miércoles, 27 de enero de 2016

Capítulo 11

El martes Lali estaba en su consulta escribiendo las últimas notas de su última paciente cuando la llamó Agnes, la recepcionista.

—Hay un hombre que quiere verte. Dice que su nombre es Peter Lanzani. ¿Peter? ¿Allí?
—Dile que no puedo atenderlo, Agnes.
Segundos más tarde golpearon la puerta. Cuando Lali abrió se encontró con Peter.
Estaba terriblemente atractivo con aquel vaquero y aquella camiseta blanca…
—¿Ha sucedido algo? —preguntó ella.
—Sí. Mandy, del Silver Dollar, me ha llamado. Ha estado hablando con otra camarera, y la mujer recordaba a la pareja. Recuerda que el chico estuvo haciendo garabatos en el menú. Las camareras estuvieron buscando y esto es lo que encontraron.
Peter dio la carta a Lali. Ella la estudió. Había un mapa de la zona, de la frontera de Wyoming con Montana. Alguien había usado un lapicero y había hecho un círculo en Little Creek.
—¿Crees que es ahí adónde iban?
—No sabemos seguro, pero es posible. Si el tiempo lo permite, voy a volar allí. Puedo llegar en una hora. No sabía si querrías venir conmigo.
Lali miró las fichas de los pacientes que tenía en el escritorio.
—Dos pacientes han cancelado la visita de esta tarde. Así que tengo la tarde relativamente libre. Pero si nos vamos ahora, será de noche cuando volvamos.
—Los aviones vuelan en la oscuridad.
—Lo sé, pero ¿no es más peligroso volar en un avión pequeño?
—Mi avión pasa revisión todos los años. Está en óptimas condiciones y sé lo que estoy haciendo. Si no quieres ir, está bien. Yo daré una vuelta por allí solo.
—Quiero ir.
—¿Pero?
—Nunca he volado en un avión pequeño.
—Siempre hay una primera vez para todo —comentó sardónicamente. Y ella pensó en hacer el amor con Peter por primera vez.
¿Cómo sería? ¿Sería apasionado? ¿Reservado? Lali se dijo que no debía pensar en esas cosas.
—Voy a recoger el maletín de primeros auxilios que llevo en las visitas a domicilio, y enseguida estoy lista —tomó la decisión en un impulso.
Ella sabía lo que iba a decir Peter.
—Sé que es posible que no la encontremos. Sé que éste puede ser un viaje frustrante. Pero quiero estar preparada.
Él la miró un momento y respondió:
—Te veré en el aeropuerto.
Hora y media más tarde, estaban aterrizando en Little Creek, Montana. Ya era casi de noche.
Lali había estado nerviosa durante el despegue, pero luego había notado que Peter era un piloto experimentado y se había quedado tranquila. Peter sabía lo que estaba haciendo. Había estado hablando con el mecánico antes de subir al avión.
Habían hecho el vuelo en silencio.
Una vez que el avión estuvo firme, un hombre mayor corrió hacia él.
Cuando Peter abrió la puerta, éste dijo:
—Hola, Peter. ¡Cuánto tiempo sin verte!
—Un par de años. Gracias por venir —dijo Peter.
—No hay problema. Sabes que te lo debo —le explicó a Lali—: Peter vino aquí a buscar a mi nieto.
Peter los presentó. A Lali le gustó aquel hombre, Ed Randolph. Se enteró de que tenía un rancho a unos kilómetros de la ciudad y que Peter lo había llamado antes de marcharse de Wild Horse.
Peter la dejó sentarse al lado de Ed en el coche, así que ella siguió la conversación de los dos hombres.
Cinco minutos más tarde, Ed aparcó frente a un motel.
—¿Crees que la chica que buscas está aquí?
—He llamado esta tarde y el dueño me ha dicho que un muchacho alquiló una habitación hace una semana. Estaba con la novia, pero ella apenas salía. Hace tres días el chico le pagó ciento cincuenta dólares al empleado del motel y se marchó. El dueño cree que la chica no tiene más dinero. Mañana es su último día. Y como el chico no dijo que volvería, y ella no tiene coche, el dueño se alegra de que alguien pregunte por ella. Está en la habitación tres.
Peter le había dado aquella información a Lali inmediatamente después de despegar.
—Esperaré aquí —les dijo Ed cuando bajaron.
Cuando estaban frente a la puerta número tres, Peter agarró el codo de Lali. Ella sintió el calor de su mano de los pies a la cabeza.
—La chica puede ser cualquiera… —dijo él.
Lali se dio cuenta de que Peter no quería que se decepcionase, no quería que sufriese. Y de pronto Lali se dio cuenta de que se estaba enamorando de aquel hombre, aunque supiera que no debía hacerlo. La atraía sexualmente y también por el hombre que era.
