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Viaje a Alabama
¿El plan?
La
única razón por la que posiblemente suceda es porque mi papá es el gran Carlos
Espósito.
No
puedo creer que este apostando a mi nombre para que me saque adelante hoy.
Mamá y
yo acabamos de
llegar a la
Universidad de Alabama...
con papá. Cuando se metió en el
auto con nosotras, tome una respiración con tanta fuerza que me sorprende que
no me pinchara un pulmón.
Espero
llegar a tirar un balón y conocer a algunos de los otros jugadores hoy, pero
sobre todo estoy emocionada por ver el estadio.
Por papá
y Victorio, he estado en campos profesionales y de la universidad cientos de
veces, pero esta es la primera vez que va a ser mi campo. Palcos, cerveza y
cajas VIP para mis fans son un gran paso adelante de las gradas de metal y la
pizza congelada barata del nivel de la escuela secundaria.
Desde
que Alabama espera que me comporte como una dama todo el tiempo, estoy usando
un nuevo vestido gris y zapatos de tacón, así que estoy dando tumbos al entrar
en el patio, que está cubierto con banderas rojas y blancas. Estoy atrayendo
toneladas de atención
en mí, incluyendo
las miradas de algunos chicos calientes. Quiero decir, no
son nada comparados a Federico, pero me alegro de saber que habrá más selección
que en Hundred Oaks. Algunos de ellos nos sonríen.
Codeo
a mamá. —Será mejor que papá tenga cuidado. Estos chicos de universidad están
totalmente contigo.
Mamá
se ríe. —Eso sin duda sería un escándalo. La esposa del mariscal de campo de
los Titanes de Tennessee sale con un chico universitario de veinte años.
Después
un alto chico moreno de ondulado cabello negro pasa caminando cerca de
nosotros. Él pone a Federico en vergüenza. —Uh, mamá, si te fueras con ese
chico, nadie te podría culpar.
Y
entonces mi papá me revuelve el cabello y dice:
— ¿Qué
dijiste?
— ¡Papá!
Para —exclamo, suavizando mi cabello—. ¡Todo el mundo está mirando! —agrego, lo
que lo hace reír aún más fuerte.
Encontramos
el departamento de atletismo, donde el director nos saluda con entusiasmo, nos
ofrece café, refrescos y comida, y si no lo interrumpíamos, estoy segura de que
Mark Tucker nos habría ofrecido un viaje a un spa, unas vacaciones y un nuevo
modelo de Ferrari.
Hice
mi tarea. Antes de que el Sr.
Tucker se convirtiera en
el Director de Atletismo para Alabama, era un esquiador
olímpico. Luego él totalmente se destruyó en los segundos finales de una
carrera, echando a volar la medalla de oro. Así que él se retiró, prometiendo
no volver a esquiar o alguna mierda de esas. Después, volvió a la universidad y
obtuvo una Licenciatura en Administración de Escuelas.
—Nos
da mucho gusto que nos hayas podido visitar
—dice el Sr.
Tucker, agitando mi mano y dándome palmaditas en el hombro al mismo
tiempo—. Vamos a mi oficina. —Él nos introduce, y no puedo dejar de notar a
todas las personas en la oficina exterior boquiabiertas y señalándome. ¿Sobre
qué es eso?
Mamá,
papá, y yo tomamos asiento, y luego escucho al Sr. Tucker, alzando la voz, por
lo que me doy la vuelta y veo que está hablando con su asistente.
— ¿Dónde
está él? —El Sr. Tucker dice rápidamente, forzando las palabras.
—Él
dijo que no tiene tiempo para esto —responde la asistente.
—No
me importa lo que diga —exclama el Sr Tucker—. Dile que venga para acá. Ahora.
¿Quién
no tiene tiempo para qué?
Papá
frunce las cejas mientras se da vuelta para ver el intercambio. Él me mira.
El
Sr. Tucker cierra la puerta y se sienta en su escritorio, desabrochándose la
chaqueta del traje. — ¿Por lo tanto, Lali, en que estás pensando en
especializarte?
Como
que quiero decir escritura creativa, pero la última cosa que necesito es que
mis futuros compañeros sepan que me está empezando a gustar la poesía.
—No
estoy segura todavía, Sr. Tucker. ¿Tal vez en terapia física? No lo sé.
El Sr.
Tucker se ríe
ligeramente. —No hay
de qué preocuparse.
Tienes un montón de tiempo antes
de que tengas que resolver eso. Por lo tanto, ¿confío en que sabes los
emocionados que estamos de que estés considerando unirte a nuestro programa?
