Lali
estaba caminando de un lado a otro en la sala de espera del Hospital St. Luke's de Wild Horse
Junction. Cuando Peter entró, dejó de caminar.
—He
visto que Tiffany está con un médico. ¿Te encuentras bien?
No
lo estaba. Estaba muy preocupada por Tiffany y por Amy y por toda la situación.
—Estoy
bien —le dijo Lali, sin embargo. Había ido una ambulancia al aeropuerto, y
Tiffany había querido que Lali fuera con ella.
—¿Has
tenido que esperar mucho en Urgencias?
—No. Lo
que ha tardado
en verla un
médico y en que yo
rellenara unos papeles. Cuando
decidieron admitirla, pedí que la viera la doctora Phillips.
Esta
era su propia ginecóloga y uno de los médicos para los que trabajaba Lali.
—¿Estás
pagando tú sus gastos? —preguntó Peter con una ceja alzada.
—Por
ahora. Hasta que consigamos una ayuda estatal. He llamado a Candela. El
Servicio de Ayuda a la Familia tiene que enterarse de que la hemos encontrado.
Y también he llamado a Walter Ludlow.
—¿El
abogado?
—Sí.
Candela ha trabajado para él, y Dylan también. De hecho, él y Dylan son buenos
amigos. Tiffany va a necesitar un abogado. Aunque Candela la apoye, no será
suficiente.
—Te
estás involucrando demasiado —le advirtió Peter.
—¿Que
estoy demasiado implicada? ¿Qué quieres decir con eso, Peter? Tú has oído la
historia de Tiffany igual que yo.
—Tienes
que ser realista, Lali.
—Soy
realista. La chica no tiene a nadie. Ni a su madre, que la echó cuando se
enteró de que estaba embarazada. Ni a su novio. ¿Qué clase de chico es ése, que
la lleva al apartamento de alguien
que ni conoce
después de que ella
diera a luz, cuando necesitaba
cuidados médicos? Y cuando los echan de allí, la deja en un motel, sin dinero y
sin un lugar adonde ir.
Lali
estaba indignada. Sobre todo con la madre de Tiffany que no había actuado como
debía actuar una madre.
—Sólo
un chico con la cabeza hueca —dijo Peter. Lali pensó en el calvario que habría
pasado la niña.
—Ella
estaba muy débil para oponerse a su novio. Tiffany quería quedarse con el bebé.
Sólo que no ve el modo de hacerlo.
—Abandonó
a su hija.
—No
la abandonó —protestó Lali acaloradamente—. La dejó conmigo. Hay una gran
diferencia.
Lali
había recordado de dónde conocía a Tiffany finalmente. Había dado un curso en
Laramie sobre madres solteras, a profesores de secundaria y cómo podía ayudar
el personal a prepararlas para la maternidad. También había hecho un taller con
los chicos y chicas. Y ahí la había conocido.
Después
de tener a Amy, Tiffany había estado muy débil porque había perdido mucha
sangre. No podía cuidar a Amy. Y su novio tampoco. Y Tiffany había recordado a
Lali. Le había hablado de ella a Justin y habían ido a Wild Horse.
—Entiendo
que llames a Candela, pero ¿al abogado? ¿Quién va a pagarle? ¿Cómo va a
ocuparse esa chica del bebé si no es capaz de cuidarse a sí misma?
—¡Hombres!
En lo único que piensas es en el dinero. Si no quieres involucrarte en esto, no
lo hagas… Tu trabajo ya está hecho. Pero tal vez yo pueda hacer más. Tal vez
pueda ayudar a Tiffany a que se quede con el bebé. Hasta es posible que pueda
darles un lugar donde quedarse.
—¿Hablas
en serio?
—Sí.
—¿Tienes
idea de la responsabilidad que estarías asumiendo?
—Lo
sé perfectamente, Peter. Me he hecho responsable de mí y de mi padre durante
años.
—Es
diferente —dijo Peter, pasándose la mano por el pelo.
—Sí,
lo es. Creo que sé juzgar a las personas, y me parece que Tiffany sólo
necesita una oportunidad.
Es una chica
inteligente. Antes de que viniera
a examinarla el médico, me habló de los cursos que hizo en el verano. No
los hizo porque tuviera que hacerlos, sino porque quería. Sabe manejar
ordenadores y ha aprendido cosas de secretariado, y sólo necesita una pequeña
ayuda y una segunda oportunidad —los ojos de Lali se llenaron de lágrimas sin
saber por qué, y ella se dio la vuelta para que no la viera Peter.
