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¿Quién demonios fue el encargado del baile de bienvenida?
¿La cuenta? 25 días desde la pelea con Peter
La
banda de marcha está tocando la canción de Titanic: “My Heart Will Go On”.
— ¿En
serio? —Dice Nicolás mientras se inclina en contra de la valla que rodea el campo—.
¿Esa película no salió, como, hace décadas atrás?
—Incluso
yo podría planear un baile de bienvenida mejor que esto —le respondo—.
Descapotables amarillos y Titanic, mi trasero. —Lanzo un balón de fútbol en el
aire y lo atrapo. Apuntando a Peter, quien todavía está sentado en la parte
trasera del descapotable, pretendo lanzar el balón a él.
—Ni
siquiera pienses en ello —dice Nicolás, riendo en voz baja.
—Apuesto
a que puedo sacar a Peter fuera del auto —le digo, tomando unos cuantos saltos
hacia atrás y girando el brazo como si estuviera a punto de lanzar una larga
bomba.
—Definitivamente,
podrías, pero sé que no quieres avergonzar a Eugenia de esa forma. Dame el
balón.
De
mala gana, dejo caer el balón en la palma extendida de Nicolás, pero apuesto a
que a Peter le resultaría gracioso si lo golpeo fuera del auto. El viejo Peter
lo haría, de todos modos.
—Así
que, ¿realmente vas a llevar a Eugenia al baile?
Nicolás
despliega una pequeña sonrisa.
—Sí,
pero no es como una cita o algo así. Vamos como amigos.
Siento
una sonrisa enlazar mis labios, secretamente con la esperanza de que termine
por convertirse en una cita. Nicolás se merece una buena chica.
Voy
al baile con Federico, por supuesto, y a pesar de que con vehemencia se opuso a
“asistir a un evento social en el gimnasio de mierda”, Pablo va a llevar a Rocío.
Pero no sé si Peter va.
Finalmente,
después de lo que parece ser un año, Peter y Eugenia salen del convertible y se
unen al resto de la corte del baile. Ahora, la banda está tocando la canción de
Whitney Houston: “I Will Always Love You”, y siento como si pudiera vomitar en
cualquier momento dado.
Todo
el mundo, además de Peter, incluso los otros jugadores de fútbol está vestido
con un esmoquin. Él decidió quedarse en su uniforme de fútbol. Yo quiero reír,
realmente quiero hacerlo, pero todavía estoy tan enojada con él. Estoy triste
también.
Debido
a que Paula sigue obsesionado con Federico o algo así, las porristas le
pidieron que “presidiera la coronación de Eugenia”, lo que significa que ponga
la barata corona de porquería en su cabeza. Él la besa en la mejilla mientras
ella estabiliza su tiara de plástico. Antes de que él se aleje, él y Peter se
observan el uno al otro.
Como
jefa de porristas, Rocío pone una estúpida corona barata en la cabeza de Peter.
Ella le sonríe, pero él sólo le frunce el ceño a su vez. Echa un vistazo hacia
mí por un segundo, pero luego se quita la corona y comienza a darle vueltas en
un dedo. Sacudiendo la cabeza, Eugenia se estira, saca la corona de su dedo y
la pone de nuevo en la cabeza de él.
Haciendo
todo lo que puedo hacer por ignorar la reedición de la banda de marcha “When a
Man Loves a Woman”, estoy mirando el marcador, que dice 17-0, a favor de los
Hundred Oaks, por supuesto, cuando Nicolás dice:
—Estás
haciendo un juego increíble, Espósito.
—Gracias… tú
también. —Hago una
pausa—. He estado
realmente esforzándome, ya sabes,
para mostrarle a
la gente como
jugaría en la universidad.
— ¿Peter
te dijo que la Western Kentucky y la Auburn le enviaron cartas para jugar para
ellos el año que viene?
Sonrío
hacia abajo a mis tacos.
—No,
pero eso es genial.
—Así
que, ¿hay alguna escuela que te haya llamado o enviado por correo electrónico o
cualquier otra cosa?
Tomo
una respiración profunda y miro a Nicolás por el rabillo de mi ojo y giro el
balón.
—Uhm,
no realmente. No.
— ¿Qué?
—Dice, sus cejas se elevan más allá que un gol de meta—. ¿Crees que es porque
todos ya saben que vas a aceptar la oferta de Alabama?
Vuelvo
a pensar en cuando Victorio estaba en el último año, y casi cada uno de los
equipos en todo el maldito país lo llamó. Todo el mundo desde los dementes
grandes equipos como USL y USC hasta los equipos no tan impresionantes como los
Apalaches del Estado en Boone, Carolina del Norte. Incluso después de que Victorio
hizo un compromiso verbal a Tennessee, las cartas todavía inundaban nuestro
buzón y el contestador automático se llenaba, como, tres veces a la semana.
—No
sé por qué nadie ha llamado —le digo a Nicolás—. Pero sí, probablemente sea por
Alabama. —Miento.
Es
porque soy una chica. Justo como Peter dijo.
Sintiendo
lágrimas en mis ojos, envuelvo mis brazos alrededor de mi cintura, apretando mi
camiseta de color rojo y negro, e inclinándome hacia atrás contra la valla,
soportando la cursi música de la banda hasta que la señora Lanzani viene
corriendo hacia mí.
—Lali,
cariño —dice ella—, necesito una foto de ti con Peter. Vamos. —Toma mi mano y
me empuja hacia el lugar donde la corte del baile está de pie. Mamá y la mamá
de Nicolás están allí también, sorprendidas y alabando el vestido de satén rosa
de Eugenia.
—Vamos
a tomar una foto de los cuatro —dice mamá, señalándome, a Peter, Pablo, y Nicolás.
Cuando Peter se arranca la corona de su cabeza, me pongo de pie entre Pablo
y Nicolás cuando
nuestras mamás toman
fotos felices. Nos
hacen cambiar de lugar unas mil millones de veces y nos animan a sonreír
mientras pasaban sus cámaras de ida y vuelta la una a la otra, haciendo gala de
sus tomas.
Finalmente
después de cerca de cincuenta malditas fotos, una señora Lanzani con los ojos
llorosos dice:
—Peter,
Lali, quiero una de los dos solos.
Nicolás
se retira, dejando un espacio entre Peter y yo. Al mismo tiempo damos un paso
más cerca, pero no nos tocamos. — ¡Sonrían! —dice la Sra., por lo que pongo una
sonrisa falsa en mi rostro, pero cuando miro por el rabillo de mi ojo, la cara
de Peter está en blanco.
Esto
es lo más cerca que ha estado de mí en tres semanas, así que aprovecho mi
oportunidad.
—Peter,
lo siento, muchísimo.
—Yo
también —responde en voz baja.
— ¿Podemos
hablar de todo esto?
—Lali,
no puedo justo en este momento —susurra, mirando a mi cara una vez antes de
caminar a la banca, donde coloca su casco por encima de sus rizos rubios y
empieza a leer el cuaderno de jugadas.
De
pie en el vestidor después del juego, que, por supuesto, sacudí, me estoy
preparando para el baile. Estoy realmente emocionada.
Nunca he
ido a un baile,
y realmente nunca
he usado un
vestido de noche femenino y ajustado. Mamá y Vanessa me llevaron al
centro comercial y mientras yo jugaba juegos de video en la galería, ellas
escogieron este impresionante ejemplar negro con una abertura en el costado. Es
mejor que ponga loco a Federico, porque no puedo respirar en esta maldita cosa.
Aunque, tengo que admitir que se ve muy bien.
Mirándome
en el espejo, me cepillo el cabello, tratando de hacer que se vea bien, pero me
parece que no puedo hacer nada con él.
La
puerta del vestidor se abre de golpe y Eugenia entra. No he hablado con ella desde
aquel día en la práctica.
No
digo nada, sigo cepillándome mi cabello, con la esperanza de que tal vez algún
tipo de hada madrina aparecerá y hará que mi cabello se vea respetable, y tal
vez cambie mi Gatorade en un Ferrari como la Hada Madrina de Cenicienta
convirtió la calabaza en un carruaje a caballo.
—Me
encanta tu vestido —dice Eugenia en voz baja. Usando el reflejo del espejo, veo
como me observa. Ella deja caer su bolso en su casillero y luego se frota los
codos.
—Gracias.
Me gusta el tuyo también —digo, echando un vistazo a su vestido de color rosa.
Sólo ella podría hacer que ese color se vea bien.
Se
muerde el labio, y comienza a salir.
—Eugenia…
espera.
— ¿Sí?
—Uhm,
¿crees que, tal vez, podrías? —Levanto un mechón de cabello.
Se llame
los labios, mirando a la raída alfombra negra y roja pero luego se vuelve
hacía mí, toma mi mano, y me lleva a un banco. Ella me sienta y empieza a juguetear con mi cabello.
En
el espejo, veo que cepilla mi cabello y tira de él hacia atrás. Ella deja
pequeños mechones de cabello fuera del moño de modo que casi se parece a uno de
mis nudos, pero de alguna manera esto se ve más suave, primoroso. Se ve bien.
—Gracias
—le digo.
Eugenia
toma una respiración profunda. —Siento mucho lo que te dije, Lali... esto es
todo por mi culpa. No sé si Peter me perdonará alguna vez. Espero que tú
puedas.
De
pie y suavizando mi vestido, sonrío. Prefiero estar rodeada de chicos, pero necesito esta amistad
también. No es como si Nicolás o Pablo pudieran hablar de cosas de chicas, como
conectar con chicos. O arreglar mi cabello cuando estoy desesperada. Si le
pidiera a Nicolás que arreglara mi cabello, estoy segura de que lo habría
vuelto un desastre y me hubiera puesto un sombrero.
—Sí…
definitivamente. Estoy muy contenta de que seamos amigas.
Me
resplandece una sonrisa.
—Gracias.
¿Lista para azotar el baile? Federico está afuera esperando por ti y se ve tan condenadamente
caliente que casi le salto encima.
Yo
me río. —Sí, es difícil no hacerlo —le digo mientras dejamos el vestidor, donde
encontramos a Federico y a Nicolás esperando por nosotras.
—Mierda,
Espósito —dice Nicolás, mirándome de arriba abajo—. No puedes usar esa mierda.
Es, como, en contra de la naturaleza del universo o algo así.
Riendo,
me acerco y lo empujo, y él también se ríe. —Es broma —susurra. Tirando de mí
más cerca, continúa—: Aunque, en serio, serás la chica más hermosa en el baile
esta noche.
—Gracias
—le respondo, dándole un puñetazo en el hombro.
Federico
está sosteniendo una rosa roja y está vestido con una camisa de botones y
pantalones caqui sin corbata. Eugenia tenía razón; se ve robusto y caliente.
Tomo la rosa de él y le doy un beso.
— ¿Quién
dijo que la rosa era para ti? —susurra Federico en mi cuello.
— ¿Para
quién es? ¿Nicolás?
—Uh,
sip. —Federico sonríe.
Atraigo
la rosa a mi nariz, para olerla.
—Gracias
de todos modos. Te ves bien.
Federico
observa mi vestido.
—Te
ves sexy. —Me aleja de Nicolás y Eugenia, llevándome lejos del gimnasio y hacia
el estacionamiento.
—Uh,
Federico, el gimnasio está en esa dirección.
Se
da la vuelta, se mueve hacia atrás mientras sigue tirando de mí.
—Lo
sé. Pero después de verte con ese vestido, quiero arrancarlo de ti.
Riendo,
dejo caer la mano. —De ninguna manera, amigo. Nunca he ido a un baile.
Vamos a
ir. —Me doy
vuelta y marcho
hacia el gimnasio,
haciendo que me persigue. Desde atrás, él salta y desliza
una mano alrededor de mi cintura.
En
el interior del gimnasio, globos de color rojo y negro cuelgan de las paredes y
papel crepe está en todas partes.
—Súper
cursi —le digo a Federico—. Incluso yo podría hacerlo mejor que esto.
Aun
así, me alegro de experimentar esto antes de graduarme.
Una
lenta canción de Tim McGraw está sonando mientras Federico toma mi mano y me
lleva al centro del gimnasio. Se gira a mí alrededor, y entonces me empuja más cerca. Apoyo
la barbilla en
su hombro y
miro en torno
al oscuro gimnasio, Pablo y Rocío están de pie en la
esquina, peleando.
Nicolás
y Eugenia están bailando, sonriendo el uno al otro. Por supuesto espero que
ella sea capaz de conseguir superar a Peter, porque parece como si a Nicolás de
hecho le gusta, y a él nunca le gusta nadie en serio. Paula está bailando con
Higgins, pero ella sigue mirándonos a mí y a Federico, e inmediatamente después
mira hacia otro lado. ¿Así de celosa?
Inclino
mi frente contra la de Federico por un minuto, pero luego muevo la barbilla de
vuelta sobre su hombro, fijándome en la escena de nuevo. Ahora, Pablo y Rocío
están parados en la esquina,
besándose. Ridículo. A continuación, Peter
entra en el gimnasio. Desde luego, no se vistió para
el baile. Lleva jeans y una vieja camiseta, pero todavía se ve condenadamente
caliente.
Está dando
vueltas a esa
estúpida corona barata
en el dedo
y mirando a su
alrededor en el gimnasio. Un par de chicas se apresuran hacia él, probablemente
estarán pidiéndole bailar, pero él las aparta. Apoyándose contra la pared,
sigue girando la corona.
Cuando la lenta
canción termina, los ojos verdes de Henry encuentran los míos, me alejo de Federico y comienzo a caminar
hacia mi amigo. Peter me mira, luego mira fijamente a mi vestido. Y entonces él
se da la vuelta y se va del gimnasio, dejando caer la estúpida corona. ¿Qué
demonios?
DE:
Espósito, Lali
PARA:
Tucker, Mark (Atletismo, Universidad de Alabama)
FECHA: Sábado, 9 de octubre,
06:47 am.
ASUNTO:
Finales de Distrito.
Estimado
Sr. Tucker:
Espero
que esté bien. Tengo muchas ganas de asistir al Baile de Caridad de Antiguos
Alumnos en diciembre. Gracias por
las pruebas del calendario. Me encanta.
Sólo
quería que supiera que ganamos nuestro último juego de la temporada ayer por la
noche. Le ganamos al Condado de Davidson 31-7. Lancé para 320 yardas. He
adjuntado un vídeo del juego para que usted pueda compartir con los
entrenadores de fútbol.
La semana que viene, nos dirigimos a las
finales de distrito, y si ganamos, vamos a ir al campeonato estatal.
Espero que usted y el entrenador Thompson puedan ir al juego.
Gracias
de nuevo por todo.
Atentamente,
Hasta aquí he subido todo lo programado, lo más seguro que mañana o pasado suba de noche, quería subir hasta el final, pero me falta adaptar parte de la historia al menos unos 8 capítulos. Espero comprensión y gracias por seguir leyendo.
MAasss
ResponderEliminarOdio las reacciones de peter le pagaría!
porque es tan tarado?
ResponderEliminarSubí mássss!!!
ResponderEliminarEs un cretino importante.!!!!
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