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Primera Cita
¿La
cuenta? 39 días desde la pelea con Peter
La semana después del campeonato
distrital, en el
cual, por cierto, estuve impresionante, tenemos la
noche del viernes libre, así que Federico me está llevando a una cita. Nuestra
primera cita real. Desde que él pasa sus viernes, sábados y domingos lavando
platos y cada dos días se dedica a
la práctica y
a los juegos,
no habíamos tenido
la oportunidad de salir, sólo nosotros dos. Por lo general, él viene
después de la práctica por un par de horas, nos besuqueamos y luego se va a
casa. En la escuela, comemos en el almuerzo y caminamos por el pasillo, pero no
es como si hubieramos llegado a pasar juntos una gran cantidad de tiempo. En
algunos aspectos, apenas lo conozco.
¿Cuál es
su color favorito?
¿Su banda favorita?
¿Sus vacaciones favoritas? ¿Mostaza o mayonesa? ¿Ambas?
¿Cuándo demonios es su cumpleaños?
En algunos
aspectos, lo conozco.
¿Le gusta mi
cabello recogido o
suelto? Suelto. ¿Calzones largos o interiores? Calzoncillos tipo bóxer.
¿Le gusta cuando me arreglo? Prefiere mis jeans y mis camisetas. ¿Joe Montana o
John Elway? Elway. (Blasfemia).
¿Peter?
¿Color favorito? Plateado. ¿Banda favorita? Led Zeppelin. ¿Vacaciones
favoritas? Un viaje a campo travieso con su papá al Gran Cañón. ¿Mostaza o
mayonesa? Salsa de tomate. ¿Cumpleaños? El primero de diciembre.
Federico me
recoge y nos vamos a algún lugar no revelado. Usando jeans y un suéter, ha
pedido prestado el auto de su abuelo para la ocasión y me trae un ramo de rosas
rojas. Son las 5:30 p.m., lo cual es temprano para una cita, así que estamos
viajando con una puesta de sol de color lila y goma de mascar cuando se estira
y frota mi muslo.
Él sonríe y
me recuerda el primer día que lo vi, cuando el sólo verlo hizo enloquecer mi
cuerpo. Prácticamente catatónico. Incluso si no es perfecto para mí, perfecto
como Peter, es fácil que te guste Federico.
Pronto me
doy cuenta de que nos dirigimos fuera de la ciudad y dentro del campo, mejor conocido
como ninguna parte.
—Federico,
¿a dónde vamos? No hay nada aquí afuera.
—Eso es lo
que tú crees —dice con una sonrisa maliciosa extendiéndose a través de su
rostro.
— ¿A dónde
vamos?
—Es una
sorpresa.
—Odio las
sorpresas. ¿Y cómo pueden gustarte las sorpresas? Te gusta tener el control.
Él se ríe
entre dientes. —Sí, pero tengo el control si soy el que está haciendo la sorpresa.
Estaciona el auto, salimos y caminamos a
través de un vasto campo verde, invadido por malas hierbas y heno,
hasta que llegamos a un
sendero que conduce hacia una
pequeña cascada, donde Federico establece un picnic.
Apuesto a
que el 99.9% de todas las mujeres se derretirían absolutamente si vieran este
escenario y estoy en la mayoría. Jadeando, le agarro el codo.
— ¿Cómo
encontraste este lugar?
Él sonríe,
haciéndome señas para que me siente en la manta que ha extendido
—Mi abuelo
me habló de esto. —Enciende un par de linternas.
El agua
está chapoteando sobre las rocas y los grillos están cantando mientras Federico alcanza
el interior de
una mochila y
saca sándwiches de pan francés, ensalada de papa y galletas con
chispas de chocolate, mis favoritas.
—En
realidad conoces el camino al corazón de una chica.
Él apila
algo de ensalada en un plato de cartón y me lo pasa.
—Bueno, no
al corazón de
todas las chicas.