Peter
le agarró el hombro. Con la otra mano agarró su codo y la giró nuevamente hacia
él. No quería mirarlo, porque le iban a dar más ganas de llorar. Y no quería
hacerlo.
—Lali…
—murmuró él tiernamente y la tomó en sus brazos.
—Estoy
bien —respondió ella contra su pecho.
—Lo
sé… —Peter apoyó su barbilla encima de la cabeza de ella.
—Sólo
estoy preocupada por la salud de Tiffany, y por la posibilidad de que el sheriff la arreste. Me
gustaría que Walter ya estuviera aquí.
—Pero
por encima de todo, éste es el fin de la búsqueda. La hemos encontrado.
¿Sería
eso parte del problema también? ¿Que el papel de Peter había terminado y que él
desaparecería de su vida?
Y
ella no quería que desapareciera de su vida.
Se había
enamorado de Peter
Lanzani. Demasiado pronto.
Demasiado rápido. Demasiado profundamente.
Lali
se separó de él, lo miró y tuvo miedo de que se le notase en los ojos.
—Lali…
—repitió él con voz triste, de lamento. Pero Peter no tuvo tiempo de continuar
porque aparecieron dos hombres en la sala de espera. Uno era el sheriff
Thompson y el otro Walter Ludlow. Peter le dijo al oído:
—Yo
hablaré con el sheriff. Tú ocúpate de Ludlow. Intentaremos ayudar a Tiffany, si
tú crees que lo merece, pero espero que sepas qué estás haciendo, porque tu
vida no volverá a ser la misma.
En
aquel momento, a Lali le pareció bueno que su vida cambiase. Lali se apartó de
Peter, le dio la mano a Walter Ludlow y sonrió.
Peter
estaba esperando a la puerta de la casa de Lali. Ella no había llegado aún de
pasar consultas a domicilio. Peter estaba impaciente por que ella volviera a
casa y no sabía por qué. ¿Por la idea que se le había ocurrido? Tenía que estar
muy seguro de que era algo que quería hacer.
Cuando
ella se acercó en su coche, lo saludó con la mano.
Minutos
más tarde estaban sentados en el salón de su casa, y Peter le dijo:
—He
volado a Laramie y he visto a la madre de Tiffany. La señora Morrison no es una
mujer muy maternal.
Lali
lo miró, sorprendida. Él mismo estaba sorprendido de haber ido a ver a aquella
mujer.
—¿Qué
dijo? —preguntó Lali.
—Me
dijo que Tiffany tiene dieciocho años y que ya es mayor para vivir sola. Que no
va a hacerse cargo de un bastardo y que es mejor que Tiffany no le pida nada
porque no tiene nada que darle.
—No
puedo creer que una madre pueda actuar así…
—Créeme,
no fingía. No tiene nada, Lali. Y lo poco que tiene no quiere compartirlo con
Tiffany. Tengo la impresión de que Tiffany ha sido una responsabilidad que
siempre ha rechazado, para empezar. Y ha estado haciendo tiempo hasta que
tuviera dieciocho años y pudiera lavarse las manos en lo concerniente a ella.
—Tiffany
me contó que no conoce a su padre —dijo Lali.
Y
Peter se dio cuenta de que ella estaba tomando cariño a la chica. Lali fue
hacia el teléfono.
—Voy
a llamar a Walter.
Peter
fue hacia ella y le agarró la mano.
Ella
se estremeció ante aquel contacto eléctrico de su mano.
—¿Realmente
vas a hacerte cargo de Tiffany y del bebé si el juez te lo permite?
—Sí.
Es la única forma de que Tiffany se quede con su bebé.
—¿Y
estás preparada para el hecho de que pueda ser algo temporal o permanente? ¿Que
puede irse en cualquier momento o quedarse para siempre?
—No
se quedará para siempre —dijo Lali con tristeza—. Tiffany quiere vivir sola y
cuidar a Amy. Ahora mismo ella no tiene los medios para hacerlo y no sabe cómo
hacerlo.
—Y
cuando tenga los medios… Si aprende a cuidar a Amy, ¿vas a ser capaz de hacerte
a un lado y dejar que ella sea su madre?
