jueves, 28 de enero de 2016

Capítulo 12

Lali estaba caminando de un lado a otro en la sala de espera del Hospital St. Luke's de Wild Horse Junction. Cuando Peter entró, dejó de caminar.

—He visto que Tiffany está con un médico. ¿Te encuentras bien?
No lo estaba. Estaba muy preocupada por Tiffany y por Amy y por toda la situación.
—Estoy bien —le dijo Lali, sin embargo. Había ido una ambulancia al aeropuerto, y Tiffany había querido que Lali fuera con ella.
—¿Has tenido que esperar mucho en Urgencias?
—No.  Lo  que  ha  tardado  en  verla  un  médico  y  en  que  yo  rellenara  unos papeles. Cuando decidieron admitirla, pedí que la viera la doctora Phillips.
Esta era su propia ginecóloga y uno de los médicos para los que trabajaba Lali.
—¿Estás pagando tú sus gastos? —preguntó Peter con una ceja alzada.
—Por ahora. Hasta que consigamos una ayuda estatal. He llamado a Candela. El Servicio de Ayuda a la Familia tiene que enterarse de que la hemos encontrado. Y también he llamado a Walter Ludlow.
—¿El abogado?
—Sí. Candela ha trabajado para él, y Dylan también. De hecho, él y Dylan son buenos amigos. Tiffany va a necesitar un abogado. Aunque Candela la apoye, no será suficiente.
—Te estás involucrando demasiado —le advirtió Peter.
—¿Que estoy demasiado implicada? ¿Qué quieres decir con eso, Peter? Tú has oído la historia de Tiffany igual que yo.
—Tienes que ser realista, Lali.
—Soy realista. La chica no tiene a nadie. Ni a su madre, que la echó cuando se enteró de que estaba embarazada. Ni a su novio. ¿Qué clase de chico es ése, que la lleva  al  apartamento de  alguien  que  ni  conoce  después de  que  ella  diera  a luz, cuando necesitaba cuidados médicos? Y cuando los echan de allí, la deja en un motel, sin dinero y sin un lugar adonde ir.
Lali estaba indignada. Sobre todo con la madre de Tiffany que no había actuado como debía actuar una madre.
—Sólo un chico con la cabeza hueca —dijo Peter. Lali pensó en el calvario que habría pasado la niña.
—Ella estaba muy débil para oponerse a su novio. Tiffany quería quedarse con el bebé. Sólo que no ve el modo de hacerlo.
—Abandonó a su hija.
—No la abandonó —protestó Lali acaloradamente—. La dejó conmigo. Hay una gran diferencia.
Lali había recordado de dónde conocía a Tiffany finalmente. Había dado un curso en Laramie sobre madres solteras, a profesores de secundaria y cómo podía ayudar el personal a prepararlas para la maternidad. También había hecho un taller con los chicos y chicas. Y ahí la había conocido.
Después de tener a Amy, Tiffany había estado muy débil porque había perdido mucha sangre. No podía cuidar a Amy. Y su novio tampoco. Y Tiffany había recordado a Lali. Le había hablado de ella a Justin y habían ido a Wild Horse.
—Entiendo que llames a Candela, pero ¿al abogado? ¿Quién va a pagarle? ¿Cómo va a ocuparse esa chica del bebé si no es capaz de cuidarse a sí misma?
—¡Hombres! En lo único que piensas es en el dinero. Si no quieres involucrarte en esto, no lo hagas… Tu trabajo ya está hecho. Pero tal vez yo pueda hacer más. Tal vez pueda ayudar a Tiffany a que se quede con el bebé. Hasta es posible que pueda darles un lugar donde quedarse.
—¿Hablas en serio?
—Sí.
—¿Tienes idea de la responsabilidad que estarías asumiendo?
—Lo sé perfectamente, Peter. Me he hecho responsable de mí y de mi padre durante años.
—Es diferente —dijo Peter, pasándose la mano por el pelo.
—Sí, lo es. Creo que sé juzgar a las personas, y me parece que Tiffany sólo necesita  una  oportunidad.  Es  una  chica  inteligente.  Antes  de  que  viniera  a examinarla el médico, me habló de los cursos que hizo en el verano. No los hizo porque tuviera que hacerlos, sino porque quería. Sabe manejar ordenadores y ha aprendido cosas de secretariado, y sólo necesita una pequeña ayuda y una segunda oportunidad —los ojos de Lali se llenaron de lágrimas sin saber por qué, y ella se dio la vuelta para que no la viera Peter.
