano… ¿no saben eso? En lugar de lidiar con estas horribles chicas cara a cara, decido permanecer en el cubículo hasta que se vayan. Y luego estoy largándome de aquí. Prefiero saltarme la escuela que lidiar con las consecuencias del sábado por la noche.

Cuando se van, salgo en puntillas del baño y me dirijo hacia las puertas principales de la escuela. A medio camino de allí, veo a Mery, quien se apresura hacia mí, sonriendo. — ¡Lali! Oh Dios mío… ¿Tú y Federico? Eres tan afortunada.

Me siento mal por ignorarla porque en realidad es agradable, pero no puedo hacerle frente. En serio.

Otras chicas en el pasillo dejan de moverse cuando me ven, riendo tontamente y murmurando entre ellas.

Bates y Higgins se acercan. —Hola, Espósito —dicen.

—Gran juego el del viernes —agrega Bates, chocando puños conmigo.

—Eres la favorita para Alabama —dice Higgins, apoyando su brazo en mi hombro—. Espero que hables bien de mí.

Gracias a Dios… tampoco mencionan la horrible sesión de fotos. Luego varios chicos más me pasan y me saludan, actuando normal. Pero todas las chicas se me quedan mirando.

Entonces veo a Pablo, caminando directo hacia mí y me agarra del codo. — ¿Estás bien? Porque si no lo estás, voy a patear el culo de ese niño bonito. Justo ahora.

¿Qué? ¿Pablo, el Señor “Si compartes tus sentimientos conmigo voy a romperte la cabeza”, está preocupado por mi vida sentimental?

—Estoy bien —le digo a Pablo—. Pero no me siento bien. Me voy a casa.

Me largo de nuevo y entonces lo veo. Federico. Viniendo hacia mí sonriendo. Me hace señas. Y yo salgo a toda velocidad hacia la puerta principal.

Ahora estoy escondiéndome en  el  cobertizo  de jardinería, alternando entre escribir  en  mi  diario  y  lanzar  repetidamente  al  aire  un  balón  de  fútbol americano y atraparlo. Me gusta aquí adentro. Me hace sentir como una niña de nuevo, sin ninguno de estos problemas.

Después de lanzar el balón y atraparlo por centésima vez, acuño la linterna debajo de mi barbilla y comienzo a escribir:

Toda la escuela sabe sobre el sábado en la noche Sábado, desaparecer con
Federico fue la decisión correcta
Correcta como comer maní en un partido de béisbol
Correcta como el sonido del café moliéndose un sábado en la mañana

¿Hoy? Confusa como el infierno.

No puedo creer lo mucho que está comenzando a gustarme escribir. No es sólo sacar  pensamientos  de  mi  mente,  sino  el  desafío  de  encontrar  palabras creativas, ritmos y descripciones divertidas.

Correcta como el olor a humo que sigue a los fuegos artificiales.

Sin  embargo,  escribir  es  una  cosa  débil  que  estar  haciendo.  Al  menos comparado  con  desempeñarse  como  mariscal  de  campo.  O  comer  esas ardientes alitas 91120  que nos hicieron llorar a Federico y a mí en el partido de los Titanes.

La puerta del cobertizo se abre repentinamente y Peter se arrastra junto a mí, observando mientras escondo mi diario detrás de una regadera.

Deslizando una mano a través de su rizado cabello rubio, Peter me empuja con la cadera y presiona su hombro contra el mío.

—Hola, Espósito… ¿cómo pudiste perderte la práctica? ¿Tienes la peste o algo así?

—Si la tengo, ahora tú también la tienes.

— ¿Por qué te saltaste la escuela?

Nos recostamos contra la pared del cobertizo y me acurruco bajo su brazo y coloco el balón de fútbol americano sobre su regazo. Débiles rayos de sol brillan a través de la mugrienta ventana.

—Porque la gente estaba hablando de mí en el pasillo.

— ¿Y qué?

—Que eso nunca antes me había pasado.

Peter me acerca más y me frota el brazo mientras continúo.  —No quiero perder el respeto del equipo. Si pierdo mi confianza, voy a jugar como la mierda y los jugadores de mierda no consiguen los puestos ofrecidos en los equipos de la Primera División como Alabama.