—¿Por
qué tantas preguntas, Peter? Creía que querías terminar con esto.
Él
vio en su mirada que Lali pensaba que él quería acabar con ella. Él lo había
pensado mucho. Había
pasado la noche
despierto, diciéndose que él no era
el hombre adecuado para Lali. Pero había algo que lo llevaba una y otra
vez hacia ella.
Tal
vez su vida también pudiera cambiar.
—He
hablado con Tiffany esta mañana antes de ir a Laramie.
—¿Sobre
qué? —preguntó Lali, sorprendida.
—Quería
saber si tu idea sobre ella era correcta. Quería saber exactamente qué era
capaz de hacer en el mundo real, como por ejemplo en cuanto al trabajo. No es
fácil conseguir trabajo en Wild Horse ahora mismo.
—Estoy
segura de que habrá alguna empresa que necesite una secretaria, una empresa que
necesite una empleada administrativa.
—La
hay. Yo, por ejemplo.
Lali
preguntó incrédula:
—¿Tú?
—Las
compañías de seguridad generan trabajo de oficina. A veces se me retrasa el
trabajo por las llamadas que tengo que hacer y recibir. Y se me acumula trabajo
también. Tiffany va a tener mejor imagen delante del juez si tiene un trabajo,
¿no crees?
—¿No
te importa que haya un bebé en tu casa?
—No
hay problema. Además, tú podrías venir a cuidarla, si te necesitamos. Lali se
acercó a él y le dijo, emocionada:
—¿Por
qué haces esto, Peter? Yo quiero ocuparme de Tiffany y Amy. Me apetece que sean parte de
mi vida y parte de mi familia. ¿Estás seguro de que quieres tener a Tiffany y a
Amy en tu casa? Porque no será fácil. Los bebés lloran. Tiffany se sentirá impotente…
—Yo
perdí la oportunidad de tener un bebé en mi casa. Tal vez quiera ver cómo es
tenerlo. No me estoy comprometiendo a ser su padre ni a ser su hermano mayor. Yo
seré su jefe.
Lali
se acercó a él, y puso su palma en el pecho de Peter.
—Creo
que finges muy bien. Finges ser muy duro, pero tienes un gran corazón, una gran
ternura.
—Sólo
intento compensar mis pecados.
—Eso
es lo que crees.
Sus
sueños se habían acabado hacía mucho tiempo. Pero ahora parecían aflorar
nuevamente. Y todos parecían tener que ver con Lali, pensó él.
—Crees
que me conoces. Pero no es así —dijo Peter.
—En
algunos sentidos, creo que te conozco mejor que tú.
—Si
me conocieras de verdad, huirías de mí.
—¿Sí?
—Porque
quiero hacer contigo cosas que no he querido hacer con ninguna otra mujer.
Si
ella hubiera dicho algo, tal vez él se habría echado atrás. Pero ella se quedó
callada, mirándolo con aquellos ojos marrones, y sus labios rosas
entreabiertos, y sus rizos enmarcando su cara…
¡Oh,
Dios! ¡Hasta sus pecas eran sexys!
Con
un gemido, Peter le besó las pecas y luego las mejillas. No se había quitado la
chaqueta; había pensado hacerle una visita corta. Pero en aquel momento se la
quitó.
Le
quitó la chaqueta a Lali y sintió el bulto de sus pechos por debajo de la seda
de su blusa. Se imaginó el sujetador de encaje a juego con sus braguitas.
Le
desabrochó la blusa, y ella tiró de su camisa para sacársela de dentro del
pantalón. Su sujetador era tan delicado como las alas de una mariposa. Cuando
ella estuvo desnuda de cintura para arriba, él la besó…
Sin
saber cómo, acabaron tumbados en un sofá. Ella le quitó la camisa. Había un lío
de brazos y manos mientras él la besaba ardientemente, y sus lenguas jugaban
eróticamente.
Peter
disfrutó acariciando su piel satinada. Y notó que el deseo de Lali era tan intenso
como el suyo
propio. Aquello era
algo nuevo para
él, que ambos desearan tanto hacer el amor como él.
Al
parecer, ella podía hacer dos cosas a la vez. Por un lado lo estaba besando y
por otro
le estaba desabrochando
el cinturón. Debería
quitarle los pantalones, quitarse las botas y tirar sus
vaqueros. Pero en lo único que podía pensar en aquel momento era en los dedos
de Lali cerca de su bragueta. El cinturón era difícil de desabrochar, así que
ella pareció hartarse y bajó su cremallera. Él sabía que ella notaba su
erección. Y también que ella probablemente estaba húmeda y preparada para
sentirlo.
