sábado, 18 de julio de 2015

Capítulo 21

12
¿Verdad o Reto?
¿La cuenta? 10 días hasta Alabama


— ¿Quién  demonios  invitó  a  las  porristas? —pregunto, dando un vistazo sobre mi hombro a la sala de entretenimiento. Es la noche del sábado después de nuestro juego  contra  los  Stones  River  y  mis padres están fuera de la ciudad por el juego de mi papá en Jacksonville el domingo, así que invité a Pablo, a Nicolás y a Peter a pasar el rato y ellos jodidamente se aparecieron con Rocío, Paula, Mery, Eugenia… y Federico.

Pablo y Nicolás metieron las manos en los bolsillos de sus pantalones jeans y voltearon para mirar fijamente a Peter.

—Chicos ustedes son unos grandes amigos —dijo Peter—. No puedo creer que me arrojen bajo el autobús que es Lali Espósito.

— ¡No me llames autobús! Eso me hace sonar gorda.

— ¿Desde cuándo te importa si estás gorda? —pregunta Peter. Él sonríe y echa un vistazo de mí a Federico y de vuelta a mí—. Ya sabes, Espósito, seguiré diciéndolo hasta que lo creas… te caería bien Mery si le dieras la oportunidad.

Un poco avergonzada de estarle gritando a Peter, me encojo de hombros. —Sí, ella parece ser bastante buena en apreciación musical.

Peter se mueve más cerca de mi oído y susurra:

— ¿Por qué importa si las porristas están aquí?

—Las risitas tontas me ponen de los nervios —respondo, pero la verdad es, que no quiero a Paula alrededor de Federico.

—Si les pido que no se rían tontamente, ¿se pueden quedar?

Pablo me da una patética cara de cachorrito que es sencillamente graciosísima.

—Necesito echar un polvo, por favor deja que se queden.

Nicolás imita la cara de “Quiero echar un polvo” de Pablo incluso a pesar de que no está saliendo con ninguna de estas chicas, nunca ha echado un polvo y nunca ha mencionado ni una sala vez que quiere echar un polvo.

Federico me mira y se encoge de hombros.

No quiero que los chicos se vayan, especialmente Federico. —Bien. Pueden quedarse. Pero bajo ninguna circunstancia nadie lo hará en mi cama o tocará cualquiera de mis posesiones personales.

— ¡Rayos! —Dice Pablo—. Sólo vine porque pensé que podía tontear alrededor de

—Eres  tan  imbécil  —digo,  agarrando  una  gaseosa  del  refrigerador  cuando Eugenia entra en la cocina.

Me encojo de hombros y asiento, alejando mis ojos.

Ella me mira y frota mi antebrazo. — ¿Qué sucede?

¿Por qué todo el mundo está tan interesado en qué sucede entre Federico y yo? Siento como si estuviera en uno de esos reality shows de mierda como The Bachelorette o algo. Desanudando mi cabello, lo dejo caer por mi espalda. Agarro un cepillo, desenredo mi cabello y luego lo tiro hacia atrás de nuevo mientras decido qué decirle a Eugenia.

—Eh, él trató de besarme la semana pasada y no lo dejé. ¿Y si no lo intenta de nuevo?

Los amables ojos azules de Eugenia brillan cuando sonríe. —Lo hará.

—Y, uh, si lo hace, ¿qué debo hacer?

— ¿A qué te refieres? —pregunta Eugenia, levantando una ceja.

Frunzo  mis  labios,  increíblemente  avergonzada  de  tener  que  preguntar.

— ¿Cómo lo beso?

—Oh. —Ella hace una pausa—. Bueno, siéntate aquí —dice, bajando la tapa del sanitario  y  palmeándolo,  diciéndome  que  me  siente.    Me  siento  y  miro  a Eugenia—. Finge que soy Federico… de modo que cuando él se incline, sólo medio envuelve tus dedos alrededor de su cuello así. —Ella toma mi mano y la pone en la parte de atrás de su cuello. Jesús, esta debe ser la cosa más extraña que me ha pasado alguna vez.

