9
¿Él sabía…?
— ¿De
qué querías hablar? —pregunto mientras pongo mi camioneta en estacionar.
Él toma
mi mano y en silencio, nos
quedamos tomados de la mano por unos minutos.
Sigue abriendo su boca
como si estuviera a punto de
decir algo, luego la cierra de nuevo.
—Mi
padre murió hace seis meses — dice finalmente.
Sorprendiéndome
a mí misma, me estiro y lo atraigo a un abrazo. Él deja su frente descansando
en mi hombro. —Lo siento. ¿Qué sucedió?
—Terrible
accidente automovilístico. Conductor borracho.
— ¿Es
por eso que te mudaste a aquí?
Él
aleja su cuerpo, pero mantiene sus brazos alrededor de mí. —Más o menos.
— ¿Dijiste
que vivías con tu mamá y hermana? ¿Y tu abuelo?
—Sí,
deberías venir y conocer a papá Es genial.
— ¿También
conocer a tu mamá y hermana?
Se
mueve en su asiento y comienza a jugar con el techo corredizo de nuevo.
—Mi
mamá estaba en al auto también.
¿Pero
si ella estaba en el auto… y no murió…?
— ¿Qué
sucedió?
—Uhm,
bueno, ella está, uhm, ¿paralizada? —Federico entierra sus ojos en los talones
de sus manos—. Y quiero decir, en verdad intenté lo más que pude hacerme cargo
de todo para que mi hermana y yo nos pudiéramos quedar en Texas… pero no pude…
— ¿Por
qué me estás diciendo eso?
Él
deja caer sus manos y se voltea a mirar mis ojos. — ¿Somos amigos, cierto? Espero
que… dejé todo en Texas.
Tomo
su mano. —Por supuesto que somos amigos.
—Bueno,
mi padre no tenía un seguro de vida como pensé que tendría… bueno, él no tenía
mucho dinero para comenzar. Pero mamá necesita un montón de cuidado… como,
¿cuidado que no puede darle? Necesita una enfermera.
— ¿Así
que te mudas aquí para que tu abuela pudiera ayudar?
—Sí… tuve
que vender nuestra
casa en Texas…
para que pudiéramos permitirnos el cuidado de mamá.
Además mi abuelo ya tenía un trabajo aquí trabajando en una fábrica de pijamas.
— ¿Una
fábrica de pijamas?
— ¿No
sabías que Tennessee es, como, la capital de pijamas del mundo? —Federico
sonríe un poco.
—No,
no uso pijamas —digo sin pensar. Federico tose. — ¿Qué?
—Uh,
quería decir que uso, como, ropa de ejercicio en la cama, tú sabes, camisas y pantalones de
malla y mierda así.
—Claro…
—dice Federico, sonriendo. La sonrisa característica de Federico es la cosa más
sexy en el planeta.
— ¡Uso
ropa en la cama!
—Eso
apesta.
Golpeo
el hombro de Federico. —Entonces… ¿tu abuelo se está encargando de todo?
Federico
frota la parte posterior de su cuello, mirándome de reojo. —No. No exactamente.
Él tampoco podía permitírselo porque no tiene un buen seguro de salud, y no es
como si su seguro pudiera cubrir el cuidado de mamá de todos modos. Los padres
de mi mamá murieron bastante jóvenes, así que el padre de mi papá fue lo
suficientemente agradable para aceptarnos. Quiero decir, él no tiene que ayudar
en el cuidado de mi mamá en absoluto.
—Así
que… uhm, estamos viviendo del dinero por vender nuestra casa en este momento.
Y ayer, encontré un trabajo para lavar platos los jueves, sábados y domingos.
Fueron lo suficientemente agradables para que funcionara con el horario del
fútbol americano, pero no sé qué demonios voy a hacer.
— ¿Qué
quieres decir?
—Incluso
si consigo un trabajo después de la secundaria, no voy a estar haciendo el
suficiente dinero para sostener a mi hermana y que mi mamá consiga el cuidado
que necesita al mismo tiempo.