Sus ojos se centran en mí y nos miramos el uno al otro por un rato. Con su piel bronceada y ojos color esmeralda, Peter es un chico extremadamente lindo y se me ocurre cuántas chicas de la escuela adorarían encontrarse a sí mismas en un cobertizo de jardinería con él. Entonces dice:

— ¿Quieres jugar a las manos calientes?

Me siento con las piernas cruzadas por debajo de mí y Peter me imita. Él extiende sus manos hacia mí, con las palmas hacia arriba. Coloco las manos sobre las suyas. Un segundo después, él saca de un tirón sus manos de debajo de las mías y trata de darle un manotazo a la parte superior de mis manos, pero las aparto de un tirón.

—El ganador obtiene el  talismán de  fútbol americano, ¿cierto? —pregunto, asintiendo hacia su pecho.

—Demonios, no —responde Peter, sin perder el ritmo. Saca sus manos de nuevo, y jugamos varias veces más antes de hablar de nuevo—. Hoy, en la clase de apreciación musical, el Sr. Majors dijo que todos tenemos que escoger un instrumento y escribir un informe de cinco páginas acerca de sus orígenes. También  tenemos  que  discutir  sobre  la  relevancia  del  instrumento  en  la sociedad actual. Pero no te preocupes, te anoté para un gran instrumento.

— ¿Cuál?

—El clavicordio.

— ¿Qué demonios es un clavicordio? —exclamo.

—No lo sé —dice, sonriendo—. Lo vi en un afiche en el salón de clases.

—Tienes que estar bromeando. ¿Cómo podría tener relevancia en la sociedad actual un instrumento del que nunca he escuchado hablar?

—Estas cosas no te pasarían si no te saltaras la escuela.

— ¿Qué demonios, hombre? ¿Qué instrumento elegiste tú?

Él se encoje de hombros. —Un instrumento que tiene un montón de relevancia en la sociedad actual. La guitarra.

Sonrío, golpeando con fuerza sus manos. Jugamos varias veces más y gano más seguido que él, lo cual me hace más feliz.

—Espósito, está bien involucrarse con alguien. Puedes tener citas, ya sabes. —En vez de darle un manotazo a las manos de Peter de nuevo, le doy un manotazo en la parte superior de la cabeza—. Maldita sea —exclama, riendo—. Deja de pegarme. Mira, te voy a decir algo, porque eres mi mejor amiga. Debajo de ese loco nudo que tú llamas cabello, todos nosotros sabemos que en realidad eres una chica y queremos que seas feliz.

Lo golpeo en el hombro.

—Me parece que no salir con él es lo que está causando drama… que no te presentes en la práctica, mi culo… el entrenador estaba preocupado y molesto, para ser honesto… intentó llamarte, pero cayó en el buzón de voz. —Peter extiende sus palmas para otra ronda del juego de las manos calientes. Pongo mis manos bajo las suyas y dos segundos después, rápidamente saco de un tirón mis manos y golpeo las suyas con fuerza.

—Peter… si salgo con él, nadie va a pensar que soy, como, una mujerzuela o algo, ¿no?

—Por supuesto que no… porque creo que tienes que dormir con más de una persona, posiblemente varias, para ser considerada una mujerzuela.

— ¿Por qué ustedes tienen que andar acostándose por ahí todo el tiempo? ¿Por qué no pueden quedarse con una persona?

Peter golpea mis manos, luego desliza las manos a través de su cabello y mira fijamente una bolsa de abono. —No lo sé… quizá todavía no he encontrado a la persona correcta. Es medio difícil detenerse.

Él asiente.

—Simplemente no lo entiendo, Peter.

Él sigue concentrado en el abono. — ¿Por qué siquiera pensarías que eres una mujerzuela?

Agarro sus manos y las sostengo apretadamente. Mordiéndome el labio, encuentro sus ojos.
—Yo, uhm, escuché a Rocío y a Paula hablando mal de mí hoy en el baño. Ellas se preguntaban si soy una mujerzuela…

—Están celosas de ti, Espósito. ¿Por qué te importaría lo que esas chicas piensen? Respiro hondo. —Ellas también dijeron que la única razón de que Federico  esté interesado  en  mí es porque quiere  tomar  mi virginidad y  eso  me asusta… porque casi se la di la otra noche.

Peter cierra los ojos por un segundo. —Eso es mentira. Él se preocupa mucho por ti.