Se inclina como si fuese a besarme. —Cuando sus labios toquen los tuyos, simplemente comienza a tocarlo por todas partes. Su espalda, su mandíbula, su cuello, sus mejillas, sus caderas. Mueve las manos lentamente, pero mantenlo adivinando.

—Entendido —digo, quitando la mano de su cuello.

—Y luego usa mucho tus labios, pero no tanta lengua. —Ella besa el dorso de su mano, demostrándomelo.

—Entendido —digo, pero me salto la parte de besuquearme la mano.

—Eso es.

— ¿Eso es? —exclamo. Parece mucho más complicado en la televisión.

—Sip, ahora ve por ello —dice, sonando igual que el entrenador cuando nos da palabras de ánimo antes de los juegos. Estoy sorprendida de que no le dé también una nalgada a mi trasero.

Eugenia y yo caminamos de regreso a la sala de entretenimiento, donde me siento en el sillón favorito de mi papá y destapo mi Coca-Cola Light.

—Me  encanta  tu  casa,  Lali  —dice  Mery,  mirando  alrededor—.  Muchas gracias por invitarnos.

—De nada —respondo.

—No puedo creer que estoy viendo los Heisman de tu papá —dice, mirando boquiabierta los trofeos en el estante. Se acerca y los mira fijamente—. Mi papá y mi hermano estarán tan celosos.

Le levanto mis cejas a Peter, quien se encoje de hombros y sonríe. Está bien, Mery parece ser agradable y dulce. Peter se sienta en el piso y la hala hacia su regazo. Le susurra en el oído y besa su mejilla y ella se ríe tontamente. Él parece feliz esta noche, así que eso me hace feliz. Eugenia les sonríe, pero puedo decir que todavía está lastimada. Estoy muriendo por saber por qué terminaron.

Pablo se sienta con Rocío y Nicolás se sienta con Eugenia, probablemente porque ella es la única opción que queda aparte de Paula, quien todavía está mirando a Federico con un montón de interés. Cuando Federico escoge asiento, noto que se sienta lo más lejos posible de Paula, pero ella se arrastra hasta estar junto a él de todas formas.

Con todo el mundo sentado en parejas, me siento como la novena rueda.

— ¿Quién  quiere una  bebida?  —pregunta  Rocío,  sacando  de  su  bolso  esos patéticos wine coolers14 de piña colada y pasándoselos a las demás chicas.

Pablo se mueve para agarrar uno, pero sacudo mi cabeza hacia él. No me importa si mi equipo bebe, pero no van a beber bajo mi guardia.

— ¿No podías haber traído algo bueno? —Le pregunta Nicolás a Rocío—. ¿Algo así como un agradable Pinot Grigio o un Chianti?

—Adoro el Pinot Grigio —responde Eugenia.

— ¿De  qué  demonios  estás  hablando?  —le  pregunto  a  Nicolás—.  ¿Chianti? ¿Cómo siquiera podría compararse eso con un Slurpee?

—Escucha, escucha —dice Mery y nos sonreímos la una a la otra antes de que tome un sorbo de su wine cooler. Me río cuando ella hace una mueca.

Federico está apoyado contra el sofá de cuero con Paula acurrucada a su lado. Ella está radiante, pero él está mirando fijamente sus uñas. Luego mira hacia mí y yo volteo  tan  rápido como  puedo  y  me enfoco  en  el  pez  payaso  en  nuestro acuario.

Pablo y Peter están mirándome con los ojos ensanchados, sacudiendo sus cabezas. Eugenia le susurra algo al oído a Nicolás y él empieza a asentir y a reír.

—Hora de verdad o reto —dice Eugenia. Se mete el cabello detrás de las orejas.

— ¿Qué demonios…? —Dice Pablo—. Esto no es séptimo grado.

—Todavía no me he recuperado de los siete minutos en el cielo con Espósito.

