sábado, 1 de agosto de 2015

Capítulo 32

21
Viaje a Alabama
¿El plan?
Voy a decirles al director atlético y a los entrenadores que la noche del viernes fue una chiripa por causa de una intoxicación alimenticia en La Choza de Pasta de Todo lo que Puedas Comer de Joe, que no va a volver a suceder, y rezar a los dioses del fútbol para que me den otra oportunidad.

La única razón por la que posiblemente suceda es porque mi papá es el gran Carlos Espósito.

No puedo creer que este apostando a mi nombre para que me saque adelante hoy.

Mamá  y  yo  acabamos  de  llegar  a  la  Universidad  de  Alabama...  con  papá. Cuando se metió en el auto con nosotras, tome una respiración con tanta fuerza que me sorprende que no me pinchara un pulmón.

Espero llegar a tirar un balón y conocer a algunos de los otros jugadores hoy, pero sobre todo estoy emocionada por ver el estadio.

Por papá y Victorio, he estado en campos profesionales y de la universidad cientos de veces, pero esta es la primera vez que va a ser mi campo. Palcos, cerveza y cajas VIP para mis fans son un gran paso adelante de las gradas de metal y la pizza congelada barata del nivel de la escuela secundaria.

Desde que Alabama espera que me comporte como una dama todo el tiempo, estoy usando un nuevo vestido gris y zapatos de tacón, así que estoy dando tumbos al entrar en el patio, que está cubierto con banderas rojas y blancas. Estoy  atrayendo  toneladas  de  atención  en  mí,  incluyendo  las  miradas  de algunos chicos calientes. Quiero decir, no son nada comparados a Federico, pero me alegro de saber que habrá más selección que en Hundred Oaks. Algunos de ellos nos sonríen.

Codeo a mamá. —Será mejor que papá tenga cuidado. Estos chicos de universidad están totalmente contigo.

Mamá se ríe. —Eso sin duda sería un escándalo. La esposa del mariscal de campo de los Titanes de Tennessee sale con un chico universitario de veinte años.

Después un alto chico moreno de ondulado cabello negro pasa caminando cerca de nosotros. Él pone a Federico en vergüenza. —Uh, mamá, si te fueras con ese chico, nadie te podría culpar.

Y entonces mi papá me revuelve el cabello y dice:

— ¿Qué dijiste?

— ¡Papá! Para —exclamo, suavizando mi cabello—. ¡Todo el mundo está mirando! —agrego, lo que lo hace reír aún más fuerte.

Encontramos el departamento de atletismo, donde el director nos saluda con entusiasmo, nos ofrece café, refrescos y comida, y si no lo interrumpíamos, estoy segura de que Mark Tucker nos habría ofrecido un viaje a un spa, unas vacaciones y un nuevo modelo de Ferrari.

Hice mi  tarea.  Antes de que el  Sr.  Tucker  se convirtiera  en  el  Director  de Atletismo para Alabama, era un esquiador olímpico. Luego él totalmente se destruyó en los segundos finales de una carrera, echando a volar la medalla de oro. Así que él se retiró, prometiendo no volver a esquiar o alguna mierda de esas. Después, volvió a la universidad y obtuvo una Licenciatura en Administración de Escuelas.

—Nos da  mucho gusto  que nos hayas podido  visitar  —dice  el  Sr.  Tucker, agitando mi mano y dándome palmaditas en el hombro al mismo tiempo—. Vamos a mi oficina. —Él nos introduce, y no puedo dejar de notar a todas las personas en la oficina exterior boquiabiertas y señalándome. ¿Sobre qué es eso?

Mamá, papá, y yo tomamos asiento, y luego escucho al Sr. Tucker, alzando la voz, por lo que me doy la vuelta y veo que está hablando con su asistente.

— ¿Dónde está él? —El Sr. Tucker dice rápidamente, forzando las palabras.

—Él dijo que no tiene tiempo para esto —responde la asistente.

—No me importa lo que diga —exclama el Sr Tucker—. Dile que venga para acá. Ahora.

¿Quién no tiene tiempo para qué?

Papá frunce las cejas mientras se da vuelta para ver el intercambio. Él me mira.

El Sr. Tucker cierra la puerta y se sienta en su escritorio, desabrochándose la chaqueta del traje. — ¿Por lo tanto, Lali, en que estás pensando en especializarte?

Como que quiero decir escritura creativa, pero la última cosa que necesito es que mis futuros compañeros sepan que me está empezando a gustar la poesía.

—No estoy segura todavía, Sr. Tucker. ¿Tal vez en terapia física? No lo sé.

El  Sr.  Tucker  se  ríe  ligeramente.  —No  hay  de  qué  preocuparse.  Tienes  un montón de tiempo antes de que tengas que resolver eso. Por lo tanto, ¿confío en que sabes los emocionados que estamos de que estés considerando unirte a nuestro programa?