— ¿Cómo lo sabes?

— ¿No crees que Pablo, Nicolás y yo tuvimos una charla con él?

—No lo hicieron.

—Lo hicimos.

—Oh Jesús…

—Espósito, respóndeme… ¿Vas a darle una oportunidad a Federico?

Estoy asustada. No quiero que toda la escuela hable acerca de Federico y yo. No quiero que nadie me diga zorra. Como capitana del equipo de fútbol, no puedo perder el respeto de los chicos a los que lidero. Pero mi hermano y Peter también tienen razón, una visión de mí como mariscal de campo virgen a los treinta años pasa por mi mente. Me causa escalofríos.

Debe haber una manera en que pueda ser novia de Federico y estrella del equipo de fútbol al mismo tiempo. ¿Puedo tener ambas cosas?

Quiero decir, los chicos me vieron hacer esa ridícula sesión fotográfica y aun así me respetan.

—Está bien —susurré—. Le daré una oportunidad.

—Eso es todo lo que necesitaba saber —dice Peter. Me da un beso en la frente, se levanta y me tiende la mano—. Vamos.

Salimos del cobertizo, hacia un cálido y rosado atardecer, y veo a Federico de pie por el columpio de llanta que cuelga de un viejo fresno. Una brisa sopla por el césped y empiezo a caminar hacia él.

—Nos vemos luego, Espósito —dice Peter, sacándose las llaves del bolsillo.

— ¿No te vas a quedar a cenar?

—No, tengo una cita de estudio con Savannah Bailey, pero Federico se quedará.

Peter desaparece por el costado de la casa hacia la entrada y yo me dirijo hacia
Federico.

Sonriendo, empuja el columpio de llanta hacia mí, lo atrapo alejándolo de nosotros. Luego me lanzo hacia él y me atrapa entre sus brazos debajo de las hojas verdes.

Dejo que me bese.

Me estoy perdiendo otra vez, perdiendo de vista todo lo que es importante para mí. Y pensar en eso también me asusta. No quiero convertirme en una de esas chicas que pierde el control y la perspectiva por un chico, pero incluso este pensamiento, esta advertencia hacia mí misma, es alejada de mi mente por Federico, por sus brazos y sus labios.

El susurra:

—Vayamos a tu habitación.

Nuestra ropa está empezando a caer.

Mamá esta de voluntaria en el hospital y papá aún está en práctica, pero no pienso arriesgarme. —Federico, espera —digo, saliendo de la cama.

— ¿Qué sucede?

Sin responder, camino por la habitación en ropa interior, le pongo seguro a la puerta y luego me vuelvo a unir a él en la cama.
Las  cosas  se  están  poniendo  aún  más  intensas,  tan  intensas  que  ambos sabemos que va a pasar, así que digo:

— ¿Tienes algo?

—Sí.

Se inclina por el borde de mi cama, llega al suelo, y saca un condón del bolsillo de sus jeans. Estoy un poco asustada, pero esto se siente tan bien.

Le gusto por ser quien soy. Y tengo que tenerlo. Cada parte de él. Ahora. Un rato después, aún estamos aferrados el uno al otro bajo las sabanas.

— ¿Quieres hacer esto oficial?— pregunta.

— ¿Qué? ¿Cómo ser pareja?

—Sí.

—Seguro —digo, sonriendo.

Sacude el cabello de mi cara con su meñique y toma mi barbilla con su mano.

No puedo creer que lo hayamos hecho. ¡Hecho! Si dolió un poco, pero no fue aterrador… fue… divertido y dulce.

Ahora nos estamos mirando y él sigue dándome pequeños besos. —Nunca me había sentido así —dice.

—Yo tampoco. Entonces, ¿Por qué yo?

—Eres fuerte y te controlas, eres diferente y madura. ¿Por qué yo? Solo puedo pensar en lo sexy que es y entonces digo:

—Eres inteligente y lindo.

— ¿Eso es todo? —Responde haciéndome cosquillas en el estómago—. ¿Eso es todo?

— ¿Qué más quieres? —respondo, riéndome mientras me retuerzo.

—Bueno, Paula Markum me dio una larga nota escrita a mano diciéndome lo mucho que me quiere, junto con una foto. —Alza las cejas y se ríe.

