El timbre
sonó cuando estaba Lali
estaba sacando la ropa
de la lavadora y metiéndola
en la secadora. Esperaba
que fuera Peter.
El día anterior no había querido verlo, pero él se había asomado
al nido y le había dicho que las
enfermeras no encontraban la ropa de Amy. Pero que seguirían buscando.
Aquel día, cuando Lali había pasado a ver a la niña a la hora de la comida, las enfermeras le habían entregado un bolso. Alguien había encontrado la ropa de Amy
en un armario.
Lali había llamado a
Peter inmediatamente.
Cerró la
secadora y salió corriendo a la puerta de entrada.
Recordó que el día anterior, Peter casi la había… ¿Besado? ¿Había sido un casi beso?
Agitó la cabeza y se reprendió por pensar todo aquello. Ella no se dejaba llevar por un
buen cuerpo y una cara interesante. Necesitaba sustancia. Y eso era imposible
de encontrar.
¡Se había equivocado tanto con Pablo!
Se había equivocado en
tantas cosas… Pero estaba intentando arreglar algunas. Estaba intentando dejar de torturarse con una infancia sobre la que no tenía el menor control. Estaba intentando llegar a una
relación adulta con su padre…
Cuando abrió la puerta y
vio
a Peter, perdió el sentido común
instantáneamente.
Sintió una atracción poderosa. Llevaba un pantalón gris
con una camisa blanca de corte vaquero. Su reacción debió de notársele.
—Suelo bañarme de vez en cuando —bromeó él
con
una
sonrisa—. He tenido
una reunión de trabajo.
—Lo siento.
No he querido ofenderte… Pasa… —dijo ella
con
las mejillas rojas. Cuando había llegado del trabajo había hecho un pastel de chocolate. Estaba encima
de la mesa.
—¿Te apetece
un café? Tengo un pastel de chocolate, si
te apetece.
—Ya he comido.
Pero un
pastel
de
chocolate es
una invitación difícil
de
rechazar.
—¿Es eso un
«sí»? El
café
está
recién
hecho. Cuando Peter vio el pastel
preguntó:
—¿Has preparado esto para
esta
noche?
—Sí. A la mayoría de los hombres les gusta
el chocolate.
—Lali… —Peter le tocó el hombro.
—Oye, no ha sido ninguna molestia. Si no vas a dejar que te dé dinero, tengo que
pagarte
de algún modo. Y un pastel es un gesto de hospitalidad.
Lali notó la fragancia de Peter, mezcla de perfume y aroma a
hombre. Sus ojos
grises
parecían quemarla aquel día. Se preguntó si estaban imaginando la
sensación
de un beso, la
humedad de las lenguas…
Miró su barba de un
día. ¡Cuánto deseaba
tocarla! Aquel pensamiento la sobresaltó.
—¿Tienes la ropa
de Amy?
Su pregunta
la devolvió a la realidad.
—Sírvete… Corta
un trozo de tarta
mientras voy a buscarla.
—Vale —murmuró Peter.
Cuando ella se dio la
vuelta para
marcharse, él
puso la mano en su hombro y la
giró.
Bajó la cabeza y la besó.
Los labios de Peter eran tan calientes como la atracción entre ellos. La mano
de Lali se posó en su
pecho, y se deslizó hacia su cuello. El tacto de su
pelo era suave y grueso. Cuando su lengua se metió en su boca, la sensación erótica casi la
hace exclamar. Era un beso hambriento, lleno de pasión, y despertó el mismo deseo
en ella.
Aquello era
pura
química,
fue el último pensamiento coherente
que tuvo Lali.
Cuando su lengua bailó con la suya, ella casi se derritió a sus pies. La pasión que
emergió
en
su interior
fue abrumadora, y ella se
preguntó por
qué había permanecido dormida toda
su
vida, hasta
aquel momento.
No obstante, tan rápidamente como Peter había decidido besarla, dejó de
hacerlo.
Afortunadamente su mano seguía en su hombro para ayudarla a
mantener el equilibrio.
—¡Guau!
—exclamó ella.
Peter, por su parte,
no
pareció tan afectado.
—No debí hacer esto —dijo.
Parecía tan compuesto, que ella hubiera querido pegarle en el
pecho, y preguntarle si
aquél no era el mejor beso de su vida.
—¿Por qué no? —preguntó ella—. ¿Tienes alguna
relación?
Sabía que
los
hombres estaban
siempre dispuestos a
probar con alguien nuevo.
—No. Y no pienso tener una relación.
Ése es el problema
—respondió él.
Su
respuesta
la puso en su sitio.
—Comprendo —dijo Lali—. Eso es bueno, porque yo tampoco
quiero tener
una
relación. Tu colonia debe de haber intoxicado mi cerebro —agregó. Y antes de
que él pudiera contestar,
se dirigió hacia
el salón diciendo—: Iré
a buscar la ropa.
Peter la siguió.
—Toma
—dijo Lali, sacando una bolsa de un armario.
Peter agarró la bolsa. Luego derramó el contenido. Primero examinó
la
manta.
Luego el pijama. Los puso a un
lado y estudió el jersey y el
gorrito tejidos.
—Es hilo —dijo Peter.
—¿Hilo?
—Esto no tiene el tacto del
acrílico.
Lali agarró el
jersey y palpó el
tejido. Era
hilo.
—Quiero llevármelo —dijo Peter, volviendo a
meter todo en la bolsa y agarrando el
jersey de sus manos.