—Sí
—le respondo—. Señor, sobre el juego del viernes, no me sentía bien y no jugué
lo mejor posible, pero no va a suceder de nue…
Él
agita una mano hacia mí. —No te preocupes. Le sucede a los mejores de nosotros.
Jugué
como una
completa MIERDA la noche del
viernes, ¿cómo puede no importarle? ¿A lo mejor es simpático
porque él salió volando de la pista Súper G de esquí y aterrizó en algunos
pinos? —Pero… —digo.
—Tu
desempeño en la noche del viernes no es un problema —añade el Sr. Tucker.
—Pero
ella lanzó dos selecciones —exclama Papá. Confusión e ira nublan su rostro.
El
Sr. Tucker agita su mano otra vez. — ¿Así que ya sabes que queremos que seas
parte de nuestro equipo de reclutamiento aquí en Alabama?
—Uhm,
sí, señor. Pero no sé qué significa exactamente eso. ¿Le gustaría que hable con
los jugadores potenciales o algo así?
El
Sr. Tucker juega con un pisapapeles en su escritorio. —Bueno... sí, pero eso no
es todo.
—La
puerta de la oficina se abre de golpe para revelar a un hombre en pantalones de
color caqui, una chamarra, y una gorra de béisbol. Típica ropa de entrenador.
Es el entrenador en jefe,
Rob Thompson. Él
es uno de los
mejores entrenadores en el juego; su especialidad es criar futuros mariscales
de campo NFL. Algunos de los mejores proceden de esta escuela.
Me
paro y suavizo mi vestido, pero antes de que pueda presentarme, el entrenador
Thompson dice:
—Tienes
cinco minutos, Tucker. Tengo práctica.
Mi
boca cae abierta. ¿El entrenador no tiene más de cinco minutos para hablar con
un potencial mariscal de campo? ¿Uno al que están dispuestos a darle un paseo
completo?
¿Qué
diablos significa eso?
— ¿Puedes
darnos diez minutos, Rob? —Pregunta el señor Tucker—. Y darles al Sr. y a la
Sra. Espósito y Lali una vuelta por los alrededores y el estadio.
—Tienes
cinco —dice el entrenador Thompson, estrechando la mano de mi padre, luego
tomando un asiento al otro lado de mamá.
Ella
frunce los labios y aprieta su bolso. Ella se ve como si sólo fuera a ponerse
de pie e irse.
¿Tiene
el entrenador Thompson un problema con los Titanes? Tal vez él está actuando
como un idiota, porque mi hermano juega para el principal rival de Alabama, Tennessee.
Pero espera, yo sería una ventaja, porque sé cómo juega y piensa Victorio. El
entrenador Thompson debe darse cuenta de eso. Entonces, ¿cuál demonios es el
problema de este tipo?
Papá
se vuelve a sentar en su silla y se frota los ojos con el pulgar y el índice.
Mamá habla primero.
— ¿Señor Tucker,
estábamos discutiendo el
papel de Lali
en el reclutamiento? ¿Qué
significa eso exactamente?
—Nos
gustaría que ella hablará en algunos eventos y que hiciera más trabajos
fotográficos para nosotros, como lo hizo para el calendario de nuestros
refuerzos. También nos gustaría que ella fuera la cara de nuestro programa de
caridad. Animamos a los niños
de acogida a
considerar el deporte, mostrándoles que un equipo puede
ser una familia.
Me
siento confundida. Victorio no tiene que hacer ninguna de estas cosas para
Tennessee. Claro, hacen carteles de él, pero no es como si él tuviera que posar
como yo lo hice. Y estoy toda para la caridad y ayudar a los niños, pero con la
práctica y la escuela y viajar a los juegos, ¿cómo voy a tener tiempo para el
programa de caridad, hablar en eventos, y reclutar?
—Está bien.
Puedo hacer esas
cosas —digo, mirando
a escondidas al entrenador Thompson—. Pero parece que
todas estas actividades adicionales podrían afectar mi tiempo de práctica. ¿No
debería estar centrada en jugar?
El
entrenador Thompson se cruza de brazos y mira por la ventana. —No vas a jugar
al fútbol para mí en ningún momento próximo.
—Pero
ella tiene el mejor récord de mariscal de campo en todo el estado de Tennessee
—responde papá, y mi corazón se emociona tanto que creo que se podría parar.
—Es
cierto, lance 2,653 yardas y treinta y un touchdowns sólo el año pasado.
El
entrenador se ríe, pero no es una risa
agradable. —Creo que mis cinco minutos
están terminados, Tucker. —Se para y camina fuera de la oficina, dejando que la
puerta golpee detrás de él. ¿Voy a jugar para este idiota?
más más más
ResponderEliminarK machista el entrenador!!!!!
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