8
Nachos Grandes
¿La cuenta? 16 días hasta Alabama
Cuando
llego al remolque de Pablo, toco la bocina alrededor de diez veces. Le dije a Federico
que me encontrara con Pablo, porque no quiero que vea, todavía, el lugar donde
vivo. A juzgar por el hecho de que Federico no tiene un auto y no quiere que Peter
vea donde vive, yo no quiero que vea mi casa y crea que soy una snob engreída.
Pablo viene
corriendo por los
escalones de madera
podrida, su peso
extra rebotando en el sitio debajo de una camisa blanca, con botones y
corbata.
—Estamos
saliendo. Deja de tocar la bocina.
Caminando
detrás de Pablo, Federico se ve lindo en su propia camisa abotonada, corbata, y
pantalones de color caqui. Se ve limpio también. Él salta en el asiento trasero
y Pablo se sienta enfrente, junto a mí.
—Sabes,
algunas personas tienen modales y tocan el timbre —dice Pablo. Haciendo caso omiso de Pablo,
digo:
—Hola
Federico.
—Hola
—responde él. A través del espejo retrovisor, veo que me mira y toma una
respiración profunda. Empuja su cabello rubio fuera de su frente.
— ¿Nicolás?
—pregunta Pablo.
—
Está en el 70 cumpleaños de su abuela —le respondo.
— ¿Peter?
—pregunta Pablo.
—Durmiendo
en mi cama.
— ¿Qué?
—exclama Federico.
—No
es gran cosa, amigo —dice Pablo—. Él duerme allí más de lo que lo hace en su
propia casa.
—Oh
—dice Federico mientras juega con los botones que abren el techo de mi
camioneta, abriéndolo y cerrándolo un par de veces.
De
alguna manera soy
capaz de conducir la
camioneta hasta Nashville sin chocar. Cada vez que miro a Federico
en el espejo, me distraigo, y empiezo a pensar en lo genial que se ve con
corbata.
Una
hora más tarde, entramos en palco del propietario. Mamá ya está aquí, bebiendo
y conversando con el dueño de los Titanes, pero cuando me ve llegar con Federico
y Pablo, se acerca.
—Hola
cariño —dice, dándome un beso en la mejilla. Luego se vuelve hacia Pablo y lo
besa también.
Sonriendo
ampliamente, Pablo dice:
—Hola,
señora Espósito. Se ve hermosa, como siempre. —Pongo los ojos. Pablo es un
coqueto. No es extraño que todas aquellas tontas porristas se desmayen sobre
él, independientemente del hecho de que él es tan grande como un luchador de
sumo.
—Gracias,
Pablo —responde mamá—. ¿Y quién es este? —pregunta, señalando a Federico.
Federico
extiende una mano. —Yo soy Federico Romero. Mucho gusto, señora.
—Es
un placer conocerte, Federico —dice mamá sonriéndome y a Federico. Mi cara debe
estar tan roja como una señal de alto—. Gran trabajo en el juego del viernes en
la noche. Fue como si Lali fuera el acto de apertura y tú fueras el titular.
—Caramba,
gracias mamá —dije riendo. No estoy enojada, solo estoy tratando de hacer que Federico
se sienta cómodo aquí en el centro de la gente rica de los Titanes.
Mamá
me hace guiños y continúa:
—Federico,
puedo decirte que tienes un gran futuro por delante. Vamos, deberías reunirte
con el Sr. Taylor, el propietario. —Ella pone una mano en la espalda de Federico
y se lo lleva.
Por
encima de su hombro, él me mira y traga. Yo aprovecho la oportunidad para
respirar y agarrar una botella de agua. Ya es oficial: estoy con él.
Pablo
me tira a un lado. — ¿Qué diablos pasa contigo, Espósito?
— ¿Qué
quieres decir?
—Quiero
decir, ¿qué está pasando contigo y Federico?
—Nada.
Pablo
sonríe. —Como que creo eso. Él no puede apartar los ojos de ti.
— ¿En
serio? —Exclamo.
—Vaya.
Mira, Lali, tú eres mi mejor amiga. No sé cuánto confiar en este tipo —dice Pablo,
señalando con la cabeza a Federico, a través de la habitación—. Yo no quiero
que él robe tu posición o use a tu familia para salir adelante. Y Nicolás me dijo
lo que le dijo el viernes a Duckett—. Eso no está bien.
—Entiendo
lo que dices, pero vamos a darle una oportunidad, ¿de acuerdo? A menos que yo
haga, digamos, diez intercepciones en un juego, el entrenador no le está dando
mi posición. Y si se trata de usarme, tú, Victorio, Peter y Nicolás, todos
patearían su trasero.