— ¿Trabajo?
¿Y la universidad?
—Espósito…
no puedo ir a la universidad.
—Tienes
que ir a la universidad. ¿Qué pasa con Notre Dame? ¡Eres material de la NFL!
— ¿No
crees que sé eso? —dice Federico rápidamente. Luego mueve su cabeza como si
estuviera molesto consigo mismo—.
Lo siento… no
quise decirlo de esa manera. Lo que quise decir es que quiero
ir a la universidad, y quiero jugar fútbol más que cualquier cosa, pero no
puedo darme cuatro años y dejar a mi hermana y mamá para que se defiendan
solas. Papá no hace mucho dinero en absoluto… ya está tomando más dinero del
que puede manejar al alimentarme a mí y a mi hermana.
—Pero
tiene que haber algo. Conseguirás una beca.
—Las
becas no ponen comida en tu mesa.
— ¿Entonces
por qué no estás jugando fútbol en este momento? ¿Por qué no estás trabajando
más que tres días a la semana?
Él
toma mi mano, acariciándola. —Amo el fútbol. Cuando era niño, mi papá y yo
lanzábamos las pelotas por horas. Lo hacíamos casi todos los días… hasta,
bueno, tú sabes, el accidente.
— ¿Así
que sólo quieres jugar fútbol?
—La
temporada es como mi último hurrah, porque después de esto, tengo que conseguir
un trabajo de verdad y dejar de soñar.
Aprieto
su mano. — ¿Sabes lo que pienso sobre los sueños? Federico sonríe un poco.
— ¿Qué?
—Que
si pasas soñando mucho tiempo, en verdad dejarás de hacerlo. Y cuando haces
cosas en verdad, hay una buena probabilidad de que funcionen. Hacemos que las
cosas sucedan al atacar, no al sentarse soñando.
—Esto
me va a hacer sonar como un idiota, ¿pero exactamente qué tendrías que soñar?
Tu vida es, como, perfecta.
Me
río fuertemente. — ¿Estás bromeando, verdad? Federico niega con su cabeza.
—De
acuerdo, bueno mis problemas son nada comparados con los tuyos, pero mi papá no
cree en mí en absoluto y odia el hecho de que juegue fútbol.
— ¿En
verdad? Pero tu padre parece tan genial en SportsCenter.
—Él
es bastante genial… en cuanto no digas nada sobre mí jugando fútbol.
—Tú
papá está equivocado. —Vuelve a acariciar mi mano. Mi cuerpo se siente
caliente. — Gracias.
— ¿Puedes
entrar por un momento? —Usando su pulgar, Federico señala por encima de su
hombro a la casa.
—Sí
—digo con una sonrisa.
Infierno,
entraría por el resto de mi vida. ¿Conseguiré sentarme en su cama?
¿Tiene
una ropa de cama con gráficos?
Salto
fuera de mi camioneta y subo el porche, y mientras me acerco a la puerta,
comienzo a enloquecerme un poco. ¿Cómo puedo estar tan absorta en mí misma para
obsesionarme por estar en su cama cuando su madre está aquí, paralizada?
Cuando
Federico abre la puerta, se estira hacia atrás y toma mi mano, llevándome
dentro. Todo parece meticulosamente limpio. ¿Encontraré polvo en su casa?
La sala
es totalmente de 1970, complete con un sofá marrón a cuadros. Lo amo. Tal vez
pueda comprar el sofá y ellos tendrán más dinero. Pero por lo que sé hasta
ahora de Federico, nunca aceptaría favores.
Una
hermosa chica que sólo puede ser la hermana de Federico está sentada en el sofá
leyendo una revista y viendo televisión. Debe tener trece o catorce y debe
estar rompiendo todos los corazones de los chicos de su nueva escuela. Cuando
ve a Federico, salta del sofá y lo abraza.
