viernes, 15 de enero de 2016

Capítulo 8

¿Ha viajado desde Wild Horse Junction para preguntarme lo que tejí con el hilo? ¿No hado hablar de ese moderno invento llamado teléfono? —pregunBonnie Treadway mientras Lali y Peter se sentaban en su salón.

La mujer era pequeña y tenía el cabello corto con canas. Estaba vestida con unos vaqueros y una blusa. Parecía una abuela con mucha energía, pensó Lali cuando la observó.

No habían volado a Laramie al final. Se avecinaba una tormenta, y Peter había decidido conducir.

—Como le he explicado —dijo Peter—, investigo un caso y estoy siguiendo cada rastro que pueda llevarme a resolverlo. Hubo sólo tres clientes que compraron hilo en la tienda. Era la primera vez que la dueña lo pedía porque es caro. Una de las mujeres no ha tejido nada con él todaa, la otra lo usó para hacer el bordado de una camisa. ¿Puede decirnos qué hizo usted con el suyo?

Por supuesto, pero no creo que le sirva de nada. A Flo sólo le quedaban tres ovillos cuando lo compré, rebajado. Apenas tenía suficiente para tejer un jersey y un gorro de bebé.

¿Se los dio a alguien?

Bonnie no dudo en contestar. Y Lali supo que no tenía nada que ocultar, y nadie a quien proteger.

—Claro Los llevé a la Tienda Económica. A menudo hago jerséis y gorritos y se los dono. Es mi forma de contribuir a la caridad. No puedo hacer mucho más para ayudarlos. Fue una suerte encontrar ese hilo a precio de saldo.

Peter miró a Lali y supo qué estaba pensando. Aquello podía ser como buscar una aguja en un pajar. Laramie era un pueblo de treinta mil habitantes.

¿Dónde se encuentra esa tienda?

—Está en la calle South Second, al lado del Museo de los Nos. No tiene pérdida. Hay un cartel grande verde que pone «Tienda Económica». Pero no abre los viernes

¿No está abierta? Lali pensó que el viernes sea un día de mucho movimiento.

—No. A Flo le cuesta mucho tener gente que la ayude los viernes, y se va todo el día. Se turna con sus hermanas para cuidar a su madre. El viernes es el día que le toca. Mañana debea estar abierto. El teléfono está en la guía con el nombre de F. Wiggins. Ella es viuda también.

GraciasMe  ha  sido  de  gran  ayuda,  sorTreadway  —dijo  Peter—. Gracias por contestar a nuestras preguntas.

¿Puede decirme de qué se trata? ¿En qué tipo de caso están trabajando?

Después de debatirse un momento, Peter contestó:

Un bebé abandonado. Llevaba un jersey y un gorro tejido con hilo como el que compró usted. Estamos intentando encontrar a la madre o a su familia, quizá.

¡Dios mío! ¿Y piensa que puede ser mi jersey y mi gorro el de ese bebé? Bueno, ojalá tenga suerte. ¿Les apetece un té antes de marcharse? ¿Unas galletas?

Peter negó con la cabeza.

—No,  gracias.  Probablemente  paremos  en  un  albergue  por  el  que  hemos pasado. ¿Es bueno?

¿El Lantern Inn? preguntó Bonnie. Peter asintió.

—Es la casa de Martin y Cora. Sí, es maravilloso. Sirve el mejor desayuno del país y prepara comidas también. Creo que tiene cinco habitaciones. En esta época del año probablemente puedan conseguir una… o dos miró a Peter y a Lali con curiosidad.

Aunque Bonnie Treadway era simtica, Lali no iba a darle detalles de su vida privada. Tampoco sabía si le gustaba la idea de pasar la noche en aquel albergue con Peter. Le parecía demasiada intimidad.

Después de agradecer a Bonnie y despedirse de ella fueron al SUV de Peter.

El viaje a Laramie había sido un poco incómodo. No habían hablado mucho y Peter había puesto música. Ella había aspirado la fragancia de su perfume, había sentido el movimiento de su pierna en el acelerador y el freno, sus manos fuertes encima del volante, y las miradas que le dedicaba cada tanto.

Ya nuevamente en el coche, Peter extendió la mano hacia el asiento de atrás y sacó una guía telefónica de Laramie y buscó el teléfono de F. Wiggins.

Si no contesta nadie, ¿tienes problema en quedarte a dormir?

¿Y si te digo que sí lo tengo? —protestó ella.

Era gracioso que se lo preguntase después de haberlo decidido.

¿Es un problema económico o un problema personal?

Puedo quedarme. Pero ¿por qué un albergue en lugar de dos habitaciones en un motel?

Quiero estar seguro. Los albergues suelen ser más seguros. Y suelen ser más cómodos.

No podía negárselo.

Debo avisar a mi padre de que estoy fuera de la ciudad. No quiero que se preocupe por mí. El sábado por la mañana normalmente viene a ver si quiero desayunar con él.

¿Y vas?

Sí. Así me entero de cómo anda.

Peter levantó las cejas.

Quieres decir que lo controlas

—He separado mi vida de la de él ahora —dijo ella.

Lali, ¿crees que fuiste la razón por la que bebía?

Su pregunta  la  estremecióDe  pequeña se  habículpado  por elloPero  de adulta…

Mi madre adoptiva fue el motivo por el que él empezó a beber. Pero yo lo dejé beber.

Peter agitó la cabeza enfáticamente.

