domingo, 16 de agosto de 2015

Capítulo 43

27
El Campeonato Estatal
La noche es fría; el humo del cigarrillo y el aroma de café flotan a través de la bocanada de aire fresco. Estoy rebotando hacia arriba y abajo en mis dedos de los pies, tratando de entrar en calor. Me retuerzo las manos y, uno a la vez, sacudo mis pies, soltando mis tobillos.

Un montón de reporteros están tomando fotos de mí. Toneladas de entrenadores  universitarios  están  aquí,  pero  ninguno  es  de  Alabama.  Mark Tucker no está aquí tampoco. Imbécil.

El gran Carlos Espósito está aquí, sentado en la primera fila de las gradas con mamá, Victorio, y Jake Reynolds. El entrenador en jefe de Tennessee está con ellos, sin lugar a dudas aquí para echar un vistazo a Federico, si llega a jugar.

Cuando echo un vistazo a papá, él sonríe y me da un saludo con la mano. Uhm, ¿de acuerdo? Le devuelvo  la sonrisa, amándolo por pasar una hora entera conmigo esta tarde, viendo una película.

¡Película!

Jake Reynolds grita:

— ¡Luces caliente, La! —Y silba. Le grito:

— ¡Es mejor que no te metas con mi concentración o voy a reventar tus rodillas, pervertido! Jake se ríe.

Eugenia y Mery vienen corriendo hacia mí, sus faldas cortas de color rojo y negro azotando en el viento.

— ¡Lali! —Dice Mery—. ¿Quién es el ardiente chico sentado con tu familia? —Ella mira más allá de Jake, quién le guiña el ojo, dando codazos a Victorio, y señalando al trasero de Mery. Mi hermano niega con la cabeza y vuelve a comer sus palomitas de maíz.

—Confía en mí —respondo, haciendo un ruido de arcadas—. No pierdas tu tiempo.

—No estoy interesada —dice Mery, poniendo sus pompones bajo el brazo para que pueda examinar sus uñas, que parecen recién pintadas—. Paula me estaba preguntando quién es.

Hago una pausa, y luego me echó a reír.

—Oh. ¡Bueno, son el uno para el otro! Voy a presentarlos después del juego. Tal vez él me deje de molestar si consigue a alguien nuevo a quién hostigar.

—Y entonces tal vez Paula dejaría de estar obsesionada con Federico —dice Eugenia, poniendo los ojos en blanco.

—Suena como un ganar-ganar para todos nosotros. Entonces, ¿hablaste con Nicolás? —le pregunto a Eugenia.

Ella sonríe tan fuerte que creo que podría desmayarse.

—Él me invitó a salir para el próximo viernes por la noche.

— ¡Detalles! —dice Mery.

—Va a preparar la cena para mí y para sus padres, y entonces me va a llevar a una cosa de un concierto de jazz en el Hotel Opryland en Nashville.

Siento esta extraña urgencia de saltar arriba y abajo y reír, pero decido decir:

—Eso está bien. Muy romántico. —Y doy palmaditas en el hombro de Eugenia en su lugar.

—Escucha, Lali —dice Mery—. Deberías tratar la jugada de la Estatua de la Libertad que hiciste en la práctica el otro día.

Miro para arriba en la cabina del locutor en la parte superior de las gradas y me froto las manos, tratando de mantener el calor.

—Saben, apuesto a que ellos están pensando que voy a bombardear a Peter en primer lugar.

—Correcto —responde Mery, asintiendo con la cabeza.

— ¿De qué están ustedes incluso hablando? —dice Eugenia, suspirando, y luego riendo.

—Ya verás —le digo, sonriendo.

— ¡Capitanes! —grita el árbitro.

—Tengo que irme —les digo a las chicas antes de volver a correr hacia el campo.

— ¡Buena  suerte,  Lali!  —dicen  en  voz  alta,  saltando  arriba  y  abajo  y moviendo sus pompones.

Pablo y yo salimos corriendo a la línea de cincuenta yardas, y cuando me vuelvo a encontrar a Nicolás, lo veo caminar hacía Eugenia. Ella lo alcanza y le da un abrazo, probablemente para la suerte, pero luego la toma en brazos y la besa en frente de toda la multitud. Todo el mundo empieza a aplaudir y gritar por ellos, incluyéndome a mí y Pablo. Peter está sonriendo hacía ellos también.

El entrenador lanza su portapapeles en el suelo y le grita:

— ¡Nicolás, mete el culo en el campo!

Poniéndose  su  casco,  Nicolás  trota  hasta  nosotros,  y  ambos,  Pablo  y  yo,  lo empujamos un poco.

—Gracias por unirte a nosotros, labios calientes —dice Pablo.

Estamos jugando el juego en la Universidad de Vanderbilt, y ya que tenemos el mejor registro, Woodbridge High llama al sorteo. Dicen cara. Aterriza en sello.

Elijo recibir la patada.

Corro de nuevo a las líneas laterales, encontrando a Peter mientras él sale a devolver el saque inicial. Tocamos los puños, luego toca los puños con Nicolás y Pablo. Empujo los pensamientos de Peter de mi mente, tengo que entrar en la zona, por lo que doy la vuelta y miro la banca de Woodbridge. Un equipo del Oeste de Tennessee, con quien nunca hemos jugado antes, y tampoco lo hizo mi hermano. Nunca los he visto jugar tampoco. Pero he hecho mi tarea.

El mariscal de campo no tiene un gran brazo, pero es rápido e inteligente. Sabe cómo dirigir el campo, pero lleva el balón más que nada. Le dije a Nicolás que se enfocara en la contención del mariscal de campo, o él iba a ejecutar la jugada. Nicolás ama despachar al mariscal de campo, pero no podemos darnos el lujo de perderlo, porque si el mariscal de campo escapa, no creo que nadie en nuestro equipo tenga la velocidad para detenerlo, excepto Peter. Y Peter no puede jugar tanto de receptor como de defensivo trasero a la vez. Además, es demasiado delgado para jugar a la defensiva.

Hablando de Peter, también sé que el pateador de Woodbridge tiene una pierna mucho más poderosa que la mayoría de los jugadores de la escuela secundaria.

— ¡Peter! —le grito cuando él está casi en posición en la zona de anotación de Woodbridge. Él corre de vuelta a las líneas laterales.

— ¿Sí?  —dice,  saltando  arriba  y  abajo,  tratando  de mantener  sus músculos calientes.

—Sabes acerca de este tipo, ¿cierto? ¿Este pateador?

Levanta su casco un poco, y lo veo sonriendo, sus ojos verdes brillando. Humo saliendo de su boca.

—Obviamente, Espósito. ¿Por qué diablos crees que estaba jugando tan atrás?

—Sólo checaba.

Él asiente con la cabeza hacia las gradas.

—Entonces, ¿dónde están los entrenadores de Alabama? Juego con la cinta de mi barbilla y me encojo de hombros.

—No aquí, supongo.

— ¿No están aquí? —exclama—. Pero esta es la última vez que conseguirán verte jugar este año.

Me muerdo el labio superior, mientras me doy cuenta de que si no hago lo que dice papá y veo algunas otras opciones, esta puede ser la última vez que realmente llegue a jugar. La última vez que alguna vez me agrupe bajo cientos de luces y huela las líneas de yarda recién pintadas y escuche a los fanáticos vitoreando. La última vez que tire mi espiral perfecto en un juego.

— ¿Peter?

— ¿Sí?

Tomo una respiración profunda.

— ¿Recuerdas esa vez que estaba buscando grillos en tu juego, y el balón se fue fuera de límites y lo lancé de regreso a ti?

—Sip —dice con una sonrisa. Le devuelvo la sonrisa.

— ¿Estabas enojado de que me llevara tu posición?

—Por supuesto que no. Pude ver lo mucho que amabas jugar con el balón... y eso me hizo amar el juego aún más. Siempre he amado atrapar tus pases.

—Si Michigan te pidiera unirte a su equipo, pero entonces, como, que dejan en claro que no vas a jugar, ¿aún querrías ir allí?

Se saca el casco por completo y me mira fijamente.

—De ninguna manera. Quiero jugar al balón. Y si eso es por qué Alabama no está aquí esta noche, entonces es su pérdida. —Me da un codazo—. Puedes hacerlo mejor, y lo sabes.

— ¡Peter! —Grita el entrenador—. ¿Podría molestarte para que vayas a recibir la patada de salida, o debo enviar a Pablo a hacerlo?

Peter se desplaza hacia atrás en el campo, mirándome mientras se pone el casco de nuevo.

Corro  a  los  bancos,  dónde  me  interpongo  entre  Pablo  y  Nicolás  mientras Woodbridge se prepara para ponerse en marcha. Federico viene detrás de mí y me susurra:

—Peter sabe acerca del pateador, ¿verdad?

—Sí —le digo con los dientes apretados. Es mi trabajo ser capitán de este equipo, no de Federico. ¿Todavía no lo entiende?

—Bien —responde Federico.

Woodbridge patea y Peter atrapa el balón. Corriendo, logra llegar hasta la línea de las treinta yardas antes de que es abordado. Todos gritamos y celebramos, gritando el nombre de Peter.

—Espósito —dice el entrenador—, toma el pase.

—Entendido,   entrenador.   —Para   ver   lo   buena   que   es   la   defensa   de Woodbridge, el entrenador quiere ponerlos a prueba haciendo correr el balón por el centro.

Corro a las treinta y me agrupo con los chicos.

—Estatua de la Libertad a Bates. —Todos aplaudimos una vez y rompemos. Pablo me  lanza  el  balón,  tomo  tres  pasos  hacia  atrás  y  con  mi  mano  derecha, pretendo lanzar el balón a Peter, quien está corriendo por el lado derecho del campo. Esto hace que la mayor parte de la defensa cambie de dirección, y cuando lo hacen, yo entrego el balón con la mano izquierda a Bates, quien lo agarra y lanza por el centro del campo. El truco de la Estatua de la Libertad sólo funciona  de vez en  cuando,  pero  con  este experimento,  puedo  ver  que la defensa está a la espera que haga un pase cada vez que puedo. Bates hace once yardas antes de ser tacleado.

Corremos hasta la línea y grito:

— ¡Azul cincuenta, rojo veinte, azul cincuenta, rojo treinta! —Rojo treinta es la señal. Pablo lanza el balón y lo arrojo al campo sobre Higgins. Un esquinero está todo sobre él, y Higgins pierde el balón y se estrella en el suelo. Incompleto. Maldita sea. La defensa de Woodbridge podría ser mejor de lo que pensaba. Si queremos anotar, Peter es nuestra mejor oportunidad, pero la defensa se duplica sobre él.

Nos agrupamos.

—Ruta de Poste a Peter. Llévenlo con fuerza a la línea de la yarda veinte — digo. Peter aplaude. Pablo lanza el balón, y Peter recorre el campo tan rápido que confunde  a  la  línea  defensiva  de  Woodbridge.  En  la  veinte,  un  esquinero acorrala a Peter, pero Peter toma la izquierda rápido y atrapa mi pase perfecto y lo lanza fuera. Tomando pasos agigantados, apenas supera al esquinero de la zona de anotación.

¡Touchdown!  Salto,  grito  y  arranco  mi  casco.  Impulso  mi  puño  mientras corremos  de  regreso  a  las  líneas  laterales,  donde  agarro  a  Peter  por  la camiseta.

— ¡Excelente! —le digo.

Tomo un poco de Gatorade mientras observo a nuestro pateador hacer el punto extra, después de lo cual nuestra defensa corre al campo, liderada por Nicolás. No permitir que Woodbridge consiga la primera oportunidad es más difícil de lo habitual para nosotros, pero Nicolás se las arregla para derribar a su mariscal de campo una vez. Pero ellos todavía lo hacen dentro del rango de gol de campo. En la cuarta oportunidad, van por un gol de campo desde la línea de veinticinco yardas y anotan. Estamos arriba 7-3 cuando corro de regreso al campo.

Reuniéndome con los chicos, digo:

—Esta vez, Woodbridge va a ir todo sobre Peter. Tenemos que arrojarlos un poco.