—Ugh. Odio a esa chica.

— ¿Por qué?

Tomo una respiración profunda. —Bueno, además del hecho de que ella me llama zorra y me acusa de dormir con Pablo y Peter…

— ¿Qué más?

—Paula y yo éramos buenas amigas cuando pequeñas… y luego, en séptimo grado estábamos emocionadas por ir al baile de navidad.

No podía esperar, tenía estos geniales, New Balance rojos  que iba a ponerme, y Paula y yo habíamos comprado camisetas iguales de cachemira roja. Pensé que iba a poder bailar con un chico de octavo que era guapo. Tal vez hasta daría mi primer beso.

Continúo:

—Y entonces Nicolás invitó a Paula al baile y ella se burló de él en su cara.

—Ugh.

—Lo sé. Él se sentía horrible, así que hice que todos los chicos de mi equipo de fútbol sabotearan el baile y di una gran fiesta en mi sótano en su lugar. Tuvimos un maratón de películas Slasher y papá hizo perros de chili y nos dio cerveza de raíz y yo le conté a los chicos historias épicas de fútbol de cuando él jugaba con Emmitt Smith y Michael Irvin… y, bueno, los chicos regresaron a la escuela el lunes  diciendo  que  mi  fiesta  había  sido  mejor  que  cualquier  baile  al  que hubieran podido asistir.

Federico se echa a reír. —Eres comiquísima.

—Todas las chicas de la escuela estaban molestas conmigo porque les había arruinado el baile y Paula le dijo a todo el mundo que yo había saboteado el baile porque ningún chico jamás querría bailar conmigo.

Porque yo era más alta que todos los chicos… y enorme

Fea

—Ay —dijo, volteándose para mirar al techo.

—Y aún no he ido a un baile.

No le digo a Federico como después de que Paula dijo eso, decidí que ser un chico era mejor, porque ninguno de mis compañeros de equipo me diría jamás algo tan horrible. Y ninguno de ellos jamás lo ha hecho.

—Bueno yo hubiera ido a tu fiesta de películas Slasher y perros de chili, porque eres hermosa —dice Federico, sonriendo.

Siento que alguien toca la puerta y escucho que intentan abrirla. ¡Mierda! ¡No pensé que mis padres llegarían sino hasta dentro de media hora! Luego me giro y miro el reloj, perdí completamente la noción del tiempo. Rápidamente empiezo a ponerme la ropa. Federico hace lo mismo mientras nos reímos al batallar con camisetas, jeans y ropa interior.

Escucho a mamá decir:

—Lali, ¿Qué haces allá adentro?

—Nada… pasando el rato con Federico.

No la escucho decir más nada por unos segundos, pero luego dice:

—Bueno,  baja  para  cenar.  ¿Federico?  ¿Puedes  quedarte?  El  Sr.  Espósito  quiere conocerte.

Mierda. Me muerdo el puño y sacudo mi cabeza en dirección a Federico, pero parece que no lo disuade en lo más mínimo porque dice:

—Me encantaría, Sra. Espósito. Gracias por invitarme. —Tiene esta sonrisa tonta en la cara, así que le doy un puño en el hombro y él se cae en mi cama—. Maldición, Espósito. ¡Eso duele!

Le sonrío mientras se pone sus jeans. Después de volverme a recoger el cabello, bajamos las escaleras y ruego que mi mamá no me pregunte qué estábamos haciendo Federico y yo en mi habitación con la puerta cerrada.

Ciertamente,  cuando  nos  ve  entrar  a  la  cocina,  me  dirige  una  mirada conocedora, pero no dice nada. Lo hará luego, estoy segura. Me pide que lleve el  asado  a  la  mesa  y  le  pide  a  Federico  que  tome  la  salsera,  lo  que  nos  hace esforzarnos puesto que estamos riéndonos.

Pero Federico deja de reírse cuando entra al comedor, donde mi papá ya está sentado en la mesa con su botella de Gatorade. Federico se endereza, aparentando crecer varios centímetros y borra la sonrisa de su cara. Después de poner la salsera en la mesa, Federico estira su mano hacia papá y dice:

—Soy Andrés Federico Romero, encantado de conocerlo.

Papá sonríe y le devuelve el saludo. —Carlos Espósito. He escuchado mucho sobre ti. —Papá hace un gesto hacia la silla que está a su lado, luego le indica a Federico que se siente. Me siento a la derecha de Federico, para cortar el asado.

—Entonces —le dice papá a Federico—, mi hijo dice que tienes un cañón por brazo. Federico sonríe levemente. —No soy nada comparado con usted y Victorio.
¿Qué? ¿No me va a mencionar? Créanlo o no, puedo lanzar tan duro y tan lejos como Victorio. ¿Federico no sabe eso? Entre Victorio, Federico y yo, Federico es el prodigio del fútbol. Tal vez no debería ser tan orgullosa, pero hubiera sido lindo ser reconocida por mi nuevo novio.

Mamá finalmente trae el maíz y el pan a la mesa y empezamos a comer.

— ¿Cuáles son tus planes para la universidad? —le pregunta papá a Federico tomando algo de asado.

—Aun no tengo planes —dice Federico.

— ¿Qué universidades estás mirando? ¿Quiénes te han contactado hasta ahora?

—Ninguna hasta ahora, señor.

Papá muerde un pedazo de pan, mastica y estrecha los ojos. —Lo encuentro difícil de creer.

Federico me mira y respira hondo, entonces yo digo:

—Déjalo ya papá.

Papá me mira mal. —Lali, sólo porque tienes un poco de competencia para tu posición no significa que tengas que ser egoísta y arruinar las oportunidades de Federico de ir a la universidad. Si él es mejor que tú, como todo el mundo dice, deberías estar ayudando a tu compañero de equipo a conseguir una buena beca. Tal vez deberías decirle al entrenador Miller que le dé más de tu tiempo de juego a Federico.

Papá dice estas horribles cosas tan fácilmente como si estuviera comprando un libro de estampillas en la oficina postal.

Me  ahogo  con  mi  limonada.  Lagrimas  caen  por  mi  mejilla  y  Federico  me  da palmaditas en la espalda.

—Carlos,  por  favor  —dice  mamá,  pellizcándose  el  puente  de  la  nariz—. Lali se ha ganado su puesto en ese equipo. Se merece cada minuto que la dejan jugar.

Papá continúa masticando el pan. — ¿Acaso Federico no se merece jugar también?

—Papá, no tienes ni idea de lo que estás hablando. Ni siquiera conoces a Federico. Y nunca vas a nuestros juegos de todas formas. —Me giro hacia mamá—. Mamá, gracias por la cena. ¿Me puedo retirar?

Mamá parece estar a punto de llorar. Ella asiente lentamente. Antes de abandonar la habitación, miro a papá que está masticando su asado. ¿Acaso no sabe lo mucho que me acaba de lastimar? Me acaba de avergonzar frente a mi nuevo novio. Cuando veo la cara de Federico, es neutral. En blanco como una capa de nieve. ¿Es así como se siente por mí?

Después de subir corriendo las escaleras, abro mi closet, saco mis zapatillas de deporte y  me  pongo  ropa  para  correr.  Vuelvo  a  bajar  y  atravesar  la  casa, mirando hacia el comedor y veo que Federico sigue sentado con mi padre, comiendo como si nada hubiera sucedido.

Corriendo por la calle al anochecer, serpenteando alrededor de las curvas que están por mi casa, trotando por los pastos de las vacas y un rustico granero, sigo esperando que Federico corra tras de mí, anunciando que le dio un puñetazo en la cara a papá o algo así. Corro por una hora, pero Federico nunca se acerca persiguiéndome.

No puedo dejar de notar que, al contrario de Peter, Federico no le dijo a mi papá que se lo guardara ni me defendió. Comprendo que mi papá intimida a la gente, ¿Pero cómo pudo Federico no haber dicho nada? ¡Soy su novia! Acabo de acostarme con él y   solo absorbió el ataque de papá hacia mí, actuando como si no hubiera pasado.

¿No debería estar persiguiéndome?

5 comentarios:

  1. Repito, odio a Federico!!

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  2. definitivamente no me gusto el cap =/

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  3. No iba a ser laliter? Porque peter esta muuy en la friendzone, aunque a veces lali tambien.

    - Mar

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  4. K cagón Federico ,espero k no esté con Lali x ganarse a su padre.
    Si es así k los chicos le hagan el vacío ,y ni siquiera le pasen el balón

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