Sus dedos se rozaron.
Cuando ella lo
miró, descubrió que los ojos de
Peter estaban
turbulentos.
El timbre sonó y Lali se
sobresaltó.
—¿Esperas a alguien? —le
preguntó él.
—No, pero puede ser Candela o Kylie. Solemos visitarnos a
menudo.
Ella se alegró de poder poner un poco de distancia entre ellos y se marchó a la puerta.
La abrió y descubrió que era
su
padre.
—Hola, papá. ¡Qué sorpresa! —Lali se hizo a un lado para que pasara su
padre.
Cuando lo hizo, Lali lo miró detalladamente para ver si estaba sobrio.
Afortunadamente estaba bien vestido. Tenía los ojos transparentes. De joven había sido muy seductor. Eso había sido antes de que el alcohol, el
arrepentimiento y la
culpa le hubieran arrugado la cara y lo hubieran envejecido al menos diez años. Tenía cincuenta y ocho años y vendía
seguros. Había sido contable. Pero después de que Lali
se
fuera de casa y de que hubiera dejado el alcohol, había decidido que le
gustaba
más
estar en la calle,
rodeado de gente.
Cuando vio a
Peter, su padre
se puso colorado.
—No he querido interrumpir.
Si quieres que me
vaya…
Peter se acercó con
la bolsa en la mano y dijo:
—No hace
falta.
Ya me
iba…
Lali sintió la necesidad
de presentarlos.
—Este es Peter Lanzani. Este es mi padre, Russ Espósito.
Papá, Peter me está ayudando a
encontrar a
la madre de Amy.
Peter alzó una ceja, como sorprendido
por aquella presentación.
—He oído hablar de usted —dijo Russ extendiendo su mano.
Peter se la dio.
—¿Y se
puede saber qué ha oído? Su padre
se rio.
—Rumores, sobre todo. Que vive en las colinas, que fue agente del FBI… Esto es Wild
Horse
Junction, muchacho, los rumores corren
rápido.
—Lo que ha oído es verdad.
—Además del cotilleo, recuerdo a sus padres. Su padre era piloto comercial.
¿Cómo están? He oído
decir que
después del divorcio,
su madre se
marchó a
Wisconsin, y que usted y su padre se
fueron
a California.
—Mi padre murió hace varios años. Mi
madre
sigue en Wisconsin.
—Papá, Peter tiene
que
marcharse —intervino Lali.
Sospechaba que Peter no era
el tipo de hombre que hablaba de su vida
personal fácilmente.
—Está bien
—le aseguró Peter.
—Siento lo de su padre. El divorcio es duro para los niños. Fue duro para Lali, sobre todo cuando su madre
se
mudó a Indiana —le explicó—. ¿Qué
edad tenía cuando sus padres se separaron? ¿Unos quince
años?
—Papá… —protestó Lali antes de que
contestase
Peter.
No era un tema del que quisiera hablar con Peter ni con su padre. Hacía mucho tiempo había
tenido que vivir el abandono de
sus
padres biológicos, pero el abandono de su madre adoptiva había sido mucho peor. Su madre no sólo se había divorciado de
su padre, sino de Lali. Lo
único que le había importado
había sido el
hombre del que
se había enamorado y la
nueva
familia
que había formado con él en Indiana.
Lali se había sentido una persona ajena a ella en sus
escasas
visitas. Y había
vivido con su
padre con callada tristeza, preguntándose por qué su madre adoptiva no la
había
amado lo suficiente como para
desear que fuera
parte de su vida.
—Hay café
y pastel de chocolate,
si te
apetece —ofreció Lali a su padre.
—Por supuesto —dijo el padre de Lali. Levantó un folleto y agregó—: He
traído un folleto sobre un crucero que me apetecería hacer. Me gustaría tu opinión sobre él —luego se dirigió a Peter y le dijo—: Me alegro de conocerlo —miró hacia la cocina y le dijo a Lali—: Iré a servirme
un
trozo de pastel —se
marchó a la cocina
y los dejó solos.
—Siento lo de las
preguntas —dijo Lali
cuando su padre
ya no la escuchaba.
—Tu padre
sólo quería conversar.
—Es posible.
Después de mirarla
un momento, Peter le preguntó:
—¿Qué
edad tenías cuando tus padres se
divorciaron?
Lali se sintió incómoda.
No sabía
si quería hablar de
aquello con Peter.
—Seis años. Demasiado pequeña para comprender, pero lo suficientemente
mayor como para
darme
cuenta de cuánto cambió mi vida.
Como la de mi
padre…
Lali intentó reprimir la melancolía que la embargaba cada vez que recordaba los años siguientes al divorcio. Hizo un gesto hacia la bolsa que llevaba Peter y dijo:
—Avísame
si sabes algo,
¿de acuerdo?
—¿Cómo sabes que voy a encontrar algo?
—Porque
ya tienes una idea sobre
el material de la prenda.
—¿Fuiste
detective
privado en
tu
vida pasada? —preguntó él sarcásticamente.
—No, pero miro CSI.
Cuando él se
rio,
a ella le gustó su risa.
—Te tendré
al corriente —respondió Peter.
Sus miradas se encontraron un momento,
y ella recordó su beso, el tacto de su cuerpo. La química entre ellos
era tan poderosa, que había borrado el recuerdo del
abandono de Pablo.
Peter abrió la
puerta, y sin decir adiós, salió.
Sigueeeee
ResponderEliminarWuauuu subí otrooo
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