El
martes Lali estaba en su consulta escribiendo las últimas notas de su última
paciente cuando la llamó Agnes, la recepcionista.
—Hay
un hombre que quiere verte. Dice que su nombre es Peter Lanzani. ¿Peter? ¿Allí?
—Dile
que no puedo atenderlo, Agnes.
Segundos
más tarde golpearon la puerta. Cuando Lali abrió se encontró con Peter.
Estaba
terriblemente atractivo con aquel vaquero y aquella camiseta blanca…
—¿Ha
sucedido algo? —preguntó ella.
—Sí.
Mandy, del Silver Dollar, me ha llamado. Ha estado hablando con otra camarera,
y la mujer recordaba a la pareja. Recuerda que el chico estuvo haciendo
garabatos en el menú. Las camareras estuvieron buscando y esto es lo que
encontraron.
Peter
dio la carta a Lali. Ella la estudió. Había un mapa de la zona, de la frontera
de Wyoming con Montana. Alguien había usado un lapicero y había hecho un
círculo en Little Creek.
—¿Crees
que es ahí adónde iban?
—No
sabemos seguro, pero es posible. Si el tiempo lo permite, voy a volar allí.
Puedo llegar en una hora. No sabía si querrías venir conmigo.
Lali
miró las fichas de los pacientes que tenía en el escritorio.
—Dos
pacientes han cancelado la visita de esta tarde. Así que tengo la tarde
relativamente libre. Pero si nos vamos ahora, será de noche cuando volvamos.
—Los
aviones vuelan en la oscuridad.
—Lo
sé, pero ¿no es más peligroso volar en un avión pequeño?
—Mi
avión pasa revisión todos los años. Está en óptimas condiciones y sé lo que
estoy haciendo. Si no quieres ir, está bien. Yo daré una vuelta por allí solo.
—Quiero
ir.
—¿Pero?
—Nunca
he volado en un avión pequeño.
—Siempre
hay una primera vez para todo —comentó sardónicamente. Y ella pensó en hacer el
amor con Peter por primera vez.
¿Cómo
sería? ¿Sería apasionado? ¿Reservado? Lali se dijo que no debía pensar en esas
cosas.
—Voy
a recoger el maletín de primeros auxilios que llevo en las visitas a domicilio,
y enseguida estoy lista —tomó la decisión en un impulso.
Ella
sabía lo que iba a decir Peter.
—Sé
que es posible que no la encontremos. Sé que éste puede ser un viaje
frustrante. Pero quiero estar preparada.
Él
la miró un momento y respondió:
—Te
veré en el aeropuerto.
Hora
y media más tarde, estaban aterrizando en Little Creek, Montana. Ya era casi de
noche.
Lali
había estado nerviosa durante el despegue, pero luego había notado que Peter
era un piloto experimentado y se había quedado tranquila. Peter sabía lo que
estaba haciendo. Había estado hablando con el mecánico antes de subir al avión.
Habían
hecho el vuelo en silencio.
Una
vez que el avión estuvo firme, un hombre mayor corrió hacia él.
Cuando
Peter abrió la puerta, éste dijo:
—Hola,
Peter. ¡Cuánto tiempo sin verte!
—Un
par de años. Gracias por venir —dijo Peter.
—No
hay problema. Sabes que te lo debo —le explicó a Lali—: Peter vino aquí a
buscar a mi nieto.
Peter
los presentó. A Lali le gustó aquel hombre, Ed Randolph. Se enteró de que tenía
un rancho a unos kilómetros de la ciudad y que Peter lo había llamado antes de
marcharse de Wild Horse.
Peter
la dejó sentarse al lado de Ed en el coche, así que ella siguió la conversación
de los dos hombres.
Cinco
minutos más tarde, Ed aparcó frente a un motel.
—¿Crees
que la chica que buscas está aquí?
—He
llamado esta tarde y el dueño me ha dicho que un muchacho alquiló una
habitación hace una semana. Estaba con la novia, pero ella apenas salía. Hace
tres días el chico le pagó ciento cincuenta dólares al empleado del motel y se
marchó. El dueño cree que la chica no tiene más dinero. Mañana es su último
día. Y como el chico no dijo que volvería, y ella no tiene coche, el dueño se
alegra de que alguien pregunte por ella. Está en la habitación tres.
Peter
le había dado aquella información a Lali inmediatamente después de despegar.
—Esperaré
aquí —les dijo Ed cuando bajaron.
Cuando
estaban frente a la puerta número tres, Peter agarró el codo de Lali. Ella
sintió el calor de su mano de los pies a la cabeza.
—La
chica puede ser cualquiera… —dijo él.
Lali
se dio cuenta de que Peter no quería que se decepcionase, no quería que
sufriese. Y de pronto Lali se dio cuenta de que se estaba enamorando de aquel
hombre, aunque supiera que no debía hacerlo. La atraía sexualmente y también
por el hombre que era.
—Sea quien
sea, parece que necesita ayuda
—respondió ella después
de respirar profundamente.
—Tú
adoptarías al mundo entero si pudieras, ¿no? —comentó Peter, serio.