—Sea  quien  sea,  parece  que  necesita  ayuda  —respondió  ella  después  de respirar profundamente.
—Tú adoptarías al mundo entero si pudieras, ¿no? —comentó Peter, serio.
—Sí, lo haría. ¿Tú no?
Peter no contestó. Simplemente soltó su brazo y golpeó la puerta.
El corazón de Lali se aceleró. ¿Qué probabilidad había de que aquélla fuera la madre de Amy?
Peter volvió a golpear, más fuerte. Como no contestó nadie, gritó:
—¿Hay alguien ahí? Si es así, por favor, abrid. Si no lo hacéis, lo hará el dueño—dijo con autoridad.
Si ella hubiera estado dentro, ¿habría abierto o habría escapado?, se preguntó Lali.
Oyeron ruidos dentro. Se oyó el chirrido del cerrojo. Luego abrió alguien, pero sólo hasta donde lo permitía la cadena de seguridad.
Una débil voz femenina preguntó:
—¿Quién eres tú?
—Estamos buscando a la madre de Amy —dijo Peter serenamente.
Lali oyó una exclamación, y luego un débil sollozo. Y miró a Peter. Éste cedió el paso a Lali para que hablase.
—Por favor, abre la puerta para que podamos conversar. Queremos ayudar. Yo soy la que encontró a Amy. ¿Eres tú su madre?
El sonido del llanto de la joven era desesperante. Y Lali sabía que Peter habría querido romper esa cadena para abrir la puerta.
Pero ambos esperaron.
—Queremos ayudarte.  De  verdad.  Amy  está  bien.  Está  con  una  familia  de acogida. Pero si eres su madre, ¿realmente quieres que se quede allí? ¿No quieres tenerla contigo?
Unos dedos temblorosos abrieron la cadena. Finalmente se abrió la puerta y estuvieron frente a una joven con lágrimas en los ojos. Tenía el cabello castaño muy despeinado. Estaba pálida y sus ojos color miel eran demasiado grandes para su cara.
Llevaba unos vaqueros grandes y una camiseta enorme. Se reprimió un sollozo poniéndose la mano en la boca.
—No puedo quedármela. No tengo dinero, y Justin me ha dejado aquí. No creo que le importemos mucho.
Lali dio un paso y rodeó a la joven con su brazo. La muchacha estaba temblando. Tenía aspecto de encontrarse mal. Aquella chica lo había estado pasando muy mal, a juzgar por su aspecto.
—Ven  aquí.  Sentémonos  —Lali  guió  a  la  chica  a  la  cama.  Luego  miró  a Peter, y le dijo—: Trae mi maletín, ¿quieres?
Su expresión le indicó que no estaba acostumbrado a recibir órdenes, y menos de una mujer. Y evidentemente no quería dejarla sola con la chica. Pero Peter se dio la vuelta y fue a su coche a buscar el maletín.
—¿Cómo te llamas? —le preguntó a la adolescente cuando ésta se sentó en la cama.
—Tiffany.
Lali intentó relajarla.
—Yo me llamo Lali. Soy enfermera.
—Sé quién es —susurró Tiffany.
El rostro de Tiffany le resultaba familiar a Lali, pero no la recordaba.
—¿Me dejas que te examine?
En lugar de responder, la chica hizo una pregunta.
—¿Me van a llevar a la cárcel?
—No sé qué va a pasar —contestó Lali sinceramente—. Habrá que intentar solucionarlo. ¿Quieres dar a Amy?
—¡No! Pero no tengo más elección. Mi madre me echó. Quería que abortase. Justin también. Cuando le dije que no lo haría, que no tenía adonde ir, él no supo qué hacer conmigo, pero dejó que me quedase con él. Yo… —su voz se quebró y se puso más pálida.
—Acuéstate —le sugirió Lali, ayudándola a echarse.
Luego tomó la almohada y se la puso debajo de las rodillas. Agarró la muñeca de Tiffany y miró su pulso.
—Quédese conmigo —le dijo la chica con los ojos cerrados. Peter apareció con el maletín.
—¿Está enferma? —preguntó.
—Me da la impresión de que está deshidratada y con malnutrición, para empezar. ¿A qué distancia está el hospital más cercano?
—En Billings.
Después de mirar nuevamente a la chica, Peter agregó:
—Tardaremos tanto tiempo en llegar a Wild Horse como en llegar a Billings. Puedo llamar y pedir una ambulancia desde aquí para que nos espere en el aeropuerto.
A Lali no le gustaba el aspecto de la muchacha. No le gustaba nada.
—Voy a examinarla. Mira a ver si puedes encontrar algo para comer que no sea sólo azúcar. Y agua.
Ella había visto los papeles de caramelos encima de la mesilla, y las latas vacías de refrescos.

Cuando Peter se marchó Lali abrió su maletín y sacó el estetoscopio.

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