Tú eras una niña. A mí me parece que una vez que él empe a beber, y pasaron un par de años, ya no deb de acordarse ni de por qué bebía. Ni de la responsabilidad que tenía de criar a una niña. Te acostumbras tanto a anestesiar el dolor que ya no quieres volver a sentir nada.

Parece que lo hubieras vivido —dijo Lali.

Hubo un silencio profundo en su SUV. Empezó a lloviznar. Después de un momento, Peter respondió.
—Nunca usé el alcohol para aliviar mis penas, si eso es lo que quieres decir, pero en mi trabajo, tenía que controlar mis emociones. Tenía que pensar como un ordenador a veces, no con el corazón. Cuando se hace eso, a veces no se pueden volver a poner en funcionamiento las emociones.

Quieres decir como con tu esposa

Ella pensó que no iba a responder, pero Peter la sorprendió diciendo:

Sí, como con mi esposa.

Peter dejó la guía de teléfonos en el asiento de atrás y camb de tema:

—Vamos a ver si el Lantern Inn tiene dos habitaciones.

Los Martin, una pareja de unos cuarenta y tantos os, los recibieron amablemente. Había un fuego encendido en la zona de la recepción, y una botella de vino y galletas para los huéspedes. El salón estaba perfumado con un popurrí de flores secas.

—Es muy bonito —dijo Lali mirando el techo adornado con molduras. La sora Martin sonrió.

—Hace tres generaciones que lo tiene la familia de Abe.

Como Peter se imaginó que las mujeres podían empezar una interminable conversación acerca de la historia de la casa, la tela de las sillas, o de lo que fuera, fue directo.

¿Tiene habitaciones para esta noche? Necesitamos dos.

Peter se sena un poco incómodo todavía por haberle dicho a Lali aquello sobre su esposa. No sabía de dónde le había salido. Él no desnudaba su alma fácilmente, y sena que eso era lo que había hecho.

Oh, sí, tenemos habitaciones —dijo la sora Martin—. Tenemos dos, pero se conectan con un cuarto de baño compartido. ¿Les viene bien?

Aquello no era exactamente lo que tenía en mente, pero el lugar parecía bonito. Miró a Lali.

¿Tienes algún problema en que se comuniquen las habitaciones?

Poda habérselo preguntado en un aparte, pero igualmente los Martin podan haberlodo.

¿Las dos habitaciones tienen puertas que dan al cuarto de bo? —pregun Lali.

Sí.

—No hay problema —dijo Lali a Peter. Aunque él notó un brillo de inquietud en sus ojos.

—Estupendo —dijo la sora Martin.

Sólo nos hace falta la tarjeta de crédito. Lali y Peter buscaron sus carteras.

Deja que yo pague esto. Tú estás haciendo esto para mí —le dijo ella en voz baja.

El roce de la mano de Lali le produjo una sensación eléctrica. Los Martin los estaban observando con curiosidad, así que era mejor no hacer una escena. Además, Lali tenía su orgullo, como él tenía el suyo.

De acuerdo —dijo él, apartando su mano del tacto de ella.

Si queréis una cena liviana, os la podemos llevar a vuestras habitaciones. Tenemos pepitos de ternera, un plato de verdura fresca y ensalada de patatas. De postre tarta de crema de cacahuete.

Peter miró por la ventana y vio que lloa más.

—A mí me parece bien —dijo Peter. Cuando miró a Lali, ésta asintió.

Minutos más tarde, siguieron a la sora Martin y subieron tres pisos hasta sus habitaciones. Una habitación estaba decorada en lila, la otra en azul. La lluvia sea cayendo en el techo.

Cuando la mujer los dejó, Lali notó la intimidad de la habitación. Nerviosa, fue al cuarto de bo. Era espacioso. Tenía una gran ducha, un lavabo doble y un toallero.

¿La habitación azul o la lila? —le ofrec Peter.

—La lila. Este lugar es realmente encantador. Parecen gente muy agradable.

Lali estaba de pie en el cuarto de bo, junto a Peter, y notó la intimidad que tenía aquella situación. Estaba sola con un extraño en habitaciones que estaban prácticamente aisladas del resto de la casa.

¿Realmente estás conforme con esto? —le preguntó Peter, evidentemente notando la incomodidad de Lali.

Lali se rodeó con sus brazos. No tenía miedo. Sólo que la situación no era muy normal.

Inesperadamente, Peter le puso las manos en los hombros.

Puedes confiar en mí, Lali. Estás a salvo conmigo. Si no estás cómoda aquí, podemos buscar un motel.

Lali lo mi. En sus ojos vio algo que le dijo que podía confiar en él. Fue algo instintivo.

Pero ¿podía confiar en sus instintos?, se pregun, recordando a Pablo.

—Las puertas de nuestras habitaciones se cierran con llave —agregó Peter.

Sí. Lo sé. Está bien

—Bien. Creo que me daré una ducha —dijo él, aliviado—. ¿Qué vas a hacer?

—Llamaré a papá. E intentaré llamar a Flo una vez más. Si puedo localizarla, tal vez podamos ir a verla esta noche.

Quiero volver a besarte, pero creo que hemos decidido que no era una buena idea… —dijo Peter, con sus manos aún en los hombros de Lali.

Y ella sabía que las consecuencias de aquello podían ser peligrosas.

Peter quitó sus manos y se apartó. No iba a presionarla. Ella sabía que no era ese tipo de hombre.


Lali salió del cuarto de baño y respiró profundamente.

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