miércoles, 8 de julio de 2015

Capítulo 13

Me pongo los auriculares de nuevo, sentada en el asiento de vinilo, y Federico está ubicado brazo a brazo conmigo, se siente caliente. 

Cuando volvemos a la plaza de estacionamiento de la escuela, me despido del equipo, chocando los puños con todo el mundo, luego me dirijo a mi auto.

—Oye, Espósito —dice Peter mientras se mueve hacia arriba—. ¿Quieres venir a la fiesta de Higgins conmigo? —Se frota las palmas de las manos y luego deja sus pulgares en los bolsillos de sus pantalones.

Lanzo mi bolso dentro de mi camioneta.

—Gracias, pero voy a casa de cabeza.

— ¿Vas a dejar a Federico ir a casa también? —se quejó.

—Estaba sentado conmigo —murmuro—. ¿Cuál, demonios, es un problema Peter?

Peter se dirige hacia su camioneta marrón oxidado y se da vuelta para mirarme a la cara a medida que camina hacia atrás. Después de mirar por encima de Federico, sus ojos se topan conmigo y dice:

—Bueno, ya sabes dónde está la verdadera fiesta si decides que no quieres estar sola.

Entonces le grita a las masas:

— ¡Fiesta con Higgins! ¿Quién está conmigo?

El equipo entra en erupción, y cinco miembros aparecen mágicamente delante de Peter y ocultan todo su cuerpo.

Federico se acerca a mí, moviendo la cabeza ante Peter.

— ¿Vas a la fiesta?

—No —respondo—. Tengo que golpear el saco. Voy a ver el juego de mi hermano mañana en Knoxville.

—Eso suena bien. Me encantaría verlo jugar en algún momento. Me gustó encontrarme con él esta noche, es muy agradable.

—Sí, amo a mi hermano.

Federico cepilla el cabello de su frente.

—Así que, bueno… ¿Quieres que te haga compañía para ver el juego de Victorio?

Mierda. Una oferta. Pero Knoxville está a una hora y media de distancia. Eso es demasiado tiempo para estar a solas con Federico y mis padres.

—Iré al juego con mis padres, Federico. Confía en mí, prefiero ir de compras de ropa para toda la eternidad que pasar tres horas en un auto con ellos. Tal vez en otro momento.

—No me importa viajar con ellos.

—No creo que sea una muy buena idea.

Federico frunce el ceño y mete las manos en los bolsillos. — ¿He hecho algo que te ha hecho enojar? Lo siento, el entrenador me puso dentro esta noche, pero no creo que eso sea una razón para que te enojes conmigo. Fue un sacrificio que el equipo…

Niego con la cabeza.

—No es nada de eso.

— ¿Qué es entonces? —exclama. Echa la cabeza hacia atrás y cierra los ojos. Mierda. Así que tal vez no he sido la persona más agradable. Pero no puedo decirle por qué está distrayendo al infierno fuera de mí.

Federico se transforma, empieza a alejarse, y sus hombros se tensan. —Supongo que ya nos veremos.

—Espera, Federico. ¿Cómo vas a volver a casa?

—Puedo cuidar de mí mismo. No necesito que me organices un paseo.

Las lágrimas corren a mis ojos.

—Uhm, me iba a ofrecer para llevarte a casa. Y, para preguntar si tal vez, quiero decir, si no estás haciendo nada el domingo...

Se detiene, se vuelve y levanta las cejas. — ¿Sí?

—Uhm, ¿te gustaría ir al juego de pretemporada de mi papá conmigo? ¿En Nashville? Está jugando con los Patriotas. Siempre voy cuando juega en Nueva Inglaterra, porque Tom Brady es increíble, pero no le digas a mi papá que te lo dije.

Federico sonríe.

— ¿Un juego de los Titanes? ¿Un juego real de la NFL? Nunca he estado en uno antes.

Eso me sorprende. Es extraño que alguien tan bueno como Federico nunca haya estado en un juego profesional.

—Sí —dije—. Pablo, Nicolás y yo vamos juntos. Y tal vez Peter, si es capaz de arrastrarse fuera de la cama por un tiempo. Está en duda, sin embargo.

— ¿Tengo que conseguir un boleto?

—Por supuesto que no. Nosotros nos sentamos en el palco del propietario.

—Maldita sea. Sí, definitivamente quiero ir.

—Genial. Te llamaré para los detalles. Ah, y lleva un traje o algo bueno.

—Puedo hacer eso. Gracias por la invitación.

Sonrío. Esto es bueno. Voy a pasar el rato con Federico bajo la supervisión de Pablo y
Nicolás. Van a mantenerme.

— ¿Quieres que te lleve a casa hoy?

—Gracias por la oferta, pero creo que voy a estar en esta fiesta.

— ¿Te vas con Paula otra vez?

—Por supuesto que no —dice, riendo—. Me gusta estar con las chicas que tienen la actividad del cerebro real. Chicas como tú.

Oh. Mi. Dios. Rápidamente le digo:

—Que te diviertas. Te llamaré mañana. ¡Adiós!