—Sí,
lo haría. ¿Tú no?
Peter
no contestó. Simplemente soltó su brazo y golpeó la puerta.
El
corazón de Lali se aceleró. ¿Qué probabilidad había de que aquélla fuera la
madre de Amy?
Peter
volvió a golpear, más fuerte. Como no contestó nadie, gritó:
—¿Hay
alguien ahí? Si es así, por favor, abrid. Si no lo hacéis, lo hará el dueño—dijo
con autoridad.
Si
ella hubiera estado dentro, ¿habría abierto o habría escapado?, se preguntó Lali.
Oyeron
ruidos dentro. Se oyó el chirrido del cerrojo. Luego abrió alguien, pero sólo
hasta donde lo permitía la cadena de seguridad.
Una
débil voz femenina preguntó:
—¿Quién
eres tú?
—Estamos
buscando a la madre de Amy —dijo Peter serenamente.
Lali
oyó una exclamación, y luego un débil sollozo. Y miró a Peter. Éste cedió el
paso a Lali para que hablase.
—Por
favor, abre la puerta para que podamos conversar. Queremos ayudar. Yo soy la
que encontró a Amy. ¿Eres tú su madre?
El
sonido del llanto de la joven era desesperante. Y Lali sabía que Peter habría
querido romper esa cadena para abrir la puerta.
Pero
ambos esperaron.
—Queremos
ayudarte. De verdad.
Amy está bien.
Está con una
familia de acogida. Pero si eres
su madre, ¿realmente quieres que se quede allí? ¿No quieres tenerla contigo?
Unos
dedos temblorosos abrieron la cadena. Finalmente se abrió la puerta y
estuvieron frente a una joven con lágrimas en los ojos. Tenía el cabello
castaño muy despeinado. Estaba pálida y sus ojos color miel eran demasiado
grandes para su cara.
Llevaba
unos vaqueros grandes y una camiseta enorme. Se reprimió un sollozo poniéndose
la mano en la boca.
—No
puedo quedármela. No tengo dinero, y Justin me ha dejado aquí. No creo que le
importemos mucho.
Lali
dio un paso y rodeó a la joven con su brazo. La muchacha estaba temblando.
Tenía aspecto de encontrarse mal. Aquella chica lo había estado pasando muy
mal, a juzgar por su aspecto.
—Ven aquí.
Sentémonos —Lali guió a la
chica a la
cama. Luego miró a Peter, y le dijo—: Trae mi
maletín, ¿quieres?
Su
expresión le indicó que no estaba acostumbrado a recibir órdenes, y menos de
una mujer. Y evidentemente no quería dejarla sola con la chica. Pero Peter se
dio la vuelta y fue a su coche a buscar el maletín.
—¿Cómo
te llamas? —le preguntó a la adolescente cuando ésta se sentó en la cama.
—Tiffany.
Lali
intentó relajarla.
—Yo
me llamo Lali. Soy enfermera.
—Sé
quién es —susurró Tiffany.
El
rostro de Tiffany le resultaba familiar a Lali, pero no la recordaba.
—¿Me
dejas que te examine?
En
lugar de responder, la chica hizo una pregunta.
—¿Me
van a llevar a la cárcel?
—No
sé qué va a pasar —contestó Lali sinceramente—. Habrá que intentar
solucionarlo. ¿Quieres dar a Amy?
—¡No!
Pero no tengo más elección. Mi madre me echó. Quería que abortase. Justin
también. Cuando le dije que no lo haría, que no tenía adonde ir, él no supo qué
hacer conmigo, pero dejó que me quedase con él. Yo… —su voz se quebró y se puso
más pálida.
—Acuéstate
—le sugirió Lali, ayudándola a echarse.
Luego
tomó la almohada y se la puso debajo de las rodillas. Agarró la muñeca de
Tiffany y miró su pulso.
—Quédese
conmigo —le dijo la chica con los ojos cerrados. Peter apareció con el maletín.
—¿Está
enferma? —preguntó.
—Me
da la impresión de que está deshidratada y con malnutrición, para empezar. ¿A
qué distancia está el hospital más cercano?
—En
Billings.
Después
de mirar nuevamente a la chica, Peter agregó:
—Tardaremos
tanto tiempo en llegar a Wild Horse como en llegar a Billings. Puedo llamar y
pedir una ambulancia desde aquí para que nos espere en el aeropuerto.
A
Lali no le gustaba el aspecto de la muchacha. No le gustaba nada.
—Voy
a examinarla. Mira a ver si puedes encontrar algo para comer que no sea sólo
azúcar. Y agua.
Ella
había visto los papeles de caramelos encima de la mesilla, y las latas vacías
de refrescos.
Cuando
Peter se marchó Lali abrió su maletín y sacó el estetoscopio.
:O hasta que al fin la encontraron ojalá la puedan ayudar!!
ResponderEliminarOjala puedan ayudar a amy y a su madre
ResponderEliminarSubí más!!!
ResponderEliminarnoooo que triste Ojalá se recupere! Subí más!
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