—Es
verdad... así que, eh, ¿te gusta?
Vaya,
no puedo creer que Pablo me pregunte acerca de mis sentimientos. Dado que esta
es una ocasión tan trascendental, no puedo mentir, así que asiento con la
cabeza una vez.
— ¡Maldición!
Pensé que estarías soltera de por vida. Supuse que escaparías y te unirías a un
convento.
—Eres
un asno —le digo riendo—. Sabes, la cabeza de Rocío se funde por ti.
—Oh,
Dios, yo nunca voy a hablar contigo de nuevo —dice Pablo, escapándose.
Observo mientras construye
el mayor plato
de nachos, lo
suficientemente grande como para alimentar a Rhode Island.
¿Así
que Pablo todavía me tomaría en serio, como un compañero de equipo y como
capitán, si yo tuviera un novio?
Decidí
que ahora es un buen momento para rescatar a Federico de mi mamá y el Sr.
Taylor. Cuando me acerco al grupo, el Sr. Taylor sonríe y dice:
—He
oído que tienes una cierta competencia por tu posición, Lali.
—Sí,
señor. Gracias por invitarnos hoy —le digo. Yo siempre lo calmo porque necesito
mantener las buenas relaciones del Sr. Taylor. Ellos sirven estas increíbles
copas de helado cremoso, y Pablo vive para la barra de nachos grande.
—Tú
eres siempre bienvenida —dice el Sr. Taylor—. Tu madre y tu hermano me
dicen que Federico
será fácilmente escogido
por un gran
equipo de la
primera división.
Federico
frunce el ceño y se frota la parte posterior de su cuello.
Le
pido al señor Taylor y a mamá que nos excusen, entonces rescato a Federico,
agarrando su mano y tirando de él a mi asiento favorito, este cómodo sofá de cuero
en el otro lado de la habitación.
—Gracias
—dice él mientras se echa en el sofá—. Me estaba muriendo por allá.
—Lo
siento por eso. Pablo me distrajo con la barra de nachos —le digo con una
sonrisa.
Un
camarero se acerca y dice:
— ¿Puedo
traerles algo?
— ¿Qué
quieres? —le pregunto a Federico.
—Lo
que sea que tengas, supongo —responde él, encogiéndose de hombros. Tose.
—Tomaremos
dos Coca-Colas, dos de esos increíbles helados con salsa derretida, alas
calientes, no la salsa suave, me refiero a la salsa 911, la cosa que sabe cómo
que estuvieras comiendo lava, y una pizza grande de queso —digo.
—Uf
—dice Federico—. ¿Eres realmente una chica?
Me
quedo paralizada. Quiero que piense en mí como una chica, no como una de esas
personas en un concurso profesional de comer, como Joey Chestnut, el hombre que
se comió sesenta y ocho perritos calientes en doce minutos.
—La
comida es increíble. Es la única razón por la que me siento en el palco del
propietario en lugar de a nivel del campo.
Federico
se ríe y me da palmaditas en el muslo. Él deja su mano quedarse allí durante
unos dos segundos, pero luego se aleja y dobla las manos.
—Sabes
—dice Federico, centrándose en la enorme pantalla de anotación de los Titanes,
sin encontrar mis ojos—. Yo no quería venir a Hundred Oaks, y estaba preocupado
por estar en un equipo con tipos que no conozco, pero tú me has hecho sentir
que soy parte de algo. Así que, gracias.
—No
hay problema. —Me limpio las manos sudorosas en mi vestido.
—No,
en serio. Tú eres un buen líder. Me gusta que seas seria. Me gusta que seas
diferente.
—Gracias
—le respondo, sonriéndole mientras él sigue mirando el marcador, manteniendo
sus manos fuertes y bronceadas entrelazadas.
Justo
mientras Federico se voltea para sonreírme, Jake el amigo de Victorio se acerca
y se sienta al otro lado mío. De todos los días, ¿por qué Victorio tenía que
traer a su amigo imbécil al juego?
Jake
pone su brazo a mí alrededor. —Oye, Esposito. ¿Quién es tu amigo? Espero que no
sea tu novio.
Federico
está mirando el campo, pero
puedo decir que está
escuchando a Jake, porque se está inclinando más cerca de
mí y porque el juego no ha comenzado todavía. Los jugadores están haciendo ejercicios
de estiramiento y entrenamientos finales. Veo a mi padre moviendo sus brazos
alrededor y rebotando hacia arriba y hacia abajo. Él parece cansado.