— ¿Cómo
estuvo el juego? —pregunta su hermana, una chica alta con cabello rubio rojizo.
Ella está usando maquillaje y una linda camisa con una falda. Sip,
definitivamente rompecorazones.
— ¡Genial!
¿Lo viste en TV? —responde Federico.
—Uh…
no.
Federico
se ríe, luego me dice. —Vanessa odia el fútbol americano. Vanessa, esta es
Lali
Espósito, y Espósito, esta es mi hermana, Vanessa.
Estrechamos
nuestras manos y su hermana me sonríe. — ¡Federico me ha hablado mucho de ti!
Me encanta el vestido, ¿puedo pedirlo prestado algún día?
Federico
gruñe. ¿Pero cuál declaración lo asusta más, el hecho de que su hermana me
preguntó si podía prestarle este tonto vestido? ¿O el hecho que sé que estaba
hablando de mí?
—Vanessa,
eso es grosero —dice Federico.
Me
encojo de hombros. —Puedes tenerlo si tienes algo más que pueda usar para ir a
casa. Odio los vestidos.
— ¡Oh
Dios mío! Iré a buscar algo en este momento —dice, saliendo disparada de la
habitación.
Federico
pone sus ojos en blanco pero sonríe. Pone una mano debajo de mi codo, guiándome
a salir de la sala hacia la cocina, donde un hombre mayor está sentado en una
mesa con sus pies en ella, leyendo el periódico.
—Papá,
me gustaría que conocieras a Lali Espósito —dice Federico, mirando del rostro
de su abuelo hacia el mío.
El
hombre se pone de pie, extendiendo una mano. —Jim Romero.
—Un
placer conocerlo —respondo.
—Es
un placer, Lali. He estado leyendo de ti en los periódicos por años.
— ¿En
verdad? —digo, sin sorprenderme. Mi nombre está constantemente apareciendo por
la temporada de fútbol, como si el fútbol fuera la única cosa para hacer aquí.
—Sí,
antes de que él se mudara aquí, incluso le envíe algunos artículos a Federico
por correo —dice el Sr. Romero, palmeando la espalda de Federico—. Le dije que
sería difícil entrar en el equipo en Hundred Oaks, lo que hiciste aquí y allá,
y estaba tan emocionado porque lo dejó entrar en el equipo. Bob Millers es un
buen chico.
Espera,
¿así que Federico sabía sobre mí? ¿Sabía que yo era una chica? ¿Entonces por
qué demonios actuó tan sorprendido cuando me quité el casco?
—Ahora
que has regresado, tengo que ir a la fábrica. Descanso de suerte, tuve el
turno del domingo —le dice
el Sr. Romero a Federico—. Fue bueno conocerte, Lali.
—Lo mismo digo —respondo mientras se va.
Estoy totalmente
confundida. ¿Federico sabía
sobre mí? Mis
pensamientos son interrumpidos
por la aparición de Vanessa con un montón de atuendos. Federico comienza a
hurgar por las ropas, las cuales incluyen mini faldas, una chaqueta de cuero, y
un par de pantalones de camuflaje. Sonríe, él pone en la mesa una mini falda
fucsia, una chaqueta de jean, y un bustier elástico.
—No.
Jodidamente no.
Federico
se ríe, entregándome un par de shorts de malla y una camisa Nike. —Sólo
bromeaba. Puedes cambiarte en el baño.
Federico
señala una puerta, y entro, cambiándome a ropa de entrenamiento, y camino a la
cocina descalza. Después de entregarle la ropa a una Vanessa que chilla, noto
que Federico está frunciendo el ceño, así que decido salir. No le he preguntado
dónde está su mamá, pero supongo que si él quiere que la conozca, me la
presentará. ¿Ella puede hablar? ¿O está paralizada hasta el punto que es, como,
esto es terrible de mi parte, un vegetal? Nunca lo preguntaría.
—Es
mejor que me vaya —le digo a Federico—. Necesito revisar a Peter.
— ¿Oh?
—Responde Federico, alzando una ceja—. ¿Cómo es eso?
La
ruptura de Peter con Eugenia es de conocimiento muy público, como todo el
asunto de Jennifer
Aniston-Brad Pitt-Angelina Jolie,
así que no
lo voy a traicionar al decir: “Ha estado un poco
destrozado desde que Eugenia Myer lo dejó”.
—Ah.
Bueno, caminaré contigo hasta afuera.
Vanessa lanza
sus brazos alrededor
de mí. —Fue
tan genial conocerte.
¡Y muchas gracias por el vestido! ¡Tienes un gran sentido de la moda!
¿Podemos ir de compras alguna vez?
Federico
se ríe por lo bajo. —No tengo el presentimiento de que a Lali le guste ir de
compras.
La mandíbula
de Vanessa cae.
—No lo creo.
Todas las chicas
aman ir de compras.
Niego
con la cabeza. —Nah, no yo. Pero mi mamá te llevaría de compras. El
Señor
sabe por qué no voy con ella. Apuesto que amaría la compañía.
Ella
sonríe y muerde su labio. —Me encantaría eso. Gracias, Lali. Puedo notar que
vamos a ser, como, grandes amigas.
De
alguna manera fuerzo una
sonrisa. Estoy segura
que Vanessa se siente desesperada
por una figura maternal de cualquier clase, incluso una machorra jugadora de
fútbol de metro ochenta.
—Volveré
en un rato —Federico le dice a Vanessa, y comienza a seguirme hacia la puerta
cuando Vanessa dice:
—Por
cierto, Nate llamó… —Y Federico se detiene.
—Lali
—dice, frunciendo el ceño—, ¿puedes esperar en la sala por un minuto?
Asiento,
camino en la otra habitación, y miro una fotografía de Federico y su mamá, papá
y su hermana colgada junto a la puerta. Estoy pensando en cuán hermosa es su
mamá y cuán apuesto es su padre, cuando escucho a Vanessa exclamar:
— ¡Nada
malo va a pasarme!
Federico
habla en un tono apresurado. —No. No vas a ir a la casa de cualquier chico. Él
puede venir a aquí, pero no vas a ningún lado. Y es mejor que la tarea esté
terminada.
— ¡Dios!
¡Es como estar en una prisión!
—No
me importa, Vanessa. No vas a salir.
Luego
Federico entra a la sala y suspira. —Espósito… déjame acompañarte a la salida.
¿Cuál
es su problema? Debe estar aterrorizado de que algo le pase a ella, como sus
padres. Pero no puedes confinar a una chica adolescente, eso sólo la hará
rebelde. Por otro lado, no puedo imaginar cómo se siente Federico, sabiendo que
su hermana es su responsabilidad. Ella es todo lo que le queda.
Me
dirijo hacia afuera en mis ropas de entrenamiento cerradas y mis chanclas
plateadas. Es como la caminata de la vergüenza de la tarde. Try me sigue a mi
camioneta, soltando su
corbata. Subo, y Federico me
sorprende cuando salta
al asiento del pasajero.
Meto
mis llaves en la ignición, pero no las giro. Encuentro los ojos de Federico y
pregunto:
— ¿Si
ya sabías de mí, por qué actuaste tan sorprendido cuando me quité el casco el
otro día?
Federico
se quita la corbata el resto del camino. —Uhm… admito que sabía que eras una
chica…
— ¿Y?
—Yo,
uh, no esperaba que fueras… tan… ¿no marimacha?
— ¿Qué
demonios quiere decir eso?
Federico
se inclina hacia adelante y pasa una mano por su cabello. —Quiere decir que… no
esperaba que fueras tan hermosa.
JAJAJAJAJAAJA estalle, pero me espero algo feo de el y da miedito
ResponderEliminarMaasss
no se sí ya lo dije pero... Detesto a federico
ResponderEliminarParece bueno....
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