Peter le agarró el hombro. Con la otra mano agarró su codo y la giró nuevamente hacia él. No quería mirarlo, porque le iban a dar más ganas de llorar. Y no quería hacerlo.
—Lali… —murmuró él tiernamente y la tomó en sus brazos.
—Estoy bien —respondió ella contra su pecho.
—Lo sé… —Peter apoyó su barbilla encima de la cabeza de ella.
—Sólo estoy preocupada por la salud de Tiffany, y por la posibilidad de que el sheriff la arreste. Me gustaría que Walter ya estuviera aquí.
—Pero por encima de todo, éste es el fin de la búsqueda. La hemos encontrado.
¿Sería eso parte del problema también? ¿Que el papel de Peter había terminado y que él desaparecería de su vida?
Y ella no quería que desapareciera de su vida.
Se  había  enamorado  de  Peter  Lanzani.  Demasiado  pronto.  Demasiado rápido. Demasiado profundamente.
Lali se separó de él, lo miró y tuvo miedo de que se le notase en los ojos.
—Lali… —repitió él con voz triste, de lamento. Pero Peter no tuvo tiempo de continuar porque aparecieron dos hombres en la sala de espera. Uno era el sheriff Thompson y el otro Walter Ludlow. Peter le dijo al oído:
—Yo hablaré con el sheriff. Tú ocúpate de Ludlow. Intentaremos ayudar a Tiffany, si tú crees que lo merece, pero espero que sepas qué estás haciendo, porque tu vida no volverá a ser la misma.
En aquel momento, a Lali le pareció bueno que su vida cambiase. Lali se apartó de Peter, le dio la mano a Walter Ludlow y sonrió.
Peter estaba esperando a la puerta de la casa de Lali. Ella no había llegado aún de pasar consultas a domicilio. Peter estaba impaciente por que ella volviera a casa y no sabía por qué. ¿Por la idea que se le había ocurrido? Tenía que estar muy seguro de que era algo que quería hacer.
Cuando ella se acercó en su coche, lo saludó con la mano.
Minutos más tarde estaban sentados en el salón de su casa, y Peter le dijo:
—He volado a Laramie y he visto a la madre de Tiffany. La señora Morrison no es una mujer muy maternal.
Lali lo miró, sorprendida. Él mismo estaba sorprendido de haber ido a ver a aquella mujer.
—¿Qué dijo? —preguntó Lali.
—Me dijo que Tiffany tiene dieciocho años y que ya es mayor para vivir sola. Que no va a hacerse cargo de un bastardo y que es mejor que Tiffany no le pida nada porque no tiene nada que darle.
—No puedo creer que una madre pueda actuar así…
—Créeme, no fingía. No tiene nada, Lali. Y lo poco que tiene no quiere compartirlo con Tiffany. Tengo la impresión de que Tiffany ha sido una responsabilidad que siempre ha rechazado, para empezar. Y ha estado haciendo tiempo hasta que tuviera dieciocho años y pudiera lavarse las manos en lo concerniente a ella.
—Tiffany me contó que no conoce a su padre —dijo Lali.
Y Peter se dio cuenta de que ella estaba tomando cariño a la chica. Lali fue hacia el teléfono.
—Voy a llamar a Walter.
Peter fue hacia ella y le agarró la mano.
Ella se estremeció ante aquel contacto eléctrico de su mano.
—¿Realmente vas a hacerte cargo de Tiffany y del bebé si el juez te lo permite?
—Sí. Es la única forma de que Tiffany se quede con su bebé.
—¿Y estás preparada para el hecho de que pueda ser algo temporal o permanente? ¿Que puede irse en cualquier momento o quedarse para siempre?
—No se quedará para siempre —dijo Lali con tristeza—. Tiffany quiere vivir sola y cuidar a Amy. Ahora mismo ella no tiene los medios para hacerlo y no sabe cómo hacerlo.
—Y cuando tenga los medios… Si aprende a cuidar a Amy, ¿vas a ser capaz de hacerte a un lado y dejar que ella sea su madre?