— ¿Qué? —dice bruscamente Federico, mirando del rostro de Peter al mío y  de regreso.

—Fue horrible, hombre —dice Peter, partiéndose de la risa—. Espósito me sacó la mierda a patadas en el armario. Me puso un ojo morado.

—Está bien, está bien —dice Rocío, sosteniendo las manos en alto intentando calmarnos—. Nicolás… ¿verdad o reto?

— ¡Sobre mi cadáver! —exclama Pablo, fulminando con la mirada a Rocío como si ella acabara de asesinar a Peyton Manning.

—Cristo,  chicos,  perdón  —responde  Rocío.  Se  aleja  rápidamente  de  Pablo, poniendo unos buenos treinta centímetros entre ellos—. Sólo es un trofeo.

—No, no es sólo un trofeo —dice Federico, echando un vistazo a mi rostro.

—Escoge un reto diferente, cariño —dice Pablo. Sonriendo, ella deja de alejarse y se mueve para sentarse en el regazo de Pablo. Él le da un rápido apretón a las caderas de Rocío.

¿Cariño?

Obviamente él sabe que no conseguirá nada esta noche a menos que sea agradable y la apoye, pero ¿honestamente? ¿Y qué si su cintura es del tamaño de una judía verde y sus pechos son como melones? Su cerebro es del tamaño de un M&M.

—Fóllate al Trofeo Heisman, mi culo —murmuro.

—Está bien —dice Rocío, golpeteando su labio con el dedo—. Nicolás, te reto a besuquearte con Eugenia.

Nicolás  eleva  sus  cejas  hacia  Peter,  quien  se  encoge  de  hombros.  Eso  me sorprende, porque aunque dice que no está molesto por Eugenia, yo pensaba totalmente que estaba deprimido porque ella rompió con él. Así que, ¿por qué iba a estar bien con ella besando a uno de sus mejores amigos?

Entonces Nicolás se voltea para enfrentar a Eugenia. Ella sonríe y deja escapar un corto estallido de risa, luego se apoya hacia atrás sobre sus manos y cruza sus tobillos frente a ella. Nicolás tose en su puño y la besa rápidamente en los labios. Cuando se aleja, ellos se sonríen el uno al otro por unos segundos. En realidad es algo lindo y me pregunto si Federico me sonreirá así después de un beso. Si sólo lo hubiese dejado besarme la semana pasada, tal vez lo sabría.

— ¡Eso no fue besuquearse! —chilla Rocío.

—Mi turno —dice Nicolás, ignorando a Rocío—. Pablo… ¿verdad o reto?

—Verdad.

— ¿Cuál es tu equipo favorito de la NFL? Rocío bufa. —Oh Dios.

Pablo se acaricia la mandíbula y finge tomarse un largo tiempo eligiendo la respuesta. Un minuto después, cruza las manos. —Uh, supongo que tendré que elegir a los Titanes.

Rocío le lanza un cojín a Nicolás, quien sube las manos en un gesto como diciendo “¿Qué?”.

—Paula… ¿verdad o reto?

—Reto —responde Paula, mirando a Federico.

—Te reto a ir a la cocina y hacerme un bistec con puré de papas, mujer. Medio cocido, por favor. ¡El bistec está en el congelador!

Peter se muere de la risa, rodando sobre el piso, apretándose el estómago.

—Idiotas —dicen Mery y Eugenia, sacudiendo sus cabezas.

—Cerdo chauvinista —le digo a Pablo, quien comienza a reírse tan fuerte como Peter, lo cual me hace reír, lo cual hace reír a Federico.

Luego él y yo nos quedamos mirándonos en uno al otro, riendo.

Paula claramente ve esto y suspira audiblemente. Me fulmina con la mirada y se levanta, pone las manos en sus caderas y camina majestuosamente hacia la cocina.  La  oigo golpeando  por  ahí,  haciendo  sonar  cacerolas y  abriendo  y cerrando el refrigerador.