— ¿Qué quieres hacer? —pregunta Peter. Él pone sus manos en sus caderas.

Estoy muy nerviosa, estoy sudando, así que me limpio las manos en la toalla.

— ¿Conejo Rojo a Bates?

—Vamos a hacerlo —dice Peter con un aplauso.

Pablo lanza el balón, hago un pase corto de diez yardas a Peter, lo atrapa y mientras la defensa se mueve para darle una paliza, se lo lanza a Bates, quien se extiende hasta el lado izquierdo del campo. Consigue otras diez yardas antes de ser tacleado.

— ¡Caliente! —grito mientras avanzamos hasta la línea. Doy a Peter un choque de mano, y luego oprimo el antebrazo de Bates. Nuestra victoria no dura mucho tiempo, porque la defensa intensifica su juego. No soy capaz de conseguir otra primera oportunidad.

¿Cuándo fue la última vez que pasó? El año pasado en el campeonato estatal.

En las líneas laterales, me tomo mi Gatorade y trato de relajarme. Me doy vuelta y miro a mi familia, Victorio y Jake elevar sus puños hacía mí. Cuando miro a mi papá, me da un pulgar en alto. Caray.

Para el medio tiempo, el juego sigue 7-3 a favor de Hundread Oaks, pero los chicos están animados y no hemos perdido nuestro espíritu. Cuando estamos corriendo para el vestidor, veo a mi papá y Victorio saludando a Federico sobre las gradas.  Federico  trota  hasta  ellos y  estrecha  la  mano  del  entrenador  en  jefe de Tennessee.

Siento celos porque sé que el entrenador de Tennessee se está tomando en serio a Federico. Él está tratando a Federico como un jugador real, no un boleto de comida, alguna  reina  de  belleza,  una  chica  de  afiche.  Pero  yo  soy  la  que  está sosteniendo su posición ante Woodbridge; aun así, ninguno de estos entrenadores universitarios piensa en mí como un verdadero jugador. Nadie ha hecho una oferta a excepción de Alabama. Cada vez que un reclutador viene a un juego, son a Peter, Federico y Nicolás a quienes están viendo. No a mí. Lo cual no entiendo, porque chica o no, soy un impresionante jugador de fútbol. Eso es lo que debería importar, ¿no? Que puedo tirar una impresionante espiral perfecta.

Ni siquiera sé de qué estaba hablando papá cuando dijo que debería considerar todas las opciones. ¿Hay otras opciones?

El tercer cuarto inicia, y escucho al entrenador a través del altavoz en mi casco.

—Espósito, corre el balón para la primera jugada. Ve qué tan lejos puede llegar Bates. Tan pronto como estemos dentro de las treinta yardas de la zona de anotación, bombardea a Peter. Él puede correr más rápido que cualquiera de esos jugadores de Woodbridge.

Hago lo que dice el entrenador. Corremos el balón hasta que ya casi estamos en la línea de treinta yardas. Ahí, grito:

— ¡Azul cuarenta y dos! ¡Azul cuarenta y dos! ¡Rojo diecisiete!

Pablo lanza el balón hacia mí y tomo cinco pasos hacia atrás mientras Peter se lanza  por  el  campo.  La  defensa  está  bombardeando.  Oh,  diablos.  Toda  la defensa se está viniendo hacia mí. Mi línea ofensiva está siendo golpeada. Pablo no puede mantener a raya tanto al jugador de profundidad como al apoyador que está tratando de llegar a mí. Pablo elige bloquear al de profundidad. Peter está a punto de llegar a la zona de anotación, y sólo tengo un segundo antes de que el apoyador se estrelle contra mí. Tengo que deshacerme del balón. Ahora. Justo cuando lo lanzo, el apoyador me golpea bajo y duro, y soy aplastada contra el suelo. Entonces escucho a nuestra banca entrar en erupción.

— ¡Touchdown! Pablo grita:


— ¡Chúpense esa, tontos! Y por un segundo, estoy celebrando, pero el dolor me golpea. Algo está muy, muy mal con mi rodilla. Grito.

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