—¿Por qué tantas preguntas, Peter? Creía que querías terminar con esto.
Él vio en su mirada que Lali pensaba que él quería acabar con ella. Él lo había pensado  mucho.  Había  pasado  la  noche  despierto,  diciéndose  que  él  no era  el hombre adecuado para Lali. Pero había algo que lo llevaba una y otra vez hacia ella.
Tal vez su vida también pudiera cambiar.
—He hablado con Tiffany esta mañana antes de ir a Laramie.
—¿Sobre qué? —preguntó Lali, sorprendida.
—Quería saber si tu idea sobre ella era correcta. Quería saber exactamente qué era capaz de hacer en el mundo real, como por ejemplo en cuanto al trabajo. No es fácil conseguir trabajo en Wild Horse ahora mismo.
—Estoy segura de que habrá alguna empresa que necesite una secretaria, una empresa que necesite una empleada administrativa.
—La hay. Yo, por ejemplo.
Lali preguntó incrédula:
—¿Tú?
—Las compañías de seguridad generan trabajo de oficina. A veces se me retrasa el trabajo por las llamadas que tengo que hacer y recibir. Y se me acumula trabajo también. Tiffany va a tener mejor imagen delante del juez si tiene un trabajo, ¿no crees?
—¿No te importa que haya un bebé en tu casa?
—No hay problema. Además, tú podrías venir a cuidarla, si te necesitamos. Lali se acercó a él y le dijo, emocionada:
—¿Por qué haces esto, Peter? Yo quiero ocuparme de Tiffany y Amy. Me apetece que sean parte de mi vida y parte de mi familia. ¿Estás seguro de que quieres tener a Tiffany y a Amy en tu casa? Porque no será fácil. Los bebés lloran. Tiffany se sentirá impotente…
—Yo perdí la oportunidad de tener un bebé en mi casa. Tal vez quiera ver cómo es tenerlo. No me estoy comprometiendo a ser su padre ni a ser su hermano mayor. Yo seré su jefe.
Lali se acercó a él, y puso su palma en el pecho de Peter.
—Creo que finges muy bien. Finges ser muy duro, pero tienes un gran corazón, una gran ternura.
—Sólo intento compensar mis pecados.
—Eso es lo que crees.
Sus sueños se habían acabado hacía mucho tiempo. Pero ahora parecían aflorar nuevamente. Y todos parecían tener que ver con Lali, pensó él.
—Crees que me conoces. Pero no es así —dijo Peter.
—En algunos sentidos, creo que te conozco mejor que tú.
—Si me conocieras de verdad, huirías de mí.
—¿Sí?
—Porque quiero hacer contigo cosas que no he querido hacer con ninguna otra mujer.
Si ella hubiera dicho algo, tal vez él se habría echado atrás. Pero ella se quedó callada, mirándolo con aquellos ojos marrones, y sus labios rosas entreabiertos, y sus rizos enmarcando su cara…
¡Oh, Dios! ¡Hasta sus pecas eran sexys!
Con un gemido, Peter le besó las pecas y luego las mejillas. No se había quitado la chaqueta; había pensado hacerle una visita corta. Pero en aquel momento se la quitó.
Le quitó la chaqueta a Lali y sintió el bulto de sus pechos por debajo de la seda de su blusa. Se imaginó el sujetador de encaje a juego con sus braguitas.
Le desabrochó la blusa, y ella tiró de su camisa para sacársela de dentro del pantalón. Su sujetador era tan delicado como las alas de una mariposa. Cuando ella estuvo desnuda de cintura para arriba, él la besó…
Sin saber cómo, acabaron tumbados en un sofá. Ella le quitó la camisa. Había un lío de brazos y manos mientras él la besaba ardientemente, y sus lenguas jugaban eróticamente.
Peter disfrutó acariciando su piel satinada. Y notó que el deseo de Lali era tan  intenso  como  el  suyo  propio.  Aquello  era  algo  nuevo  para  él,  que  ambos desearan tanto hacer el amor como él.