—Lali… ¿verdad o reto? —grita Paula desde la cocina. La oigo golpeando una  cacerola  sobre la  estufa.  Luego  escucho  cajones y  gabinetes  abrirse y cerrarse de golpe.

La verdad siempre es extremadamente desagradable, pero ¿y si ella me reta a pasar el resto de la noche sola en mi cuarto, o me reta a salir de mi propia casa así ella y Federico pueden estar a solas? Mierda.

—Reto —respondo.

Paula, ahora usando un delantal, asoma la cabeza de nuevo en la sala de entretenimiento.

—Te reto a saltar al lago.

Me levanto. Este reto es pan comido.

—En ropa interior —agrega Paula, apuntándome al cuerpo con una espátula.

Mierda. ¿Qué ropa interior estoy usando? ¿Siquiera combina con mi sujetador? Luce… ¿ordinaria? Creo que estoy usando ropa interior blanca poco atractiva. Dios, no quiero que Federico me vea en ropa interior fea. Me cubro el rostro con las manos. Sólo tengo que terminar con esto, así que salgo a toda velocidad por mi puerta trasera hacia el muelle.

Salto en el agua helada, la cual huele a algas y peces. Me encanta. El agua fría baja mi temperatura y hace que mi acelerado corazón disminuya la velocidad.

Bajo la mirada a mi poco atractiva franelilla  y cacheteros,  los cuales están pegándose a mí como una toalla de papel húmeda aferrándose a una Coca- Cola derramada en el piso de la cocina. ¿Por qué simplemente no puedo usar ropa interior bonita como las porristas? No es como si el equipo tuviera que saberlo…

Sumerjo mi cuerpo en el agua hasta el cuello de modo que nadie pueda verme. Con un poco de suerte todo el mundo tomará mis ropas yaciendo en el muelle como una prueba de que estoy en ropa interior. Pasa un minuto, pero nadie sale. Luego, iluminado por la luz de mi casa, lanzándose a través de los árboles, lo veo caminando hacia mí. Sólo él. Sólo Federico.

—Hola —dice él—. ¿Cómo está el agua?

—Helada. ¿Dónde están todos los demás?

—Les dije que si querían conservar sus brazos, no vendrían aquí. Me echo a reír. — ¿Les dijiste que ibas a desencajarles los brazos? Él sonríe. —Sip.

— ¿Y cómo usted, Sr. Mezquino Mariscal de Campo, espera hacerle algo a Pablo?

—Me imagino que podría hacerle algún daño si estuviese lo suficientemente furioso.

Me río entre dientes. —Sigue diciéndote eso. Gracias por espantarlos. Date la vuelta para que pueda salir y vestirme.


—No.

— ¿No?

—No. —Me mira directamente a los ojos—. No los espanté por ti. Lo hice por mí. Voy a entrar ahí contigo. —Se saca la camiseta y patea sus chancletas. Su cuerpo es perfecto, cincelado como una estatua. Él empieza a desabrochar su cinturón y a bajar la cremallera de sus jeans y me giro en el agua. Miro a través del lago a la orilla distante, tratando de enfocarme en los árboles, la arena, las rocas, cualquier cosa.

Escucho un chapoteo. El agua se mueve hacia mí.

Repentinamente siento sus manos envolverse alrededor de mí desde atrás. Él apoya su frente en mi espalda. —Dios, está fría —dice él—. Caliéntame.

—Yo también tengo frío.

— ¿Por qué has estado evitándome?

Temblando, tomo un agitado aliento. —Federico, necesito mantener la concentración.

— ¿Estoy provocando que pierdas la concentración? —Él se echa a reír.

—Tal vez.

—¿Y  si  te  digo  que  yo  ya  he  perdido  toda  la  concentración  gracias  a  ti?

—Apoya su barbilla en mi hombro y echa un vistazo a mi rostro.

—Diría que estás jodiendo conmigo.

—Es cierto. Estar a tu alrededor es como tomar un trago de whisky.

— ¿Te sientes borracho cuando estás a mi alrededor?

—Eso es una subestimación.

—Ídem.

Arrastra sus manos a través de mi estómago, hundiendo la punta de un dedo en mi ombligo y siento su boca en mi hombro. Mi cerebro me dice que corra… que me olvide de esto. Pero mi cuerpo le dice a mi cerebro que se calle la maldita boca.

—Lali —murmura él.

— ¿Sí?


Me voltea, provocando que el agua ondee y entonces su boca está sobre la mía. Nuestro primer beso explota como mezclar gaseosa con pop rock. Sus suaves labios se sienten mejor de lo que nunca imaginé. No sé lo que estoy haciendo con mis labios o mi lengua, así que trato de seguir su ejemplo y lo dejo hacer el trabajo. Espero que mis labios no se sientan como espaguetis blandos.

Pronto, estoy descifrando cómo besar… él desliza su lengua a lo largo de mis labios, así que le muerdo el labio inferior en respuesta. Él se ríe. Muevo lentamente la punta de mis dedos a través de sus hombros y codos mientras desplazo mi boca a su garganta.

Él susurra:

—Eres hermosa.

—Gracias. —Ya no estoy tan asustada. Si le gusto por quien soy, no importa qué tipo de ropa interior esté usando. O que no esté usando maquillaje. O que mida más de un  metro ochenta  de estatura—.  Tú  también  eres realmente lindo —digo, dándole otro beso en los labios, enterrando las puntas de mis dedos en sus abdominales.

—Nunca he deseado tanto a alguien en mi vida.

Gimo en voz baja mientras él besa mi cuello, justo bajo mi oreja, en respuesta.

— ¿Me deseas?

—Cada pedazo de ti —murmura. Tomando mis manos en las suyas, sus ojos encuentran los míos. Acaricia la parte superior de mis manos con sus pulgares. Dice—: ¿Una carrera a través del lago?

Todo lo que quiero es sentir su cuerpo contra el mío, pero no puedo resistirme a un desafío. —Hecho. —Empiezo a nadar, habiendo hecho esto cientos de veces en mi vida. Sé que puedo nadar la longitud del lago en aproximadamente dos minutos. Lo venzo fácilmente, me arrastro sobre las riberas y me acuesto en un parche de musgo suave, tan verde que es casi como acostarse en el césped artificial, pero sin las quemaduras de la alfombrilla.

—Pudiste haberme dicho que eres una versión femenina de Michael Phelps antes de que hiciera el tonto —dice, sonriendo mientras se arrastra fuera del lago. Se sacude el agua de su cabello.

Se acuesta a mi lado, apoyado sobre un codo, con sus ojos escaneando mi cuerpo. No parece tener problemas con mi empapada ropa interior. ¿Alguna chica adolescente se ha sentido alguna vez menos sexy de lo que lo hago ahora?

Me estremezco cuando él desliza un dedo a través de mi estómago desnudo, justo por encima del elástico de mis cacheteros, antes de explorar mi cuerpo con los labios. Ondeo mis manos a través de su cabello, luego tiro de él de modo que esté enfrentándome y me sonríe. Acaricia mi nariz con la suya. —Te deseo.

Nos besamos un poco más y mientras jadeo para respirar, respondo:


—Soy toda tuya.

Nota: Estoy tratando de dejar todo programado y adaptando rápido, porque me esta surgiendo varios viajes, los cuales no tenia pensado.

Gracias a un comentario me di cuenta que la sinopsis no la cambie de ahí lo hare. Les dejo capítulos hasta el día miércoles; ya saben 16hr Perú. 

4 comentarios:

  1. Como se va a arrepentir Peter d haberlos llevado,sobre todo a Fede.

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  2. Disfruta d esos viajes.!!!!

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  3. estoy enojada con está nove! Pondría emoticon de ofendida pero no se como hacerlo así que también estoy frustrada! Por favor por favor por favor LALITER quiero LALITER!

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