—Sí —le respondo—. Señor, sobre el juego del viernes, no me sentía bien y no jugué lo mejor posible, pero no va a suceder de nue…

Él agita una mano hacia mí. —No te preocupes. Le sucede a los mejores de nosotros.

Jugué como  una  completa  MIERDA la  noche del  viernes,  ¿cómo  puede no importarle? ¿A lo mejor es simpático porque él salió volando de la pista Súper G de esquí y aterrizó en algunos pinos? —Pero… —digo.

—Tu desempeño en la noche del viernes no es un problema —añade el Sr. Tucker.

—Pero ella lanzó dos selecciones —exclama Papá. Confusión e ira nublan su rostro.

El Sr. Tucker agita su mano otra vez. — ¿Así que ya sabes que queremos que seas parte de nuestro equipo de reclutamiento aquí en Alabama?

—Uhm, sí, señor. Pero no sé qué significa exactamente eso. ¿Le gustaría que hable con los jugadores potenciales o algo así?

El Sr. Tucker juega con un pisapapeles en su escritorio. —Bueno... sí, pero eso no es todo.

—La puerta de la oficina se abre de golpe para revelar a un hombre en pantalones de color caqui, una chamarra, y una gorra de béisbol. Típica ropa de entrenador. Es el entrenador  en  jefe,  Rob  Thompson.  Él  es  uno  de  los mejores entrenadores en el juego; su especialidad es criar futuros mariscales de campo NFL. Algunos de los mejores proceden de esta escuela.

Me paro y suavizo mi vestido, pero antes de que pueda presentarme, el entrenador Thompson dice:

—Tienes cinco minutos, Tucker. Tengo práctica.

Mi boca cae abierta. ¿El entrenador no tiene más de cinco minutos para hablar con un potencial mariscal de campo? ¿Uno al que están dispuestos a darle un paseo completo?

¿Qué diablos significa eso?

— ¿Puedes darnos diez minutos, Rob? —Pregunta el señor Tucker—. Y darles al Sr. y a la Sra. Espósito y Lali una vuelta por los alrededores y el estadio.

—Tienes cinco —dice el entrenador Thompson, estrechando la mano de mi padre, luego tomando un asiento al otro lado de mamá.

Ella frunce los labios y aprieta su bolso. Ella se ve como si sólo fuera a ponerse de pie e irse.

¿Tiene el entrenador Thompson un problema con los Titanes? Tal vez él está actuando como un idiota, porque mi hermano juega para el principal rival de Alabama, Tennessee. Pero espera, yo sería una ventaja, porque sé cómo juega y piensa Victorio. El entrenador Thompson debe darse cuenta de eso. Entonces, ¿cuál demonios es el problema de este tipo?

Papá se vuelve a sentar en su silla y se frota los ojos con el pulgar y el índice. Mamá habla primero.

— ¿Señor   Tucker,   estábamos   discutiendo   el   papel   de   Lali   en   el reclutamiento? ¿Qué significa eso exactamente?

—Nos gustaría que ella hablará en algunos eventos y que hiciera más trabajos fotográficos para nosotros, como lo hizo para el calendario de nuestros refuerzos. También nos gustaría que ella fuera la cara de nuestro programa de caridad.   Animamos   a   los   niños   de   acogida   a   considerar   el   deporte, mostrándoles que un equipo puede ser una familia.

Me siento confundida. Victorio no tiene que hacer ninguna de estas cosas para Tennessee. Claro, hacen carteles de él, pero no es como si él tuviera que posar como yo lo hice. Y estoy toda para la caridad y ayudar a los niños, pero con la práctica y la escuela y viajar a los juegos, ¿cómo voy a tener tiempo para el programa de caridad, hablar en eventos, y reclutar?

—Está  bien.  Puedo  hacer  esas  cosas  —digo,  mirando  a  escondidas  al entrenador Thompson—. Pero parece que todas estas actividades adicionales podrían afectar mi tiempo de práctica. ¿No debería estar centrada en jugar?

El entrenador Thompson se cruza de brazos y mira por la ventana. —No vas a jugar al fútbol para mí en ningún momento próximo.

—Pero ella tiene el mejor récord de mariscal de campo en todo el estado de Tennessee —responde papá, y mi corazón se emociona tanto que creo que se podría parar.

—Es cierto, lance 2,653 yardas y treinta y un touchdowns sólo el año pasado.


El entrenador se ríe,  pero no es una risa agradable.  —Creo que mis cinco minutos están terminados, Tucker. —Se para y camina fuera de la oficina, dejando que la puerta golpee detrás de él. ¿Voy a jugar para este idiota?

2 comentarios: