sábado, 16 de enero de 2016

Capítulo 9

Más tarde llamó a su padre y le dejó un mensaje. Luego marcó nuevamente el número de Flo Wiggins. Esta no respondió. Lali cami de un lado a otro de la habitación. Necesitaba un cepillo de dientes y pasta denfrica. Necesitaba un libro para leer. Necesitaba algo para distraerse de la idea de que estaba allí con Peter.

Oyó el ruido de la ducha cayendo en el baño y se imaginó a Peter, desnudoLali dejó escapar una exhalación. Recogió su chaqueta y bajó las escaleras.
Junto al albergue había una especie de kiosco. Allí vendían casi todo lo que pudiera necesitar. Tal vez le comprase maquinillas de afeitar a Peter, así estaa menos sexy.

Peter salió de la ducha, se secó y se puso los vaqueros sin ropa interior. Penen Lali detrás de aquella puerta cerrada. El quedarse a dormir allí había sido una idea estúpida. Podan haber ido a un motel; y si a él no le parecía seguro, se haba podido quedar en el coche.

Pensó en una ducha fa… Y se cerró la cremallera de su vaquero. Normalmente llevaba una muda de ropa en su coche, pero en aquel viaje había estado distraído. Definitivamente estaba perdiendo facultades por aquella mujer.

Lo molestó aquella idea.

Contrariado consigo mismo, se puso la camisa y se la abrochó. Se paró delante de la puerta de la habitación de Lali y golpeó. Ella no contestó. ¿Se haba quedado dormida?

Golpeó otra vez. Nada. Abr la puerta y descubr que no estaba allí. Era extraño. Fue al salón. Tal vez estuviera allí conversando con la sora Martin.

Pero ésta le dijo que no la había visto. Peter estaba preocupadísimo. Salió y tampoco la encontró cerca del coche.

Nervioso, volv a su habitación y caminó de un lado a otro.

¿Se haba sentido así Cheryl cuando no sabía dónde estaba? ¿Cuando tenía que hacer algún trabajo clandestino que suponía desaparecer un par de semanas?

¿Y cuando había estado embarazada? Le había rogado que no aceptase ese último trabajo. El médico le había dicho que la preocupación por sí sola no podía causar  uaborto,  pero  Peter  sabía  que  había  jugado  ugran  papel.  Él  había causado su aborto, la pérdida del hijo de ellos.

Cuando oyó el raido de sus zapatos por la escalera, Peter se quedó inmóvil. Luego fue a su encuentro en el vestíbulo.

¿Dónde has estado? gruñó Peter.

De pronto notó que Lali tenía el pelo mojado y que estaba cubriéndose la cabeza con un periódico, para resguardarse de la lluvia. Llevaba dos bolsas en la otra mano.

Le sonrió.

—He ido a comprar algunas cosas. Ya sabes que las mujeres no pueden estar sin cham y —al ver su cara agregó—: ¿Pasa algo?

—No Peter se met las manos en los bolsillos—. Sólo que no sabía dónde estabas.

¿Qué has pensado? ¿Que me había evaporado? Tú te estabas duchando, y yo no iba a entrar al cuarto de baño para decírtelo.

Podas haber dejado una nota.

Y antes de que ella se diera cuenta de lo preocupado que había estado, se marc a su habitación.

Pero ella lo siguió.

Sólo me iba a ir unos minutos —le explicó Lali. Sus rizos estaban empapados.

—Estás mojando el suelo. Será mejor que te seques.

Lali dejó las bolsas y el periódico en una silla de madera y se acercó a él. La lluvia había realzado la esencia de su perfume o el cham o lo que fuera que lo había estado volviendo loco todo el día en el coche.

—No he querido preocuparte —le dijo Lali suavemente. Él no iba a negar que lo había hecho.

Oldalo. Ve a cambiarte.

Sé cuidarme sola, Peter. No estoy acostumbrada a informar de mis idas y venidas. No lo hacía ni cuando via con mi padre. Normalmente él no sabía si yo estaba en casa o no, y realmente no le importaba.

Por el alcohol —dijo Peter.

Sí. ¿Realmente estabas preocupado? ¿Qué has pensado que podía haber pasado?

—Estamos en una ciudad que no conocemos. ¿Quién sabe? Cuando has visto todo lo que he visto yo Niños raptados, hombres sin conciencia alguna… Aprendes que no estás seguro en ningún sitio.

¿Qué tipo de trabajo hacías?

—Hacía todo lo que me pidieran.

¿Y cuál fue el precio?

Me costó mi matrimonio y un niño.

Sus ojos se agrandaron, asombrados, y preguntó:

¿Alguien secuestró a tu hijo?

—No. No fue culpa de un delincuente. Yo fui el responsable.

Lali hizo un gesto en dirección al brazo de él para consolarlo, pero él no quiso que lo hiciera. Peter caminó hacia la ventana y miró la lluvia.

—Cheryl sabía que yo era agente del FBI cuando se casó conmigo. Creo que la fascinó la idea. Le parec que era una profesión con glamour o algo así. No lo sé.

—Los hombres peligrosos pueden ser muy sexys murmuró Lali.

Yo no era peligroso. Pero mi trabajo sí lo era. Y no podía hablar de él. No sé qué pensaba Cheryl. Que me sentaba detrás de un escritorio, vestido con un elegante traje, que llevaba un arma y arrestaba a los delincuentes a distancia.

¿Qué hacías?

—No era sólo lo que hacía, sino cómo y cuándo lo hacía. Cheryl empezó a odiar el pitido de mi teléfono móvil, las llamadas de urgencia en medio de la noche, las situaciones que me mantenían alejado de casa.

¿El problema mayor no era que no comprendía tu trabajo?

Sí. O nuestras personalidades eran incompatibles… o nuestras expectativas. Todaa no lo sé. Cheryl esperaba que el matrimonio fuera un festival de amor que durase toda la vida, pero luego la realidad se impone.

—Ninguno de los dos consigu lo que quea.

Algo así. Cuando ella se quedó embarazada, hab con mi supervisor. Y me dieron casos de zonas más cercanas a nuestra casa.

¿Dónde estaba tu casa? —preguntó Lali, acercándose más.

—En el norte de Virginia —dijo él.

¿Qué sucedió?

Me dieron un caso antes de que Cheryl se quedara embarazada. Los detalles no son importantes, pero la información que yo tenía en la cabeza sí lo era. El caso es que Cheryl abortó mientras yo estaba fuera.

Como Lali no dijo nada, Peter se giró y la miró.

Lo sorprendió ver que tenía los ojos llenos de lágrimas.

Se oyó el goteo de la lluvia en el techo, y entonces Lali dijo:

—Ella te culpó.

—No sólo ella me culpó. Yo también me culpé.

¿No podas haber rechazado el caso? —preguntó Lali.

—No. No porque fueran a echarme del trabajo si me negaba a hacerlo. Sino porque si no lo hacía iba a haber mucha gente perjudicada.

¿Ella no comprendió la responsabilidad y el deber que tenías?

¿Cómo lo conocía tan bien Lali en tan poco tiempo?

—Ella creía que el deber y la responsabilidad hacia ella y la criatura estaban primero. Ahora pienso que tenía razón. Creo que es muy difícil para un hombre separar el ego de su trabajo dijo Peter.

¿Crees que fue el ego y no el deber el motor de tus acciones? Peter la miró y dijo con sinceridad:

—Nunca lo sabré.

¿Es por ello que dejaste el FBI?

Peter dejó escapar un suspiro, contento de que aquella conversación estuviera casi terminada.

—No lo dejé hasta después de mi divorcio. Le dije a Cheryl que lo dejaa y que haa algo relacionado con la seguridad. Pero ella ya estaba decidida a separarse.

¿No buscó ninguna terapia?

Dijo  que  eso  no  iba  con  ella.  Que  ninguna  terapia  haría  que  ella  me perdonase.

Lali estaba sorprendida por aquella respuesta, pero ella no había perdido un bebe.

¿Qué mujer iba a poder vivir de aquella forma? ¿Qué mujer podía perdonar a un hombre que le hiciera eso?

La mujer que comprendiera lo importante que era para él rescatar a un niño. La mujer que pudiera amarlo más de lo que pudiera necesitarlo.

Lali sigu escucndolo, aunque su pelo chorreaba agua.

Tienes que cambiarte, Lali —le dijo.

Peter

Ya está bien. Suficiente. No es bueno revolver el pasado.

—Lo es, si puedes aprender de él. Lo es si te ayuda a conectar con alguien.

«Conectar»,  pensó  él.  Habíconectado  demasiado  con  aquella  mujer.  Y  no debía haberlo hecho. Ella era optimista. Él era cínico. Ella era una persona con esperanza,  él  era pragmático.  Ella  tenía suos,  y  él  hacía mucho  que  los había abandonado.

¿Qué los conectaba entonces?

Sus ojos marrones quitaban la coraza que protea su corazón.

Su preocupación por Amy lo impulsaba a ayudarla. Sus pecas, sus rizos, su sonrisa, ponían en marcha un motor que hacía mucho que estaba apagado, desde antes de su divorcio.

—El quedarnos aquí esta noche no ha sido buena idea —dijo él.

—Es más cálido que un motel.

—Es demasiado cálido. Si te quitas la ropa mojada, ¿qué vas a ponerte?

Me he comprado una camisola para dormir.

—Y supongo que te envolverás con una sábana a modo de bata, ¿no?

—Es una posibilidad —dijo Lali. Peter no sabía si reírse o sacudirla.

Voy terminar arrepintiéndome de haberte traído.

¿Quieres hacer una lista de las razones por las que no me debiste traer?

—No. Pero sé que insistirás hasta que lo haga. Así que ahí van: mero uno, no necesito una compañera de trabajo en esto. Número dos, ya he sacado la información que necesito. Número tres: no me gusta trabajar en pareja con mujeres, porque hay muchas probabilidades de malentendidos. Hombres y mujeres no piensan lo mismo. Número cuatro, la idea de que te pongas una camisola para dormir a dos metros de mi habitación me pone nervioso, y no tiene nada que ver con el caso.

Lali se puso derecha y cuadró sus hombros.

Puedo comer sola, si te quedas más tranquilo.

—Eso me parece bien.

Si quea alejarla, lo había logrado porque los ojos de Lali mostraron que le había hecho daño, y que estaba decepcionada.

Sin decir nada más, Lali recog sus bolsas y entró en el cuarto de bo. Luego Peter oyó el ruido de la puerta de su habitación.

Era medianoche cuando Peter miró su reloj luminoso. Generalmente el sonido de la lluvia lo hacía dormir, pero sabiendo que Lali estaba tan cerca, y después de haber expresado sus emociones, se sena inquieto.

Lali no se había puesto la camisola, al menos antes de que Cora llevase la cena y se fueran a la cama. Luego, a través de la puerta, ella le había dicho que se iba a duchar. El problema era que él habíado todos los ruidos del baño y eso había disparado su imaginación. Y no sólo eso. Sino que un perfume a gardenia había pasado por debajo de la puerta. Luego, vio que le había dejado una bolsa con maquinillas de afeitar descartables y un cepillo de dientes, y una camiseta enorme. En sus compras se había acordado de él.

Casi había golpeado la puerta de su habitación entonces.

Peter se sentó en la cama. Entraba una luz de una farola desde la calle, así que no encendió la lámpara de la mesilla. Se puso los vaqueros y entró al bo.

Vio luz por debajo de la puerta.

Lali, ¿estás despierta? —preguntó.

—Estoy despierta, pero me he puesto la camisola, y no llevo una sábana envolviéndome.

Peter sonrió. Le gustaba el humor de Lali. Él no se había reído mucho en su vida.

¿Puedo entrar?

Ella parec dudar. Luego respondió:

—Entra.

Lali no estaba envuelta en una sábana pero estaba tapada casi hasta el cuello.

Lo miró de arriba abajo. Y él se exci.

¿No puedes dormir? —preguntó Lali.

—No. No debí ser tan duro antes.

—No fuiste duro. Sólo has descrito la situación como la veías tú.

—No, lo que he intentado hacer ha sido poner una barrera entre nosotros. Ella se sorprendió de que Peter admitiera aquellas razones.

—Nos sentimos atraídos el uno por el otro, Lali. Eso se ha visto desde que nos vimos por primera vez. Pero no quiero complicar tu vida o dejar que compliques la mía.

Tienes que ponerte en una posición de poder, ¿verdad?

—No tiene nada que ver con el poder o el control. Me preocupo por los dos. Lali palm la cama como invitándolo a sentarse. Peter se sen, respirando la fragancia de gardenias.

—No eres mi protector. No tienes derecho a tomar decisiones por mí —empezó a decir ella—. Si no quieres involucrarte, si quieres echarte atrás, está bien. Pero no bases tus acciones en lo que te parece mejor para mí o en lo que crees que quiero, no hasta que me preguntes —dijo ella serenamente.

—Estoy  acostumbrado  a  estar  a  cargo  de  las  situaciones  admit él.  Y
comprendió lo que ella le había querido decir con que él quea poder y control.

Pero también has trabajado en equipo, supongo. Eso es lo que haces cuando intentas rescatar a niños. ¿No crees que somos un equipo?

Él haba querido negar aquel «nosotros», pero no podía hacerlo.

—Eres demasiado lista se quejó él.

¿No te gustan las mujeres listas?

Me gustan. Pero no cuando el besarlas me desintegra.

Ella lo miró como si a ella sus besos también le produjeran eso.

Si la besaba en aquel momento, no tardaa nada en quitarle aquella camisola.

Tomaremos el desayuno y luego iremos a esa Tienda Económica —dijo él.

Te causa problemas el que seamos un equipo, ¿verdad? Él se rio.

Va a costarme bastante trabajo serlo —admit él.

Peter fue hacia la puerta y la mi. Posó su vista en su nariz perfecta, en su cara fresca y su delicada barbilla.

Gracias por el cepillo de dientes, las maquinillas y la camiseta.

De nada.

La idea de vivir el momento era muy tentadora. La idea de acostarse junto a
Lali y satisfacer su primitivo deseo era una tortura.

Caminó hacia el cuarto de baño y cerró la puerta. Pero se arrepintió en cuanto lo hizo.


Algo más de lo que se arrepentia en su vida.

5 comentarios: