lunes, 10 de agosto de 2015

Capítulo 40

25
Primera Cita
¿La cuenta? 39 días desde la pelea con Peter

La  semana después del  campeonato  distrital,  en  el  cual,  por  cierto, estuve impresionante, tenemos la noche del viernes libre, así que Federico me está llevando a una cita. Nuestra primera cita real. Desde que él pasa sus viernes, sábados y domingos lavando platos y cada dos días se  dedica  a  la  práctica  y  a  los  juegos,  no  habíamos  tenido  la oportunidad de salir, sólo nosotros dos. Por lo general, él viene después de la práctica por un par de horas, nos besuqueamos y luego se va a casa. En la escuela, comemos en el almuerzo y caminamos por el pasillo, pero no es como si hubieramos llegado a pasar juntos una gran cantidad de tiempo. En algunos aspectos, apenas lo conozco.

¿Cuál  es  su  color  favorito?  ¿Su  banda  favorita?  ¿Sus  vacaciones  favoritas? ¿Mostaza o mayonesa? ¿Ambas? ¿Cuándo demonios es su cumpleaños?

En  algunos  aspectos,  lo  conozco.  ¿Le  gusta  mi  cabello  recogido  o  suelto? Suelto. ¿Calzones largos o interiores? Calzoncillos tipo bóxer. ¿Le gusta cuando me arreglo? Prefiere mis jeans y mis camisetas. ¿Joe Montana o John Elway? Elway. (Blasfemia).

¿Peter? ¿Color favorito? Plateado. ¿Banda favorita? Led Zeppelin. ¿Vacaciones favoritas? Un viaje a campo travieso con su papá al Gran Cañón. ¿Mostaza o mayonesa? Salsa de tomate. ¿Cumpleaños? El primero de diciembre.

Federico me recoge y nos vamos a algún lugar no revelado. Usando jeans y un suéter, ha pedido prestado el auto de su abuelo para la ocasión y me trae un ramo de rosas rojas. Son las 5:30 p.m., lo cual es temprano para una cita, así que estamos viajando con una puesta de sol de color lila y goma de mascar cuando se estira y frota mi muslo.

Él sonríe y me recuerda el primer día que lo vi, cuando el sólo verlo hizo enloquecer mi cuerpo. Prácticamente catatónico. Incluso si no es perfecto para mí, perfecto como Peter, es fácil que te guste Federico.

Pronto me doy cuenta de que nos dirigimos fuera de la ciudad y dentro del campo, mejor conocido como ninguna parte.

—Federico, ¿a dónde vamos? No hay nada aquí afuera.

—Eso es lo que tú crees —dice con una sonrisa maliciosa extendiéndose a través de su rostro.

— ¿A dónde vamos?

—Es una sorpresa.

—Odio las sorpresas. ¿Y cómo pueden gustarte las sorpresas? Te gusta tener el control.

Él se ríe entre dientes. —Sí, pero tengo el control si soy el que está haciendo la sorpresa.

 Estaciona el auto, salimos y caminamos a través de un vasto campo verde, invadido por malas hierbas y  heno,  hasta que llegamos a un  sendero  que conduce hacia una pequeña cascada, donde Federico establece un picnic.

Apuesto a que el 99.9% de todas las mujeres se derretirían absolutamente si vieran este escenario y estoy en la mayoría. Jadeando, le agarro el codo.

— ¿Cómo encontraste este lugar?

Él sonríe, haciéndome señas para que me siente en la manta que ha extendido

—Mi abuelo me habló de esto. —Enciende un par de linternas.

El agua está chapoteando sobre las rocas y los grillos están cantando mientras Federico  alcanza  el  interior  de  una  mochila  y  saca  sándwiches  de  pan  francés, ensalada de papa y galletas con chispas de chocolate, mis favoritas.

—En realidad conoces el camino al corazón de una chica.

Él apila algo de ensalada en un plato de cartón y me lo pasa.