¿Cómo
había podido desatarse aquel deseo tan rápidamente? ¿Tendrían aún el deseo sofocado
de la noche
que habían dormido
en el albergue? Aquella noche habían deseado hacer el amor también,
pero habían tenido el suficiente juicio para no complicar más sus vidas y sus
emociones.
¿Qué
había sucedido aquella noche?
La
negación de su deseo era casi imposible. El lazo entre ellos estaba creciendo.
Lali iba a acoger a Tiffany y a Amy. Lali era una mujer muy compasiva, una mujer muy generosa…
Pero
él no se veía en su vida. Él había comprobado que no era un hombre de familia.
Para serlo, habría tenido que dejar todo lo que le parecía importante.
Y
él sabía que no podía hacer promesas ya. Se las había hecho a Cheryl, pero
aquellas promesas habían tenido un significado diferente para ambos.
Y
Lali era una mujer que necesitaba un hombre con un trabajo de nueve a cinco de
la tarde, alguien para quien ella fuera lo primero.
Los
dedos de Lali se deslizaron por su bragueta. Cuando él gimió, ella lo acarició.
Aquello lo iba a matar.
—¿Qué? —preguntó
ella, con las
mejillas encendidas y
la voz sensual—. ¿Quieres quitarte los
vaqueros? —preguntó Lali directamente.
Peter
respiró profundamente y puso la mano encima de la de ella, deteniendo sus
movimientos.
—No
puedo hacer esto —dijo. Ella lo miró, perpleja.
—¿No
tienes un condón? —preguntó.
Oh,
sí, él tenía un condón, por si se daba una situación como ésa.
—Ése
no es el problema. Nosotros somos el problema. Los dedos de Lali se quedaron
inmóviles.
—Sabes
lo que voy a decirte, Lali. Hemos hablado de esto antes.
—Entonces, ¿por
qué sigue sucediendo
esto? ¿Por qué
no podemos mantenernos alejados?
No hacía falta que fueras a ver a la madre de Tiffany. No hacía falta que
vinieras aquí y me dijeras lo que me has dicho. Podrías haber llamado simplemente.
Podrías haberme dado el mensaje a través de Candela o Walter.
—Hemos
estado trabajando juntos en esto.
—Sí,
es cierto —Lali miró alrededor y vio su blusa cerca del sofá.
Se
separó de él y se la puso rápidamente. Mientras se abrochaba los botones, lo
miró y le preguntó:
—Le
has ofrecido un trabajo a Tiffany. ¿Va en serio?
—Sí.
Pero eso no tiene nada que ver con nosotros. Ella lo miró y suspiró.
—No,
supongo que no —dijo—. Supongo que para ti es fácil separar las cosas. Yo
tendré que aprender. Ayudaré a Tiffany a buscar otro trabajo. Si no consigue
otra cosa, tendrá que aceptar el tuyo. Porque no creo que haya muchos jefes que
le dejen llevar al niño.
—Eso
siempre que consiga la custodia. No estamos seguros de que se la den.
—Si
tú y yo la ayudamos, y contamos con el apoyo de Candela y Walter, tiene
posibilidades.
Peter
agarró el brazo de Lali.
—Si
tenemos sexo, los dos nos arrepentiremos más tarde —dijo Peter.
—¿Por
qué opinas por mí? Deberías ir a un entrenamiento para exagentes del FBI. A lo mejor allí
aprenderías a abandonar esa actitud tan machista.
—No
tengo…
—Sí,
la tienes —Lali miró hacia su habitación—. Voy a arreglarme y luego iré a ver a
Candela. Vamos a ver qué ropa me puede dar para Amy que ya le quede pequeña a
Timmy. Tú puedes vestirte y marcharte…
Lali
agarró su sujetador y se marchó por el pasillo.
Si
él iba tras ella… No resolverían nada. Tal vez no tenía que resolver nada. Tal
vez sólo tuviera que cortar los lazos que lo unían a Lali.
peter me está hartando
ResponderEliminarSubí más!!
ResponderEliminarEs un estúpido!
ResponderEliminarSigueeeeeee por favoor
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