Salto en mi auto Y no me molesto en buscarlo por el espejo retrovisor. Porque sé que él me está mirando.                                                                                        

En casa, corro escaleras arriba a la habitación de Victorio y toco en la puerta.

—Entra.  —Abro  la  puerta  para  encontrar  a  Victorio  descansando  en  el  suelo jugando  con un videojuego  de  fútbol.  Me siento  junto  a  él,  y  me pasa  el segundo control.

— ¿Qué haces en casa tan temprano? —Pregunta—.   ¿En ningún otro lugar o haciendo cualquier otra cosa? ¿No tenías una cita caliente con Federico?

—Si quieres jugar mañana, será mejor que cierres la boca, porque te voy a patear el culo, hermano.

—Sí,  claro.  —Victorio  se  ríe  cuando  inmediatamente  anota  un  touchdown—. Hombre, no soy tan mala en los videojuegos…

—Así que dime lo que el entrenador de Alabama, dijo acerca de mí ¡Ya!

—Vamos a hablar acerca de Federico en primer lugar. Él es realmente genial, Lali. Y aunque él no está a partir de este año, el tendrá una montaña de ofertas de universidades.

—Bien —le digo, lanzando el control hacia abajo. Me levanto y atravieso el cuarto hasta caer en la cama de Victorio—. Dime lo que el tipo de Alabama dijo.

—Bueno, en parte poco, ya que estiré las reglas un poco, por hablar con él acerca de ti, si sigues jugando como lo hiciste esta noche, te ofrecerán un viaje completo.

— ¿Me estás tomando el pelo?

—No —dice Victorio—. Sigan con su buen trabajo y serás una de los favoritos en el de  Alabama.  Eso  sí,  no  te  distraigas,  no  te  hagas  daño,  y  no  hagas  nada estúpido.

—Pero no es un poco extraño que ellos estén dispuestos a darme el viaje completo a pesar de que no hice ninguno de los pasos grandes esta noche.

—Por el infierno, no lo cuestionan —Victorio dice, riendo—. Sólo sugieren eso. Yo lo haría.

—Sería increíble si me fuera a Alabama. ¡Seriamos rivales!

—Tennessee sería una patada total en el culo.

—Por supuesto, estoy diciendo lo mismo. —Victorio se frota la mandíbula—. Pero hay una cosa que no creo que ninguno de nosotros haya tenido en cuenta. Los entrenadores de cualquier escuela a la que vayas te van a utilizar como contratación de herramienta. En Alabama lo demostramos todo el tiempo, y ellos quieren tu ayuda con la publicidad.

—Uf —le digo—. ¿Al igual que Sports Illustrated que quería hacer un artículo sobre mí?

Gracias a Dios papá intervino y dijo que no.

—Sí —dice Victorio—. No creo que tu vida vaya a ser tan privada. Todo el mundo va a saber todo sobre ti.

—Con que pueda jugar a fútbol en la universidad, no me importa.

—Genial. Ahora, los asuntos más importantes a contar… Lo que pasa con Federico. Me gusta.

—A mí también. Lo invité al juego de papá el domingo. ¿Vendrás?

—Sí que puedo, si quieres. ¿No quieres un poco de tiempo a solas con Federico? —dice Victorio, con una sonrisa.

—Por favor, ven. Por favor, ayúdame a actuar con normalidad. A mí me gusta Federico y quiero ser su amiga, pero sigo dándole un empujón. Se sentó a mi lado esta noche en el autobús y no le hice caso la mayor parte del tiempo.

A Victorio se le cae repentinamente el control.

— ¿Se sentó a tu lado en el autobús? ¿En la fila de atrás? ¿Frente a todos esos chicos? Oh hermana, él quiere algo completamente malo.

— ¿De qué estás hablando? —lo digo con un suspiro.

—Ni siquiera puedo imaginar tener las agallas de sentarme con una chica en frente de todos esos tipos. Peter y Pablo le patearan en el culo a Federico si te hace daño. E incluso si no se lo pueden patear, ellos se burlaran de él en el vestidor. Caray, nunca dejaran de hablar de él —se ríe Victorio.

Basta de hablar de Federico.                                                                                                

—Me voy a la cama. Gracias por la ayuda con el entrenador.

—No hay problema. Espera, Lali —dice Victorio, de pie y poniendo una mano sobre mi hombro.

—Dale una oportunidad a Federico. No quiero que se te vaya la vida sin tomar una oportunidad con un chico.

—No sé si puedo —le susurro.

— ¿Por qué no?

—No sé cómo besar ni nada de eso. Victorio se ríe.

—Hermana,  si  te  besa,  encontraras  la  manera  de  besar  de  nuevo  muy rápidamente.

— ¿Qué tal si nos juntamos y luego  rompe conmigo? Eso  sería un asco. Y entonces estaríamos atrapados en un equipo.

—Él no se arriesgaría por nada si no fuera serio. Confía en mí. Puedo decir que es un buen tipo.

Asiento con la cabeza. —Sí, lo sé.


¿Pero es un buen chico por el que vale la pena el riesgo y el perder de vista mis objetivos? ¿Mis sueños?

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