—Bueno,  no  al  corazón  de  todas  las  chicas.  Sólo  al  tuyo.  —Mi  rostro  se enciende. Si nunca me hubiese enterado de que Peter me ama, ¿todavía estaría completamente loca por Federico? Probablemente.

—Así que —digo, mordiendo mi sándwich de albóndigas—, ¿qué te gusta hacer cuando no estás jugando fútbol americano o lavando platos o controlando la vida social de Vanessa?

Federico se limpia la boca con el dorso de la mano. —Bueno, controlar la vida social de Vanessa es toda mi razón de ser, pero cuando no estoy haciendo eso, me gusta leer.

— ¿Leer? ¿Qué te gusta leer? Federico se echa a reír.

—Libros… son esas cosas con papel y palabras.

Le lanzo un bocado de ensalada de papa, el cual esquiva. —Sé eso, imbécil.

—Me gusta leer sobre historia, ya sabes, La Guerra Civil y la Revolución. Estoy pensando en especializarme en historia.

Me estoy metiendo ensalada de papa en la boca cuando pienso acerca de mi diario. Pero si ni siquiera me siento cómoda diciéndoles a mis mejores amigos sobre eso, ¿cómo podría decirle a Federico?

—Eh,  me  gusta  jugar  juegos.  Como  cartas  y    futbolito.  Me  gusta  correr  y también me gustan los desafíos y las carreras.

—Puedo ver eso.

— ¿Cuál es tu color favorito?

—Transparente.

— ¿Transparente?

—Sí, como en trajes de baño para mujeres.

—Ja. Ja —digo, con una risilla sofocada—. Pero en serio, ¿cuál es?

—Azul. ¿Y tú?

Mi primera reacción es decir azul también, pero entonces, pensamientos de los ojos verdes de Peter estallan en mi cabeza. Ugh. Quiero decir, aquí estoy, sentada en mi propio Edén personal con Federico tan tentador como la manzana de Eva y estoy pensando en un chico que creía que era mi mejor amigo. Un mejor amigo que me abandonó en el momento en que las cosas se pusieron difíciles.

—También  me  gusta  el  azul  —digo,  revelándome  contra  el  verde.  No  me importa lo mucho que mi corazón quisiera elegir ese color.

—Genial.

Me enfoco en mi sándwich de pan francés, devorándomelo y luego sigo con las galletas.

—Es una noche hermosa… —dice Federico.

—Sip. Me encanta el otoño…

—A mí también. Es mi estación favorita…

—La mía también… —Me como otra galleta.

¿Tenemos algo de qué hablar?

Cuando  estábamos  empezando  a  salir,  parecía  que  teníamos  montones  de cosas de qué hablar, pero tal vez es porque estábamos muy ocupados besándonos. Esta falta de conversación, así no es como se supone que sea el amor, ¿cierto? Pero ¿qué pasa cuando no encuentras a esa persona correcta?

¿Simplemente pasas el resto de tu vida en una relación donde la conversación no es genial, todo no es perfecto, pero si es agradable y dulce?
Sabiendo lo mucho que extraño a Peter, ¿debería siquiera estar con este chico? Tal vez podría hacer frente a un amor no correspondido, pero dado que sé que Peter  me  ama,  no  es  en  realidad  no  correspondido.  Es…  ¿un  amor  no aceptado? ¿Un amor evitado? ¿Un amor abandonado?


Cuando todas las galletas se han acabado, me acuesto de espaldas en la manta y miro fijamente a las estrellas emergentes, tratando de no pensar en nada excepto Federico, cascadas y ojos azules.

3 comentarios:

  1. Ay q feo todo
    Porque peter la evita así!, no quería estar con ella para no perder la amistad pero la deja así!
    Maass

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  2. Muy cobarde lo d Peter ...le deja el terreno libre a Federico ,y Lali k se plantea todo en base a los dos chicos.

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  3. Ojalá Peter reaccione :(

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