Al parecer, ella podía hacer dos cosas a la vez. Por un lado lo estaba besando y por  otro  le  estaba  desabrochando  el  cinturón.  Debería  quitarle  los  pantalones, quitarse las botas y tirar sus vaqueros. Pero en lo único que podía pensar en aquel momento era en los dedos de Lali cerca de su bragueta. El cinturón era difícil de desabrochar, así que ella pareció hartarse y bajó su cremallera. Él sabía que ella notaba su erección. Y también que ella probablemente estaba húmeda y preparada para sentirlo.
¿Cómo había podido desatarse aquel deseo tan rápidamente? ¿Tendrían aún el deseo  sofocado  de  la  noche  que  habían  dormido  en  el  albergue? Aquella  noche habían deseado hacer el amor también, pero habían tenido el suficiente juicio para no complicar más sus vidas y sus emociones.
¿Qué había sucedido aquella noche?
La negación de su deseo era casi imposible. El lazo entre ellos estaba creciendo. Lali iba a acoger a Tiffany y a Amy. Lali era una mujer muy compasiva, una mujer muy generosa…
Pero él no se veía en su vida. Él había comprobado que no era un hombre de familia. Para serlo, habría tenido que dejar todo lo que le parecía importante.
Y él sabía que no podía hacer promesas ya. Se las había hecho a Cheryl, pero aquellas promesas habían tenido un significado diferente para ambos.
Y Lali era una mujer que necesitaba un hombre con un trabajo de nueve a cinco de la tarde, alguien para quien ella fuera lo primero.
Los dedos de Lali se deslizaron por su bragueta. Cuando él gimió, ella lo acarició. Aquello lo iba a matar.
—¿Qué?  —preguntó  ella,  con  las  mejillas  encendidas  y  la  voz  sensual—. ¿Quieres quitarte los vaqueros? —preguntó Lali directamente.
Peter respiró profundamente y puso la mano encima de la de ella, deteniendo sus movimientos.
—No puedo hacer esto —dijo. Ella lo miró, perpleja.
—¿No tienes un condón? —preguntó.
Oh, sí, él tenía un condón, por si se daba una situación como ésa.
—Ése no es el problema. Nosotros somos el problema. Los dedos de Lali se quedaron inmóviles.
—Sabes lo que voy a decirte, Lali. Hemos hablado de esto antes.
—Entonces,   ¿por   qué   sigue   sucediendo   esto?   ¿Por   qué   no   podemos mantenernos alejados? No hacía falta que fueras a ver a la madre de Tiffany. No hacía falta que vinieras aquí y me dijeras lo que me has dicho. Podrías haber llamado simplemente. Podrías haberme dado el mensaje a través de Candela o Walter.
—Hemos estado trabajando juntos en esto.
—Sí, es cierto —Lali miró alrededor y vio su blusa cerca del sofá.
Se separó de él y se la puso rápidamente. Mientras se abrochaba los botones, lo miró y le preguntó:
—Le has ofrecido un trabajo a Tiffany. ¿Va en serio?
—Sí. Pero eso no tiene nada que ver con nosotros. Ella lo miró y suspiró.
—No, supongo que no —dijo—. Supongo que para ti es fácil separar las cosas. Yo tendré que aprender. Ayudaré a Tiffany a buscar otro trabajo. Si no consigue otra cosa, tendrá que aceptar el tuyo. Porque no creo que haya muchos jefes que le dejen llevar al niño.
—Eso siempre que consiga la custodia. No estamos seguros de que se la den.
—Si tú y yo la ayudamos, y contamos con el apoyo de Candela y Walter, tiene posibilidades.
Peter agarró el brazo de Lali.
—Si tenemos sexo, los dos nos arrepentiremos más tarde —dijo Peter.
—¿Por qué opinas por mí? Deberías ir a un entrenamiento para exagentes del FBI. A lo mejor allí aprenderías a abandonar esa actitud tan machista.
—No tengo…
—Sí, la tienes —Lali miró hacia su habitación—. Voy a arreglarme y luego iré a ver a Candela. Vamos a ver qué ropa me puede dar para Amy que ya le quede pequeña a Timmy. Tú puedes vestirte y marcharte…
Lali agarró su sujetador y se marchó por el pasillo.
Si él iba tras ella… No resolverían nada. Tal vez no tenía que resolver nada. Tal vez sólo tuviera que cortar los lazos que lo unían a Lali.

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