Sólo al tuyo.
—Mi rostro se enciende. Si nunca me hubiese enterado de
que Peter me ama, ¿todavía estaría completamente loca por Federico?
Probablemente.
—Así que
—digo, mordiendo mi sándwich de albóndigas—, ¿qué te gusta hacer cuando no
estás jugando fútbol americano o lavando platos o controlando la vida social de
Vanessa?
Federico se
limpia la boca con el dorso de la mano. —Bueno, controlar la vida social de
Vanessa es toda mi razón de ser, pero cuando no estoy haciendo eso, me gusta
leer.
— ¿Leer?
¿Qué te gusta leer? Federico se echa a reír.
—Libros…
son esas cosas con papel y palabras.
Le lanzo un
bocado de ensalada de papa, el cual esquiva. —Sé eso, imbécil.
—Me gusta
leer sobre historia, ya sabes, La Guerra Civil y la Revolución. Estoy pensando
en especializarme en historia.
Me estoy
metiendo ensalada de papa en la boca cuando pienso acerca de mi diario. Pero si
ni siquiera me siento cómoda diciéndoles a mis mejores amigos sobre eso, ¿cómo
podría decirle a Federico?
—Eh, me
gusta jugar juegos.
Como cartas y
futbolito. Me gusta
correr y también me gustan los
desafíos y las carreras.
—Puedo ver
eso.
— ¿Cuál es
tu color favorito?
—Transparente.
— ¿Transparente?
—Sí, como
en trajes de baño para mujeres.
—Ja. Ja
—digo, con una risilla sofocada—. Pero en serio, ¿cuál es?
—Azul. ¿Y
tú?
Mi primera
reacción es decir azul también, pero entonces, pensamientos de los ojos verdes
de Peter estallan en mi cabeza. Ugh. Quiero decir, aquí estoy, sentada en mi
propio Edén personal con Federico tan tentador como la manzana de Eva y estoy
pensando en un chico que creía que era mi mejor amigo. Un mejor amigo que me
abandonó en el momento en que las cosas se pusieron difíciles.
—También me
gusta el azul
—digo, revelándome contra
el verde. No me
importa lo mucho que mi corazón quisiera elegir ese color.
—Genial.
Me enfoco
en mi sándwich de pan francés, devorándomelo y luego sigo con las galletas.
—Es una
noche hermosa… —dice Federico.
—Sip. Me
encanta el otoño…
—A mí
también. Es mi estación favorita…
—La mía
también… —Me como otra galleta.
¿Tenemos
algo de qué hablar?
Cuando estábamos
empezando a salir,
parecía que teníamos
montones de cosas de qué hablar,
pero tal vez es porque estábamos muy ocupados besándonos. Esta falta de
conversación, así no es como se supone que sea el amor, ¿cierto? Pero ¿qué pasa
cuando no encuentras a esa persona correcta?
¿Simplemente
pasas el resto de tu vida en una relación donde la conversación no es genial,
todo no es perfecto, pero si es agradable y dulce?
Sabiendo lo
mucho que extraño a Peter, ¿debería siquiera estar con este chico? Tal vez
podría hacer frente a un amor no correspondido, pero dado que sé que Peter me
ama, no es
en realidad no
correspondido. Es… ¿un
amor no aceptado? ¿Un amor
evitado? ¿Un amor abandonado?
Cuando
todas las galletas se han acabado, me acuesto de espaldas en la manta y miro
fijamente a las estrellas emergentes, tratando de no pensar en nada excepto Federico,
cascadas y ojos azules.
Ay q feo todo
ResponderEliminarPorque peter la evita así!, no quería estar con ella para no perder la amistad pero la deja así!
Maass
Muy cobarde lo d Peter ...le deja el terreno libre a Federico ,y Lali k se plantea todo en base a los dos chicos.
ResponderEliminarOjalá Peter reaccione :(
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