— ¿Necesitas
algo, Jake? —pregunto.
—Sólo
quería sentarme con la chica más linda en la sala —dice Jake. Se inclina y
planta este descuidado beso húmedo en mi mejilla.
— ¡Uf!
—Exclamo, limpiando la baba de mi cara.
Por
suerte, Victorio viene a rescatarme. Él agarra el brazo de Jake y lo aleja de
nosotros.
—Lo
siento, Federico, hay una razón por la que no permitimos que este chico salga
mucho.
Cuando
Victorio y Jake se han ido, Federico susurra:
— ¿Quién
diablos era ese loco?
—Ese
loco probablemente será selección de primera ronda en el draft de la NFL el año
que viene —le digo, sacudiendo la cabeza.
— ¿Ese
es Jake Reynolds? —dice, volviéndose a mirar. Sus ojos se abren tan anchos, que
se parece a una de esas ranas dardo venenoso—. Santa mierda. Él es tan
impresionante.
Me
río. —Confía en mí, no lo es.
—Parece
que le gustas. ¿No quieres salir con una primera ronda?
—Disculpa
mientras voy a vomitar.
— ¿Así
que no estás interesada en él? —pregunta Federico, sonriendo.
—Infiernos
no. Preferiría salir con O. J. Simpson.
Federico
se ríe. —Me alegra escuchar eso... creo.
Dios,
esto es incómodo. Por suerte para mí, el juego comienza y Federico se vuelve
loco. Me encanta que él este teniendo un gran momento. Acabamos totalmente con
toda la comida que ordené, y ya puedo sentir mi vestido más apretado. Espero
que Federico no vaya a pensar que estoy gorda.
Yo
estoy tan enfocada en Federico que no le prestó atención a mi mamá, mi hermano,
o Pablo. Eso está bien, sin embargo, porque Pablo sólo tiene ojos para las
porristas de los Titanes y sus nachos. Yo tampoco he prestado atención al
juego, de lo que no me doy cuenta hasta que Federico me dice lo bueno que fue
cuando papá corrió por una anotación desde la línea de la yarda diez justo
antes del medio tiempo. No puedo creer que me perdí eso. Papá es casi un
anciano para luchar por una anotación.
En
el entretiempo, Victorio se acerca y se escurre entre Federico y yo. —Hola,
chicos —dice, poniendo un brazo alrededor de cada uno de nosotros.
— ¿Por
qué estás actuando tan extraño, hermano? —pregunto.
—Estoy
actuando extraño porque tengo un increíble pedazo de chisme —dice Victorio en
voz baja.
—Victorio,
creo que deberías olvidar una carrera en la NFL y ser mi agente. No deberías
malgastar tus habilidades de cotorreo.
Victorio
se ríe. —La idea ha pasado por mi mente. ¿Así que no te interesa escuchar mis
noticias?
— ¡Por
supuesto! —le digo.
—Tú
sabes quién es el cuñado del señor Taylor, ¿verdad?
—No.
—Él
es el entrenador en jefe de Notre Dame.
— ¿Y?
—El
señor Taylor preguntó si podrías estar interesada, hermana, pero yo le dije que
Alabama es tu primera opción. Pero le dije que valdría la pena para su cuñado
venir a echarle un vistazo a Federico.
—Muchas
gracias, Victorio —le digo, abrazando a mí hermano.
—Gracias
—dice Federico. Sus ojos están danzando alrededor del campo, hacia Victorio,
hacia su copa de helado. ¿Por qué está tan nervioso?
—Genial,
bueno, los dejaré solos chicos. Tengo un poco más de charla que hacer —dice
Victorio, mientras se pone de pie y se encamina de nuevo a la barra.
Federico
se frota la parte posterior de su cuello de nuevo y mira hacia abajo al campo.
—Estos
han sido un par de días extraños, Espósito —murmura.
—Háblame
acerca de eso —le respondo antes de pensar. ¿Por qué demonios dije eso?
— ¿Después
del juego de hoy, podemos ir a algún lugar a hablar? ¿Solos?
¿Solos
Federico y yo?
—Por
supuesto —le respondo, tranquila y profesional.
¿Pero
por dentro?
Mi
corazón y estómago están rebotando por ahí como un yo-yo.
Odio a Federico, Peter reaccionaaa!!!
ResponderEliminarMaasss
ResponderEliminarQ esconde Federico!
fuera federico fuera!
ResponderEliminarCreo q esta nove no esta siendo muy laliter....mmm...
ResponderEliminarPeter le está dejando mucho tiempo a Lali con Federico
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